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Para insultar con propiedad (Spanish Edition) PDF

326 Pages·2016·1.319 MB·Spanish
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Aprender a insultar es todo un arte, ya lo decía el gran Schopenhauer. Se trata del último recurso cuando todas las demás artes de la argumentación han fracasado, cuando no nos queda nada más que hacer o decir, ya sea porque reprobamos tajantemente una conducta, porque nos hemos visto perjudicados por una estupidez o porque —justo y de ninguna manera— no se entienden razones. Creemos que no es necesario recurrir siempre a las «palabrotas» altisonantes, a expresiones zafias o al tan manoseado «¡chinga tu madre!» en cada ocasión que se nos presenta, para poder resarcirnos o vengar una afrenta —aunque hay algunas que bien lo ameritan—, sino que se puede recurrir al sarcasmo, a la ironía, a la elegancia y a la analogía para poder darle un giro cuántico al insulto. Por eso nos dimos a la tarea de recopilar más de 2000 insultos, muchos de ellos tomados de diccionarios, legajos, textos literarios, pasquines y del uso coloquial del habla para formar un diccionario que le haga honor al Arte de Insultar y nos ayude a hacerlo «con propiedad» Página 2 María del Pilar Montes de Oca Sicilia Para insultar con propiedad Diccionario de insultos ePub r1.0 XcUiDi 09-06-2020 Página 3 Título original: Para insultar con propiedad María del Pilar Montes de Oca Sicilia, 2016 Editor digital: XcUiDi ePub base r2.1 Página 4 Página 5 Presentación Inicuo, sonso —o zonzo— bembo, cenaoscuras, atufado, oligofrénico, lángara, comadrero, suato, sierpe, mangajo, tontuelo, bagayo, tiquismiquis, atontado, pelma, comemierda, transido, ufanero, papo, vaina, uyuyuy, zarrapastroso, hético, son sólo algunas de las formas que usamos para insultar con elegancia, sin tener que llegar a la ignominia, sin tener que decir chinga’os y —sobre todo— sin remordimientos de conciencia. Pues si bien insultar a alguien suele resultar catártico, también puede ser penoso si no se hace de la forma y la manera correctas. Aprender a insultar es todo un arte, ya lo decía el gran Schopenhauer, se trata del último recurso cuando todas las demás artes de la argumentación han fracasado, también cuando no nos queda nada más que hacer o decirle a alguien, ya sea porque reprobamos tajantemente su conducta, porque nos hemos visto perjudicados por su estupidez o porque —justo y de ninguna manera— no entiende razones. Si bien el fundador del pesimismo desaconsejó en todos sus escritos llegar a tal extremo, fue generoso a la hora de diseminar a lo largo de sus obras insultos, improperios, ofensas, escarnios y sentencias tajantes de las que cualquiera en su época podría hacer uso y tomar ventaja. Pero no fue el único en practicar y deleitarse con este arte, en su haber encontramos filósofos como Voltaire, Montaigne y el propio Diógenes, y escritores de todas las épocas, desde Cervantes, Shakespeare, Rabelais o Moliere, los poetas malditos Rimbaud o Verlaine, Oscar Wilde — que era el maestro de maestros al respecto— o Mark Twain hasta, en épocas más recientes, Bukowski, Papini, Burroughs, Ibargüengoitia y Marías cada quien con su estilo y forma, pero siempre punzantes, dando en el blanco. Siguiendo su ejemplo, creemos fervientemente que no es necesario recurrir siempre a las «palabrotas» altisonantes, a expresiones zafias o al tan manoseado «¡chinga tu madre!» en cada ocasión que se nos presenta, para poder resarcimos o vengar una afrenta —aunque hay algunas que bien lo ameritan—, sino que se puede recurrir al sarcasmo, a la ironía, a la elegancia y a la analogía para poder darle un giro cuántico al insulto; sobre todo si se Página 6 apela a la riqueza del lenguaje, al léxico florido y al vocabulario más elegante, más acucioso, más antiguo y menos ordinario. En atención a estas necesidades, nos dimos a la tarea de recopilar durante varios años más de 2 000 insultos, muchos de ellos tomados de diccionarios, legajos, textos literarios, pasquines y del uso coloquial del habla para formar un diccionario que le haga honor al Arte de Insultar y nos ayude a «hacerlo con propiedad». A todos y cada uno de estos términos le hemos dado una definición clara, precisa y, además, hemos agregado ejemplos fidedignos de uso, tomados del habla cotidiana, que seguramente serán de suma utilidad para el hablante común en su devenir diario. Página 7 A Página 8 A abandonista. Persona que apoya o pertenece a la tendencia de abandonar algo que posee, o que le corresponde. * Mi padre es un abandonista: se fue por cigarros y nunca volvió. abanto, a. Aturdido y torpe. * Pobre Tere: anda con un abanto que no da pie con bola. abejaruco, a. Persona chismosa. * La tía Elvirita como buena abejaruca le contó todo a mi mamá. abejorro. Persona pesada y molesta. * La semana pasada estábamos en el antro y llegó un abejorro a querer ligarnos. abellacado, a. Sinónimo de bellaco, vil. * Un abellacado le robó su celular en pleno concierto. abestializado, a. Que parece bestia. Es común encontrar el término ‘abestiado’ con el mismo sentido. * Fernanda andaba con un tipo abestializado que se la pasaba todo el día en el gimnasio. abizcochado, a. Que tiene forma de bizcocho, gordo, masoso. * Después de tantos tamales y tortas, debería de dejar de usar ombligueras. Mira nada más qué abizcochada me veo vestida así. abobado, a. Persona que no se entera de las cosas, no entiende o no discurre; bobo o tonto. * Mira a Marquitos: todo abobado y cacheteando las banquetas por Blanquita. abogadete. Despectivo frecuente de ‘abogado’. * Mira, Fernando, si contratas a puro abogadete, ¿cómo no quieres que te embarguen? abogado del diablo. Contradictor de buenas causas. Página 9 * Eso de hacer notas «justificando a los criminales» es jugarle al abogado del diablo. abombado, a. Tonto, falto o escaso de entendimiento o razón. * No pierdas tu tiempo, yo ya le he explicado; es muy abombado para entender. abominable. Que es despreciable. * Qué abominable es esa mujer, ha propalado una serie de engaños, mentiras y falsedades. aborrecible. 1. Antipático, digno de desprecio. ☞ 2. Sujeto miserable que se ha hecho acreedor, merced a su conducta, a la aversión de quienes tienen la mala fortuna de tratar con él. ☞ 3. Se dice de la persona que aburre o fastidia, y cuya compañía resulta insufrible. * Qué aborrecibles son las personas llenas de prejuicios. * Ese criminal es un sujeto aborrecible. * Me resulta aborrecible su compañía. aborto. 1. Persona cuya fealdad extrema incomoda y llama la atención. ☞ 2. Engendro o producción rara y caprichosa de la naturaleza. * Qué aborto es ése con el que sales. * Ese chamaco es un aborto de la naturaleza. abriboca. Persona que suele estar distraída o ajena a la realidad. * Chocó al pasarse un alto sin querer, la muy abriboca. abribonado, a. Dicho de alguien que no tiene escrúpulos y es oportunista. * Es muy abribonado: mira cómo les saca provecho a las personas. abrutado, a. Persona torpe o poco cuidadosa. * Llegó tan abrutado que no ponía atención. absentista. Dicho de la persona que no acude a su trabajo de manera deliberada. * Ese maestro de obras es el típico absentista que hace San Lunes. Página 10

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