Description:Testimonio de Felix Schlayer recogido en un libro de memorias, Diplomat im roten Madrid («Un diplomático en el Madrid rojo»), publicado en alemán en Berlín en 1938. Narrado con un tono frío y descriptivo, sin referencia históricas, Schlayer afirma que no tiene pretensiones literarias ni propagandísticas de ningún tipo y que narra exclusivamente lo que vio: «Lejos de mí cualquier intención propagandística. Sólo espero que cada cual sepa extraer de mi escritos sus propias conclusiones». La obra, pese a su singular valor testimonial, cayó en el olvido y no se tradujo al español hasta 2005, casi setenta años después, con el título Matanzas en el Madrid republicano. El libro, que recoge de forma minuciosa y con numerosos detalles tanto los horrores que vio (los hacinamientos en las cárceles, los paseos y los cadáveres al borde de la carretera) como su labor humanitaria en el Cuerpo Diplomático, denuncia la pasividad o, en algunos casos, connivencia, de las autoridades de la Segunda República Española con las persecuciones y los asesinatos masivos. También recoge su versión de la entrevista que mantuvo con el nuevo delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo, al que afirmó haber transmitido las informaciones que disponía sobre los transportes de cientos de presos que en ese momento se estaban produciendo desde la cárcel Modelo y la de Porlier con destino incierto. Según su versión, Carrillo y el general Miaja afirmaron no saber nada al respecto. Pese a prometer investigarlo, dichas sacas se siguieron sucediendo en los días posteriores. El destino de las mismas fue descubierto por el propio Schlayer días después. Carrillo, que reconoce en sus memorias la entrevista con el diplomático (al que sin embargo confunde con el embajador de Finlandia, del que dice que era un "nazi" y que publicó un libro en Alemania tras la guerra) y con el delegado de la Cruz Roja, afirma sin embargo que nada supo sobre los asesinatos masivos que se estaban produciendo en Paracuellos. Schlayer narra en su libro el descubrimiento de fosas comunes en los aledaños del río Henares, en Torrejón de Ardoz, y también más allá del Jarama, en Paracuellos, ambos en los alrededores de Madrid, al tratar de localizar el rastro de Ricardo de la Cierva Codorníu (hermano de Juan de la Cierva, el inventor del autogiro, e hijo de Juan de la Cierva Peñafiel, varias veces ministro de Alfonso XIII, y padre del historiador Ricardo de la Cierva), joven abogado que trabajaba para la embajada noruega. Esta obra constituye el principal testimonio coetáneo y directo de la matanza de Paracuellos, la mayor masacre colectiva de ocurrida en la zona republicana durante la guerra civil española. Asimismo, documenta sus entrevistas con diversas autoridades republicanas —desde varios miembros del Gobierno, a generales republicanos y jefes de policía—, a los que trató de persuadir de forma insistente para que impidieran los crímenes contra inocentes. Recoge también los esfuerzos humanitarios del conjunto del Cuerpo Diplomático presente en Madrid para proteger la vida de personas perseguidas, y sus numerosas visitas humanitarias a los hospitales y las cárceles madrileñas para proteger la vida de los presos, e incluso a algunas de las checas más temidas como la de la calle Fomento 9.