Description:Había estado tentado de disculparse y no acudir al «party». Pero cada vez que descolgaba el auricular, vacilaba y volvía a dejarlo en el soporte. Por supuesto, en su vida particular, y bien demostrado que no intervenía para nada el soborno, Archibald Decelis podía hacer lo que le viniese en gana, siempre y cuando estuviese dentro de la Ley. En aquel caso concreto, el soborno no podía existir, no tenía base para que existiese. En cuanto al «party» en la quinta de los Perring, era seguro que las malas costumbres o los atentados contra la Ley no se darían en abundancia. La gente de dinero sabe hacer las cosas malas con mucha discreción. Pero lo que varias veces había obligado a Archie a colocar de nuevo el auricular en su sitio no eran todas estas consideraciones de índole moral o de honradez profesional…