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Obras Escogidas IV: Psicología infantil PDF

425 Pages·2006·304.798 MB·Spanish
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L. S. Vygotski OBRAS ESCOGIDAS IV Psicología infantil (Incluye: «Paidología infantil». «Problemas de la psicología infantil») apraaüZPjc AntT^Machado -ЯгиЬкк Lev semiónovich Vygotski Obras Escogidas Comisión editorial para la edición en lengua rusa (Academia de Ciencias Pedagógicas de la URSS) Director: A. V. Zaporozhets Miembros del Consejo de Redacción: V. V. Davydov, D. B. Elkonin, M. G. Iaroshevski, V. S. Jelemiéndik, A. N. Leontiev, A. R. Luria, A. V. Petrovski, A. A. Smirnov, T. A. Vlásova y G. L. Vygódskaia Secretario del Consejo de Redacción: L. A. Radzijovski Lev semiónovich Vygotski Obras Escogidas IV Psicología infantil Edición en lengua rusa D. B. Elkonin Consultora P. Ya Galperin Compiladores D. B. Elkonin G. L. Vygodskaya Comentarios y Epílogo D. B. Elkonin Edición en lengua castellana Supervisión general José Luis Linaza Traducción de Lydia Kuper Revisión y adaptación Napoleón Jesús Vidarte Vargas Irina Filanova Volumen CXXII de la Colección Aprendizaje Título original: Sobranie Sochinenii Тот ChetviOrtii Detskaya Psijologuia Primera edición: 1996 Segunda edición: 2006 © Editorial Pedagógica, Moscú 1984 © De la presente edición A. Machado Libros, S. A., 2006 Labradores, sin - P. I. Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) www.machadolibros.com [email protected] ISBN: 84-7774-996-5 (Obra completa) ISBN: 84-7774-122-0 (Tomo IV) Depósito Legal: M-21.798-2006 Visor Fotocomposición, S. A. Impreso en España - Printed in Spain. Gráficas Rogar. Navalcarnero (Madrid) índice Págs. Primera Parte Paidología del adolesente....................................................................... 9 9. Desarrollo de los intereses en la edad de transición............................. 11 10. El desarrollo del pensamiento del adolescente y la formación de con­ ceptos....................................................................................................... 47 11. Desarrollo de las funciones psíquicas superiores en la edad de transi­ ción .......................................................................................................... 117 12. Imaginación, y creatividad del adolescente.................................... 205 16. Dinámica y estructura de la personalidade del adolescente............. 225 Segunda Parte Problemas de la psicología infantil....................................................... 249 El problema de la edad................................................................................ 251 El primer año.................... 275 Crisis del primer año de vida.................................. 319 La infancia temprana................. 341 La crisis de los tres años ................................................ 369 La crisis de los siete años................................................................................ 377 Epílogo............................................................................................................ 387 Indice de autores...................... 413 Indice de materias............................. 417 Indice cronológico de los escritos de Vygotski incluidos en los seis tomos de las Obras Escogidas................................................................................... 425 7 PRIMERA PARTE Paidología del adolescente Artículos seleccionados1 I Capítulo 9 Desarrollo de los intereses en la edad de transición i El problema de los intereses en la edad de transición es la clave para entender todo el desarrollo psicológico del adolescente. Las funciones psicológicas del ser humano, en cada etapa de su desarrollo, no son anárquicas ni automáticas ni cau­ Ctw&w. sales sino que están regidas, dentro de un cierto sistema, por determinadas aspira­ ■V-V- '• ciones, atracciones (vlechenie)* e intereses sedimentados en la personalidad. Estas fuerzas motrices de nuestro comportamiento varían en cada etapa de la edad y su evolución determina los cambios que se producen en la propia conduc­ ta. Por tanto, sería erróneo examinar -error frecuentemente cometido— el desa­ rrollo de las funciones y procesos psicológicos sólo en su asçeçto formal, en su forma aislada, sin relación alguna con su orientación^ independiente de aquellas fuerzas motrices que ponen en movimiento estos mecanismos psicofisiológicos. El estudio puramente formal del desarrollo psicológico es, en realidad, antigenéti­ co2, ya que menosprecia el hecho de que en el paso a cada nueva etapa de la edad no sólo se modifican y desarrollan los propios mecanismos de la conducta, sino >) J IT? también sus fuerzas motrices. El fracaso de muchas investigaciones psicológicas, Jl ~л en particular las queTse reEferen a la edad de transición3, se debe al desconoci­ miento de dicha circunstancia. Estas investigaciones trataban de establecer en va­ no algunas diferencias cualitativas esenciales en la actividad de ciertos mecanis­ mos de la conducta comparando, por ejemplo, la atención o la memoria del adolescente con las del escolar4 y del niño de edad temprana. Si esas peculiarida­ des incluso se establecían, se limitaban por lo general, a una característica pura­ mente cuantitativa que demostraba el incremento de las funciones, el crecimiento de su índice numérico, pero no el cambio de su estructura interior. Más aún, algunos investigadores, como veremos después, sobre la base de un estudio formal del desarrollo psíquico, llegaban, por lógica necesidad, a de­ cir que todos los elementos fundamentales del pensamiento del adolescente existían ya en el niño de tres años y que los procesos intelectuales en la edad de transición continuaban su desarrollo posterior en el mismo sentido, que no sig- * Vlechenie: atracción, aspiración, impulso (N. de la R.E.). niñeaban nada realmente nuevo en comparación con lo observado en la infan­ cia temprana. Charlotte Biihler5, que hace esta deducción, establece un amplio paralelismo entre el adolescente en la etapa de la maduración sexual y el niño de tres años y encuentra, desde el punto de vista formal, una serie de rasgos si­ milares en la psicología del uno y del otro. Creemos que esta afirmación de­ muestra la inconsistencia interna del método puramente formal en la paidolo­ gía, su impotencia para captar el proceso del desarrollo en toda su complejidad real y tomar en cuenta todas lasjnuevas formaciones reales que surgen cuando el niño pasa de una edad a otra. Como ya hemos dicho, Ja clave para entender la psicología de las edades se I encuentra en el problema de la orientación, en el problema de las fuerzas motri­ ces, en la estructura de las atracciones y aspiraciones (stremlenie) del niño. Los mis­ mos hábitos, los mismos mecanismos psicofisiológicos de la conducta, que desde un punto de vista formal a menudo no demuestran diferencias esenciales en las distintas etapas de la edad, se insertan, en diversas etapas de la infancia, en un sis­ tema de atracciones y aspiraciones completamente distinto, con una orientación del todo diferente y de aquí surge la profunda peculiaridad de su estructura, de su acti­ vidad y de sus cambios en una etapa dada de la infancia. Por no tener en cuenta esta circunstancia, la psicología infantil no pudo ha­ llar, a lo largo de muchos decçnios, ni un solo indicio esencial que diferenciara la percepción del niño de la percepción del adulto e indicara el contenido de los procesos del desarrollo en esta esfera. El conocimiento de la insuficiencia del aná­ lisis formal y de la necesidad de estudiar aquellos momentos esenciales de la orientación, cuya peculiar configuración determina en cada nivel la estructura, donde hallan su lugar y significado todos los mecanismos del comportamiento, supuso un vi­ raje importante en la historia del estudio de la conducta del niño. En esta esfera, la investigación científica empieza por reconocer que no sólo se desarrollan los hábitos y las funciones psicológicas del niño (atención, memo­ ria, pensamiento, etc.), sino que el desarrollo psíquico se basa ante todo en la .evolución de la conducta y de los intereses del niño, en los cambios que se produ­ cen en la estructura de la orientación de su comportamiento. ...i 2 La psicología llegó al reconocimiento de dicha tesis tan sólo en estos últimos años. No nos referimos ahora a la vieja psicología subjetiva que tan pronto identi­ fica los intereses del niño con la actividad mental, considerándolos como un fe­ nómeno puramente intelectual (J. Herbart)6, situándolos en la esfera de las viven­ cias emocionales y definiéndolos como sentimientos de júbilo ante todo cuanto sucede sin dificultad para nuestras fuerzas (T. Lipps, V. Jerusalem)7, deduciéndo­ los de la naturaleza de la voluntad humana, aproximándolos a la acción y basan­ do su estructura en el deseo. Sin embargo, incluso en la psicología objetiva que intenta edificar su teoría del interés sobre una base biológica, el problema del in- ? terés estuvo oscurecido durante largo tiempo por numerosos intentos —erróneos en su mayor parte— de presentar correctamente las relaciones existentes entre el interés y los mecanismos de nuestro comportamiento. E. Thorndike8 define el interés como aspiración, subraya su fuerza motriz, in­ citadora, su naturaleza dinámica, su tendencia orientadora. La aspiración de con­ sagrar los ¿propios jpensamientosj^acçiaoes a a^mijenómeno el autor lo define como interés por este fenómeno. Thorndike dice que la sensación de entusiasmo, de excitación mental, de atracción hacia el objeto se llama interés. - Ya en esta fórmula, junto con la nueva concepción del interés, expuesta de manera más o menos clara, hallamos una serie de momentos indeterminados (la sensación de entusiasmo, la excitación mental, la atracción hacia el objeto) de cu­ ya suma intenta el autor obtener la definición del interés. Desarrollando la misma idea, Thorndike dice que los intereses pueden ser in­ natos o adquiridos. En tal sentido, los intereses no constituyen una excepción de la regla general, es decir, que nuestra conducta está formada tanto por reacciones innatas como adquiridas que se sobreestructuran sobre su base. En su intento de dividir los intereses en innatos y adquiridos,da psicología objetiva vuelve a borrar toda diferencia entre el iinercsíy, los mecanismos del comportamiento o las fun- ciones psíquicas. No es casual que partiendo de talconcepción se produzcan nu­ merosas^'divergencias en las opiniones y teorías sobre el interés. La cuestión central para todas esas teorías es la siguiente: ¿adquiere el hombre en el proceso de su desarrollo nuevos intereses o ellos también se reducen a los in­ tereses innatos condicionados por factores biológicos? Cabe formular ese mismo problema de otro modo: ¿puede diferenciarse en psicología el interés y la atrac­ ción, cuáles son las relaciones existentes entre ambos? Como hemos visto, Thorn­ dike responde afirmativamente a esa pregunta, diferencia los intereses innatos de los adquiridos. No obstante se inclina a identificar la relación entre atracción e interés con la relación existente entre las reacciones innatas y las adquiridas. Que ese punto de vista impone, en su desarrollo lógico, la identificación de los intereses y las reacciones se ve fácilmente en las deducciones que hacen de esta tesis los representantes de la nueva psicología dinámica estadounidense. R. Woodworth, por ejemplo, considera que la capacidad de la psique humana de adquirir nuevos mecanismos equivale a la capacidad de adquirir nuevas aspiracio­ nes, ya que todo mecanismo, que se halla en la etapa de desarrollo, cuando alcan­ za una cierta efectividad, sin haberse convertido aún en automático, viene a ser por sí mismo una aspiración y posiblemente un motivo de acciones que se hallan fuera de su funcionamiento directo. Para los partidarios de la psicología dinámica, la propia aspiración no es más que un mecanismo activo relacionado dinámicamente con otros mecanismos debi­ do a lo cual, como dice este mismo autor, el proceso de desarrollo de los motivos secundarios o adquiridos es parte del proceso general de la formación de hábitos. Dicho de otro modo, los autores citados se inclinan a suponer, sobre la base de sus investigaciones, que simultáneamente con la formación de hábitos, de nuevos re­ flejos condicionados, de nuevos mecanismos de conducta, se originan nuevos inte- 13

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