Leyendo este libro he admirado en usted al hombre bueno, al liberal y al artista, y he quedado agradecido del historiador. LOS ÚLTIMOS DÍAS General Felipe Ángeles De su carta a Manuel Márquez Sterling, 1917. El embajador Manuel Márquez Sterling encara como testigo ex- cepcional, el pensamiento y la inquietud cubana de una época fracasada por la intervención norteamericana. En sus relatos, re- feridos a los azares de una gestión conciliadora y con la viveza de historia la expresión del buen reportaje y de la seriedad documenta- da, Márquez Sterling —nacido en Lima, Perú— se asoma a los acontecimientos que dieron origen a la Revolución Mexicana, con cierto matiz autobiográfico y desde el sugerente ángulo diplomá- tico de los acontecimientos narrados. No obstante, es a partir del capítulo ix, donde al ocuparse de su presentación de credencia- les al presidente Madero —el 10 de enero de 1913—, que entra de lleno al tema conservando un estilo literario que sin perder belleza se torna más directo al ahondar en los acontecimientos que culminan en la Decena Trágica. En este momento su afán de objetividad crece; tanto que, el punto de vista diplomático, así como sus opiniones como narrador son excluidas y lo llevan a utilizar una forma dialogada que de golpe pone al lector en el centro mismo del episodio. Hoy, hace un siglo, debió cumplir cuarenta años el presidente apóstol, la furia del Chacal y la de sus cómplices truncaron su vida. Los editores LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PRESIDENTE MADERO consejo editorial Presidencia gruPo Parlamentario del Pan Dip. juan Pablo adame alemán, Titular gruPo Parlamentario del Pri Dip. josé enrique dóger guerrero, Titular Dip. eligio cuitláhuac gonzález farías, Suplente gruPo Parlamentario del Prd diP. tomás brito lara, Titular gruPo Parlamentario del Pvem Dip. ricardo astudillo suárez, Titular Dip. laura Ximena martel cantú, Suplente gruPo Parlamentario de movimiento ciudadano Dip. josé francisco coronato rodríguez, Titular Dip. francisco alfonso durazo montaño, Suplente gruPo Parlamentario del Pt Dip. alberto anaya gutiérrez, Titular Dip. ricardo cantú garza, Suplente gruPo Parlamentario de nueva alianza Dip. luis antonio gonzález roldán, Titular Dip. josé angelino caamal mena, Suplente secretario general Mtro. mauricio farah gebara secretario de servicios Parlamentarios Lic. juan carlos delgadillo salas centro de estudios sociales y de oPinión Pública centro de estudios Para el adelanto de las mujeres y la equidad de género centro de estudios de las finanzas Públicas centro de estudios Para el desarrollo rural sustentable y la soberanía alimentaria centro de estudios de derecho e investigaciones Parlamentarias centro de documentación, información y análisis secretario técnico del consejo editorial edgar Piedragil galván LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PRESIDENTE MADERO MANUEL MÁRQUEZ STERLING MI GESTIÓN DIPLOMÁTICA EN MÉXICO ENERO-MARZO, 1913 consejo editorial MÉXICO 2013 Coeditores de la presente edición H. Cámara de diputados, LXii LegisLatura migueL ángeL porrúa, librero-editor Edición fuente La Habana, Cuba, 1917 © 2013 Por características tipográficas y de diseño editorial migueL ángeL porrúa, librero-editor Derechos reservados conforme a la ley ISBN 978-607-401-749-6 Imagen de portada Francisco I. Madero, óleo sobre tela, anónimo, s/f Col. Museo Nacional de la Revolución Secretaría de Cultura, GDF La reproducción parcial o total, directa o indirecta del con- tenido de la presente obra, queda permitida por tratarse de una obra de divulgación. No obstante, deberá citarse la fuen- te correspondiente, en términos de lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los tratados internacionales aplicables. IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEXICO libro impreso sobre papel de fabricación ecológica con bulk a 80 gramos www.maporrua.com.mx Amargura 4, San Ángel, Álvaro Obregón, 01000 México, D.F. Todos los hombres del presidente Rafael Estrada Michel La Decena Trágica como detonante constitucional Te elegí como firme coraza para librarme de mis enemigos, y eres la lanza y el agudo hierro con que me atraviesan... Confié en mis amigos para que me sirviesen de sólidas corazas; y así lo hicieron, ¡Pero en manos de mis enemigos y contra mí! Los elegí para que me sirviesen de flechas mortales y lo fueron, ¡pero contra mi corazón! cautivé sus corazones para hacerlos fieles; y fueron fieles ¡pero a otros amores! los cuidé fervorosamente para que fuesen constantes; y lo fueron, ¡pero en la traición!” Las mil noches y una noche. Noche 11 Sharazada parece haber conocido a Huerta, a Félix Díaz, a Henry Lane Wilson, a Blanquet, a Mondragón. Pobre: querría haber muer- to en la noche 11, terrible como las tristes noches de 1813. Ésta, sin embargo, es una historia norteamericana. No sólo porque invo- lucra (¡y en qué forma!) a los Estados Unidos, sino porque el trián- gulo lo cierran Cuba y, por supuesto, México. Nos permite contem- plar un periodo especialmente álgido de nuestra historia desde la perspectiva subcontinental, que no es muy usual. La complejidad del año 13, con todas sus aristas y todos los sueños que quedaron truncos, se percibe mucho mejor si se cae en la cuenta de lo que la región se jugaba con la caída del presidente Madero. De Manuel Márquez Sterling se puede decir mucho, y mucho muy bueno. Contaba nuestro embajador con una famosa, si no lar- 7 ga, trayectoria de cuestionamiento al “tercer imperio”, esto es, al régimen del general Díaz. En dicha trayectoria se halla el conflicto de base que enfrentará, andando el tiempo, a Científicos contra maderistas. Márquez, el periodista que en 1904 entrevistara a la Esfinge del 2 de abril, no parecía entonces, ni nunca, avenirse con la manida versión de que Díaz gobernaba con mano de hierro con el fin de asegurarle un futuro democrático al México que apenas salía del atribulado ochocientos. De hecho, estas memorias diplomáticas son, entre otras muchas cosas, la expresión de lo que un demócrata internacional de forma- ción mexicana —el autor vivió en México durante su juventud—, pensaba acerca de don Porfirio, tan modélico para tantos aspirantes latinoamericanos a Silla y Mario. Son, también, el cauce para una confesión de apostolado democrático. Y duele entrever en ellas que, en nuestra América, la democracia ha tenido que ser apostolado, prácticamente camino de santidad y de martirio, en lugar de espacio sereno y cotidiano para la solución de controversias, por lo demás perfectamente solventables. Márquez Sterling viene del combate a un imperialismo: el esta- dounidense, y a un imperio: el español. De ahí que su historia diplo- mática de la caída de la segunda república restaurada en México se encuentre sesgada o, por lo menos, centrada en torno a la actuación de los embajadores Henry Wilson y Bernardo Cólogan. Pero hay algo más: a don Manuel le duele todavía el parto de la República cubana o, por mejor decir, su secesión respecto de la España, madre titubeante pero madre al fin. Y le duele como la cuestion protonacio- nal suele doler a los patriotas, que saben que no hay más camino que la independencia respecto de Ultramar pero intuyen que caer en los brazos del primo yanqui no es, ni puede ser, la solución ade- cuada. Ahora bien México, tras el calvario 1808-1847-1862, no es la 8 • Rafael Estrada Michel Cuba de Martí ni la de Estrada Palma. Está en otro punto de su “evo- lución social”, lo que parece escapársele al amigo cubano. Aderezados con utilísimo anecdotario de la vida diplomática y periodística de las primeras Repúblicas cubanas, y con perfiles bio- gráficos muy considerables como aquel, inolvidable, del estadista brasileño Barón de Río Branco, Los últimos días del Presidente brin- dan ocasión, también, de acercarse a elucubraciones nada positivis- tas, por ende nada racistas, sobre el futuro de nuestras estirpes la- tinas, siempre contrastastante, en el imaginario, con el de las comunidades anglosajonas: “porque la superioridad no es étnica sino histórica y los inferiores, ahora, podrán no serlo mañana”, apunta genialmente. Ministro en el Perú, que Humberto Mussachio reporta como su tierra natal —lo que es lógico si se considera la misión que su padre desempeñó para la Cuba insurgente en el iniciático país del Medio- día— Márquez Sterling contempla poco antes de su viaje a México el ascenso de un enviado del gobierno Taft a Cuba, que en mucho anticipa lo que será el inmundo Henry Lane Wilson en el Anáhuac. En efecto, Mr. Beaupré, “plenipotenciario de artera diplomacia, a tal extremo acreditada que su solo nombre púsome en ascuas”, hará todo cuanto esté de su parte, promoción de guerra de castas inclui- da, para obtener la caída del gobierno del presidente Gómez. Pero Gómez, no gran ciudadano como Madero pero acaso grande hom- bre como Juárez y como Díaz, para emplear la tipología de Rabasa, evitó la intervención yanqui y, con ello, se ahorró la defenestración. Los americolatinos despertábamos y los Estados Unidos del ilustre presidente juez Taft hacían todo por retornarnos al letargo de la historia. Márquez Sterling reconoce que personalidades como la de don Porfirio no podían improvisarse. Pretensión semejante constituyó, Todos los hombres del presidente • 9 como se sabe, el error postrero de los Científicos. Las páginas que el plenipotenciario cubano dedica al fulgurante ascenso de Madero son, a un tiempo, ejemplares muestras de buen sentido político e inauguración del género hagiográfico maderista que habría de con- tar con tantas y tan buenas plumas. Reconocen, con todo, que en La sucesión presidencial en 1910, esas “incoherentes catilinarias” llenas de “pobre dialéctica”, no pudo el lector llamado a hacer “estallar la República” hallar retrato alguno del dictador en su dimensión huma- na. Miseria del maderismo y explicación precoz de su ulterior fracaso: “Madero entiende todavía que la obra se reduce a quitar un despota y poner, en la silla, un demócrata”. Lleva razón nuestro autor: al apóstol le faltó hacerse cargo del grave, gravísimo, problema de diseño institucional cuya solución había tornado indispensable la figura del anciano general. De hecho, el clásico libro de 1908 comienza epigrafíado con estruendosas y nada críticas loas a la Constitución de 1857, carta que fue, si se le mira sin apasionamientos, el texto fundamental del Tercer Imperio: código de leyes tan sabias que constituyen uno de nuestros más legíti- mos timbres de gloria y que nos han de servir para trabajar, todos unidos, siguiendo el grandioso principio de fraternidad, para obtener, por medio de la libertad, la realización del magnífico ideal democrático de la igualdad ante la ley1. Esta suerte de mistificación de un texto legal acaso sea la base que permita a un revisionista Enrique Krauze hablar del pernicioso “misticismo en la política” maderista.2 Hay con todo que conceder que en La sucesión, Madero adelanta lo que será el signo de su ga- 1 Francisco I. Madero, La sucesión presidencial en 1910, edición facsmilar del manuscrito de 1908, LXI Legislatura Cámara de Diputados/Miguel Ángel Porrúa, México, 2010, vol. i, p. xiv. 2En Letras Libres, edición tan reciente como la de febrero de 2013. 10 • Rafael Estrada Michel