Eso se preguntaba Simón una y otra vez mientras anclaba las pupilas en el cantante de aquel grupo de rock, hasta ese día totalmente desconocido para él.
Sí, una persona podía brillar. Al menos Mike Allen lo hacía, con una potencia tan extraordinaria que incluso él, que jamás se había sentido atraído por nadie del mismo sexo, era incapaz de apartar la vista del escenario.
Estaba fascinado.
¿Puede una persona ser un oasis de paz para otra?
Eso se preguntaba Mike mientras sus ojos recorrían a Simón de arriba abajo con avidez.
Apenas le conocía, pero desde el primer momento que cruzaron sus miradas, sintió una fuerte conexión con aquel hombre moreno de aspecto tranquilo y reservado, tan diferente a él.
Quizá era una locura lanzarse a averiguarlo, pero ¿desde cuándo era él una persona sensata?