Description:Cada historia engastada en las calles de la Ciudad de México, emerge de un pasmoso silencio y renace en el corazón de quien la escucha, posponiendo una vez más la obscura ventura del olvido. A través de los recuerdos de la ciudad, Gonzalo, joven guía de amores volátiles, revive memorias ajenas y moldea las suyas. Su pasado se convierte en bruma y aliento, orillándolo a tomar decisiones impostergables. Entre las alteraciones de su vida y el acecho de sus temores, este guía de turistas devela al lector la memoria oculta de vidas pasadas, entre otros relatos, nos encontramos con pasos apasionados sobre la antigua calzada del Empedradillo, a un costado de la catedral; nos narra su sentir sobre la historia de la calle del Esclavo, hoy República de Chile; evoca a un desollado Patlahuaztin, Tlaxcalteca de gran aplomo; relata los recuerdos de un México que se resiste a ser olvidado, mientras combate con la impetuosa realidad que lo transforma y lo reinventa, a veces, en contra de su conciencia. La llegada de un amor más grande le abre las puertas a otro apasionado, ambos le muestran la vida desde la paradoja del cambio permanente.
(…) andamos ya por la calle de Perú. Sobre esta calle, se da una de esas historias que durante mucho tiempo se tomaron por ciertas y que la iglesia no hacía mucho por corregir ni menos por disipar. (…) el clérigo amancebado, desoía los buenos consejos de su amigo el herrero y por más que platicaban, el padrecito seguía con su camino torcido (…)
Se sabe, que por el año mil seiscientos setenta, habitaba un clérigo, un padrecito de esos que viven una vida ordinaria en el púlpito, que acarrean conciencias y salvan almas. Todo en orden, para quien miraba solo la fachada de aquella casa en la Puerta Falsa de Santo Domingo. Pero pocos eran los que realmente conocían el tic tac de las entrañas de ese hogar, que, para empezar, no solo lo habitaba el padrecito, también palpitaba el corazón y la carne de una mala mujer con quien convivía el padre de manera deshonesta. (…)
(…) ¿Y por qué golpeaban a la pobre mula? (…)