Nuestras propias y más diversas raíces no solo tienen mucho que aportar al
sentido del ser, como lo avizora la inquietud del filósofo colombiano Juan
Cepeda, sino que por demás en estas ya estaba y permanece un profundo sentido
‘onto-sófico’ de la realidad que no les permite abstraer el ser por medio del concepto
y la razón, sino vincularse al mismo por medio de lo simbólico-celebrativo; en
definitiva, por medio del estar-siendo. Por otra parte, ningún lugar –locus– filosófico
podría aportar una mirada más particular del ser, por medio del tiempo-espacio,
que los saberes abyayalenses, víctimas de toda suerte de negaciones ontológicas.