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Poesías completas de Ñúñez de Arce PDF

136 Pages·2010·23.54 MB·Spanish
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l P O E S I AS C O F f l P ü E T AS DE N U Ñ EZ DE A R CE A i 7'/ t **7 V s* • Núm. Cías. Núm. Autor .1 ^ 7 ¿ I POESÍAS COMPLETAS L Núm. A Zy- Proeec * DE Precio Fecha , , ¿ __„„, NUÑ€Z DE ARC€ Clasificó —fr—c- Catalogó «Bas*»*. • - CUARTA EDICIO aumentada, corregida ¿ ilustrada por grandes láminas j Li.c ATUxA 113048 fe 68*-*. -iiKíTüa «ÉYET »» i«s IMPRENTA NACIONAL SEVILLA 322 i n F PARTE PRIMERA G B I B L I O T E CA POESIAS ¡TREINTA AÑOS! ¡Treinta añosl'Quién me diría que tuviese al cabo de ellos, si no blancos mis cabellos el alma apagada y fria? Un día tras otro día mi existencia han consumido, y hoy asombrado, aturdido, mi memoria se derrama por el ancho panorama de los años que he vivido Y aparecen ante mi fugitivas y ligeras las venturosas quimeras I que desvanecerse vi: la inocencia que perdí, y aquel vago sentimiento que animó mi pensamiento cuando eran mis alegrías las mágicas armonías del mar, del bosque y del viento. Cuando pienso en lo que fui Han sido para mi daño hondas heridas renuevo, en la vida que disfruto y me parece que llevo un siglo cada minuto, la muerte dentro de mí. una eternidad cada año. No veo lo que antes vi, El dolor y el desengaño no siento lo que he sentido, forman parte de mi mismo, no responde ni un latido y el torpe materialismo del corazón si á él acudo, de esta edad indiferente llamo al cielo y esta mudo, cubre de sombras mi frente busco mi fe y la he perdido. y abre á mis piés un abismo. Sacude el mar su melena Infeliz generación de crespas olas rugiendo, que vas, con loco ardimiento, y con pavoroso estruendo nutriendo tu entendimiento los aires asorda y llena. á expensas del corazón. Pero una playa de arena Díme, ¿no es cierto que son su audaz cólera contiene.... vivas tu penas y ardientes? jAy! ¿Quién Jiabrá que refrene ¿No es verdad que te arrepientes«, el tormentoso océano presa de terrores graves, que en el pensamiento humano de los misterios que sabes ni fondo ni orillas tiene? y de las dudas que sientes? ¡La razón!... Tanto se encumbra, ¡Yo sil Feliz si lograra, tan locamente camina, . después de mis desengaños, que ya no es luz que ilumina lanzar hácia atrás los años sino hoguera que deslumhra. que el destino me depara. Al horror nos acostumbra, Pero, ¡hayl el tiempo no pára, siembra de ruinas el suelo, ni tuerce su curso el río, y en su inextinguible anhelo ni vuelve al nido vacío álzase hasta Dios atea el ave muerta en la selva, con la sacrilega idea ¡ni quiere el cielo que vuelva de derribarle del cielo. la esperanza al pecho miol He visto tronos volcados, 4 Agosto 1864. instituciones caidas, y tras recias sacudidas pueblos y reyes cansados propios y ajenos cuidados muévenme continua guerra, y mi espíritu se aterra cuando perdida la calma, siento rugir en el alma la tempestad de la tierra. Y entonces ¡ay! desesperado llora. Porque es la libertad don tan querido, LA DUDA. que en el humano espíritu batalla, más que el placer de conseguirla, el miedo de volverla á perder. A MI QUERIDO AMIGO EL DISTINGUIDO POETA Yo que no puedo DON ANTONIO HURTADO recordar sin espanto la agonía, la dura y azarosa incertidumbre Desde esta soledad en doude vivo, en que mi triste corazón gemía y en la cual de los hombres olvidado sometido á penosa servidumbre, ni cartas ni periódicos recibo; cuando, arista á merced del torbellino, donde reposo en apacible calma, sin elección ni voluntad seguía lejos, lejos del mundo que ha gastado los secretos impulsos del destino, con la del cuerpo la salud del alma; y en ese pavoroso desconcierto antes de que el torrente desbordado de la social contienda, consumía de la ambición, con Ímpetu violento la paz del alma, la esperanza mía, me arrebate otra vez; desde la orilla hoy que la tempestad arrojó al puerto donde yace encallada mi barquilla, mi navecilla rota y quebrantada, libre ya de las ondas y del viento, temo ¡infeliz de mí! que otra oleada como recuerdo de amistad te escribo la vuelva al mar donde mi calma ha muerto. ¡Ay! Aunque salvo del peligro, siento Para vencer su furia desatada la inquietud angustiosa del cautivo, ¿qué soy yo? ¿qué es el hombre? Sombra leve, que rompiendo su férrea ligadura partícula de polvo en el desierto. traspasa fatigado á la ventura Cuando el simoun de la pasión le mueve, montes, llanos y selvas, fugitivo. busca el átomo al átomo, y la arena El rumor apagado que levantan es nube, es huracan, es cataclismo. las hojas secas que á su paso mueve, Gigante mole los espacios llena, las avecillas que en el árbol cantan, bajo su peso el mundo se conmueve, el aire que en las ramas se cimbrea oscurece la luz, llega al abismo con movimiento reposado y leve, y al sumo Dios que la formó se atreve. el i-ío que entre guijas serpentea, Vértigo arrollador todo lo arrasa; la luz del dia, la callada sombra pero después que el torbellino pasa de la serena noche, el eco, el ruido, y se apacigua y duerme la tormenta, la misma soledad [todo le asombra! ¿qué queda? Polvo mísero y liviano Y cuando ya de caminar rendido que el ala frágil del insecto aventa, sobre la yerta piedra se reclina que se pierde en la palma de la mano. y le sorprende el sueño y le domina, ¡Oh grata soledad, yo te bendigo, oye en torno de sí, medio dormido, tú que al náufrago, al triste, al pobre grano vago y siniestro són. Despierta, calla, de desligada arena das abrigo! y fija su atención despavorido; la oscuridad le ofusca, se incorpora Muchas veces, Antonio, devorado y el rumor le persigue.—iEs el latido por ese afán oculto que no sabe de su azorado corazón que estalla! — la mente descifrar, me he preguntado, —cuestión á un tiempo inoportuna y grave— ¿qué busco? ¿á dónde voy? ¿por qué he nacido de luminoso lauro coronada. en esta Edad sin fe?—Yo soy un ave Por él la luna que entre sombras gira, que llegó sola y sin amor al nido. la luz que en rayos de color se parte, A este nido social en que vegeta, la ola que bulle, el viento que suspira, mayor de edad, la ciega muchedumbre, tedo es Dios, todo es himmo, todo es arte. al infortunio y al error sujeta lAyl ¿No es verdad que en tus eternas horas entre miseria y sangre y podredumbre. de desaliento y decepción, recuerdas Contémplala, si puedes, tú que al cielo esa dorada Edad, y que te inspira con tus radiantes alas de poeta el coro de sus musas voladoras, tal vez quisiste remontar el vuelo, que murmuran y gimen en las cuerdas y si éste el mundo que soñaste ha sido, de la ya rota y olvidada lira? nunca el encanto de tu dicha acabe.... Aunque las llames, no vendrán: ¡han muerto! jAJil pero tu también eras un ave la voz del interés grosera y ruda que llegó sola y sin amor al nido. anuncia que el Parnaso está desierto Desde la altura de mi siglo, tiendo y la naturaleza triste y muda. alguna vez con ánimo atrevido, Que en este siglo de sarcasmo y duda mi vista á lo pasado, y removiendo sólo una musa vive. Musa ciega, los deshehos escombros de la historia, implacable, brutal. ¡Demonio acaso en el febril anhelo que me agita que con los hombres y los dioses juega! sus ruinas vuelvo á alzar en mi memoria La Musa del análisis, que armada Y al través de las capas seculares del árido escalpelo, a cada paso que el aluvión del tiempo deposita nos precipita en el oscuro abismo sobre columnas, pórticos y altares; ó nos asoma al borde de la nada. del polvo inanimado con que cubre ¿No la ves? ¿No la sientes en ti misma? la loca vanidad del polvo vivo, ¿Quién no lleva esa víbora enroscada que arrebata á su paso fugitivo, dentro del corazon¿ ¡Ay! cuando llena como el viento las hojas en Octubre; de noble ardor la juventud florida mudo de admiración y de respeto quiere surcar la atmósfera serena, busco la antigüedad—roto esqueleto quiere aspirar las auras de la vida que entre la densa lobreguez asoma— esa Musa fatal y tentadora y ofrecen á mi absorta fantasía en el libro, en la cátedra, en la escena sus dioses Grecia, sus guerreros Roma, se apodera del alma y la devora. sus mártires la fe cristiana y pía, ¡Si á veces imagino que envenena el patriotismo su grandeza austera, la leche maternall En nuestros lares, sus monstruos la insaciable tiranía, en el retiro, en el regazo tierno sus vengadores la virtud severa. del amor, hasta al pié de los altares Y llevado en las alas del deseo nos persigue ese aborto del infierno. que anima mi ilusión, á veces creo volver á aquella Edad.—En la espesura ¡Cuántas noches de horror, conmigo á solas, del bosque, en el murmullo de la fuente, ha sacudido con su soplo ardiente en el claro lucero que fulgura, los tristes pensamientos de mi mente en el escollo de la mar rugiente, como sacude el huracan las olas! en la espuma, en el átomo, en la nada ¡Cuántas, ay, revoleándome en el lecho, Apolo centellea, alza su frente he golpeado con furor mi frente, he desgarrado sin piedad mi pecho, Y semejante al árbol carcomido y entre visiones lúgubres y extrañas, por incansable y destructor gusano, su diente de reptil, áspero y frío, que cuando tiene el corazón roido, he sentido clavarse en mis entrañas! desenvuelve su copa más lozano, INoches de soledad, noches de hastío al través del social desasosiego en que, lleno de angustia y sobresalto, cruza la tierra en su corcel de fuego, se agitaba mi ser en el vacío hasta los cielos atrevido sube, de fe, de luz, y de esperanza falto! pone en la luz su vencedora mano, ¿Y quién mantiene viva la esperanza el rayo arranca á la irritada nube si donde quiera que la vista alcanza y horada con su acento el océano. ve escombros nada más? Por entre ruinas jMas, ay, del árbol que frondoso crece la humanidad desorientada avanza; sostenido no más por su eorteza; hechos, leyes, costumbres y doctrinas Tal vez la brisa que las flores mece como edificio envejecido y roto derribará en el polvo su grandeza. desplomándose van; sordo y profundo no sé qué irresistible terremoto —¡Tal vez! ¿Lo sabes tú? ¿Quién el misterio moral, conmueve en su cimiento el mundo. logra profundizar? Esta sombría turbación, esta lóbrega tristeza Ruedan los tronos, ruedan los altares: que invade sin cesar nuestro hemisferio, reyes, naciones, génios y colosos ¿es acaso el crepúsculo del día pasan como las ondas de los mares que se extingue, ó la aurora del que empieza? empujadas por vientos borrascosos. ¿Es ¡ayl renacimiento ó agonía? Todo tiembla en redor, todo vacila. Lo ignoras como vo. ¡Nadie lo sabe! Hasta la misma religión sagrada Sólo sé que la dulce poesia es moribunda lámpara que oscila va enmudeciendo, y cuando calla el ave, sobre el sepulcro de la edad pasada. es que su oscuridad la noche envía Y cual turbia corriente alborotada, Oigo el desacordado clamoreo libre del ancho cauce que la encierra, que alza doquier la muchedumbre inquieta, la duda audaz, la asoladora duda sin freno, sin antorcha que la guíe; como una inundación cubre la tierra. ando entre ruinas, y espantado veo —jEs que el manto de Dios ya no la escuda!— cómo al sordo compás de la piqueta No la defiende el varonil denuedo la embrutecida indiferencia rie. de la fe inexpugnable y de las leyes, —También en Roma, toípe y descreida, y el dios de los incrédulos, el miedo, la copa llena de espumoso y rico rige á su voluntad pueblos y reyes, licor, gozábase desprevenida, El los rumores bélicos propala, hasta que de improviso por la herida él organiza innúmeras legiones que abrió en su cuello el hacha de Alarico que buscan la ocasión, no la justicia. escapósele el vino con la vida.— Mas ¿qué podrán hacer? No se apuntala Todo el cercano cataclismo advierte, con lanzas, bayonetas ni cañones, pero en esta ansiedad que nos devora el templo secular que se desquicia. ninguno habrá que á descifrar acierte, En medio de este caos, como un arcano la gran trasformación que se elabora. impenetrable, pavoroso, oscuro, yérguese altivo el pensamiento humano ¿Y qué más da? Resurrección ó muerte, de su grandeza y majestad seguro. vespertino crepúscolo ó aurora, planes hallaron en el claustro abrigo, los que siguen llorando su camino y Dios airado desató el castigo por medio de esta con fusión horrenda, y con el rayo derribo sus muros con inseguro paso y rumbo incierto, ¿Dónde posar la fatigada frente? ¿dónde levantarán su débil tienda ¿Dónde volver los afligidos ojos, que no la arranque el raudo torbellino cuando ha dejado el corazón creyente ni la envuelva la arena del desierto? prendidos en los ásperos abrojos En otro tiempo el ánimo doliente, su fe piadosa y su interés mundano? atormentado por la duda humana, ¿Donde? postrábase sumiso y penitente en el regazo de la fe cristiana, jEn ti, soledadl Yo te bendigo, v allí, bajo la bóveda sombría porque al náufrago, al triste, al pobre grano del templo, el corazón desesperado de desligada arena das abrigo. se humillaba en el polvo y renacía. Cristo en la cruz del Golgota clavado San Gervasio de Casólas (Barcelona), 20 de Abril de 1868. extendía sus brazos, compasivo, al dolor sublimado en la plegaria, EN EL MONASTERIO DE PIEDRA. v para el pobre y triste fugitivo del mundo, era la celda solitaria (ARAGÓN) puerto de salvación, sepulcro vivo, anulación del cuerpo voluntaria. Venga el ateo y fije sus miradas en las raudas cascadas liy¡ En aquella paz santa y profunda que caen con el estrépito del trueno todo era austero, reposado, grave. en ese bosque que oscurece el día, La elevación de la gigante nave, de rústica armonía la luz entrecortada y moribunda, y de perfumes y de sombra lleno; la sencilla oración de un pueblo inmenso uniéndose á los cánticos del coro, en la gruta titánica que arredra la armonía del órgano sonoro, . con sus monstruos de piedra, las blancas nubes de quemado incienso, su oculto lago y despeñado río: el frió y duro pavimento, fosa que ante tantas grandezas el ateo común, perpétuamente renovada, dirá asombrado:—iCreo, de la cual cada tumba, cada losa creo en tu excelsa majestad, Dios mió! es doble puerta que limita y cierra Arpa es la creación, que en la tranquila por debajo el silencio de la naüa, inmensidad oscila por encima el tumulto de 1* tierra, con ritmo eterno y cántico sonoro. aquella majestad, aquel olvido Y no hay murmullo, ni rumor, ni acento del siglo, aquel recuerdo de la muerte, en tierra, mar y viento, parecían decir con infinita que del himno inmortal no forme coro. dulzura al corazón desfallecido; al espíritu ciego, al alma inerte: El insecto entre el césped escondido, Eqo sum oía, et ventas et pita U) el pájaro en su nido, Aquí en su pequenez el hombre es fuerte.- • el trueno en las entrañas de la nube, Mas ¿dónde iremos ya? Torpes y oscuios hasta la flor que en los sepulcros brota, todo exala su nota (J) JOBÜ, XIV, 6, que en acordado són al cielo sube.

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sobre el sepulcro de la edad pasada. Y cual turbia corriente alborotada, libre del ancho cauce que la encierra, la duda audaz, la asoladora duda.
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