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Oriente. Los fenicios PDF

62 Pages·1989·2.864 MB·Spanish
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HISTORIA ' cem v n d o Arfncvo HISTORIA “ MVNDO l ANT GVO i ORIENTE Director de la obra; Julio Mangas Manjarrés (Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid) Diseño y maqueta: Pedro Arjona «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.» © Ediciones Akal, S.A., 1989 Los Berrocales del Jarama Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz Madrid - España Tels.: 656 56 11 - 656 49 11 Depósito Legal: M. 5375 -1989 ISBN: 84-7600-274-2 (Obra completa) ISBN: 84-7600-332-3 (Tomo IX) Impreso en GREFOL, S.A. Pol. II - La Fuensanta Móstoles (Madrid) Printed in Spain LOS FENICIOS Carlos G. Wagner Indice Págs. 1. EI marco geográfico, étnico y lingüístico .................................................... 7 2. En los inicios de la historia; La edad del Bronce Antiguo .................... 11 3. El segundo milenio a.C.: Las Edades del Bronce Medio y Reciente........ 14 4. La economía y la sociedad durante la Edad del Bronce........................... 20 5. El final de la Edad del Bronce....................................................................... 23 6. La Primera Edad del Hierro........................................................................... 26 7. La expansión fenicia por el Mediterráneo.................................................. 31 8. La Segunda Edad del Hierro .......................................................................... 35 9. El ámbito colonical mediterráneo ................................................................. 42 10. La Ultima Edad del Hierro y los períodos helenístico y romano: pervi­ venda de una civilización........................................................................................... 47 11. La vida económica y social durante la Edad del Hierro........................... 51 12. Organización política del mundo fenicio..................................................... 55 13. La cultura y las realizaciones materiales..................................................... 58 Los fenicios 7 1. El marco geográfico, masco más al sur. La anchura de esta étnico y lingüístico franja costera es un tanto irregular oscilando entre los doce y los cin­ Los griegos, posiblemente desde tiem­ cuenta kilómetros, y en ocasiones pro­ pos micénicos, llamaron fenicios a montorios rocosos que arrancan de la los habitantes del antiguo país de Ca- cadena montañosa segmentan este naán. El término, que etimológica­ corredor marítimo, alcanzado en al­ mente deriva del vocablo phoinix cu­ gunos puntos el mar. Se crean así una yo significado es el de «púrpura», no serie de valles aluvionarios formados es más que una traducción de la de­ durante siglos por las aguas que flu­ nominación local atestiguada desde yen desde la vertiente occidental de el III milenio a.C., pues la palabra los montes del Líbano hacia el Medi­ cañamos se encuentra igualmente co­ terráneo. La consecuencia de esta nectada con tal significado. Ambos configuración geográfica es una com­ términos son por consiguiente sinó­ partí mentación del paisaje que impi­ nimos por lo que hacen referencia a de la práctica de una agricultura de una misma realidad geográfica, histó­ carácter extensivo y que influyó des­ rica y cultural. de un principio en la delimitación de Canaán, «la tierra de la púrpura» fronteras entre un valle y otro. Al mis­ haciendo alusión a una vieja indus­ mo tiempo la presencia de todos estos tria del país, era el territorio de la cos­ accidentes geográficos determinará la ta oriental mediterránea que se exten­ imposibilidad de una ampliación im­ día desde Tell Sukas hasta Gaza. Se portante del territorio. La costa posee trata de una franja no muy amplia un buen número de pequeñas bahías que discurre paralela al litoral y bien flanqueadas por pequeños promon­ delimitada por una serie de acciden­ torios en donde los habitantes del li­ tes geográficos: el mar a Occidente y toral podían defenderse fácilmente los desiertos de Siria y Arabia por el de un ataque procedente de tierra sur y Oriente. Las montañas de la adentro y que al mismo tiempo ser­ cordillera del Líbano que discurren a vían de fondeadero para las embar­ escasos kilómetros de la costa dife­ caciones. rencian una zona marítima de otra La explotación de los recursos del · del interior siendo posible la comuni­ país estaba mediatizada por todos es­ cación entre ambas a través de la re­ tos condicionamientos geográficos. El gión de Alepo en el norte, y la de Da­ elemento esencial, desde un punto de 8 AkaI Historia del Mundo Antiguo vista ecológico, lo constituye la exis­ tencia de una potente cadena monta­ ñosa cuya no excesiva altitud media permitió la aparición de extensas zo­ nas boscosas que atraían las lluvias y nieves procedentes de la evaporación del Mediterráneo, provocando una gran estabilidad en el ciclo climático. Esta situación, que es atípica en todo el resto de la región y en los países ve­ cinos, como Mesopotamia o Egipto, donde la presencia de madera es prác­ ticamente nula, implicó la muy tem­ prana explotación de la riqueza fo­ restal de estos montes. De esta forma, la madera procedene del Líbano cons­ tituyó desde muy pronto uno de los principales recursos del territorio. Otro lo constituía una agricultura intensi­ va que dependía fundamentalmente del régimen de las lluvias. Abunda­ ban éstas en invierno para ir dismi­ nuyendo progresivamente en prima­ vera hasta que desaparecían total­ mente durante un período que se ex­ tendía desde mayo hasta septiembre. La estación estival era por ello muy severa con lo que la vegetación se de­ secaba casi absolutamente durante cuatro o cinco meses hasta alcanzar de nuevo la estación lluviosa. A lo largo de todo ese tiempo sólo era po­ sible la irrigación gracias a las aguas procedentes del deshielo que mitiga­ ban parcialmente, junto al rocío, la sequedad del verano. El suelo cultiva­ ble, en gran medida aluvionario, era muy fértil no sólo en las tierras bajas próximas al mar sino incluso a pie de montaña y en las zonas de menos al­ tura de sus faldas, en los múltiples va­ lles que penetran hacia el interior de la cordillera. Además de las tierras de La Bekaa, y los productos que se ob­ cultivo que proporcionaban cereales, tenían del mar que a la sal y la pesca como trigo y cebada, hortalizas y fru­ añadía el murice del que la pobla­ tales, como la vid, el olivo, las higue­ ción local obtenía la púrpura con la ras, los sicomoros, las palmeras dati­ que habrían de alcanzar amplio re­ leras o las granadas, no eran escasas nombre merced a las prendas teñidas las tierras de pastos que alimentaban con ella y elaboradas con la excelente una abundante cabaña de cabras y lana de sus ovejas. ovejas. A todas estas riquezas debe­ Etnicamente los cananeos o feni­ mos aún añadir el cobre del valle de cios constituyen un pueblo de estirpe Los fenicios 9 •r semita occidental establecidos desde Vista parcial del Templo de muy antiguo en el país que habita­ los Obeliscos en Biblos (Siglo XIX-XVIII a.C.) ban, aunque ya en la Antigüedad se les había atribuido orígenes diversos. Así Heródoto (I, 1; VII, 89) afirmaba que procedían del Mar Rojo, mien­ tras que Estrabón (XVI, 3, 4) y Plinio (TV, 36) sugieren que eran originarios del Golfo Pérsico. No obstante, Filón de Biblos mantenía el origen autócto- 10 AkaI Historia del Mundo Antiguo no de este pueblo y su cultura, y hoy cananeo no constituyó nunca, como sabemos por documentos recientes tendremos ocasión de ver, una enti­ que habitaban el territorio de Ca­ dad nacional aún compartiendo una naan desde el III milenio a.C. (Gar- cultura común, sino que por el con­ bini, 1983, 30). Sobre este fondo origi­ trario se encontraba fragmentado en nario de población vino a instalarse una serie de pequeños estados autó­ desde comienzos del II milenio a.C. nomos e independientes entre sí. Co­ las gentes del país de Amurru, los mo en Grecia, la propia configura­ amoritas o-amorreos, semitas occi­ ción del territorio, muy similar a la dentales igualmente que hablaban una del país helénico, había influido en lengua estrechamente emparentada esta dirección desde los comienzos de con el cananeo. Luego elementos de su historia. origen hurrita e indoiranio se instala­ También como en Grecia la abrup­ ron a su vez en el país. Finalmente ta topografía dificultaba las comuni­ otros semitas, los arameos, aportaron caciones internas por lo que la nave­ también su contribución desde la gación se convirtió desde muy pronto segunda mitad del mismo. Hacia el en la solución más sencilla, lo que 1200 a.C. las invasiones de los «Pue­ despertó entre sus habitantes una tem­ blos del Mar» transformaron en parte prana vocación marítima. Ello, unido la configuración del litoral fenicio al carácter de encrucijada de las cul­ pues supusieron la instalación en una turas de la Antigüedad en esta parte parte de éste de un nuevo pueblo, los de Oriente que detentaba por su si­ peleset o filisteos que ocuparon la zo­ tuación, explica las diversas influen­ na comprendida en torno a Ascalón y cias que procedentes de Mesopota­ Gaza a la que dieron su nombre por mia, el Asia Menor, Chipre, el Egco y lo que pasó a denominarse Palestina. Egipto se difundieron progresiva­ Los israelitas que según parece ha­ mente entre su población. Todas estas bían llegado a la Fenicia meridional aportaciones influyeron en el carác­ en torno a un siglo antes compitieron ter abierto y flexible de la mentalidad con ellos con no muy buena fortuna, fenicia poco dada a particularismos al menos durante un primer período etnocentristas, sin que ello significara bastante dilatado, y permanecieron merma alguna de su vieja tradición fraccionados y marginados en un país semítica que se mantuvo con fuerza a que, en contra del relato bíblico, per­ lo largo de los siglos y permanecía maneció aún durante mucho tiempo todavía en el Occidente colonizado enteramente fenicio. Hoy sabemos, mucho tiempo después de comenza­ por lo demás, que toda la Palestina da nuestra era (Vattioni, 1986). incluso mucho después de la consti­ La lengua cananea pertenecía, co­ tución del reino de Israel permanecía mo la hebrea, con la que mantenía culturalmente vinculada al viejo sus­ muchas similitudes, al grupo de dia­ trato cananeo-fcnicio (Garbini, 1983, lectos semíticos noroccidentales y co­ 31), si bien no ocurrió lo mismo en lo noció también una evolución a lo lar­ que a los límites políticos se refiere. go del tiempo. Así podemos distin­ Desde comienzos del I milenio a.C. guir un cananeo o fenicio arcaico no el territorio propiamente fenicio, con­ muy alejado de la lengua reciente­ templado desde una perspectiva no mente descubierta en Ebla y diferen­ cultural sino política, se extendía has­ ciado del antiguo acadio, semita orien­ ta alcanzar por el sur la localidad de tal, y también del amorita, que se Acre, aunque en los territorios ocupa­ extiende aproximadamente hasta el dos por filisteos e israelitas la lengua 2000 a. C. A partir de esta fecha pode­ fenicia continuó hablándose durante mos hablar de una lengua cananea o siglos. Pese a ello el país fenicio o fenicia que presenta muchos caracte­ Los fenicios res innovadores típicamente amoritas 2. En los inicios de la y que se conforma ya como el fenicio historia; La Edad del clásico que conocemos a través sobre todo de las inscripciones, y que se va Bronce Antiguo a mantener en Oriente como habla corriente de esta zona hasta, por lo Todo parece indicar que fue el apro­ menos, el siglo II d.C. En Occidente la vechamiento de los recursos locales lengua púnica, transposición colonial el factor que contribuyó decisivamen­ del fenicio clásico se va a mantener te a la aparición de la civilización ur­ hasta los tiempos de San Agustín bana en el país de Canaán. De todos quien da como veremos, buen testi­ ellos el más apreciado por las civili­ monio de ello. Desgraciadamente de zaciones vecinas lo constituía la abun­ este pueblo inteligente que prosperó dante madera, particularmente ce­ en paz y en guerra, y excelente en es­ dros, de sus montañas y hay datos critura, literatura y otras artes (Pom­ que hacen sospechar una muy tem­ ponio Mela, I, 12) no conservamos prana explotación de esta riqueza fo­ documentos escritos al margen de los restal. El Poema de Gilgamesh, por epigráficos y de las tablillas de Ugarit ejemplo, que alude a los primitivos pertenecientes a la Edad del Bronce, tiempos sumarios, contiene un episo­ por lo que debemos reconstruir su dio que relata la victoria del héroe historia en base a los hallazgos ar­ mesopotámico y su compañero Enki- queológicos y a las noticias que de du sobre el salvaje Huwawa, protec­ ellos han dejado otros pueblos con tor de los bosques de cedros: los que se relacionaron. No deja de constituir una tremenda paradoja nues­ «Gilgamesh tomó el hacha en su mano y tro desconocimiento de la literatura comenzó a talar los cedros. Pero cuando Huwawa oyó el ruido se encolerizó. de aquéllos que precisamente inven­ —¿Quién ha venido y profanado los árbo­ taron y difundieron la escritura alfa­ les crecidos en mi montaña y ha talado el bética, logro cultural de los más tras­ cedro?... Enkidu y Gilgamesh penetraron cendentes que habría de influir de en la montaña y combatieron a Huwawa... modo decisivo en la difusión del El dios Sol, dios del cielo, oyó el ruego de conocimiento. Gilgamesh y levantó contra Huwawa pode­ rosas tempestades... Ocho vientos se le­ vantaron contra Huwawa. Le golpearon en «Los fenicios fueron una raza inteligente, que prosperó en paz y en guerra. Fueron el rostro y en la espalda, impidiéronle avanzar y también retroceder. Entonces excelentes en escritura y literatura, y en Huwawa se rindió y le dijo a Gilgamesh: otras artes; en marinería, en el arte de la — No me aniquiles Gilgamesh!, ¡Sé tú mi guerra naval y en el dominio de un imperio.» señor, yo seré tu esclavo! Olvida las ame­ (Pomponio Mela, I, 12) nazas que he lanzado contra ti. Y que los cedros que hice crecer en lo más profundo «Tenían estos fenicios en lo antiguo, de los montes, y los poderosos (...) yo los conforme dicen, su asiento en el mar Rojo, cortaré y (...) a las casas». de donde pasaron a vivir a las costas de la (Lara, ed., 1980, p. 169-171). Siria, cuya región y todo lo que hasta el Egipto se extiende se llama Palestina.» Esta leyenda encierra una impor­ (Heródoto, VII, 89) tante realidad histórica: el aprove­ chamiento de la madera de cedro del Líbano por los habitantes de la Me­ sopotamia presargónida. En torno a esta primera explotación y comercio seguramente las primitivas comuni­ dades cananeas se transformaron en

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