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Nuestra comunidad indígena. PDF

530 Pages·1924·16.461 MB·Spanish
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HILDEBRANDO CASTRO POZO Nuestra Comunidad Indígena Editorial: “EL LUCERO " LIMA Tipografía “ El Lucero", Baquijano 791 1924 PROPIEDAD REGISTRADA . NUESTRA COMUNIDAD INDIGENA 11 OIHINHDININNIINNINE NWTOIMINIMININONIMION PRÓLOGO De algún tiempo a estaparte viene interesando á muchos hombres de ciencias y letras el proble. ma nacional que nos significa la colectividadindí. gena, y es merced á tal interés que nuestra litera. tura puede vanagloriarse de contar con una va. liosa serie de ensayos,de apuntes yde críticas des. tinadas á hacer resaltar los términos del proble ma. Empero ello no quiere decir que el estudio de la realidad indígena haya sido hecho con aquella serenidad que hace que las cosas sean observadas tales comose nos presentan,que es lo único que se puede conocer. Muy al contrario, los que más han urgado en la cuestión indígena son los que menos han sabido mantenerse en el plano de la ecuanimidad. Han exagerado los vicios,han tra. zado cuadros quenoson conformescon los datos de la diaria experiencia y han llegado á conclusio. nes interesantes, muchas veces dotadas del atrac tivo de la novedad, pero nunca legítimas ójustas. Esta cuestión no puede pasar desapercibida para ningúnperuano que ame de verdad á su pa. tria y tenga interés encoordinar todas las fuerzas I PRÓLOGO nacionales para forjar la grandeza de la naciona. lidad. Ella requiere de mucha buena voluntad y de un positivo espíritu dejusticia;espíritu que de be manifestarse en la dación de leyes libres de la influencia de los quetienen interés en sostener los " intereses creados" por más de cuatrocientos años de esclavitud de una raza, y de perversión de sus sentimientos y de sus aspiraciones ó voli ciones. Sin él po haremos más que seguir en el duro camino que hemos recorrido llevando con nosotros elpeso muerto de una colectividad que no es apreciada como verdadero factor del poten cial nacional para el presente y para el mañana. Al referirnos á laidea de peso muerto noque. remos decir que en la actualidad no sea el indio un elemento útilpara elprogreso del país. Muy lejosde tal bárbara afirmación, que no puede aceptarse sino por aquellos infelices que en una memorable ocasión en que se discutía en la Uni versidad de San Marcos la cuestión indígena, nos salieron con la antifona de que elindio era incivi. lizable y que se hacía imperiosa la medida enca. minada a hacer desaparecer ese factor de la vida nacional. Los que tal firmaban eran indios re. verendos y dotados de todas las galas de la civili. zación. Habían asimilado en mejor progresión que muchos blancos y mestizos, los valores de la vida que negaban á los infelices que por una de aquellas misteriosas injusticias de lavida no ha. bían podido llegar á una buena escuela y hacer su plantel de educación. Elindio es en nuestra vida elfactor primario. No quiero referirme por ahora á lo que el indio ha significado en el campo de las letras y de las cien. cias. Quiero únicamente manifestar aquel hecho II PRÓLOGO verdaderamente exacto y desconcertante por no ser conocido por quienesal estudiar el problema indígena buscan losdatos de relumbrón y no los quepodrían desviarlos de equivocados conceptos. Si nos fijamos en el campo de la vida agrícola ha. llaremos quees el indioelque labra latierra, el que cuidade la bondad delas cosechas, el que rea. liza, día á día, en medio de su grande ignorancia, lamejorade la producción nacional. Las áreas cultivadas de b y en la costa son las áreas de te. rreno que absorbieron la sangre y lasenergías de millares de indígenas, y que en la actualidad, no obstante de queen ellas se emplean implementos venidos del extranjero, siguen siendo regadas por el generoso esfuerzo del indígena costeñn, que se. gún los cálculos más autorizados contribuye al potencial de energías dedicadas en un año ala vi.. da agrícola de la costa, en más de un ochenta por ciento. ¿Qué hemos de decir de lo que es el indio, en la vidade la sierra? ¿Se han puesto a pensar los es. critores quehablandel indio,queno quierensu re. generación y que desean que sedestruya el factor trabajo que ellos representan, lo que sería la in. mensa sierra nacional sin los indios,sin el esfuerzo rudo y siempre mal remunerado del millón y me. у dio de indígenas que todo el santo día trabaja so. bre la superficie del suelo ó en las entrañasde la tierra, en la cumbre de los cerros y en los profun. dos llanos delas quebradas casi perdidas en el ol. vido geográfico de nuestros grandes hombres de gabinete? Seguramente que nó. Es muy fácil hacer pla nos desde el fondo cómodo de unescritorio, desde una ciudad en que las condiciones de vidahacen INI 1 PRÓLOGO pensar en grandes,portentosas cosas, pero esmuy diverso contemplarla realidad, vivir en el campo, saber lo que es elvalle y lo que es la cima andina, lo que es el pueblo y loquees el ayllu, lo que se tiene enla gran capital eomo resultado delpro. greso y del trabajo de los esclavos convertido en dineropor fuer dela mala organización social, y lo que se posee en las frías y desalentadorassole. dades de aquellos parajes donde las almas tienen que volverse melancólicas, donde la naturaleza no permite quese creen temperamentos fieros, rebel. des. Sólo el que ha pasado largos años de su vi. da en contacto con esas comunidades indígenas, que no han sido estudiadas en toda su amplitud, sabe de lo que es capaz el indio, de lo quepuede ser á condición de que se vaya hacia él con noble. za enel corazón, con el espíritu dispuesto á ten. derle la mano, á darle ayuda, á servirle de guía en la áspera senda que se tiene que recorrer para ha. cerlos factores mayores dentro de un imperio de igualdad. A base de tristes argumentos, de afirmaciones capciosas, antojadizaslas más de la veces, se han formado infinidad deleyendas sobre el indio, á ca. da cual más despectivaspara el alma y para el músculo de éste. Y no obstante ello, el indio nos va diciendo que somos injustos, que no tenemos derecho para negarle cualidades raciales de pri mer orden, al paso que hacemos todo lo posible para suprimírselas, para ahogarlas; al paso que no le brindamosjusticia en nuestros tribunales;al paso que hacemos de los indios la carnaza de nuestro servicio militar y lo ponemos en el potro de este deforme Estado para aplicarle los más crueles é ignobles suplicios. Lasafirmaciones de IV PRÓLOGO los presidentes de la república sobre el indio y sus derechos, sehan perdido en el vacío. Las quejas no han servido más que para la formación de irri. sorias galerías de retratos destinadosa servir pa. ra el extranjero, para engañar á losde fuera y á los pobres sordiotas queen esta capital y en algu. nas ciudades importantes del país, creen que hay un supremo interés en levantar el nivel cultural del indio. Nada se ha hecho en su favor. Al con. trario,cual sise quisiera hacer que el indio odiase con todas las fuerzas de su alma ingenua a la pa. tria, que nada le dá y que todo le saca,se le llena de impuestos, se le hace carala vida, se le sume en la miseria y se pide su trabajo á granel para to. dos los servicios. Esta gran bestia de trabajo que para los cua trocientos mil " buenos peruanos", es el indio, no debe merecer desatendencia por más espacio de tiempo. Por un interés egoísta, siquierahay que ir hacia él, hayqueredimirlo, hay que asimilarlo en todas suscalidades, para conservarlo, para te nerlo en mejor aprovechamiento. Los Estados necesitan de población y de dinamismo de ésta. Sin aquella no pueden aspirar á ser grandes, á progresar, a explotar sus riquezas naturales, á creargrandes industrias y á seguir por el camino del progreso hasta llegar a la cumbre de la civili. zación en un momento dado de la historia. Los países que se despueblan, languidecen, van hacia una muerte segura. Los otros adelantan y el des. poblado quedacomo un rezago de los tiemposque dan vergüenza. Ayer, en nombre de una religión de amor, los intolerantes reyes de España arroja. ron ámiles de moros y možárabes, dejando con ello abandonados los campos, muertaslas indus. V 1 1 PRÓLOGO trias yperdido en grande el comercio y la vida comercial de la España. La decadencia siguió á tal cosa, yla decadencia española de ahora, pese á la floración que de tiempo entiempo se anuncia, no es más que una consecuencia de esa maldita política de querer mezclar los asuntos de la con ciencia con los asuntos del Estado. El deber nuestro se halla en ir hacia el indio, en asegurarle sus legítimos derechos, en abordar el problema de la repartición de la tierra, en fo. mentar la escuela sana, en desterrar la supersti ción, en evitar que las condiciones del mediosigan actuando comofactores negativos ó contrapues. tos á los esfuerzos bien orientados de una política 1 dinámica, hartamente creadora. No hay por qué 1 tratarlo como el luciferino que debe perecer conde-. nado en elfondo delasminas, en la tristeza de los páramos ó en la vida fuerte, injusta delos cuarte. les, de los cambios de clima, dela desatendencia y del servicio continuado. Su músculo, que es el músculo que rinde las utilidades de trabajo que se 1 traduceu en la riqueza del Estado y en la riqueza 1 de los capitalistas, debe ser vigorizado; su espíri. tu, que es parte del espíritu de la nacionalidad, debeser alzado, debe ser ennoblecido por medio, no de la prédica bueca, de la declamación y de la promesafalaz y siempre repetida, sino porla ac ción que vaya acrearla verdadera igualdad ante la ley, quees la igualdad enobligaciones y en de. rechos. Sólo asípodremosllegar aestar tranqui. los;sólo así podremos mirar sin inquietudeslos problemas delmañana, porque una vez zanjada esta cuestión de la comunidad indígenaen la for. ma racional aconsejada por los más nobles senti mientos y por las más poderosas conveniencias VI

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