La cristiandad o Europa colección Pequeños Grandes ensayos director de la colección Álvaro Uribe consejo editorial de la colección Sealtiel Alatriste David Turner Barragán Arturo Camilo Ayala Ochoa Elsa Botello López José Emilio Pacheco Antonio Saborit Ernesto de la Torre Villar Juan Villoro Colin White Muller director Fundador Hernán Lara Zavala Universidad Nacional Autónoma de México Coordinación de Difusión Cultural Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial NOVALiS La cristiandad o Europa Presentación de adrián soto Briseño Traducción de lorena díaz González universidad nacional autónoma de méxico 2009 Novalis, 1772-1801 La cristiandad o Europa / Novalis ; presentación de Adrián Soto Briseño ; tr. de Lorena Díaz González. –- México : UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, 2009. 64 p. ; 15 cm. –- (Colección Pequeños Grandes Ensayos) Traducción de: Die christenheit oder Europa iSBN 1. Novalis, 1772-1801 – Crítica e interpretación. 2. Cristianismo – Obras anteriores a 1800. 3. Cristianismo – Siglo XViii. i. Soto Briseño, Adrián. ii. Díaz González, Lorena, tr. iii. Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial. iV. t. V. Ser. 270.81-scdd20 Biblioteca Nacional de México Título original: Die Christenheit oder Europa, en Deutscher Geist. Ein Lesebuch aus zweit Jahrhunderten. Erster Band (t. 1), Oskar Loerke y Peter Suhrkamp (comps.), Suhrkamp Verlag, Berlin und Frankfurt am Main, 1953, 1032 pp. Primera edición en la colección Pequeños Grandes Ensayos: 3 de septiembre de 2009 © D.R. universidad nacional autónoma de méxico Ciudad Universitaria, 04510, México, D.F. dirección General de PuBlicaciones y Fomento editorial iSBN de la colección: 978-970-32-0479-1 iSBN de la obra: impreso y hecho en México PróloGo La edad de la revelación Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar. Arthur Schopenhauer Quizá sea en épocas en las cuales predomina la razón, y como consecuencia de ésta el sin- sentido, cuando más se presiente la existencia divina como estática, latente en el aire, y la lucha por confirmarla es heroica. Así, es posible que escondido tras lo explícito el milagro subsista bajo una apariencia ordinaria; aquello que es prodigioso debe generar fe, pero no puede, bajo ninguna circunstancia, explicar lo divino, pues ¿qué sería de la fe si estuviera confirmada por la certeza?; ¿podría alguien dudar de lo sagrado?; ¿acaso no perdería la fe su esencia al convertir- se en certidumbre, y lo divino que conlleva su naturaleza al volverse ordinaria? Es posible que en todas las épocas persista, oculto bajo lo aparente, un estrato profundo y crítico, como una corriente subterránea que acecha en el fondo de la humanidad, esperando el instante de resurgir a la luz para inundarlo todo con ideas provenientes del reino de las tinieblas y del sueño; sus emisarios tendrían como objetivo restituir a la humanidad, no como un fin en sí, sino como un momento en el devenir del cosmos, pues ella es el pequeño eslabón que justifica la existencia del mundo: “la humanidad es el sentido más excelso de nuestro planeta, el ojo que levanta hacia el cielo, el nervio que une este mundo con el mundo superior”. Me inclino a ver en Novalis, aquel que descubre tierras nue- vas, un emisario de esta corriente oscura y mal comprendida, pues a menudo cuando un poeta se empeña en convertir sus idearios estéticos en ciencia y política, buscando un cambio pro- fundo de la humanidad, y amenaza con derruir las fronteras que separan a la vigilia del sueño, aspirando a dicha transformación, su actividad se convierte en algo intolerable y peligroso, es desterrado y su palabra proscrita. Algo fundamental comenzaba a gestarse en la época en la cual vivió Novalis. Un universo racional había desplazado a las demás formas de conocimiento, sobre todo a aquellas no fundadas sobre nociones comprobables; de ahí 8 que fuera por completo natural que una facción • más profunda, menos analítica y dogmática que el criticismo, se resistiera al imperio de la razón. Parecería que, tras el advenimiento del luteranis- mo, el desarrol lo teológico generado en el Me- dievo desplazó su actividad que, tras nutrirse de ideas renacentistas, el romanticismo temprano terminó por asimilar a través de las corrientes fundadas en el pietismo; la theologia naturalis se transformó en materia viva y ordenadora, de suerte que todo en aquella época parece tender hacia la religión en un entusiasmo, un ímpetu cre- puscular: literatura, ciencia, filosofía e historia; pues era necesario disolver la religión para preservar lo divino; y a la vez, salvar al hombre de la concreción de las nociones a las cuales lentamente lo estaba arras trando la ilustración. Por tanto, el poeta debía trascender su actividad mediata, pues un hombre que no cree no puede ser poeta; todo en él es pulsión astral, energeia; debe aspirar a todo, a regular la totalidad de la existencia, porque venimos del misterio, somos el misterio latente, por revelarse; y para alcanzar esa revela- ción debemos armonizar los elementos contrarios de nuestra naturaleza, proyectar las corrientes oscuras que nos mueven, a fin de que algo en 9 nuestro interior se produzca y evolucione. • Profundamente entusiasmado por el ensayo de Friedrich Schleiermacher Sobre la religión: discurso a sus desdeñadores ilustrados, Novalis compuso La cristiandad o Europa entre octu- bre y noviembre de 1799, y lo leyó por primera ocasión en Jena, durante una tertulia a la cual asistieron Friedrich y August Wilhelm Schlegel, Ludwig Tieck, Friedrich Schelling, Caroline Schlegel y Dorotea Veit, el 13 o 14 de noviembre de aquel mismo año. Las opiniones que presen- taba, así como la idea de progresión histórica que impulsa a la humanidad hacia una época dorada que se nutriría de los errores de las eras precedentes, originaron arduas disputas entre los románticos. Mientras Friedrich Schelling1 sugirió que el ensayo fuese publicado en la revis- ta Athenaeum, Ludwig Tieck, August Schlegel y Dorotea Veit se mostraron más escépticos frente a su contenido. Finalmente acordaron presentar el manuscrito a Goethe para que decidiera sobre su destino; enviaron el ensayo a Weimar y, como resultado lógico, fue rechazado, lo cual provocó que se publicara cuando ya había transcurrido un cuarto de siglo desde la muerte de su autor, tras imprimirse por cuarta vez las obras recopiladas 10 de Novalis. • Era natural que Goethe se opusiese a las ideas que se presentaban en el ensayo, ya que en su obra lo social domina a lo poético, lo encauza en un sentido económico y práctico, mientras en los escritos de Novalis la poesía busca fundirse con la política, como una fuerza antigua y vivifi- cadora: la anunciación de una nueva humanidad, la humanidad de la trascendencia. Hombres de sentido común consideraron oscurantistas las ideas presentadas en La cristiandad o Europa, pues creían que en este texto se abogaba por el regreso a épocas de terror ya superadas, cuando en realidad Novalis deseaba comprender el fluir de las fuerzas históricas para anunciar un nuevo equilibrio: no el predominio de lo intuitivo sobre la razón, sino su comunión con ésta. Friedrich von Hardenberg2 partió de la con- vicción de que la historia de la humanidad tiene un sentido, y para deducir su cauce es necesario adaptar su ritmo, entender dentro de nosotros sus procesos y conciliarlos con el crecimiento de nuestras cualidades, permitirles madurar en nuestro interior para transformarlas en nosotros mismos y aceptar su fluir. Como un sentido que va mutando y en el cual se transparentan nuevas 11 sensibilidades, nuestro conocimiento del mundo •