GILBERT MAUREY MENTIR Ventajas y desventajas Traducción de Pierre Jacomet EDITORIAL ANDRES BELLO Barcelona • Buenos Aires • México D.R • Santiago de Chile Título de la edición original: Mentir Traducción de Pierre Jacomet © De Boeck & Larcier s.a. 1996 Primera edición, 2000 Derechos exclusivos en español © Editorial Andrés Bello Av. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile www.editorialandresbello.com www.editorialandresbello.cl [email protected] Editorial Andrés Bello de España, S. L. C/. Córcega, 257 le 2a B 08036 Barcelona ISBN: 84-95407-41-8 Depósito legal: B-39.507-2000 Impreso por Romanyá Valls, S.A. - Pl. Verdaguer, 1-08786 Capellades Printed in Spain INDICE CAPITULO 1: EL QUE DE VOSOTROS ESTE LIBRE DE MENTIRA... 9 ¿Por qué mentimos? .......................................................................................... 11 Sobre algunas especies ...................................................................................... 15 Tres temas poco abordables ............................................................................ 19 CAPITULO 2: LOS MEDIOS INFORMATIVOS, LA PUBLICIDAD Y LA MENTIRA 29 La cosa mediática ............................................................................................... 29 Los aprietos del periodista ............................................................................... 34 Un sistema riesgoso............................................................................................. 37 ¿Miente sin tregua la publicidad?................................................................... 43 CAPITULO 3: ¿ES LA MENTIRA EL CIMIENTO DE LA PAREJA? 51 Mentiras acerca de la pareja............................................................................ 53 Mentira en la pareja .......................................................................................... 56 Pareja e imaginario ............................................................................................. 65 CAPITULO 4: MENTIRAS EN FAMILIA 71 Madre, padre e hijo (a) ...................................................................................... 73 Fratría, sexo y mentira........................................................................................ 77 El secreto, un ideal familiar ............................................................................ 81 CAPITULO 5: LAS MENTIRAS MEDICAS 87 Para bien del enfermo........................................................................................ 88 En interés del médico........................................................................................ 91 ¿Y los medicamentos? ........................................................................................ 99 CAPITULO 6: LAS “PSICOMENTIRAS” 107 Psicoterapias: se impone el plural .................................................................107 De algunas prácticas ..........................................................................................110 Otras precisiones..................................................................................................116 Psicoterapias y psicoanálisis .............................................................................119 Mentiras y psicoanálisis......................................................................................123 La mentira en el psicoanálisis..........................................................................128 CAPITULO 7: UN BREVE RECORRIDO POR LAS NUBES 135 Astros y mentira....................................................................................................138 Radiestesistas y sanadores.................................................................................140 Ocultismos.............................................................................................................144 Adivinación ...........................................................................................................149 Telepatía..................................................................................................................153 CAPITULO 8: ALGUNOS TIPOS DE MENTIROSOS 159 Retrato del mitómano........................................................................................159 Mitómanos y psicoanálisis.................................................................................163 ¿Miente el mitómano?........................................................................................164 Algunas variantes..................................................................................................166 El mitómano y el tiempo....................................................................................170 El estafador ...........................................................................................................173 El tonto y la mentira ...........................................................................................176 Mentira peligrosa..................................................................................................182 CAPITULO 9: MENTIRAS DE TODO TIPO 187 Trampear ................................................................................................................187 Bromistas ................................................................................................................189 ¿Mentira gratuita? ...............................................................................................191 De la mentira indescifrable a la mentira ostensible .................................193 La confesión mentirosa......................................................................................198 Plagiarios y falsificadores .................................................................................200 CAPITULO 10: EL ENVITE DE LA MENTIRA, SUS ESTADOS LIMITE 205 La mentira y el envite ........................................................................................205 Mentira y ficción ..................................................................................................211 Ensoñar, engañar..................................................................................................215 ¿Mienten nuestros recuerdos? ........................................................................218 CAPITULO 11: A MODO DE CONCLUSION 227 Bibliografía .............................................................................................................235 CAPIT ULO 1 El que de vosotros esté libre de mentira... ¿Es necesario definir la mentira? ¿No es algo común afirmar lo que no se cree, sea por la palabra o de otro modo? Común y también propio del hombre, ya que la mentira es uno de los rasgos que lo distinguen del animal. No es sin talento que este último ejerce el ardid, pero ardid no es sinónimo de mentira. Recordar que en francés mensonge (mentira) fue hasta el si glo XVII un sustantivo femenino no es una insinuación malicio sa, sino más bien una oportunidad de señalar que ese cambio de género se debió tal vez al influjo de songe (sueño, ensoñación), con el cual suele vinculárselo en esa lengua: songe, mensonge, di cen los franceses.1 La mentira suele ser descrita como una aseveración contra ria a la verdad. ¿Será entonces por amor a la verdad -una verdad cuya afirmación se considera siempre buena y conocida- que nos interesa la mentira? En la dimensión humana de las cosas posibles, de hecho, se corren riesgos al poner la verdad por en cima de todo. Concebida en esos términos, la verdad pertenece al ámbito de lo ideal: el ideal de Platón, el ideal de una verdad única y unívoca, aquella verdad de la ciencia que Platón oponía a la opinión común, sin valor de verdad. 1 La única posibilidad de mantener una semejanza homofónica con el prover bio es “ensoñar-engañar”, sobre todo si consideramos que “songe” es ensoñación, no sueño (reve). Lo hallaremos más adelante en el texto, al ver el inciso pertinente. (N. del T.) Este ideal no cuestiona ni la fatalidad ni la necesidad de la mentira. Platón dejó lelos a los sofistas, que -jugando siempre de mala fe con las palabras y los conceptos mediante una lógica aparentemente desprovista de fallas- llegaban a conclusiones im posibles, y eran capaces de demostrar cualquier cosa y a la vez su contrario. ¿Debemos, en los antípodas de aquellos artistas, invocar la sinceridad? Sin duda la sinceridad es un valor moral que siem pre vale la pena predicar. Por desgracia, si la sinceridad con siste en decir lo que realmente se piensa y se siente, fuerza es constatar que estar seguro de lo que se piensa es no tomar en cuenta la parte inconsciente de nuestro psiquismo. Ahora bien, por limitada que sea, la sinceridad es ya un paso hacia la fran queza. Seré, por lo tanto, sincero: no me intereso en la mentira por mera curiosidad. Me intereso en ella porque, si se trata de una dimensión necesaria de la condición humana -y no necesi ta entonces ser demostrada-, no puede ser debatida de cual quier manera. No se la debe tomar a la ligera, como una evidencia que se comprueba antes de pasar a otra cosa; la mentira merece un exa men serio. Una vez admitida su existencia, hablemos sin un ci nismo excesivo: no hay mentiras malas, solo hay mentiras fracasadas. Ni nos preocupemos tampoco demasiado de las con sideraciones morales. Recordemos, con La Rochefoucauld, que “la aversión a la mentira suele disfrazar el anhelo imperceptible de enaltecer nuestros testimonios y concitar un respeto religioso por nuestras afirmaciones”. Mi propósito no es agotar el tema, pretensión que estaría destinada al fracaso, ni abordarlo en un plano moral o filosófico que exigiría -nada menos- una teoría de la verdad. Este trabajo pretende analizar el lugar, el significado y la función que tiene la mentira en el equilibrio social e individual. ¿Por qué mentimos? Una vez admitida su universalidad en el género humano, creo que debemos ante todo inquirir para qué sirve la mentira. Desde este punto de vista no hay mentira en sí, una suerte de Mentira capaz de fecundar discursos globales y abstractos. Solo hay men tiras aplicadas en tales o cuales situaciones, por lo demás innu merables. El fabricante de mentiras intenta modificar una situación determinada expresando algo -una mentira-, primero por la palabra (que de todos modos es engañosa), luego por el gesto o la mímica, y así. Los medios no faltan. En lo tocante a las situaciones, no se divisa ninguna cuya esencia excluya la mentira. Algunas se prestan más que otras, ya se trate del adulterio, la incertidumbre en una elección, el bene ficio comercial o la imputación de un crimen: cualquier situa ción bochornosa sirve para nuestro propósito. En la práctica, la mentira puede ser considerada como una respuesta frente a un estado de hecho, un aprieto, es decir a lo que ocluye y obstaculiza un deseo, una necesidad, una posible ganancia, una ambición, una creencia, la preservación de una buena imagen de sí mismo. La intención del mentiroso es modificar la realidad para sa lir del paso, apoyándose en lo que juzga bueno o malo para él, y sin detenerse a separar lo verdadero de lo falso. Ahora bien, cuando la mentira atañe a la imagen de sí mismo que se quiere dar o preservar, no siempre se sabe dónde está lo falso o lo ver dadero. Manipular la propia imagen, mintiéndose a uno mismo o a los demás, es una operación borrosa y de resultado incierto, porque no se conoce bien la verdad de tal imagen ni lo que de ella piensan los demás. Esta índole de mentira es un poco dife rente, porque aquí la participación del inconsciente es mayor que en otras variedades. Con todo, persiste la intención de sal var una dificultad, de salir de una situación bochornosa. Por su puesto, es menos ambiguo mentir para evitar una condena a trabajos forzados. En la mayoría de los demás casos la intención es idéntica; pero, para una situación determinada, la distinción entre lo ver dadero y lo falso es relativamente conocida por el mentiroso, a quien le importa un bledo la diferencia. Cuando mientes para obtener de alguien una cosa determinada, imposible de obtener de otra manera, has decidido hacer caso omiso de la verdad con tal de conseguir aquello que crees bueno para ti, aquello que te sacará del aprieto en que te hallarías si hubieras fracasado en la empresa. No hace falta demostrar la relación entre mentira y verdad. Mientras más se enreda el mentiroso en su mentira, más se acer ca a la verdad, y más obligado está a conocerla si no quiere tro pezar con ella. Por eso conviene a los mentirosos tener buena memoria. A su manera, la mentira da testimonio de la verdad, lo que obviamente no es su objetivo. Aunque al mismo tiempo la tuerce, tampoco es ésta su principal meta. Dicho esto, si bien el hecho de que la mentira se malquiste con la verdad no es una especie de efecto secundario, por ahora lo importante para nues tros propósitos se sitúa en otra parte. Dejaremos, pues, que la verdad se defienda sola -ella siem pre triunfa, según el adagio-, para volcarnos al estudio del indi viduo que, frente a una situación (externa o íntima, real o imaginaria) que obstaculiza un deseo consciente o inconsciente, opta por la mentira. Para derribar el obstáculo, se convierte en mentiroso, algo que un minuto antes él no era. Sin duda lo ha sido, y volverá a serlo apenas se presente la ocasión. Al abordar el problema de la mentira desde este ángulo, un psicoanalista y psiquiatra como yo, mentiroso también, se inter na en un territorio que le resulta más cómodo que el ámbito filosófico, por ejemplo, u otros. Precisemos sin más demora que aquí no pretendemos escla recer la “psicología del mentiroso”. Aunque existen los mentiro sos patológicos o mitómanos, ello no nos permite esbozar un perfil específico del mentiroso. La especie está demasiado difun dida; es más, coincide con la especie humana. Tampoco preten do hacer un análisis detallado de la mentalidad del mentiroso, porque todo el mundo miente más o menos seguido, más o me nos bien. No es ésa la cuestión. Tampoco es mi propósito “denunciar la mentira” y proponer sistemas para erradicarla. Aun suponiendo que tal extirpación fuese deseable, no por ello sería posible. Se objetará que nuestra época es demasiado fecunda en mentiras, y que debe hacerse algo al respecto. Pero eso sería olvidar que lo que nos hace creer que la mentira prolifera es la abundancia de soportes que se le otorgan. La suma de las mentiras pronunciadas en una aldea montañesa aislada por la nieve, hacia 1850, tampoco debe haber sido despreciable. Dicho esto, describiremos un cierto número de situaciones que parecen propicias a la mentira, examinaremos sus secuelas (y también los efectos de su ausencia) y aquello que la contraría, es decir el mentís, la confesión, etc. Por último, observaremos aquellos casos en que la mentira reviste formas particulares. Cualesquiera sean estas situaciones, siempre implican para el mentiroso un bochorno, ante el cual se esforzará por evitar lo que resulta negativo para él, intentando obtener lo que conside ra bueno sin importarle cuál sea el riesgo o la ganancia. Cuando se está atrapado en un embotellamiento de automóviles, podría arreglarse la situación a cañonazos (¡sería un sueño!), pero re sulta más juicioso tomar un desvío. En un sentido figurado, la mentira es ese desvío. Intentemos ilustrarlo con el caso de aquel niño, imaginado por Daudet, que al llegar un día tarde a casa, declara con toda sencillez: “Es que murió el papa”. No dice “me caí”, ni “Madame Clément se atrasó”, ni “me demoré en la escuela”. No, él juega fuerte, sobre todo en una época en que la verificación no podía ser inmediata, pues no había teléfono ni radio. El imprevisto desvío tiene, al menos, un éxito momentáneo: como en su familia es importante la salud del papa, nadie sueña con castigarlo. La situación era bochornosa y para resolverla él escoge la mentira y no, como podría haber sido, la fuga. En cuanto a saber si la verdad sale de la boca de los niños, me temo que podríamos afirmarlo, puesto que todos los papas mueren algún día. Más que una mentira, es una anticipación, lo que tendería a demostrar que a pesar de todo la verdad está en boca de los niños. Esto nos muestra, sobre todo, que la mentira es tal en relación con una situación determinada -en un tiempo X y un lugar X-; en un contexto, como suele decirse. No debería mos olvidar algo tan obvio. Pasada su consecuencia inmediata -doble bofetada: atraso + mentira-, la mentira no ha de quedar así, pues será desmentida o bien el niño confesará. En lo tocante al niño del ejemplo, el mentís es irrefutable: el papa sigue con vida. Nadie tiene interés en afirmar lo contrario, salvo que imaginemos a una hermana mayor que aca ba de darse un revolcón en un potrero y llega con las mejillas demasiado coloradas. Para desviar la atención de todo el mundo, puede susurrar que efectivamente oyó decir que el papa había muer to. Ante el mentís, podrá siempre pretender que su hermano me nor le dio la información. De lo que resultará una triple bofetada para éste; en cuanto a ella, es posible conjeturar que, dada la grave dad del asunto, el rubor de sus mejillas será olvidado. Nuestro joven amigo haría mejor en confesar, pues la confe sión suele facilitar el perdón; el problema es saber cuánto tiem po debe transcurrir entre la mentira y esa confesión: no debe ser demasiado corto ni demasiado largo. Confesar es reconocer una falta (aunque nadie te lo pida) y, al mismo tiempo, inclinarse ante la verdad. Nótese que la confe sión puede ser solo parcial y constituir a su vez una nueva menti ra. Convendría precisar: “Falta medio confesada está medio perdonada”, pero, ¿en qué consiste la mitad de un perdón? En cuanto al desmentido, liquidará en principio la mentira, aun sin serle radicalmente ¿yeno: desmentir una información ve raz si a uno lo están acusando se considera legítimo. Habida cuenta de tales reservas, el desmentido y la confesión son los principales medios para develar la mentira. ¿Qué otros destinos podemos imaginar para ella?