«Una de las plumas más ágiles y más divertidamente corrosivas de la literatura anglosajona del siglo XX.»
Muchas veces en el curso de estas memorias he deseado estar escribiendo ficción.
Mary McCarthy, una de las escritoras norteamericanas más interesantes del siglo XX, nos traslada a los años veinte, cuando quedó huérfana y a su suerte en un mundo de relaciones tan pintoresco, potente y misterioso como la religión católica.
Allí estaban sus abuelas: una cristiana piadosa, pero severa y aterradora; la otra judía, que llevaba siempre un velo para ocultar los efectos desastrosos de un estiramiento facial. También su malvado tío Myers, que la golpeaba por el bien de su alma, y la tía Margarita, que mezclaba jugo de naranja con aceite de ricino para pegarle los labios por la noche y evitar que respirara por la boca, una práctica, a sus ojos, nada saludable. Pero estos familiares, tan ajenos como terribles, junto con las monjas de la escuela del convento del Sagrado Corazón, ayudaron a inspirar su sentido devastador de lo sublime y ridículo, y su ingeniosa imaginación de novelista.
Ácida, emocionante, lúcida y absolutamente actual, Memorias de una joven católica conforma uno de los testimonios autobiográficos más impresionantes del siglo XX.