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Maquiavelo, comentado por Napoleón I (Bonaparte) PDF

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'I EDM ' i m m ?: XI43Í M2 »505 j 1080007122 Fernández y Castrejón, EDITORES /;• , > » \ \ _ \ Maquiavelo • Comentado por NAPOLEON I (BONAPARTE) Manuscrito hallado en el coche de Bonaparte, des- pués de la batalla del Monte San-Juan, el 18 de Junio de 1S15 Unlus MuchiarelH ¡ngenium, acre, subti/e igneum. Jusle-LIps. Ooct. civil. Praefat. - » » i i MEXICO "Tipografía Popular," ia. <le Guerrero número 8 1905 32 A. G 7f VA A. s PROLOGO DEL PRIMER EDITOR. 'fe? AS GACETAS extranjeras nos noticiaron en el mes de Julio próximo pasado, que había entre los libros y papeles hallados en el coche de Bonapar- te, después de su derrota y fuga del j - t; 18 de Junio anterior, un manuscri- to encuadernado que contenía la traducción de diversos fragmentos M9" i f l ê '5' de Maquiavelo; pero no se decía á qué obras de este autor pertenecían ellos. Como nos parecía que Bonaparte se había formado de esta colección un libritoafe memoria fio- FSRM 7122 lítico, y que la elección de los pasajes podía descu- ciarla realmente bien. Pero nos atrevemos á afir- brirnos sus más ocultos pensamientos en las mate- mar también que, si hubiera algún francés tan ver- rias políticas, hicimos todos nuestros esfuerzos para sado como lo estarían los literatos italianos en el tener conocimiento de este manuscrito. Nuestras estudio de la antigua lengua de las obras de Ma- diligencias no fueron en balde, porque conseguimos quiavelo, podría convencerse por sí mismo de que proporcionarnos una copia suya; y quedó satisfecha la presente traducción es realmente superior á cuan- nuestra curiosidad más allá de lo que esperábamos. tas se han conocido hasta este día. No titubearemos Contiene el manuscrito no solamente una nueva en decir que ella lo es, y los italianos más delicados traducción del libro del Príncipe, y de muchos im- no nos desmentirán; porque este juicio, aunque lo portantes pasajes de algunos otros escritos del mis- declara un francés, es el de un escritor tan ejerci- mo autor, sino también diversas notas marginales tado en la lengua suya, que aun sus obras en ita- de propio puño de Bonaparte. liano publicadas en medio de ellos, hicieron mirarle Infinitamente curioso este manuscrito por seme- allí por muchísimo tiempo como uno de los suyos. jantes notas de un hombre que, á causa de que él Habiendo comparado escrupulosamente el mis- era italiano y que de simple particular llegó á ocu- mo juez esta traducción con el texto, y en seguida par la más eminente soberanía, debía haber com- con la que Amelot de la Houssaie publicó en el año prendido mejor á Maquiavelo que el común de los de 1683 (1), y la que se dió á luz por Toussaint lectores mismos de su país, es además sumamente precioso por el mérito enteramente particular de la (1) La traducción de Amelot de la Houssaie parece ha- traducción. Nos bastaría, para juzgarla con apre- berse hecho más bien por una edición de algunas obras de Maquiavelo, publicada por el célebre Aldo en los años de cio, el reflexionar que emprendida para un lector 1540 ó de 1546, ó la de Giunti, las cuales se diferenciaban que tenía todos los derechos posibles para ser deli- del texto en muchos lugares, que por la Florentina del de 1550, que, ejecutada con arreglo al texto mismo, se llama- cado sobre semejante tarea, la tuvo él mismo por ba, con este motivo, la Testina. No formaba ella más que preferible á cualquiera otra. Cuya consideración so- tres volúmenes, á que, en una impresión de Florencia del la debería hacerla tal á los ojos mismos de los que año de 1782, se añadieron otros tres. Se hicieron poste- riormente muchas ediciones con arreglo á ellos, porque hay no poseyeran aquel raro conocimiento del antiguo una del año de 1796, con la data de Filadelfia. que es com- idioma toscano, sin que uno mismo no pueda apre- pletísima, y en que se hallan las variantes del manuscrito de la Biblioteca Laurenziana, con el retrato del autor, y la Guiraudet en el de 1803, reconoció que ninguna de se reconoce allí ya casi «el genio lleno de fuego, de ambas llegó en la fidelidad á ésta, que le parece penetración y vigor,» que el docto Justo Lipsio ad- haberse hecho casi á la vista de Maquiavelo y co- miraba en este varón insigne. (2) mo dictada por él. En un autor de tanta profundi- La comparación subsiguiente que el mismo juez dad todo era de recoger, y no debía despreciarse hizo de estas dos traducciones entre ellas y con el cosa ninguna. No hay en él, por decirlo así, un me- texto, le inclinó á decidir también que la de Amelot dio pensamiento, ni una tintura de estilo, que no ha quedado superior, bajo este aspecto, á la de deban conocerse, porque la disposición, el giro mis- nuestro contemporáneo Guiraudet, aunque éste la mo de sus frases, equivalen á sentencias, y son ne- haya desacreditado, sosteniendo que «era inexacta, cesarias para el perfecto conocimiento de sus inten- y anticuada en tanto grado con respecto á las cons- ciones. No era posible pintarle fielmente, más que trucciones y expresiones, que ella tendría á su vez pintándole según sus más finos é imperceptibles necesidad de traducirse» (3). Acusación muy evi- rasgos y con una servil menudencia. Pues bien, así dentemente falsa; porque cada uno puede conven- está pintado aquí; en donde el verdadero medita- cerse fácilmente de que el estilo de Amelot es aún do r halla con que satisfacerse completamente, sin menos anticuado que el de Corneille. Es él muy que los lectores, delicados en materia de estilo, en- inteligible; y este traductor había cogido bien en cuentren cosa ninguna que pueda desagradarles. general la mente del texto, y la vertió fielmente en Las dos traducciones anteriores no son, por el contrario, más que versiones libres; es decir, en se- (2) Entre cuantos últimamente, y ayer mismo, tenta- ron hablar de política, decía, afines del Siglo XVI, al dar mejante materia, versiones flojas y destituidas de principio á su tratado sobre la misma materia, no vi á nin- aquella profundidad y porción de nerviosidad que guno que pudiera atraerme, ni menos todavía contenerme en mi empresa; y si he de decir la verdad, puede aplicárse- resultan del combinado curso de los hechos y refle- la aquel dicho de Cleóbulo: «Los más no tienen más que xiones, de las ideas y afectos de Maquiavelo. No ignorancia con una suma abundancia de palabras. El único á quien exceptuó, es Maquiavelo, cuyo ingenio es sólido, penetrante y lleno de fuego.» Qui nuper autItere id tentá- representación del mausoleo que el gran Duque Leopoldo runt, non me tenent, aut terrent, in quos si nevé loquendum est, mandó erigirle en Florencia, en la Iglesia de Santa Cruz, Cleobuli illud convcniat: Inscitiaris ingenium non contemino el año de 1787. La última edición suya que se conoce, es acre, subtile igneum (Doctr. civ. Préefatio). la que Silvestre Conato publicó en Venecia el año de 1811 (3) Discurso preliminar sobre Maquiavelo. la mayor parte. Amelot, que había recidido por se reparan en cierto modo con algunas notas en que mucho tiempo en Venecia, y hecho por otra parte él unió á las máximas de su autor las que había ha- un profundo estudio de la política en esta ciudad, llado conformes con ellas en los escritos de Tácito, en que se hallaba la más famosa escuela de ella, Salustio, Plutarco, etc. podía, mejor que otros muchos, penetrar los arca- La traducción de Guiraudet carece de esta com- nos de Maquiavelo. Los más graves defectos de su pensación; y en ella se ve todavía menos que en la otra aquella expresión entera de cuanto el texto en- traducción consisten en la omisión de algunas fra- cierra. El traductor desfiguró y atenuó con fre- ses accesorias, cuya necesidad había podido ocul- cuencia, lo que lleva impreso el sello de la probidad társele, ó que faltaban en la edición por la que ver- y moral en el modo de pensar del autor (5). Es ver- tía, y en algunas adiciones interpretativas, que ha- cen mirar las cosas algún tanto como sus ideas par- ticulares le inclinaban á verlas (4); pero estas faltas is) Desde el principio del famoso capítulo XVII, que trata de la mala fe, se desentiende la traducción de Guirau- det casi enteramente de la precaución de probidad con que (4) Un ejemplo de 1? primera falta está en el cap. 3, en Maquiavelo había entrado en materia. Había comenzado que Maquiavelo había dicho: Subitó che un forestiere potente él diciendo con una exclamación de entusiasmo por la bue- entra in una provincia, tutti quelli che sono in essa meno poten- na fe y la virtud: Quanto sia laudabile in un principe mante- ti gli aderiscono, mossi da una invidia che hanno contro a chi > nloe rein tlean dfeed. e Neo vnidveimree noc on( piantreegcrietà conef ensona rloco n coanst uzdiao, lor) csiia sccuednoe stato potente sopra di loro; tantoché rispetto a questi minori po- , tenti, egli non ha lo durare Jatica alcuna a guadagnarli perchè con isperienza ne' nostri tempi quelli principi aber fatto gran subiti) tutti insieme violentici-i fanno globo con la stato, che egli cose, che della fede hanno tenuto poco conto, e che hanno saputo ri ha acquistato. Amelot se ciñó á decir: «Luego que un po- con astuzia aggiare i cervelli degli domini, ed alla fine hanno deroso extranjero entra en una provincia, cuantos de ésta superato quelli che si sono fondati in su la lealtà. La traduc- son menos poderosos, se unen gustosos á él por un motivo ción de Guiraudet hace comenzar á Maquiavelo como si él de odio contra el que era más poderoso que ellos.» Supri- tuviera por cosa de poca monta la buena fe, omite después me el traductor lo restante de la frase. su reflexión sobre aquel desvarío, astutamente infundido en £1 segundo cargo no necesita, para justificarse, más que el cerebro de los hombres, y por cuyo medio el malvado de estas palabras. «Julio, con su humor feroz é impetuo- ambicioso consigue su fin. Ultimamente evita aquella pal- so,» con las que Amelot añade un odioso epíteto al texto, pable oposición en que el autor puso, condoliéndose, los concebido así: Giulio con la sua mossa impetuosa. Le vemos triunfos de los príncipes de mala fe, con los reveses de los verter por otra parte, en todos los casos la voz spegnere, que creyeron conseguir directamente sus fines por medio con exterminar, asesinar, cuando ella á menudo no significa de leales y virtuosos procederes. No se reconoce ya el au- más que hacer desaparecer, apagar, dispersar. tor, que no iba á tratar más que con pena y como forzado una tan triste materia. Empezando el traductor cas—i 2c on dad que esta traducción es hecha en un estilo mo la opinión pública sobre los escritos de este autor, y derno que Amelot no podía poseer; pero la profun- particularmente sobre la intención con que él com- didad del sentido y el vigoroso nervio de la frase puso su libro del Príncipe. Si este discurso no con- del original, se sacrifican en ella frecuentemente á la tiene muchas equivocaciones notables sobre este afectación de aquella elegancia y gracia, cuya pro- particular, encierra á lo menos un número muy con- piedad es tocar superficialmente las materias, por siderable de leves errores de hecho, y causa re- el temor de no parecer muy ligeras. En una tarea pugnancia tanto por algunas contradicciones como de esta especie, y sobre una materia tan grave, tan por su afectado republicanismo. Aunque sus erro- severa, la soltura siempre acompañada de alguna res de hecho están copiados de Voltaire, no por es- frivolidad, no podía abrazar casi más que lo super- to dejan ellos de ser unos yerros cuyo fin primitivo ficial. Saliendo Maquiavelo de la bárbara confusión fué inocente, y cuyas consecuencias no son indife- de la edad media, fué austero, duro, y aun agreste rentes; tales son la suposición de que el libro del á veces en sus frases; el darle las formas ágiles de Príncipe se dió á luz por el año de 1515, y la de un bello orador de nuestros tiempos, era también que él no fué condenado por Roma más que en el disfrazarle muy intempestivamente. de 1592 (6). Se confundirán bien pronto estos Lo está él quizá también de otro modo en el dis- errores. curso que Toussaint Guiraudet puso á la cabeza de Ultimamente Guiraudet, lleno siempre de con- su voluminosa traducción, para fijar á su voluntad fianza en Voltaire, discurre como si Voltaire no hu- biera sido más que el editor del Anti-Maqiavelo, una fría indiferencia por la buena fe y virtud, se expresa que él dió á luz en Londres, en el año de 1740, así: «Es sin duda cosa muy laudable que los príncipes sean haciéndole atribuir á Federico II, Rey de Prusia. fieles á sus empeños; pero ^por sin embargo) entre los de nuestro tiempo, á quienes vimos hacer grandes cosas hay Guiraudet sin embargo sospechaba en ello alguna pocos que se hayan picado de esta fidelidad, ni formado un superchería, supuesto que al mismo tiempo, y con escrúpulo de engañar á los que descansaban sobre su leal- una especie de extrañeza hacía el reparo de que tad.» Podríamos notar otras muchas inexactitudes y mu- chas inversiones no menos sensibles, particularmente al fin «Voltaire dió desmesurados elogios á una mediana del cap. S° y al del cap. 23; pero el ejemplo que hemos ci- tado bastará para justificar nuestro juicio sobre esta tra- ducción. (6) Prólogo del Anti-Maquiavelo. producción, que el monarca guardó un profundo si- nombre de la República de Florencia, cerca del ca- lencio sobre este particular; y que la conducta que le pítulo general de los padres menores observantes, valió á Federico el renombre de grande, probaba reunidos en Carpi. A pesar de la gana suya de mul- que él apreciaba las máximas de Maquiavelo [7]. tiplicar los volúmenes de su traducción, que él alar- Nótase una contradicción más formal en este dis- gó hasta nueve, mientras que las obras de Maquia- curso, cuando Guiraudet, después de haber dado el velo tienen seis únicamente, dejó á un lado estos nombre de horrendo consejero de los reyes á Ma- documentos que le parecían estar en mucha oposi- quiavelo [8], confiesa en seguida que el libro del ción con el espíritu antireligioso de nuestra edad. Príncipe «está lleno de verdades útiles y capaces Al dar cuenta del sacrificio que él le hace, cita con de dirigir, en su conducta política, al estadista que complacencia algunas frases antimonacales de una tuviera la mayor moralidad» [9]. Guiraudet se ha- carta de Guichardini á Maquiavelo en aquella oca- bía visto precisado aquí á tributar homenaje á la sión. Este le escribía: «cuando veo el título de Vm. verdad; y el homenaje es tanto más sobresaliente, de orador republicano al lado de los frailes, y con- cuanto este traductor había comenzado escribiendo templo con cuantos reyes, duques y príncipes ha con la injusta pasión del vulgo contra Maquiavelo. negociado, se me viene á la memoria Lisandro, quien á continuación de infinitas victorias, y lleno No obstante esto, hay cosas bien pensadas en es- de inmortales trofeos, tuvo el encargo de distribuir te discurso; pero están como si dijéramos ahogadas la carne á aquellos mismos soldados á los que él con una superabundancia de frases de ornamento, había mandado tan gloriosamente.» como aquellas nuevas frutas á cuya formación y ma- durez sirve un espeso ramaje de estorbo. Pero Guiraudet se guardó muy bien de transladar No podemos concluir sobre este discurso de Tous- la réplica de Maquiavelo, no menos respetuosa para saint Guiraudet, sin notar el filosófico desprecio que con los religiosos que honrosa para él mismo. «No éste hace en él de los documentos de una embajada discurro, respondía á Guichardini, haber malogrado que Maquiavelo desempeñó, el año de 1520, en el tiempo en estudiar la historia y república de los religiosos, aun mendicantes \zoccoli\ supuesto que (7) Discurso preliminar, pág. 103. he aprendido á conocer muchas reglas y estatutos (8) Ib., pág. 2. suyos, que son primorosos en muchos puntos; y es- (g) //;., pág. 62.

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