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Museum revista mensual de arte español antiguo y moderno y de la vida artà stica contemporà PDF

33 Pages·2007·29.54 MB·Spanish
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IGNACIO ZULOAGA J D ECUERDA el lector las Cartas persas, que de manera tan peculiar y discutida ha v ^ l\ del insigne barón de Montesquieu? visto España, lo exige. «No existe patria sin graves defectos y que Para mi, al menos, no hay ninguna gran no haya caído en formidable error para el Escuela de pintura, ninguna Escuela pictó- hombre que sabe ver y sentir», escribe rica de abolengo que supere el interés y la Usbek desde París a su buen amigo Iben, de vitalidad de la española. En ésto no hay pa- Esmirna. Y así es, sin excepción. Como ralelo posible. Mientras todas las restantes de los hombres, puede asegurarse de los pue- Escuelas tradicionales de pintura se agotan blos. Y aún mejor, a poco que se medite en el siglo xvm, si es que le alcanzan, la sobre esa sentencia del supuesto Usbek. nuestra ofrece en esa misma época, en que «Hay dos patriotismos», advierte Luis Ara- aquéllas declinan y se consumen, una figura quistain en su libro Entre la guerra y la re extraordinaria y singular en cuyas creacio volución. Y es, asi nes geniales pue mismo, bien cierto. den observarse los Uno cual vena de antecedentes de to agua, oculto, y otro dos o casi todos los que nos sale cons momentos estéti tantemente al paso cos que siguieron en nuestro camino. a la desaparición de Uno, silente. Y la misma, no pa otro, ruidoso. La rando en Goya ese fecundidad carac interés y esa vita teriza a aquél, y la lidad. esterilidad a éste, Cabe citar no po contra el que con cos nombres para viene prevenirse. probarlo. Pero bas El primero es de ta uno. Es suficien unos pocos, de una te el de Zuloaga. minoría. Y el se Ninguno de los gundo es de mu maestros contem chos, es vulgar y poráneos de la Pin suele exteriorizarse tura española acre con fáciles e intras dita mejor que éste cendentes asertos la influencia de la formulados en ho tradición, sin per- nor de la patria. juicio natural Por ésto juzgo ne mente, de perfilar cesario distinguir a un mismotiempo uno de otro al dis una vigorosísima ponerme a hacer personalidad. Na BARDASANO RETRATO DE IGNACIO ZUl.OAGA una afirmación fa die subraya con vorable a España. Y por que no parezca vul aportación más cuantiosa que el autor de La gar mi patriotismo he consignado aquélla víctima de la fiesta la pujanza vital de nuestra sentencia de Usbek, suscribiéndola. Ahora tradición pictórica. Primero con su dibujo bien: habrá que volver sobre tales acepciones — tan apasionado y expresivo — y con la y distingos. La labor de Ignacio Zuloaga, carga — españolisima — de su paleta. Y ense- Vol. VII. N.°II 393 IGNACIO ZULOAGA GREGORIO EL BOTERO guída con sus preocupaciones y sus tenden alentar el padre acerca del porvenir del hijo. cias críticas. Este quería ser pintor, sólo pintor, y fué re Al Museo del Prado debe el glorioso maes chazando todas las sugerencias paternas. No tro buena parte de su personalidad. Antes de quiso ser arquitecto. Ni abogado. Ni dedi que traspusiera las puertas del Museo ani carse al comercio. No sería sino pintor. La maba a Zuloaga un vibrante temperamento independencia y el tesón, que habrían de de artista, de pintor. Había en aquel mucha guiar todos los pasos del artista — gran tipo cho recién llegado a Madrid una ardorosa de vascos —, se manifestaban tajantes, ina vocación, que allá, en Eibar — donde naciera pelables en el rapaz. Y la vocación era here Zuloaga hace sesenta y cuatro años —, se dada, porque muchas de las ramas del árbol había impuesto a los deseos que hubo de genealógico de los Zuloagas están cuajadas 394 IGNACIO ZULOAGA LAS BRUJAS DE SAN MILLAN de nombres que evocan otras tantas vidas se encuentra nuestro pintor. Al Museo del que se consagraron al Arte. Sin ir más lejos, Prado debe — insisto — mucho de su perso el padre era orfebre y el tío Daniel fué ese nalidad. Es allí — ante los cuadros del Greco, entusiasta ceramista que en la vieja y aban de Velázquez y de Goya — donde el joven donada iglesia segoviana de San Juan de los Zuloaga descubre el camino, que seguido Caballeros, que él hubo de adquirir y de res sin titubeos y sin desmayos, debía hacerle fa taurar, creó uno de los más bellos tipos de moso. Allí aristocratiza, por decirlo así, el cerámica castellana y reavivó los rescoldos oficio. Consultando a los maestros máximos de una tradición que se perdía en las postri de la Pintura española. Y allí se inicia su merías del siglo xix y que hubieron de en sagaz visión de España, del drama español. cender los moros. Pero en el Museo del Prado A través de esos pintores. Tratando de des- 395 entrañar la clave de los delirios de Dómem atribuye esta réplica a cierto crítico, que juz eos Theotocópulos, regustando el naturalis gara como irrespirable el medio en que apa mo y el realismo del autor de Las hilanderas rece pintada La familia de mi tío Daniel: y midiendo el impulso ético del genio de «¡Qué mis figuras no respiran! ¿Y a mí que Fuendetodos. me importa? Yo no me preocupo de que res «El español ve mucho mejor que piensa», piren como no me preocupo deque coman». ha escrito Unamuno, y de ahi que sean nues Procede subrayar bien que el gran pintor tros artistas, principalmente nuestros pinto ahonda en el alma española llevado de la res, los que han revelado con mayor claridad mano durante buen trecho por el Greco, los más significativos giros del espíritu na Velázquez y Goya, pues hay un error que cional. Ellos invitan y ayudan a pensar. Y espera aclaración con respecto a este punto. Zuloaga, dotado con largueza para ejercer la «La pintura de Ignacio Zuloaga — señala función analítica, empezó en el Museo del Bernardino de Pantorba — es una pintura Prado el análisis de las técnicas de nuestros influida por la literatura y creadora de lite más ilustres pintores, de las técnicas de los ratura a su vez». Se ha relacionado su labor tres preferidos y de las técnicas de otros, para con la llamada generación del g8. Y se llegó concluir, después de indagar en cada pince a dictaminar por muchos que, en más o en lada de ellos su razón de oficio, por buscar menos, esa labor respondía a la literatura de en las mismas su razón filosófica, su más Baroja, de Adorin, de Ganivet, de Ortega y alta o trascendental razón filosófica. Gasset, de Unamuno... No faltó quien dijera Lógicamente el autor de Las brujas de que aquélla es una consecuencia de ésta. El San Millán no se limitó a contemplar los error tiene, pues, distintas medidas. Y pudo cuadros de esos pintores. Copió varios. Con caerse en otro. Cupo decir que la generación trastó sus observaciones en la paleta. Contuvo del g8 era, por el contrario, una consecuen sus propósitos de creación y, fiel a una rigu cia de la pintura de Zuloaga. ¿Por qué no? rosa disciplina analítica, hubo de entregarse Tan categóricas son las razones en que puede a esta labor. Entre acudir a los estudios de la apoyarse una u otra afirmación. Academia de San Fernando o a las salas del Pero lo cierto es que Zuloaga pertenece a Museo del Prado no vacila. El joven pintor aquélla generación que empezó a renovar opta por éstas. Abriga la seguridad de que todos los valores estéticos en pleno desastre ha de aprender mucho más enfrentándose colonial; que pertenece a la generación del 98 con los maestros del Museo que junto a los — título que la historia de nuestra Literatura profesores de la Academia. Y este es su pri ha podido hacer suyo con más derecho que mer gesto contra el academismo. Gesto que, la historia de nuestras Artes plásticas —, y como todos los suyos, representa una adver que, con aptitudes semejantes a las de esos tencia o una lección que no debe ser sos hombres de letras, inició su vida artística layada. Gesto que contribuye con oportu bajo el influjo de las mismas circunstancias nidad, mejor apreciada hoy que entonces, a que influyeron en aquéllos, impresionándo diferenciar el academismo, perjudicial o ino se y discurriendo del mismo modo. «Cuando cuo, del clasicismo, conveniente y fecundo. los escritores de la generación del g8 hundían Porque Zuloaga, que se ufana de no haber las demoledoras plumas en el corazón recién concurrido a ninguna academia, encarece su llagado, Zuloaga hundió también sus pince educación clasicista. La encarece él y la en les en sangre», ha afirmado José Francés. carecen los más atinados comentaristas de su Y es muy posible que, por su trato con los arte. «Pinta con toda la bella y sencilla técnica jefes de nuestra Pintura, advirtiera esos acen de antiguamente», afirma Camilo Mauclair. tos, tan emotivos y aleccionadores, antes que Y al maestro — que pudo decir con Degas que tales literatos. Precisamente, uno de estos «el aire libre sólo sirve para respirar» — se — Miguel de Unamuno — abona el supuesto. 396 EL MATADOR "CORCITO' POR IGNACIO ZULOAGA IGNACIO ZDLOAGA De como apreció España esta postura del cosas de la obra y del arte del mismo. A pintor vasco; de como hubo de apreciarse ese veces aclara ciertos puntos obscuros o que, a modo de ver, de sentir y de interpretar en primera vista, sorprenden. Empero, la vida los medios artísticos y literarios españoles, importa mucho menos de lo que se cree». Y se tratará luego. Por el momento, sigamos terminó pidiendo: «Aluda a mi vida lo menos al artista. Veamos como completó su educa posible. Lo indispensable. Yo sé por qué le ción clasicista en Italia y como la contrastó ruego ésto.., y usted también lo sabe». No se en París. equivocaba en esta presunción mi interlocu Creo que una pensión facilita su salto a tor. Los que le han envidiado y le envidian, Italia. Tengo entendido que el autor de los enemigos que hubo de proporcionarle su El Cristo de la Sangre estuvo pensionado en gloria han echado mano a todas las armas la Academia Española de Bellas Artes, de que han tenido a su alcance, y no han falta Roma. Pero no estoy seguro de ello. Cuando do quienes simularon ver en muchos de los hablé con él para anunciarle que me dispo actos del maestro una intención de reclame, de publicidad. He procurado servir ese ruego. nía a escribir acerca de su vida, de su obra y Prescindí cuanto me fué posible de la vida de su arte, el maestro me invitó a limitar el de Zuloaga, renunciando a todo lo que no proyecto. «La vida no interesa», me dijo. tuviese una bien definida significación. No Como es natural, hube de argüir: «La vida se extrañe, pues, el lector si no encuentra interesa, no ya porque satisface una curiosi ciertos datos biográficos u observa poco con dad legítima de las gentes, sino porque en el cretados aquellos que se consignó. caso de usted, al igual que en los casos de todos los artistas, su vida contribuye a expli Roma retuvo a Ignacio Zuloaga lo que la car su obra y su arte». No podía replicarme Ciudad eterna puede retener a un pintor que el pintor, y convino conmigo: «Sí; efectiva dispone de un par de años para visitar Italia: mente, la vida de un artista explica muchas poco tiempo. Porque otras muchas ciudades 398 PLAZA DE NAIERA — Florencia y Venècia principalmente — le ¡ Cómo vibraría el orgullo en aquel español! llaman. Pero en la capital de Italia debió Mengs dijo de ese retrato velazqueño que pa sentir este gran autor de retratos que es el recía «pintado con la voluntad». Y Reynolds maestro vasco una de las impresiones más lo estimó como lo mejor que había visto en fuertes e inolvidables de las sentidas allá, Italia. No es cosa de transcribir otros juicios en el llamado país del Arte. Me imagino al laudatorios. «Con lo que en alabanza de este maestro en la Galería Doria, en el gabinete retratóse ha escrito, podría llenarse un grue donde se conservan las perlas de la colección, so tomo», supone Jacinto Octavio Picón en enfrentado con el retrato de Inocencio X, su Vida de Velá^que^. Nadie dijo, empero, que pintara Velázquez... El encuentro tuvo nada más exacto y sugeridor que el gran que conmover vivamente a Zuloaga. Prime pintor alemán ni nadie llegó en su elogio ro, la alegría le iluminó su rostro. Luego, el adonde se atrevió a llegar el gran pintor in interés iría apagando esa iluminación. Y des glés. Prescindamos, en consecuencia, de otras pués, el tiempo hubo de transcurrir, segura frases. Y deduzcamos la actitud adoptada por mente, sin que el joven pintor se percatara Zuloaga frente a esa obra maestra, de uno de de ello. Es de suponer que tuvieron que avi los pintores que más ha admirado el vasco. sarle el inmediato cierre de las puertas de la Hubo de volver, sin duda, muchas veces famosa Galería por aquel día. Y en la calle, éste por el antiguo palacio de los Pamphilli, ¡qué emoción, qué ideas, qué pensamien de la vía del Corso. El maravilloso retrato tos exaltarían la imaginación del artista! fué estudiado celosamente. Y las conviccio- 399 nes de Zuloaga hubieron de sentirse fortale He aquí, pues, cómo la lección mejor que cidas. Todas las convicciones. Porque en ese recibe Zuloaga en Italia se la da, no un pintor retrato, su autor no se cree en el caso de ser italiano, sino otro pintor español. Lección más generoso que el modelo. Velázquez va inolvidable, que juzgo obligado a subrayar hasta donde éste le lleva. Vis a vis con Inocen con fuerte trazo, después de haberme hecho cio X, retra pensar en ese tándolo,el pin retrato mu tor no siente chos cuadros piedad por los zuloaguescos. errores y de Completada fectos de aquel su educación papa feo, ordi c1 a s i cis ta , nario, mal in nuestro pintor tencionad o . hizo las male Ante aquel tas y se marchó pontífice, acer a París. Había bamente sati que contrastar rizado por sus aquel clasicis propios subdi mo. tos y del que París a fina ningún histo les del siglo riador se hizo xix... Piense el buenas len lector. FA sitio guas, Veláz no podía me quez no siente jorarse. Y el la piedad que momento tam sintió frente a poco admitía los bufones y mejora; era el hombres de pla más oportuno. cer desús reyes Todos los con ni el respeto ceptos que po que le inspira dían interesar ron éstos y los le figuraban en demás altos cada orden del personajes de día de aquélla la Corte espa época. Todos, ñola. El pintor absolutamente llegó — repito todos. Los vie — hasta donde jos y los nue hubo de llevar vos. Se revisa le el modelo. IGNACIO ZULOAGA SEGOV1ANO ban los prime ros. Y se saludaban los segundos. No había Consignó, sin escrúpulo alguno, cuanto éste un solo cenáculo que no mantuviese fuego le dijo. Y, tal vez por excepción, afirma la bajo su crisol. Se dogmatizaba. Se discutía. absoluta libertad del Arte. Lo que no impi Y se vociferaba. Cunden la confusión y el dió que el zafio Inocencio X se sintiera satis barullo. Sobre todo cuando, dejando aparte fechísimo del retrato — que corroboraría por los conceptos referentes a la Literatura, se los siglos cuanto malo dijesen del modelo los discurre ose aparenta discurrir sobre loscon- historiadores — y lo premió con largueza. 400 ANGUSTIAS, POR IGNACIO ZULOAGA ceptos propios de las Artes plásticas. Camilo nizaban «le plein air», «la pleine ciarte». Las Mauclair ha glosado con evidente acierto ese audacias del impresionismo eran cada vez caotismo en su libro Un siècle de Peinture mayores y más coreadas. Puede decirse, por française, obteniendo la conclusión, entre consiguiente, que el clasicismo estaba en baja otras, de que, pese a las rotundas afirmacio por esta época. Pudo, por tanto, someter Zu- nes que hacían todos los artistas, ninguno loaga el suyo a duras pruebas. hubo de ser por entero, puramente, lo que Su criterio no es batido. De esas pruebas decía ser. Y así puede verse en Ingres — jefe sale airoso. Más fuerte, si esto cabe. Empero, de los tradicionalistas, conservador en Polí el pintor no dejó de apreciar valores en sus tica como en Arte — la autorización del mo adversarios y de sentir, para recordarlos ya vimiento antiescolástico de Manet, y en De- siempre, tales valores. Como nadie hubiera lacroix — reno podido impe vador, que llevó dirle que se a su taller la efu chanceara del sión liberal de la Manet que bla calle -, rasgos sonaba de avan muy encareci zado frente a la dos por los aca Olympia, de demistas más re- éste, tan clásico calcitra ntes. en ese y en otros Todo por uno cuadros, nadie de esos raros nos podría im esguinces de la pedir a nosotros continuidad ar ver trozos de tística, como aire libre en dice el ilustre muchos cuadros crítico de Le Fi zuloaguescos; garó. Pero nues anotaciones tro pintor pudo exactas de luz en oír todo lo bue no pocos fondos no y todo lo ma y paisajes inven lo que se decía tados, de Zuloa- del clasicismo. Y ga. Y es que... todo lo bueno esos esguinces y todo lo malo de la continui que se decía de dad artística a los otros ismos que alude Mau existentes por clair se encuen aquella fecha. tran igual en Manet ya había España que en puesto en circu Francia. Por Ita IGNACIO ZULOAGA. RETRATO DE D. RAMON DEL VALLE INCLAN lación aquella lia pasó Zuloaga silenciosamente. Pero en París fué otra cosa. frase que pudo hacer suya nuestro Sorolla: Aquí encuentra a numerosos y joviales artis «El principal personaje de un cuadro es la tas españoles. Aquí están los artistas bohe luz». Hacía bastantes años que el pueblecito mios de Cataluña que acaudillaban Ramón de Barbizon hubo de ser descubierto por los Casas y Santiago Rusiñol. El vasco es un paisajistas de París, y que éstos — Rousseau, buen camarada y se enrola en la vida bohe- Troyon, Corot, Millet, Daubigny... — preco- 402

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Víspera de corrida, que figura actualmente en el. Museo de Arte Mo- derno, de Bruselas. Ha empezado la ofensiva contra el maestro. Como ya.
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