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Medina, Andres. En Las Cuatro Esquinas Del Centro. Etnografía De La Cosmovisión Mesoamericana [2000] PDF

350 Pages·2000·1.5 MB·Spanish
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Cuatro en las Esquinas, Centro en el Etnografía de la cosmovisión mesoamericana Andrés Medina Cuatro en las Esquinas, Centro en el Etnografía de la cosmovisión mesoamericana Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Antropológicas Página 5 Diseño de portada: Martha González Fotografía de portada: Andrés Medina, Carnaval en Kul’ak’tik, Tenejapa, Chiapas, 1961. Textil: Bordado de San Felipe de Santiago, Municipio de Villa de Allende, Edo. de México Primera edición: 2000 © 2000, Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, 04510, México, D.F. Instituto de Investigaciones Antropológicas ISBN 968-36-8433-5 D.R. Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en México Printed in Mexico ÍNDICE AGRADECIMIENTOS ............................................................................................. 9 PREÁMBULO....................................................................................................... 11 PRIMERA PARTE LA ETNOGRAFÍA................................................................................................. 21 Introducción........................................................................................... 21 La etnografía en México....................................................................... 25 Algunos antecedentes ........................................................................... 29 La Revolución Mexicana....................................................................... 43 La etnografía culturalista ..................................................................... 55 La nueva polifonía etnográfica............................................................ 65 Las tensiones .......................................................................................... 72 Los meandros......................................................................................... 84 SEGUNDA PARTE LA COSMOVISIÓN MESOAMERICANA................................................................. 99 Antecedentes.......................................................................................... 99 La etnología francesa ............................................................... 100 La tradición culturalista .......................................................... 108 Robert Redfield y la cosmovisión.................................................112 La etnografía chiapaneca................................................................... 120 Los peligros del alma.................................................................124 Las Monografías del archipiélago...............................................136 Las Grundformen de la cosmovisión........................................177 La discusión teológica............................................................... 196 La perspectiva culturalista.................................................................. 211 La perspectiva etnológica................................................................... 215 Cosmovisión y cuerpo humano ...................................................217 Rituales agrícolas y cosmovisión.................................................259 La mesoamericanística.............................................................. 283 La mitad del mundo: la cosmovisión otomí .................................... 285 TERCERA PARTE REFLEXIONES FINALES.................................................................................... 303 BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................. 331 PREÁMBULO 9 AGRADECIMIENTOS Este trabajo de investigación es el resultado de una apretada trama de relaciones, de influencias y de circunstancias. Aquí caben las ense- ñanzas de mis maestros en la etapa formativa y de las discusiones con mis condiscípulos en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, de donde procede fundamentalmente mi orientación y los diversos intereses que la componen. Debo, por tanto, mencionar a Barbro Dahlgren, a Wigberto Jiménez Moreno, y a Roberto Weitlaner, así co- mo a Evangelina Arana y Mauricio Swadesh. Aun cuando fui alumno de Juan Comas en el curso introductorio de Antropología Física, la influencia mayor que recibí fue estando ya en la antigua Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas, don- de era el jefe. De mis amigos discutidores debo mucho a aquellos con quie- nes compartí el grato ambiente de la calle de Moneda, como Walter Hope, Gabriel Moedano y José de Jesús Montoya; así como a aque- llos otros con quienes compartí la intensa experiencia chiapaneca, como Marcelo Díaz de Salas, Esther Hermitte, Nick Hopkins y John Hotchkiss. En Chicago recibí el apoyo y amistad de Norman McQuown, de los amigos Hebe y Héctor Grandoso, de Lucho Faura, de Loise Bisek, que mucho influyeron para obtener una experiencia que me ha sido básica posteriormente. En mi breve paso por el Instituto Indigenista Interamericano me beneficié con la amistad de Alejandro Marroquín y de Demetrio Sodi, con quienes compartí diversas experiencias gratificantes que me per- mitieron comenzar a conocer la experiencia centroamericana. De mi centro de trabajo, el Instituto de Investigaciones Antro- pológicas, en el que llevo laborando 27 años, he disfrutado de largos diálogos con mis compañeros, sobre todo con Juan José Rendón, Otto Shumman, Alfredo López Austin, Carlos Serrano, Yolanda Las- 10 ANDRÉS MEDINA tra, y últimamente con Héctor Cisneros y Margarita Fuentes, aunque de hecho de todos los miembros del Instituto he recibido enseñanzas y ejemplos en la cotidianidad del trabajo y en las reuniones colectivas (académicas, festivas, sindicales, circunstanciales, etcétera). El último reducto de la reflexión, del transitar por los vericuetos y catástrofes de nuestra monstruosa y querida ciudad, es el círculo interno de la familia y de los amigos cercanos; a ellos debo sobre todo el aliento para vivir y divagar en los senderos inesperados de la dis- persión, de la amistad y de la pasión. En primer lugar mi compañera, Beatriz Albores, que ha puesto su amor y su inteligencia para cons- truir con alegría nuestra vida familiar, y a nuestro hijo, Andrés Alux, cuyas inquietudes nos han sido altamente instructivas; pero también están aquí amigos queridos como Johanna Broda, Stella Quan, Car- los García Mora y sobre todo la palabra densa de Gena Riccio. Todos ellos han contribuido de una u otra forma a motivarme y a perseguir mis inquietudes intelectuales y vitales; me doy cuenta que dejo a muchas otras personas fuera de mi listado, a ellas les ruego disculpen mis olvidos, a todos por igual les agradezco los gestos y los apoyos que hicieron posible el esfuerzo cristalizado en este trabajo, del que, finalmente, yo soy el único responsable. PREÁMBULO 11 PREÁMBULO La etnografía ha sido uno de los más expresivos campos de investiga- ción en los que es posible apreciar la riqueza y la originalidad de la antropología mexicana; con una presencia antigua en la cultura nacional, sus vicisitudes reflejan momentos álgidos y de esplendor, así como también en su propio desarrollo técnico y temático muestra los nuevos desarrollos teóricos, las exigencias que le impone la dis- cusión de los problemas nacionales, e incluso contiene anhelos y uto- pías que han alimentado esfuerzos novedosos y propuestas sugerentes. Desde la etnografía podemos obtener una perspectiva interesante de la antropología mexicana, particularmente si nos interesa seguir su proceso histórico, es decir sus momentos fundacionales, las etapas más importantes de su crecimiento e incluso sus momentos de crisis. En este libro intento mostrar el desarrollo teórico de la antropo- logía mexicana desde el punto de vista de la etnografía, incluso en- cuentro que el seguimiento cuidadoso de la discusión teórica y de los grandes virajes expresados en los tópicos nuevos nos permite recono- cer el momento en que se configura una antropología mexicana pro- piamente, con una comunidad científica bien definida y con un paradigma propio, lo que a su vez nos ofrece un punto de referencia para en- tonces apreciar sus antecedentes y reconocer el lugar que correspon- de al nutrido grupo de sus precursores. Asimismo, la definición del momento fundacional y de su con- solidación como un miembro importante de la más amplia comuni- dad científica mexicana da pie a especular sobre los nuevos rumbos que toma de frente al tercer milenio, particularmente porque su rela- sción estrecha con esa parte considerable de la nación mexicana que constituyen los pueblos indios y con las especificidades de la cultura nacional, la articulan a uno de los grandes temas contemporáneos de la sociedad mexicana, el del reconocimiento de los derechos históri- cos y políticos de los pueblos indios; con lo cual se alude tanto a la 12 ANDRÉS MEDINA refundación de la nación como a la necesidad de elaborar, como par- te del proceso de democratización y de reforma del Estado, una nueva Carta Magna. Los dos ejes que organizan los datos y los diversos análisis realizados en este libro son, por una parte el de la etnografía, en lo que se refiere a su desarrollo teórico y a sus trabajos más sobresalien- tes; por la otra, el de los estudios acerca de la cosmovisión mesoa- mericana, en donde observo de cerca la manera en que se configura el campo teórico, la definición de sus obras representativas, el mane- jo de conceptos y de métodos exclusivos; sus propuestas más represen- tativas y originales. Para llegar a estos temas, que me parecen fundamentales para entender la antropología mexicana contemporánea y apreciar las ca- racterísticas que le dan su fisonomía propia, me referiré a mi propia experiencia profesional y a las inquietudes recogidas durante mi época estudiantil. Formado en los años de florecimiento de la antro- pología mexicana, cuando la ENAH estaba en el mismo edificio que el Museo Nacional, el viejo Palacio de la Moneda, recibí la instrucción de la etnografía de Roberto Weitlaner y de Barbro Dahlgren, incluso trabajé como ayudante del primero, al ingresar a la Dirección de Investigaciones Antropológicas, del INAH, en 1959. Aunque la experiencia más importante y decisiva en la defini- ción de mis intereses profesionales fue la que viví como colaborador en el proyecto Man-in-Nature del Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago que se desarrolla en los Altos de Chiapas, en el que participé, en 1958, como recolector de materiales lingüís- ticos, y en 1961, ya como etnógrafo dedicado a estudiar las relaciones de parentesco en una comunidad tzeltal, Tenejapa, con cuyos resul- tados preparé mi informe final y la tesis con la que me gradué como etnólogo. También tuve la oportunidad de participar en el trabajo de re- colección etnográfica y de organización museográfica del Museo Na- cional de Antropología desde mediados de 1963 hasta su inauguración en 1964.Como asesor adjunto de la sala de etnografía maya de las tie- rras altas me integré al equipo dirigido por Isabel Marín, la respon- sable de la sala, en el que también estaban, entre otros, Constantino Lameiras y Guillermo Zapfe. En uno de los recorridos que hice por la Sierra Madre de Chiapas, al que me acompañó el fotógrafo Juan

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