EL CAMINO INTERIOR MÁS ALLÁ DE LAS FORMAS RELIGIOSAS EL CAMINO INTERIOR MÁS ALLÁ DE LAS FORMAS RELIGIOSAS MARIÀ CORBÍ El camino interior Más allá de las formas religiosas Marià Corbí 2013© Primera edición con Editorial Bubok Publishing S.L. www.bubok.es ISBN: 978-84-686-3850-8 ¡Cuánto queda por conocer y sentir, y qué tarde es! Delante de mí está desplegada una maravilla sin fin. Se me ha ido la vida apartando los obstáculos a la vi- sión que la cultura y la religión han ido acumulando. Este viejo desbrozador ¿tendrá tiempo para ver y sentir algo de lo mucho que hay? ¿Es ya tarde para mí? Dice Rûmî: Cuando el sol está conmigo, ¿qué es tarde? 1 2 1 Rûmî, Djalâl-od-Dîn: Rubâi ‘Yat. París, Albin Michel 1987, pg. 16. 5 6 INTRODUCCIÓN ara Occidente este cambio de siglo es una época de cam- P bios acelerados y espectaculares en muchos campos cien- tíficos y tecnológicos, especialmente en todo lo referente a la informática y las comunicaciones. Pero esa luz tiene dos grandes sombras que le acompañan. La primera es la distancia, que no hace más que crecer, en- tre los pueblos del Occidente desarrollado y los pueblos que se quedaron atrás. Ese distanciamiento genera insolidaridad con las tres cuartas partes de la humanidad que cada día que pasa se vuelven más incapaces de seguir el paso de la marcha acelerada. La segunda sombra es un hecho nuevo en la historia de los hombres: la aceleración del ritmo de marcha nos ha forzado a desprendernos de muchas cosas que son de una importancia ca- pital para la vida de los hombres. Destacaría dos de esas cosas: la calidad de vida, la calidad de relación humana y la religión. Estoy convencido de que la calidad de vida y la religión están tan relacionadas que son dos aspectos de una misma realidad. ¿Qué quiere decir “calidad de vida” si se nos quedan bloqueadas 7 y cerradas las grandes dimensiones de la profundidad del senti- do, de la veneración por todo lo que existe, de la lucidez mental gozosa, desprendida y libre que las viejas tradiciones religiosas proporcionaban cuando se cultivaban adecuadamente? Y a la vez, ¿qué puede significar hoy una religión que no abra las puer- tas y posibilite las profundidades del sentir, de la lucidez y de la reconciliación con todo y consigo mismo, es decir, una religión que tenga poco o nada que ver con la “gran calidad humana”? Estos dos grandes problemas generados por el rápido de- sarrollo de Occidente no son independientes uno del otro. Mi opinión es que están relacionados desde sus más íntimos nú- cleos. Sin una auténtica y profunda calidad humana de indivi- duos y grupos, difícilmente tendrá Occidente otro motivo que vaya más allá del miedo para dedicar todo su poder económico, tecnológico y político para resolver el problema de los pueblos subdesarrollados. Y el miedo es un motivo insuficientemente poderoso para esa ingente tarea. Un Occidente poderoso, egoísta, frío y sin religión real se ve enfrentado a un Sur pobre, humillado y profundamente ligado a sus tradiciones religiosas. Ya hace muchos años que llegué a comprender la interco- nexión de estos dos grupos gigantes de problemas. Si uno se pone a pensar, no llega a discernir con claridad cuál de ellos es más urgente abordar, por cuál de ellos debería empezarse para llegar a resolver ambos. ¿Puede solventarse uno sin el otro? A quienes les quema el alma la atroz miseria física y cultural de tantos les parece que dedicar esfuerzos a solventar el problema de las religiones es falta de corazón para atender al grito urgente de la miseria de los pobres. A los que nos inquieta la miseria de la calidad humana y la intemperie absoluta religiosa de la nueva sociedad y de la época que se inicia, nos puede parecer que difí- 8 cilmente llegaremos a resolver un problema tan colosal como la dualización progresiva entre la riqueza y crecimiento acelerado de unos pocos y la pobreza y retraso cada vez más acentuado de la gran mayoría de los hombres mientras no consigamos trans- formar la calidad humana de las sociedades poderosas que son las únicas que tienen la posibilidad y los medios de dar una so- lución al problema. Seguramente la solución a esta alternativa no esté en optar por uno u otro de los extremos sino en tener la sabiduría de coordinar el interés por uno y otro pero, y quizás ahí esté una de las raíces de nuestro error, sin confundir nunca ni unificar el problema del desarrollo con el de la religión. ¿Qué es lo que ha pasado con la religión? ¿Por qué, para ca- minar con el paso acelerado de la ciencia y de la tecnología, hemos tenido que descargarnos de la religión? El problema con la religión tiene más que ver con el código cultural con el que está comprendida, sentida y vivida que con la profundidad de la religión que es capaz de trascender todas las formas culturales que pueda adoptar. Los hombres y la cultura de las nuevas sociedades industria- les están interesados profundamente en la religión; lo que no les interesa son las creencias, las ortodoxias, las filiaciones y las jerar- quías. Cada día que pasa es más patente que lo que interesa de la religión no son sus creencias, sus preceptos y sus ritos sino la realidad que ofrece. Una oferta de nuevas, más amplias y profun- das dimensiones del pensar y sentir y, consecuentemente, de la actuación. Una oferta de realidad que ha de ser sin exclusivismos ni exclusiones. ¿Por qué razones la religión se ha convertido en un fardo pe- sado que ha sido preciso arrojar de las espaldas para poder cami- nar convenientemente? Tendrán que ser razones muy poderosas 9
Description: