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Memorias de un luchador PDF

228 Pages·1977·30.295 MB·Spanish
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MEMORIDAESU NL UCHADOR LOSP RIMERCOOSM BATES / ENRIQLUIES TER MEMORIDAEUS N L UCHADOR LOSP RIMERCOOSM BATES G. DEL TORO Editor MADRID e ENRIQULEI STE1R9,7 7 G.D ELT OROE.d itor Hortal8e1z a, MADRID-4 DepóslietgoaM l.2: 0 .791-1977 LS.B.NO.b rcao mple8t4a-:3 12-0218-1 I.'3.BT.oNm.oI :8 4-312-0219-X Distribuye: SERVJCCIOOM ERCIADLE LL IBRO Hortal8e1z :1, MACRID-4 Hijodse MEi.n ueSs.aL .. -RonddeaT oled2o-.tM -a-drid-5 AL LECTOR Por fin me decido a publicar un relato de mi vida y actividades hasta los setenta años que cumplo por estos días. A dar este paso han contribuido en gran parte, sobre todo en los últimos tiempos, los deseos expresados por numero­ sos camaradas y otras personas que consideran puede ayudar a la lucha el relato de las experiencias de un militante que ha vivido un largo período de la historia del movimiento comunista español, y también del internacional, pues durante medio siglo vengo teniendo una parte activa en la lucha de los comunistas es­ pañoles y del movimiento obrero y revolucionario mundial. He emprendido este trabajo, pues, con el único deseo de dar un poco de cla­ ridad al tremendo confusionismo creado por el carrillisrno en el movimiento comunista obrero y democrático español. Una primera idea de escribir mis opiniones sobre determinados hechos surgió en mí, en 1962, debido a mis desacuerdos con la orientación que el grupo de la dirección del Partido Comunista de España venía dando desde tiempo atrás no sólo a la política del momento, sino a la explicación de toda la actividad del Partido durante la guerra y de la guerra acá. Es posible que haya quien se crea que yo salgo ahora, de golpe y porrazo, con unas memorias, habiéndome callado la boca durante mila rga vida de mili­ tante. La verdad es que mis memorias son la síntesis de toda una serie de cosas escritas, y sobre todo dichas por mí en discusiones internas del Partido, en el transcurso de muchos años. Lo que sucede es que hoy día esta síntesis se en­ marca en el nuevo contexto creado tras mí ruptura abierta con la dirección carrillísta en 19 70. No es mi intención aburrir al lector enumerando en esta introducción los artículos, folletos y otros trabajos que he publicado en el transcurso de mila rga militancia. De algunas de estas cosas hablo en los dos tornos de estas memorias. Señalaré solamente que en la prensa del Partido Comunista de España y en la de otros partidos hermanos bastantes artículos míos fueron publicados, así MEMORIAS DE UN LUCHADOR 9 8 ENRIQUE LISTER Pero cada cosa en su momento y lugar, y éstos son problemas que evoco, como toda una serie de fo lle tos sobre problemas de nuestra guerra el '!1º i­ : � como muchos otros, en el segundo tomo, por' lo cual no entro en más detalles, miento guerrillero, sobre cuestiones del movimiento �brero y revolucwna º m­ - :? no sólo por el deseo de no mezclar las cosas, sino también pur no aburrir al lector ternacional, y de la lucha de los pueblos por su liberacwn, so�re las bas_ e,s mi_lzt�res con una introducción excesivamente larga. yanquis en España, etc. En 1966 la edi�orial �el Pa�ti_do publico mi lzbro Publicando mis recuerdos de militante comunista no es mi intención «Nuestra Guerra», en el cual yo daba mis propias opmwnes sobre los pr�­ escribir una historia del PCE y menos una historia de la guerra o del movi­ blemas y batallas más importantes de la guerra española. Este libro apare ª �: miento comunista internacional. Mis objetivos son más modestos. Como podrá en realidad como una cierta toma de posición frente a «Guerra y !evo!uci�n verse a lo largo de lo que se relata en estos dos tomos, puede ser que ciertas en España», elaborado por una comisión presidida por Dolores Ibarrurz, his­ gentes consideren que en mis memorias hay demasiado comunismo. Es normal. toria de la guerra de España, con la cual yo estuve, y estoy, por supuesto, No he tenido otra vida que ésa. Toda mi actividad, incluida mi propia vida familiar, en total desacuerdo por las groseras falsificaciones que esa obra hace de he­ fue y es la de un comunista. Por comunistas fueron fusilados en 193 6 dos de chos y actividades de organizaciones y personas. Escri�i� y hac_e� ?ublicar mis hermanos y perseguidos los demás. Mi esposa es comunista desde los dieci­ por la editorial del Partido «Nuestra Guerra» no fue cosa faczl, pues m�ci��mente siete años y comunistas son nuestros hijos. La mayor parte de nuestras amistades toda una serie de opiniones y análisis míos estaban en total contradiccwn con son comunistas, y esto sin sectarismos, pues tengo buenos amigos que no la óptica y objetivos perseguidos por el grupo carrillis!a del Parti�o. son comunistas y sin duda no lo serán jamás, lo que es su perfecto derecho. En En este primer tomo de mis memorias encontrara el lector cierta parte de cuanto a mi actividad, ahí van algunos datos. cosas que ya están dichas en «Nuestra Guerra». Ello es perfectamente com­ En 1927, miembro del Partido Comunista de Cuba; en 1928, del PC de prensible cuando se trata de relatar hechos cuyo contenido no varía con los España; desde 1932 a 1935, miembro del PC de la URSS, sin dejar de serlo años. Pero hay otros cuyo enfoque, y las conclusiones sobre los mismos, sí _ del PCE; de marzo de 1937, miembro del Comité Central, y de junio 1946, varían debido a que hoy puedo decir y hacer juicios sobre toda una sene de miembro del Comité Ejecutivo del PCE, hasta agosto de 1970 en que rompí hechos y personas que no me era posible hacer en un libro publicado por la con el grupo carrillista que tenía la mayoría en el C. E. Uno de los fundadores, editorial del Partido totalmente controlada por Carrillo. Eso en unos casos, Y en esa fecha, del nuevo Partido, que dos años más tarde tomaría el nombre de en otros porque estos últimos años no han pasado en balde y muchas cosas Partido Comunistfl Obrero Español y me eligiría su secretario general. se fueron aclarando, aunque hay otras que siguen oscuras y sobre las que De 1919 a 1928, menos unos meses que estuve en España (1925-26), habrá que seguir profundizando. residí en Cuba, donde pasé dos años en prisión. De 192 8 a 193 2 residí en En 1971 publiqué «¡Basta!», dedicado exclusivamente a explicar toda una Galicia, trabajando de cantero y dedicándome a organizar el Partido y el Sindi­ serie de problemas ligados directamente con las causas de la crisis que venía atra­ cato de Oficios Varios de Tea-Ames y sus contornos, no lejos de Santiago de vesando el PCE desde hacía muchos años y a denunciar los métodos de dirección Compostela. La mayor parte de estos cuatro años los pasé en las cárceles de que había venido empleando el n(l.cleo de dirigentes encabezado por Carrillo. Padrón, Santiago y La Coruña. Cuestiones expuestas en «¡Basta!» figuran en el segundo tomo de estas memorias. De 1932 a 1935 estoy en Moscú, donde participo en septiembre-octubre Pero no se trata, tampoco en este caso, de una repetición de lo expuesto en ese de 1932 de las discusiones que tienen lugar en el Secretariado de la Internacional libro. «¡Basta!» fue escrito ante todo, para los militantes del Partido, en un Comunista en relación con las actividades del PCE y que terminó con la expulsión momento en que era indispensable explicar toda una serie de hechos históricos, de José Bullejos, secretario general, Manuel Adame, Etelvino Vega y Gabriel toda una serie de mecanismos funcionales que hicieron posible la transformación León Trilla, miembros del Buró Político. del PCE de un partido marxista-leninista en un partido de corte socialdemócrata. Durante estos tres años estudié en la escuela leninista ( de 1!1 Internacional «¡Basta!» debía ser un arma más en la lucha contra la desviación político­ Comunista), en una escuela militar y trabajé como barrenero en la co,,,strucción ideológica denominada por mí, en aquel entonces, «carrillismo». de la primera línea del «Metro» de Moscú. En 1935 participo en la p;'imera La casi tutalidad de lo aparecido en «¡Basta!» estaba escrito por mí cuando I parte del VI Congreso de la Internacional Comunista, hasta mi salida para seguía siendo miembro de la dirección del Partido y aún tenía la esperanza de España que tiene lugar durante la celebración del mismo. que las cosas se resolvieran y corrigieran dentro del mismo. Incluso, cuando se De septiembre de 1935 a julio de 1936 dirijo en el Buró Político el trabajo publicó el libro después de la ruptura, una tal esperanza seguía existiendo en antimilitarista del Partido en el plano nacional, siendo responsable del perió­ mí, lo que aparece reflejado en el último capítulo. Los hechos no habían de tardar dico «El Soldado Rojo»; soy instructor de las Milicias Obreras y Campesi- en echar por tierra mis ilusiones. 10 ENRIQUE LISTER MEMORIAS DE UN LUCH_ADOR 11 nas y conferenciante en la escuela de cuadros del Partido sobre el trabajo de congresos y conferencias regionales e internacionales en Europa, Asia, Africa, organización del Partido entre las Fuerzas Armadas. Durante esta activi­ América Latina, en defensa de la paz y apoyo a los pueblos en sus luchas por su dad tengo que observar una rigurosa clandestinidad, pues desde 193 3 estaba liberación y la democracia. condenado a cerca de treinta años de presidio por los sucesos de marzo de Mi vida es, pues, la vida de un combatiente, de un revolucionario, de un 1932. comunista que siempre ha cumplido con su deber, teniendo la suerte de haber Al estallar la guerra de España (1936-39) me incorporo desde el primer participado en sucesos que tuvieron una trascendental importancia para los día en las filas de las Milicias Populares, participando en los primeros combates destinos de la humanidad entera. contra los sublevados. Comencé como simple miliciano y terminé la guerra con Es una vida de lucha obrera, revolucionaria, de guerras y revoluciones; el grado de coronel del Ejército republicano, habiendo sido, durante los treinta vida de obrero y profesor, soldado y general, militante de base y dirigente, y dos meses que duró la lucha, jefe de columna; de las Compañías de Acero 4. ª pero por encima de todo militante revolucionario. 6. a y 9. ª; comandante-jefe del 5. 0 Regimiento; organizador y jefe de la l.ª Bri­ No es miin tención, repito, escribir una historia del comunismo español gada mixta del Ejército Popular Regular; organizador y jefe de la 11 División; y menos todavía del movimiento comunista internacional. De esas cosas que jefe del V Cuerpo de Ejército. Re participado con esas fuerzas en numerosos se encarguen los historiadores. Que se tranquilice, pues, el lector susceptible combo.tes, entre ellos las bo.to.llo.s más importantes: Sierra de Guo.do.rro.mo., de asustarse ante la idea de que le voy a dar un ladrillo en forma de tesis política Tolo.vera, defensa de Madrid, Jo.ramo., Guo.do.lo.jo.ro., Brunete, Aro.gón, Teruel, del Partido. Ni mucho menos. de nuevo Aro.gón, el Ebro, Cato.Juño.. Ahora bien, lo que sí ha de comprender es que yo no me voy a dedicar a Desde 1939 hasta 1944 viví en lo. URSS, estudiando los dos primeros contar mivi da a través de anécdotas y cuestiones puramente personales. ¿ A años en lo. Academia Militar Frunze y luchando en los campos de batallo., con quién debe interesar tal cosa"? A nadie. Lo anecdótico y personal sólo puede ser el gro.do de general soviético, polaco y más tarde yugoslavo. algo accesorio, complementario, pero en manera alguna lo fundamental en las A comienzos de 1945 llegué o. Francia, donde participé en todo. uno. serie memorias de un revolucionario. Me consta que más de un lector espera encon­ de to.reas del Partido: guerrillas, trabo.jo o.ntimilito.risto., etc., hasta 195 1, trar en las páginas que siguen una respuesta ( digo bien «una» respuesta, pues en que, perseguido por el Gobierno francés, por decisión de lo. dirección del no pretendo poseer la verdad absoluta e indiscutible sobre la totalidad de los Partido pasé o. los países socialistas. problemas) a numerosos interrogantes relacionados con la guerra de España, la Desde 1951 hasta últimos de 1956 viví en Praga, donde desempeñé el historia del Partido, problemas del movimiento comunista internacional, etc. cargo de responsable de nuestra emigración en los países socialistas y de las Sin olvidar, claro está, las cuestiones de actualidad, las cuales, en cierta forma, relaciones con los Partidos comunistas y obreros de esos países. son el producto de lo que sucedió en los años pasados. La historia y la actualidad A partir de 1956 hasta hoy día vivo en París, siendo hasta 1970 miembro están siempre ligadas por los lazos dialécticos. Lo importante, a la hora de de la dirección del PCE y estos últimos años del Partido Comunista Obrero Es­ evocar la historia, es señalar las repercusiones que tienen los sucesos del pa­ pañol, creado en 19 73 para defender y aplicar, al servicio del pueblo español, sado en la actualidad. Y viceversa: al constatar los hechos y los fenómenos los principios comunistas traicionados por el carrillismo. (s obre todo negativos) de la actualidad es necesario echar un vistazo retros­ En mila rga vida de revolucionario y dirigente comunista he podido ser pectivo y tratar de descubrir y explicar las causas históricas de esos fenómenos. testigo y actor de un largo período de la historia del comunismo español, así También sé bien que habrá personas que consideren que no debiera abordar como del movimiento comunista internacional. Desde 193 7 he participado en toda una serie de problemas. Unos lo harán honestamente, por no comprender todos los congresos y plenos, en todas las reuniones y discusiones importantes ni el objetivo que yo persigo al analizar las cosas como lo hago, ni las causas habidas en la dirección del Partido. Lo mismo puedo decir del movimiento profundas que me obligan a ello. Otros -sobre todo miasdv ersarios dentro de comunista internacional. En representación del Partido Comunista de España lo que denominamos «comunismo español»- levantarán el grito al cielo por he concurrido, como jefe de delegación o formando parte de las mismas, 11 razones muy precisas: verse obligados a responder a mis planteamientos para 21 congresos de Partidos hermanos (e ntre ellos, al XX Congreso del Partido intentar convencer a la opinión pública en gem,,·al, y, sobre todo, a los numerosos de la URSS); a conferencias internacionales de los Partidos comunistas, a nu­ militantes comunistas, de que «Líster se equivoca» o que «Líster miente». merosos encuentros regionales e internacionales relacionados con las luchas Comprendo perfectamente que� mimse morias son, en cierta f1 rma, un desafío del pueblo español como fundador y miembro del Consejo Mundial de la Paz y que lanzo a detractores y falsificadores de muchas cosas sucedidas en estos largos de su presidencia durante veinticinco años; he asistido. también a decenas de años. Lo hago de forma abierta, honesta, exponiendo los problemas y hechos 12 ENRIQUE LISTER tales como los he observado y según la opinión que me merecen. Que esas gentes se atrevan a hacer lo mismo. A todos aquellos que puedan sacarse de la manga el famoso «Líster no debería sacar estas cosas en este momento», les puedo contestar de antemano: nunca es el momento. Esto, por un lado. Por otro: ¿acaso se muerden la lengua una serie de dirigentes «eurooportunistas» respecto a lo que sucedió o sucede en los países socialistas? Ahí están las declaraciones, protestas, artículos, etc., de esos dirigentes que muestran que son justamente aquellos que tanto gritan «¡Líster no debería hacer esto o Jo otro de más allá!» los que más ruido arman en torno a hechos sucedidos en otros países en épocas pasadas y en la actualidad. Estas personas quisieran que existieran dos medidas: una para ellos y otra para los demás. Tal lógica que la practique quien quiera. Por mi parte no se trata ni de ataques personales ni de ajustes de cuentas. Si se tratara de esto, no CAPITUPLROI MERO me tomaría el esfuerzo de escribir ni una sola línea. Se trata para mí de explicar, a través de mi experiencia personal, mi opinión sobre todo un largo período de la Historia, período en el cual el comportamiento de los hombres fue muy dis­ PRIMERAOÑSO S tinto según los casos, jugando papeles también muy distintos en el destino del Partido. Nací el 21 de abril de 190 7 en una aldea de una treintena de vecinos A Jo largo de estas páginas encontrará el lector heroísmo y cobardías, llamada Ameneiro, de la parroquia de Calo, a 7 kilómetros de Santiago lealtades y traiciones, dignidad y vileza, amistades y falsedades, entrega total de Compostela, en la provincia de La Coruña. a unas ideas y traición, también total, a las mismas, honestidad revolucionaria, Mi madre era una campesina y mi padre un obrero cantero. Fuimos en unos, y sangre y crímenes, en otros, auténticos héroes y verdaderos cri­ siete hermanos; los cinco varones fuimos canteros, como mi padre, y minales. las dos hermanas campesinas, como mi madre. A partir del año 1930 los Todo esto y muchas otras cosas desfilan en las páginas que el lector podrá varones fueron ingresando en el Partido Comunista de España. Yo había leer si tiene tiempo y paciencia para hacerlo. ingresado en el de Cuba, en 1927, y pasado al de España en 1928. Cons­ Explicar todas estas cosas es una obligación mía, no sólo desde el punto tante, que era el mayor de los hermanos, concejal del Ayuntamiento de de vista de la honestidad, sino también para ayudar a muchos militantes -so­ Teo, fue detenido en Calo al producirse la sublevación, y asesinado por bre todo jóvenes- a mejor comprender toda una serie de problemas relacionados los fascistas. Faustino, que era más joven que yo y presidente del Sindicato, con la historia del comunismo español, en cuyas filas milito cerca de medio fue detenido por esos mismos fascistas, juzgado por un tribunal militar siglo. Y fusilado. Los otros dos, uno era mayor que yo, Eduardo, y otro más jo­ He procurado no caer en mi relato ni en la fanfarronería ni en el lloriqueo. ven, Manuel, lograron abrirse camino a tiros cuando fueron a detenerlos Dos cosas que hoy están muy de moda, pero que a mí siempre me han repugnado e irse al monte por donde anduvieron varios años. Mi madre y mis dos y a los setenta años me dan verdadero asco. hermanas sufrieron persecuciones y vejaciones de parte de los fascistas. Mi padre estaba en Cuba cuando estalló la sublevación y allí murió en 1941. ENRIQUE LISTER Y o fui, pues, el tercero de los siete hermanos y, como una gran parte de los niños gallegos, empecé a trabajar desde que comencé a andar. No fui a la escuela y a los once años marché con mi padre a Cuba, donde ya estaban mis dos hermanos mayores. Sólo mucho más tarde yo había de irme dando cuenta dónde estaban las causas que me arrancaron de mi aldea natal y me llevaron a Cuba; por qué allí muchos empleaban el nombre de «gallego» como un insulto, Y fui comprendiendo muchas cosas más, antes para mí incomprensibles. A ello me referiré más adelante. MEMORIDAESU NL UCHADOR 15 En Cuba En mis primeros meses de estancia en Cuba me sentía terriblemente triste. Me acordaba de mi madre y hermanos; de mis amigos, de la aldea, de los campos y pinares, de las huertas de los vecinos que ninguna se había salvado de mis asaltos, conociendo yo mejor que sus dueños los árboles que daban las frutas · más sabrosas. Si en vez de agua hubiese sido tierra lo que me separaba de Galicia, creo que me hubiese vuelto andando. Pero ese estado de ánimo duró poco. Desde que llegué a Cuba, y salvo el tiempo que viví en Matanzas, residí siempre en el barrio de Belén, de La Habana. Allí hice con otros chicos del barrio todo lo que se puede hacer a esa edad. Juntos nos íbamos a bañar al Malecón -cosa que estaba prohibida- y juntos hacíamos otras cosas que estaban prohibidas y por las cuales más de una vez nues­ tros familiares tenían que venir a sacarnos del puesto de la policía y pagar la correspondiente multa. Yo era uno más de la banda del barrio y por mi fortaleza en las peleas me habían puesto el sobrenombre de «Incógnito», que era el seudónimo de un luchador grecorromano que en esa época La madre de Enrique Líster (en el centro), con sus dos hermanas y su hija Manuela (de pie) estaba de moda en Cuba. Los cubanos son hospitalarios, generosos, francos en el trato y serios en sus relaciones, aunque a los que sólo ven de los hombres y de los pueblos lo exterior les pueda parecer lo contrario al presenciar la alegría que los cubanos ponen en todas sus cosas. Yo pienso que esa alegría, ese entusias­ mo con que los cubanos se enfrentan con la vida, es, precisamente, una de sus grandes virtudes. Entre el pueblo cubano uno no se puede sentir extranjero, y yo, pasados los primeros meses, me había convertido en un verdadero patriota de mi barrio de Belén, y cuando en 1961 volví a Cuba después de más de treinta años de ausencia, mi primera visita fue para él. Recorrí sus calles, visité las casas donde había vivido e imaginaba lo que habría sido de mis amigos de «pandilla». ¡Qué inmensa alegría fue para mí volver a pisar tierra cubana, la misma tierra de antes pero esta vez con otros dueños: con todo el pueblo como único dueño y señor! Pero volvamos a coger el hilo de la narración pues ya volveré sobre mis viajes a Cuba después de la Revolución. Mi padre, queriendo liberarme de la dura vida de cantero, quiso encarrilar mis pasos hacia la «profesión» Su Hermano Constante, «paseado» de bodeguero 1, y así, a los once años, sin saber leer ni escribir, comencé por los falangistas en 1936. mi aprendizaje de bodeguero en la bodega que José Albariño tenía en la esquina de Sol y San Ignacio, en La Habana. El aprendizaje consistía en subir diariamente decenas de escaleras, cargado con un cajón a hom- 1 Bodega: en Cuba. tienda de comestibles. MEMORIAS DE UN LUCHADOR 17 16 ENRIQUE LISTER lejos de mí, lo que no me extrañó, pues iba muy bien vestida, lo que no me bros donde iban varios kilos de mercancía pedidos por teléfono a la bode­ pasaba a mí. Así llegamos al Campo Marte, y después de andar un poco ga. Este aprendizaje se completaba con toda una serie de trabajos en la ella me señaló a un joven de unos veinticinco años sentado en un banco, tienda: fregar, cargar sacos y cajones, para todo lo cual no hacía ninguna y dándome los dos pesos me dijo que le entregara el cesto a dicho joven. falta saber leer ni escribir; bastaba tener buenas piernas, buenas espaldas Así lo hice, el joven con pinta de señorito lo cogió y, sin decirme na­ y buenos pulmones, y todo esto yo lo traía en buenas condiciones de mi da, se marchó. Cuando volvía hacia atrás, la mujer había desapareci­ aldea gallega. El trabajo, que comenzaba a las seis de la mañana y termi­ do. Quedé un poco extrañado, pero no mucho, pues lo achaqué a líos de naba a las once de la noche, era duro; pero eso no era lo peor, pues yo señoritos. venía acostumbrado a trabajar duro en mi tierra. Peor que el trabajo Habría pasado un mes cuando al ir a entrar en clase, a la misma hora eran las palizas que Celestino, cuñado del dueño, me daba cada día. que la vez anterior, dos señores, diciéndome que eran policías, me llevaron Con cualquier pretexto llovían sobre mí patadas y puñetazos hasta que, hacia un coche parado allí cerca. Dentro estaba el que yo le había entregado un día, le rompí una botella de coñac en la cabeza. El salió para el hospital el cesto acompañado de un señor que luego pude ver era otro policía. y yo, por encima del mostrador, a esconderme en casa de mi hermano Me llevaron a una casa que no era un centro normal de policía como los mayor. que yo conocía. Uno de los policías me preguntó brutalmente de dónde A pesar de esta primera experiencia, mi padre no quiso convencerse había traído el cesto con la bomba y quién me lo había dado. Al hablar de que yo no tenía alma de tendero y me colocó en la bodega de otro de bomba, el policía acababa de cometer un error garrafal. Si me hubiese conocido suyo, José López, de Orense, en la calle de la Salud, 231. hablado de algo que hubiese robado o una cosa así por el estilo, yo les El trabajo en esta tienda no se diferenciaba del de la otra; lo único di­ hubiese dicho lo que había pasado, pero la palabra «bomba» tenía para ferente es que no había palizas, lo cual no era pequeña cosa. mí un sentido de lucha contra los opresores y explotadores. Y me encerré Lo mismo que en el otro lado, me hice rápidamente amigo de los chicos en la negativa. Ni comprendía nada ni sabía de qué me hablaban. Entonces del barrio, a quienes regalaba todos los dulces, bombones y demás cosas le preguntaron al que yo había dado el cesto y éste dijo que sí, que era yo. que podía coger en la bodega. Un buen día el dueño llegó a la conclusión Me di cuenta que el hombre se movía con dificultad y tenía la cara muy de que en mí no había madera de bodeguero y así se lo dijo a mi padre. hinchada. No había de tardar en conocer yo mismo las causas, pues co­ El sueño paterno de hacer de mí un tendero, liberado del cincel, del puntero menzaron a llover sobre mí los golpes. Seguí, negando. Se veía que el que y la maceta, se fue al diablo ; pero esto no supuso aún el paso a lo que yo había recibido el cesto sólo sabía que yo había sido reclutado en la puerta de quería, que era ser cantero. la Escuela del Centro Gallego, pero no conocía por quién ni de dónde Durante algún tiempo estuvimos en Matanzas, y por fin, al regresar venía el cesto. a La Habana, empecé a aprender el oficio de cantero e ingresé en la Escuela Me tuvieron así tres días y se veía que ante mi negativa los policías Nocturna del Centro Gallego, donde comencé a estudiar de forma organi­ llegaban a dudar si el otro no estaría haciendo una falsa acusación. Al zada después del trabajo diario. Tenía catorce años. final, y ante la duda, decidieron enviarme al llamado «reformatorio» de menores de Guanajay, hasta mi mayoría de edad. Allí estuve de los catorce a los dieciséis años. Por primera vez en la cárcel Al llegar me llevaron a la enfermería, pues algunas de las heridas de los golpes recibidos de la policía se habían infectado. Estando ya acostado Pero mi nueva vida de aprendiz de cantero no había de tardar en irse se presentó el director de la enfermería, llamado «maestro Villar» ( allí por tierra. Un día, a las siete y media de la ta,rde, en la entrada del Centro todos los carceleros se llamaban «maestro», no se por qué; como no fuese Gallego donde tenían lugar nuestras clases nocturnas, se me acercó una por ser maestros en dar palizas). Me ordenó «maestro Villar» que me le­ mujer bastante joveri y me dijo si quería ganarme un par de pesos yendo vantase y me acercase a él. Así lo hice, y sin decirme una palabra me largó con ella cerca del Puente de Agua Dulce a recoger unos objetos para traer­ un zurriagazo con un nervio de toro. Saltando por encima de las camas los a La Habana. Acepté y en vez de entrar en clase me fui con ella. Todo me puse lo más lejos posible de él y entonces le pregunté por qué me pegaba lo que había de traer era un cesto no muy grande, pero bastante pesado. si no había hecho nada malo. Me respondió que si eso era sin haber hecho La mujer me aconsejó que lo llevase con cuidado y que al sentarme en el nada, que ya podía imaginarme lo que sería cuando hiciese algo. Quiso autobús me lo pusiese encima de las piernas. En el autobús, ella se sentó

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