PERFIL BIOPSICOSOCIAL DEL CONSUMO DEL CANNABIS EN EL CONTEXTO DE LAS DROGAS Andrés Pisher Director de Tesis: Bernabé Sarabia Departamento de Psicología Social, Facultad de Cs. Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid 1996. “Nuestra conciencia despierta, normal, la conciencia que llamamos racional solo es un tipo particular de conciencia mientras que por encima de ella separada por una pantalla transparente, existen formas potenciales de conciencia totalmente diferentes Ninguna explicación del universo puede ser definitiva si se descuida estas otras formas de conciencia que en cualquier caso, impiden ajustar prematuramente las cuentas entre nosotros y la realidad. William James. INTRODUCCION Quizá pueda parecer un contrasentido escribir sobre el cannabis en los tiempos del éxtasis; o más aún, cuando hace ya cien años que la ciencia se preocupa del tema dedicándole grandes estudios interdisciplinarios aunque lamentablemente estos hayan permanecido a la sombra. Es esta permanencia a la sombra, con la oscuridad que implica, La que genera la situación actual de las drogas en general y del cannabis, dentro de ellas, en particular: acaso la más paradójica dentro de la paradoja general. Las coordenadas sociales por las que discurre el consumo de drogas desde comienzos de siglo, producidas por la ideología dominante que rige desde esas fechas el fenómeno, son las que en sí mismas han engendrado la lamentable y ficticia situación de alarma e ignorancia que se extiende como un manto enrareciendo una conducta, la del acceso a las diferentes formas de ebriedad, que se remonta a tiempos pretéritos y que ha dejado su impronta positiva a nivel individual, social y cultural a lo largo de la andadura de la especie humana por el planeta. Por esto, y a pesar que en los albores del nuevo milenio se van alzando veoces pidiendo cordura, sensatez y respeto al libre albedrío en el uso de sustancias moduladoras del estado de ánimo, no está de más volver al viejo tema del cannabis; a contribuir a construir el camino hacia la normalidad que nunca se debio perder y que más tarde o más temprano se recuperará para considerarse luego a la prohibición como una lacra semejante a la esclavitud o la inquisición. 3 Como en todo fenómeno que compete al ser y a las estructuras por él creadas para regir su vida en sociedad, es necesario para su adecuado análisis y comprensión, una perspectiva lo más amplia e interdisciplinaria posible que se aleje de todo tipo de reduccionismos, que son los que interesadamente copan el campo actual del fenómeno de las drogas conduciéndolo hacia los enrarecidos derroteros por los que hoy circula. Es por esto que hemos intentado un abordaje por diferentes áreas, insoslayables en un tema de la complejidad del que tratamos, sin pretender agotar las consideraciones en cada aspecto sino que procurando integrarlas continuamente para producir un todo global y coherente. Originalmente este sería un trabajo fundamentalmente centrado en el cannabis y lo sigue siendo solo que las consideraciones y las referencias a las demás drogas cada vez, a medida de su realización, se fueron haciendo más presentes y cobrando mayor importancia lo que creemos que no desvirtua la idea original sino más bien todo lo contrario, la enriquece, ya que en aras a la amplitud opuesta a reduccionismos arriba expresada, hace que la consideración del problema lleve natural y necesariamente a tocar en algunos puntos el tema de las drogas legales y el de las sustancias psicoactivas que se encuentran, como el cannabis, bajo las mismas coordenadas restrictivas que marcan la relación sujeto—droga durante este siglo, todo lo que a su vez, ha servido para destacar las particularidades del cannabis, que no son pocas, dentro del gran grupo de las sustancias que actualmente forman la categoría de ilegales. Por último, la elección de la palabra cannabis para referirnos genéricamente a nuestra sustancia a lo largo del 4 trabajo. La importancia del uso del lenguaje para el tratamiento y el desarrollo de los fenómenos sociales es fundamental ya que al tiempo de explicitarlos, ayuda a crearlos y a definirlos. Por eso, no ocupamos la palabra cáñamo ya que se refiere principalmente a los aspectos industriales y no psicoactivos del uso de la sustancia; tampoco empleamos marihuana o hashish por ser cada cual usada en diferentes lugares del planeta según la presentación de la droga que allí se emplee, nos referimos a Europa y América, al tiempo que son percibidas por no pocas personas como drogas distintas por lo que se podría prestar a equívocos en sujetos no versados en el tema y este es un trabajo concebido para su lectura por personas interesadas en el gran tema de las drogas sin conocerlo necesariamente a fondo. Por esto, la palabra cannabis posee características más amplias y neutrales además de ser la que empleo Linnaeus en su tratado taxonómico de las plantas en un tiempo nada lejano en que la ciencia se escribía en latín. Marihuana o hashish; cáñamo o cannabis; hierba, chocolate o costo: diferentes denominaciones para una sustancia que acompaña por milenios al hombre al que brinda no pocos beneficios que hacen que las restricciones a su consumo sean cada día que pasa más irracionales y oscurantistas. Vaya este trabajo como una contribución al restablecimiento de la normalidad en su empleo, la que nunca se debió perder. 5 CAPITULO It INTRODUCCION HISTORICA AL FENOMEMO DE LAS DROGAS “El hombre, me parece, no está en la historia: es historia”. Octavio Paz. 1. INTRODUCCION HISTORICA AL FENOMENO DE LAS DROGAS i. El binomio hombre—droga: una constante a lo largo de la historia. En una reciente entrevista, el historiador catalán Josep Fontana decía que aún nos encontramos en la prehistoria de la racionalidad humana Babelia, El País, octubre de 1992), sentencia que cobra un gran valor cuando analizamos el tema de las drogas; de la relación y el enfrentamiento que hacen nuestras sociedades finiseculares frente a este fenómeno, uno de los más discutidos, polémicos y manipulados de las últimas décadas. Desde sus más remotos orígenes, el hombre ha usado sustancias psicoactivas para modular sus estados de ánimo con fines festivos, terapéuticos o sacramentales (Escohotado, pag 24, T. 1) lo que se sigue repitiendo, con las particularidades propias de cada momento sociohistórico, inalterablemente a lo largo de la historia por lo que parece poco probable pensar en que deje de ocurrir ya que aparece como inherente a la condición humana, constituyéndose en un capítulo tan relevante como olvidado en el desarrollo de la religión y la medicina Ibid, paq. 24). Así, tenemos testimonios milenarios del uso de las diferentes drogas cuyo inicio estaría ubicado desde que la evolución de los homínidos primitivos llegó hasta predecesores directos del homo sapiens, como los neanderthales sobre los cuales Solecki (1975, pag SSO) establece que hace 60.000 años ya 7 habrían sido conocedores y usuarios de la flora psicoactiva de sus zonas de habitacion. Esto ocurre en el Paleolítico Medio, antes del desarrollo de un lenguaje simbólico y conceptual como el nuestro generador del fenómeno de lo mental (Maturana & Varela, 1993, pag 201), el que se gesta hace 40.000 años (Mosterín, 1983, pag 26), estando, por lo tanto, los neanderthales aun distantes evolutivamente del hombre actual. Las distintas drogas nos muestran desde muy remotas épocas sus primeras huellas: el alcohol está presente en los poemas homéricos y en el Antiguo Testamento desde Noe (Freixá, 1981 pag 181), es decir, desde antes del diluvio en la cosmología judeo cristiana, si bien el papel que juegan las bebidas fermentadas en la historia de la humanidad se pierde en la noche de los tiempos ya que todos los vegetales azucarados o amiláceos pueden servir para fabricar líquidos alcohólicos (de Felice, 1973, pag 171). El cannabis seria cultivado por el hombre desde hace diez mil años (Evans Schultes & Hofmann, 1980, pag 92) y aparece en la farmacopea china desde el año 2.737 a.c. en los tiempos del legendario emperador Shen Nung (Varenne, 1973, pag 89). En la India, la encontramos desde el siglo XV a.c. en los Vedas, especialmente en el Atharva Veda, el cuarto libro sagrado de los arios que ocuparon la península indostánica y que fundaron una de las religiones más interesantes y ricas en mitos cosmogónicos y fenomenología mística a lo largo de toda la historia a los que su uso estaba inextricablemente unido. En Europa fue introducida por los escitas, habitantes de las estepas del noroeste correspondientes a la actual Osetia, quienes la usaban en ritos 8 funerarios como describe Herodoto (1984, L.4, pags 346-347) para luego ser ampliamante cultivada y usada por los celtas desde el siglo VII a.c tanto en sus usos como fibra para hacer cuerdas y estopas así como en su vertiente psicoactiva (Escohotado, 1994, pag. 6) En cuanto al opio, el origen de su cultivo estaría en . el tercer milenio antes de cristo en Sumer, Mesopotamia (Brau, 1975 pag 136) donde su uso se encuentra inscrito en las tablillas de escritura cuneiforme, las mismas en que se encuentra registrado el primer poema épico que guarda la humanidad: la epopeya de Gilgamesh. Desde el siglo XXV a.c tenemos indicios de su uso en Europa y aún desde antes en otras regiones del Asia menor bajo la influencia mesopotámica, al tiempo que sabemos de su papel fundamental en la farmacopea occidental hasta entrado nuestro siglo XX, como lo atestigua la historia de la medicina y del entorno científico—cultural que la rodea. Cada sociedad, en todo momento de su evolución a lo largo del tiempo, ha tenido su o sus vehículos de ebriedad o de modulación de la conciencia (Obiols Llandrich, en Freixá & Soler msa, 1981, pag. 355) los que cambian y varían principalmente por la distribución geográfica de las plantas psicoactivas estableciendo una estrecha relación con la cultura del pueblo que las consume (Furst, 1980, pag 9) ya que van a ser un elemento fundamental en la génesis de aspectos culturales de primera importancia como lo son la cosmología y la relación entre lo sagrado y lo profano. Es necesario señalar que cada cultura usa sus drogas dentro de parámetros de normalidad, como la Antropología Cultural se ha encargado de demostrar (Obiols 9 Llandrich, 1981, pag. 355), los que son propios de cada circunstancia sociohistórica y geográfica, hecho que al etnocentrismo de Occidente le ha costado, y le cuesta aún asumir; por lo mismo, la mayoría de los usuarios de cualquier droga en cualquier lugar del planeta lo hacen dentro de los citados esquemas de consumo propios de cada cultura los que poseen una connotación de normalidad y aceptación social. La distribución geográfica ha ido cambiando con el desarrollo y la mejora de las comunicaciones entre todos los puntos del planeta por lo que hoy en día, y sobre todo en el mundo occidental, podemos decir que muchas drogas, así como productos, conocimientos e información de todo tipo, se encuentran a disposición de quien quiera o pueda utilizarlas. Es de aquí desde donde parte el problema de las barreras culturales o transculturales en el uso de tal o cual droga ya que será según al ámbito geográfico—social al que nos refiramos, la conducta observada frente a cada tipo de sustancia, la que varía desde su rechazo o incluso prohibición si bien esto es una excepción que ocupa periodos breves en la historia de los distintos pueblos, hasta su consumo social y socializante, arraigado desde tiempos inmemoriales y alentado incluso de manera institucional, como es el caso del alcohol en nuestras sociedades occidentales. Es necesario destacar aquí que la hegemonía de Occidente sobre el resto del mundo en los últimos siglos, ha hecho variar esta situación ya que en algunas regiones del planeta se han debido tomar medidas restrictives frente a sus sutancias psicoactivas de uso secular debido a determinaciones tomadas por los paises occidentales, como es el caso de la restricción para la lo
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