Todo empezó un sábado a la noche en la lujosa residencia de Andrew Lloyd. Después de la comida, Miss Larue se retiró a su habitación. Según el testimonio de la mucama, se tendió en el lecho y le dijo que esperaría un rato antes de desvestirse. Estaba tan bonita así, inmóvil, y tan trágicamente distinta de lo que encontraron después.