ebook img

Para niñas, niños y jóvenes en medio del conflicto armado. Una escuela de oportunidades PDF

90 Pages·2004·0.42 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Para niñas, niños y jóvenes en medio del conflicto armado. Una escuela de oportunidades

Para niñas, niños y jóvenes en medio del conflicto armado ¡Una escuela de oportunidades! María Elvira Carvajal Salcedo y Claudia Liliana Vargas Guevara Ministerio de Educación Nacional - Proyecto financiado por la Organización de Estados Americanos OEA Bogotá D.C., enero de 2004 Contenido Fase I. Diagnóstico para determinar los fundamentos de la propuesta de capacitación Capítulo I Colombia: saldo en rojo Capítulo II Un continuo: niños en zonas de conflicto armado - Niños que han participado directamente en los grupos armados al margen de la ley Capítulo III La comunidad educativa en zonas de conflicto armado Capítulo IV Por la fuerza o la voluntad: niños con experiencia en los grupos armados al margen de la ley Capítulo V Restitución de derechos. Opciones del niño, niña o joven que ha participado en grupos armados al margen de la ley Fase II. Propuesta de capacitación. Desarrollo y validación Capítulo VI Supuestos de la propuesta de capacitación Capítulo VII Propuesta de capacitación. Docencia no cautiva, sí cautivadora Capítulo VIII El taller, la evaluación y la validación Referencias bibliográficas Agradecimientos Ofrecemos un especial agradecimiento en el Ministerio de Educación Nacional a Gloria Helena Henao Willes, coordinadora del Programa de Atención a la Población Escolar Desplazada quien creó y gestó este proyecto y a José María Leyton en la Dirección de Apoyo a la Gestión Educativa Territorial quien también lo respaldó incondicionalmente. A Mauricio Polanco y Janeth Guevara del Programa de Atención a la Población Escolar Desplazada quienes se encargaron de realizar las actividades necesarias para que esta propuesta llegara a los maestros y maestras en zonas de conflicto. A las Secretarías de Educación Departamentales de Cauca, Bolívar y Meta ya que proporcionaron los medios necesarios para que el equipo investigador cumpliera sus objetivos. Asimismo, por el interés mostrado en el tema y por querer aunar esfuerzos para que el futuro de sus niños, niñas y jóvenes sea cada vez mejor. Para el desarrollo de este documento queremos reconocer la magnífica labor de Consuelo Mariño Samper, Henry Vargas Ávila y Martha Arenas Obregón quienes fortalecieron esta propuesta desde diferentes perspectivas y áreas de conocimiento. A los maestros y maestras participantes en cada uno de los talleres de capacitación, ya que con sus vivencias enriquecieron esta propuesta. Por su disposición y compromiso para con sus estudiantes. Por querer apoyar el mejoramiento de la labor pedagógica de sus compañeros que se encuentran distantes de la realidad del conflicto armado. Al Programa de Reinserción del Ministerio del Interior, en especial a Gloria Quiceno quien nos orientó y permitió que conociéramos las realidades de menores que han participado en grupos armados al margen de la ley. A los niños, niñas y jóvenes, estudiantes en zonas de conflicto y aquellos que han participado en grupos armados irregulares por comprender las intenciones con este documento y por supuesto por haber confiando en nosotros en tan breves espacios de reflexión. Presentación El Ministerio de Educación Nacional de Colombia, desde la Dirección de Apoyo a la Gestión Educativa Territorial, propuso en el año 2000 a la Organización de Estados Americanos, OEA, adelantar un estudio que diera cuenta del fenómeno de la vinculación de niños, niñas y jóvenes a las filas de los grupos armados al margen de la ley. Este esfuerzo tuvo el propósito último de formular una propuesta de capacitación para las maestras y maestros que atienden a los menores en zonas afectadas por el conflicto y a los niños, niñas y jóvenes ya desvinculados de esos grupos. El estudio inició en el año 2001 donde la dinámica del país y la agudización del conflicto armado exigían tomar medidas desde todos los sectores para que a ningún niño, niña o joven le fueran vulnerados sus derechos. Entre ellos, la educación. La investigación se dividió en dos fases: La primera consistió en realizar un diagnóstico para determinar los fundamentos de la propuesta de capacitación. Esta fase se adelantó en los departamentos de Bolívar, Meta y Cauca. Los resultados evidenciaron que el país ha visto marchar a sus menores a los frentes de guerra en todas las confrontaciones y que se viene incrementando año tras año el fenómeno como efecto de la agudización del conflicto interno. Las fuentes consultadas confirmaron que si bien es cierto que al no jugar plenamente su papel socializador, la escuela se constituye en uno de los muchos factores que concurren en la generación de la vinculación de los niños, niñas y jóvenes a las filas de ejércitos irregulares, no lo es menos que ellas, es determinante en el esfuerzo del Estado y la sociedad por recuperarlos. En este empeño, los maestros y maestras tendrán que desempeñar entonces un importante papel. La segunda fase del proyecto fue el desarrollo y validación de la propuesta de capacitación. Esta fase se centró en diseñar para los maestros y maestras una propuesta de capacitación que condujera a la recuperación de ciudadanos para la civilidad. La propuesta recogió los saberes aprendidos durante la Fase I, consideró los aprendizajes adquiridos por los estudiantes que se encuentran en zonas de conflicto o que han aprendido en las filas de los grupos armados. Esta propuesta examinó los saberes ya construidos por el Ministerio de Educación Nacional en materia de atención a poblaciones vulnerables. Entre esos saberes están los elaborados en la propuesta Escuela y desplazamiento. Asimismo, la segunda fase recuperó otras herramientas como la formulación del Proyecto Educativo Institucional, PEI, y junto con él el aprovechamiento de recursos como la participación de los niños, niñas y jóvenes en los gobiernos escolares y en la construcción de sus manuales de convivencia. Esta propuesta de capacitación parte de considerar que la vinculación de los niños, niñas y jóvenes al conflicto armado los ubica en condición de víctimas y hace al Estado responsable por su atención (Ley 418 de 1999). El encuentro con los maestros y maestras de las zonas de mayor confrontación armada pone de manifiesto que la Escuela está asediada por el conflicto, pero que aun así, los maestros y maestras y su capacidad de trabajo y compromiso son la esperanza de conservar a nuestras jóvenes generaciones en los quehaceres propios de su edad, protegidos por sus mayores, viviendo el presente y construyendo el futuro. Capítulo I Colombia: saldo en rojo La economía del país sufre durante los últimos años la más grave crisis de su historia reciente y la pobreza llega a extremos. Los sectores medios, por efecto de la pérdida de empleo, aumentan la franja de pobreza En este capítulo se presentará la situación económica y social que vive el país. Posteriormente, concentraremos la atención en cómo la dinámica del país afecta a niños, niñas y jóvenes. Pobreza En un estudio que analizó el impacto social de la crisis económica, el Departamento de Nacional de Planeación —DNP— [2001] indicó: “La crisis ha agudizado la pobreza en el país. En un solo año (entre 1999 y 2000), el número de pobres se incrementó en dos millones de personas. La situación en la zona rural es crítica: los pobres rurales ya no tienen cómo ser más pobres: cerca del 80% de su población está por debajo de la línea de pobreza”1. Asimismo reveló que la pobreza aumentó en más del 14% entre 1997 y 1999. Los afectados por la pobreza, que en 1997 ascendían a 19,7 millones de personas, llegaron en 1999 a 22,7 millones, sobre una población estimada de 36 millones. La alta comisionada para derechos humanos de la ONU [2001] describió la situación económica del país así: “El ingreso económico de los colombianos es cada vez menor. Según estimaciones oficiales, al cierre del año 2000, el ingreso anual per cápita caería a 2.043,80 dólares americanos, cien menos que hace 6 años. El Estado no ha logrado acortar la brecha de inequidad y el índice de desarrollo humano ha disminuido en once puntos respecto al año anterior, ubicándose en el puesto 68 entre 174 países. Departamentos como Cauca, Chocó, Nariño y Sucre tienen un Producto Interno Bruto PIB per cápita más de cuatro veces menor que el PIB de Bogotá, lo que demuestra que la desigualdad departamental en estas áreas continúa siendo muy fuerte en el país y que los esfuerzos para mejorar la situación han sido insuficientes. La alta desigualdad en la distribución de 1 Según el Departamento Nacional de Planeación, alrededor del 20% de la población, es decir, nueve millones de colombianos, vive con menos de un dólar al día [El Tiempo, febrero 27 de 2002]. ingresos entre las personas en Colombia reduce de manera importante el porcentaje global de desarrollo humano”. Como bien se sabe, a medida que crece la pobreza es mayor el detrimento de la calidad de vida2. La crisis se refleja en la reducción de los ingresos del hogar y además en la pérdida o enajenación de bienes, en la pérdida en el capital humano, en los límites de posibilidades para desempeñarse en actividades productivas de escogencia e incluso, en que no se puede ejercer el libre derecho al trabajo [DNP, 2001]. Desempleo La tasa de desempleo en todo el país llegó en enero de 2002 a 17,9%, 0,9 puntos superior al registro del mes de enero de 2001. Los colombianos desocupados a enero de 2002 fueron cerca de 3.560.000, 200.000 más que en enero de 2001 [DANE]3. Así, el sector informal se convierte en una opción de ingresos donde las condiciones de trabajo son inadecuadas y en él son muy generalizadas la sobreexplotación y la desprotección en seguridad social. Otra expresión de la crisis del país es la baja probabilidad que tienen las mujeres de obtener un empleo remunerado. El desempleo femenino urbano crece diez puntos y el rural, seis. Las jóvenes, particularmente, están cada día más expuestas al riesgo del desempleo [DNP, 2001]. En relación con los hombres, es mayor la tasa de desempleo femenino: 24,2%, contra el 17,2% entre los hombres [DANE]. Se estima que el 26% de las familias del país está sostenido por mujeres cabeza de familia, cuyos ingresos no alcanzan el salario mínimo. El 38% de estas mujeres vive en condiciones de hacinamiento. Además, el 60% de las mujeres económicamente activas trabaja en el sector informal [Ardila, 1996], en donde hay diversas desventajas, entre ellas, la falta de cobertura en salud, de ingresos fijos y de prestaciones sociales. De ese modo, se ponen en riesgo permanente la propia supervivencia y la de su grupo familiar. Salud En materia de salud se sabe que la cobertura está lejos de ser total. El acceso a la atención de los enfermos favorece a la población de mayores ingresos. El régimen subsidiado de salud no cubre a seis millones de personas pertenecientes a la población más pobre de Colombia4 [Informe de la Superintendencia de Servicios de Salud]. 2 “[...] los pobres cada vez son más pobres, su brecha de pobreza aumenta, mientras en 1997 era imprescindible incrementar el ingreso promedio de este grupo poblacional para llevarlo al umbral de la pobreza en 44%. En el año 2000 se requiere elevarlo en 50%. Esto significa que para cerrar la brecha de pobreza, en pesos de 2000, se requiere duplicar el ingreso mensual de los pobres. En términos del conjunto de personas bajo la línea de pobreza se necesitan $1.8 billones mensuales” [DNP, 2001]. 3 Dato suministrado por el diario El Tiempo, 3 de marzo de 2002, Bogotá. 4 Dato suministrado por ONU [2002]. Ante este panorama, el gobierno nacional, a través de la Red de Apoyo Social ha puesto en marcha una serie de programas que permiten disminuir los efectos de la crisis económica sobre la población más pobre y proteger el capital humano del país: Empleo en Acción, Jóvenes en Acción y Familias en Acción [Presidencia de la República, 2001]. Sin embargo, es tan compleja la dinámica del país, que aunque se logre minimizar la crisis económica y social del país existen factores relacionados con el conflicto político que hacen que estos esfuerzos no se vean aún materializados. Las familias y grupos de personas perjudicados encuentran que los niños, niñas y jóvenes son los principales actores afectados, ya que en ellos albergan múltiples situaciones que los vulneran. Situación de la niñez y la juventud La Comisión Colombiana de Juristas [1999]5 señaló que el 44% de la población colombiana (16.772.708 personas) tiene menos de dieciocho años. De ese porcentaje, 7.500.000 niños, niñas y jóvenes padecen de pobreza, 3.000.000 se encuentran en miseria, 2.000.000 han sido maltratados y 15.000 se encuentran en las calles. El 10% de la población infectada por el VIH corresponde a niños y niñas entre 10 y 18 años y más de 1.500.000 niños y niñas menores de cinco años padecen algún grado de desnutrición. Educación En el campo de la educación, la ONU [1999] indicó que cada 100 niños y niñas que se encuentran en edad preescolar, sólo 30 pueden acceder a establecimientos educativos y de cada 100 que ingresan a la educación básica primaria, sólo 60 terminan el grado quinto. Aproximadamente 2.400.000 niñas y niños cuya edad oscila entre 12 y 17 años no están escolarizados y sólo 47 de cada 100 ingresan a educación secundaria. La participación de las niñas y niños en el sistema educativo se redujo, pues los padres no tienen la capacidad económica para pagar los costos de la escuela y los hijos se ven obligados a incorporarse a la fuerza de trabajo, para contribuir con sus ingresos al sostenimiento del hogar. En la zona urbana se perciben disminuciones notorias en la asistencia escolar de la población entre 7 y 25 años [DNP, 2001]. La crisis está afectando en particular la asistencia escolar de la población más pobre. Pese a la gratuidad en la educación pública, las familias no pueden cubrir los gastos de alimentación, matrícula, materiales didácticos, uniformes y transporte. La Dirección de Planeación del Ministerio de Educación Nacional registró incrementos en la matrícula pública en básica primaria en el país en los últimos cinco años (período 1996- 2000), situación que se atribuye al efecto de la crisis económica que en algunos casos obliga al retiro de los menores de la educación privada [MEN, 1996-2000]. 5 Estimativos de fuentes gubernamentales citados en Comisión Colombiana de Juristas [1999]. En la ciudad El estudio del DNP [2001] indicó que las distancias entre el campo y la ciudad en la severidad de la pobreza tienden a cerrarse. Es decir, que el grado de la crisis en la zona rural no se aleja de lo que se vive en la urbe6. No obstante, en la zona urbana se percibe una mayor agudización de la pobreza producto de la crisis económica. En la ciudad, una alternativa frecuente de subsistencia de niños, niñas y jóvenes que se retiran de los establecimientos educativos es el inicio en labores informales que se ejercen en la calle, generalmente, las ventas ambulantes. Estas actividades no tienen garantías de protección y distan mucho de lo que sugiere la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, en la que se reconoce que la infancia tiene derecho a cuidados, asistencia y protección especial. En su artículo 32 dicha convención proclama “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, ha establecido convenios y formulado recomendaciones muy precisas referidas a la necesidad de abolir totalmente el trabajo de los niños. Ha reconocido que la infancia es un período de la vida que no debe consagrarse al trabajo, sino a educarse y a formarse, de tal manera que los niños y niñas puedan llegar a ser adultos productivos y útiles a la sociedad. En 1973, la OIT adoptó el convenio 138 en el que demanda que todos los países del mundo sigan una política nacional que asegure la abolición efectiva del trabajo de los niños y eleve su calidad de vida a un nivel que haga posible el más completo desarrollo físico y mental de los menores7. A todo lo anterior se agrega el hecho de que con frecuencia el trabajo informal no satisface las necesidades de los niños y jóvenes y “el hecho de obtener empleo no es garantía de superar el umbral de la pobreza” [DNP, 2001]. Una opción frecuente de niños, niñas y jóvenes para conseguir dinero es el ingreso a pandillas y bandas que cometen actos delictivos. Esas bandas les garantizan el reconocimiento social, el sentido de pertenencia a un grupo y la satisfacción inmediata de sus necesidades y de sus deseos de consumo comercial. Con esos atractivos, se sustituye el grupo familiar por los que encuentran en la calle y paralelamente comienza la drogadicción, la prostitución, la mendicidad y el gradual manejo de armas. 6 El comportamiento en la zona rural resulta similar a partir de 1998. Consecuentemente, la población urbana más pobre paga el costo más alto de la crisis económica [DNP, 2001]. 7 Colombia ratificó mediante la Ley 129 de 1931 los convenios 5, 6, 7, 10, 15 y 16 que se refieren a las condiciones de trabajo de los menores. El convenio 138, instrumento general que remplaza gradualmente los actuales instrumentos, no ha sido ratificado por Colombia [Ministerio de Trabajo, 1996]. En el campo En las áreas rurales se registra por una parte el aumento de la población y por otra, la dedicación a actividades productivas como la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca [censos de población 1964, 1973, 1985 y 1993]. Sin embargo, con la crisis económica y política del país han alcanzado auge los cultivos ilícitos: “En Colombia en más de la mitad de los departamentos del país se encuentran cultivos de hoja de coca y es posible pensar que hay por lo menos 200.000 niños y niñas vinculadas a ellos. [...] adicionalmente en la mayoría de los casos hay coincidencia entre la presencia de estos cultivos y la de los actores del conflicto armado” [CIFISAM, 2001]. Niños, niñas y jóvenes salen de sus escuelas a la fuente de trabajo de mayor rentabilidad y más inmediata: los cultivos ilícitos, que posteriormente se convierten en antesala para el ingreso a las filas insurgentes. La escuela en el campo y la ciudad La baja cobertura, la falta de calidad y de pertinencia en un servicio educativo que no responde a las necesidades sociales y que no es un agente de transformación son problemas que agravan la situación en el sector rural colombiano. Las tasas de repitencia en el campo son más altas que en el sector urbano, así como el número de niños que el sector educativo nunca ha atendido. La tasa de cobertura en las áreas rurales es de 30%, que se compara con la tasa del 65% en las áreas urbanas. La tasa de deserción rural es de 10,9%, mientras en las ciudades es de 2,5%. La participación en los programas de preescolar es de menos de 4% en las zonas rurales [MEN, 2000]. El Programa de Educación Rural (PER) del Ministerio de Educación Nacional apunta a que los niños entre 5 y 15 años tengan acceso a una educación con calidad en todos los niveles donde la oferta es prácticamente inexistente. El PER se perfila a través de varias estrategias: Nueva Escuela, Aceleración del Aprendizaje, Posprimaria, Telesecundaria, Sistema de Aprendizaje Tutorial, Servicio de Educación Rural y Programa de Educación Continuada CAFAM. No obstante estos esfuerzos, la realidad es avasallante. Las niñas, los niños y los jóvenes colombianos se encuentran rodeados de circunstancias que en nada favorecen su desarrollo personal y social. Los esfuerzos del gobierno nacional en términos educativos se opacan ante el impacto que tienen sobre la calidad de vida, la crisis económica y las graves consecuencias del conflicto armado: los desplazamientos, las amenazas, los secuestros y la muerte en zonas de alta influencia de grupos armados al margen de la ley. En síntesis, la crisis económica, las políticas de ajuste fiscal y la violencia afectaron en el país los derechos económicos, sociales y culturales. La población menor de 18 años ha sido la principal afectada en relación con estos derechos y la que padece con mayor rigor las consecuencias del conflicto armado interno. El Estado y la sociedad tienen la responsabilidad de ofrecer a estos niños, niñas y jóvenes víctimas de la violencia todas las oportunidades que les han faltado y que requieren. Por falta de esas oportunidades, se han recortado los derechos que consagran para ellos la Constitución Nacional y las leyes. Todo esfuerzo debe conducir al pleno desarrollo de su condición de ciudadanos, de sujetos de derechos y responsables por el cumplimiento de sus deberes. Capítulo II Un continuo: niños en zonas de conflicto armado - Niños que han participado directamente en los grupos armados al margen de la ley En el capítulo anterior observamos que la situación de pobreza y la crisis política del país generan para los niños, niñas y jóvenes, irregulares condiciones de vida y alternativas no acordes con su edad. En este capítulo veremos cómo esas condiciones de vida conducen a nuestros menores a vincularse a grupos armados al margen de la ley. Niños, niñas y jóvenes en zonas de conflicto armado Como se ha planteado, existen en el país familias y grupos de personas menos favorecidas que otras debido en parte a la inequidad y las pocas oportunidades para conseguir ingresos. Entre este grupo, coincidencialmente se encuentran generalmente aquellas que geográficamente se ubican en zonas lejanas de los cascos urbanos con poca presencia del Estado. Estas zonas se asocian frecuentemente con los grupos armados al margen de la ley. Para éstos, el establecimiento en estas regiones resulta benéfico y para sus habitantes estos grupos se convierten fácilmente en las autoridades locales. Dadas las circunstancias de conflicto por las que atraviesa el país, las poblaciones de estas regiones se ven afectadas por las diferentes formas de confrontación armada en la que participan los diferentes actores del conflicto. Así se cuentan con niños, niñas y jóvenes afectados en todas las formas: social, psicológica, física y emocionalmente, toda vez que se deben enfrentar frecuentemente a ataques, retaliaciones, desplazamientos, amenazas, secuestros, extorsiones entre otras formas de afectación producida por uno u otro actor armado. Situación de la escuela y los maestros en zonas de conflicto La escuela En las zonas donde se vive con mayor intensidad y agudeza el conflicto armado los establecimientos educativos se convierten en espacios de resguardo, confrontación o adoctrinamiento político de uno u otro bando. Bajo estas condiciones, las escuelas y la comunidad educativa se involucran gradualmente en la dinámica del conflicto. Escuelas bombardeadas, maestras y maestros secuestrados o amenazados, niños, niñas y jóvenes aleccionados con las creencias de estos grupos, son algunos ejemplos de ello. La Fundación Dos Mundos [2002] señaló cómo en algunos sectores marginales a los que la propuesta educativa oficial no llega, la educación ha sido liderada por auxiliares de policía o del ejército, los cuales ejercen el papel de maestros en las escuelas. Con ello, se

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.