La balsa de la Medusa, 3 Colección dirigida por Valeriano Bozal © Valeriano Bozal Fernández Madrid, 1987 © Visor Distribuciones-Ediciones Antonio Machado, 1987 Tomás Bretón, 55. 28045 Madrid ISBN: 84-7774-003-8 Depósito legal: M-35.632-1987 Impreso en España - Printed in Spain Gráficas Munel. Calle Buhigas, s/n. Getafe (Madrid) Indice Introducción........................................................... 13 Primera Parte 1. Representación y sujeto................................. 19 1.1. La pregunta por la representación. 1.2. Fi gura y significación. 1.3. Representación y sen sibilidad. 1.4. Reconocimiento y conocimiento estético. 1.5. El iconismo. 1.6. La representa ción del sujeto en el icono. 1.7. Nota biblio gráfica. Segunda Parte 2. El creador de fantasmas: éste es aquél ......... 65 3. La ciencia del pintor: elogio de la mirada .. 97 4. «Disegno» e idea ........................................... 123 5. El espejo de Narciso ................................... 153 Tercera Parte 6. A la manera de la naturaleza........................ 193 6.1. Naturaleza, arte, genio. 6.2. La facultad de juzgar y la teleología de la naturaleza. 6.2.1. Teleología de la naturaleza. 6.2.2. Juicio reflexionante. 6.3. Las condiciones del juicio de gusto. 6.3.1. La inmediatez del juicio de gusto. 6.3.2. Desinterés. 6.3.3. Universalidad. 6.4. El placer estético. 6.5. La belleza y el arte Indice de ilustraciones........................................... 219 Indice de nombres citados..................................... 221 Indice analítico ............................................... 227 9 Introducción Frente a la pretensión habitual de los libros, demostrar algo, una idea, una tesis, una teoría, este que ahora introduzco sólo intenta dejar libre curso a la reflexión. Su progresar, si es que tiene alguno, se mueve en la dirección que la dinámica inscrita en la propia dirección conlleva. La mimesis es, a la vez, tema, motivo y pretexto. Tema explícito del pensamiento que puede haber, motivo, a su vez, para ir más allá de la misma mimesis, pretexto para una reflexión quizá más personal que académica, pero que en molde académico ha deseado encerrarse, pretextan do así mejor figura. La mimesis era asunto que parecía arruinado en la historia del arte contemporáneo, abstracto, y gracias a ella. Pero los úl timos « coletazos» de ese hacerse que conocemos con el nombre de historia de la vanguardia han puesto de relieve que la mi mesis era cuestión central y polémica, y que su dificultad podía convertirse en el eje de una reflexión más amplia, no limitada al arte contemporáneo. La esteticidad o artisticidad —por usar un término quizá pasado de moda— de las imágenes hiperrea- listas no radica tanto en su capacidad mimètica, que es, como resulta evidente, mucha, cuanto en la dificultad de satisfacer o cumplir la mimesis total que parecen proponerse, y que, satis fecha, hubiera creado dobles o monstruos, no obras de arte. Los textos que constituyen los diversos capítulos de este li bro se centran en ese mismo asunto: la dificultad de la mime sis, tierra de promisión de muchas, si no de todas, las épocas, y que, como toda tierra de promisión, resulta siempre inalcanza ble, desviada y difícil. La reflexión sobre esa dificultad es el mo tivo de las páginas siguientes y es, el lector habrá de decirlo, el eje de su lógica. El que pretenda una lectura histórica, que no es la única po sible ni, en mi opinión, la recomendable, advertirá diversos, al gunos grandes, saltos. Los motivos por los que no he hablado sobre la mimesis medieval, si es que hubo tal cosa, aluden a mi falta de conocimiento del tema; los que han reducido las refe rencias al siglo XIX o, aun, a la contemporaneidad más inme diata, son de signo distinto: sólo cuando ha logrado salir de un medio en el que estamos excesivamente metidos —es el nues tro—, la reflexión adquiría un mínimo de claridad y determi nación, y sólo en esos momentos la he dejado convertirse en escritura. No se me oculta, tampoco, que la reflexión sobre motivos teóricos no es suficiente. Es preciso completarla —porque ella misma lo exige y a ello conduce su propia dinámica— con la que se centra en la práctica artística. Espero que ésta pueda ser motivo de dos publicaciones más, cuyos fragmentos empiezan ahora a perfilarse como textos más completos, en un caso sobre aquellos pintores que, valga la expresión, pintaron la pintura, volvieron sobre ella, en otros, viendo a los que, sin olvidar la pintura, se volcaron sobre las cosas y su presencia. No por eso quedarán excluidos poetas o escritores, que tanto tienen que ver con la mimesis y tantas veces aparecen en estas páginas, pero mi pensar sobre ellos es aún en exceso fragmentario y provisio nal como para insinuar nada futuro. Una última indicación, quizá ya excesiva y a destiempo, so bre la lectura: cada uno de los capítulos ha sido redactado para permitir una lectura independiente y el primero, Representación y sujeto, fue escrito el último, resultado de los demás, que abre camino a un texto nuevo, todavía no realizado. El lector puede optar con libertad absoluta por leerlo en el orden que aquí se le ofrece o dejarlo para el último momento..., si es que para en tonces desea continuar con el asunto. La mayor parte del texto que aquí se ofrece fue expuesto en forma de curso académico a los estudiantes de estética de la sec 14 ción de filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid. La exposición se completaba con lecturas y comentarios que, no es tando aquí, el lector menos avispado inducirá rápidamente. En conversación particular con algunos alumnos se me señaló el ca rácter oblicuo, lateral y sesgado de muchas de las explicaciones profesorales y, supongo, de las que aquí publico ahora. Argu menté, y lo recuerdo porque quizá convenga al lector antes de continuar, con la dificultad de elaborar una posición nítida y frontal cuando las aportaciones críticas y teóricas sobre un tema son muy abundantes, pero quizá debería haber argumentado, como lo hago ahora, afirmando un tipo de reflexión que se deja llevar por ella misma y que necesita de ese sesgo como perspec tiva y alimento cuando el pensamiento quiere construirse. En última instancia, nada más profesoral y académico que ofrecer esa construcción en el momento de hacerse. 15 i» 2 Primera parte