Si la gran obra de madurez de Max Aub es el ciclo titulado El laberinto mágico, donde la realidad del país es presentada por el entrecruzamiento de anécdotas y vidas de infinidad de personajes nunca protagonistas, pero siempre indispensables, en el presente volumen de cuentos, que llevo el título del primero, «Los pies por delante», asistimos a una operación inversa. Aquí los personales secundarios se convierten en protagonistas, como si una lupa se hubiese posado sobre ellos, con el fin de mostrar con mayor precisión la tragedia, comedia o tragicomedia de sus existencias —pues de todo hay en la expresiva prosa de Max Aub—, para remitirnos, en última instancia, a partir de las piezas sueltas del retablo, a la gran concepción artística y nacional que fue la meta último de Max Aub y su logro más sobresaliente.