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Los Moriscos Antes Y Despues De La Expulsion PDF

279 Pages·2016·1.15 MB·Spanish
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LOS MORISCOS ANTES Y DESPUÉS DE LA EXPULSIÓN Míkel de Epalza LOS MORISCOS ANTES Y DESPUÉS DE LA EXPULSIÓN 1 Introducción 4 La expulsión, hecho histórico fundamental 4 Orígenes y sentidos del nombre «morisco» 6 La moriscología como área científica. Sus elementos 8 PRIMERA PARTE 18 - I - 20 Los musulmanes de Al-Andalus 21 Las poblaciones musulmanas sometidas (mudéjares) 23 Los granadinos conquistados 30 Las conversiones forzadas de principios del XVI 31 - II - 34 Los moriscos de la Corona de Aragón 36 Los moriscos de la Corona de Castilla 38 Moriscos en otros territorios peninsulares y ultramarinos 43 Granada, antes y después de la guerra de Las Alpujarras 45 El goteo demográfico hacia el mundo islámico 48 - III - 50 Cambio religioso: Iglesia e Inquisición 50 Representación política: Grupos e individuos 53 Sujeciones diversas: Realengo, municipio, señoríos, territorios eclesiásticos 54 Situaciones económicas de los moriscos 55 - IV - 59 La estructura familiar y el vecindario 60 Las relaciones islámicas 62 Ritmos vitales 63 Las presiones y opresiones ambientales 66 Expresión oral y escrita 67 - V - 70 Argumentos y reticencias de las autoridades españolas ante la expulsión 70 La expulsión definitiva 74 SEGUNDA PARTE 77 - I - 79 Situación sociopolítica de Marruecos frente a la inmigración de los moriscos 79 Antecedentes migratorios y algunos personajes moriscos en Marruecos 89 Los intentos de autarquía de los andalusíes en Marruecos: Tetuán y Salé- Rabat 98 La asimilación andalusí en Marruecos 107 La herencia andalusí en Marruecos: restos y nostalgias 116 - II - 121 Los espacios geopolíticos argelinos 122 Antecedentes andalusíes de emigraciones al Magreb Central 124 La gran expulsión: instalaciones en Argelia 129 Dinámica socioeconómica del grupo andalusí en Argel 139 Actividad fronteriza: el mar y el corso, el ejército 145 Comercio exterior. Los cautivos y esclavos 149 Alimentación de la ciudad: colonias agrícolas 150 Como en Túnez, son sobre todo los viajeros extranjeros los que más advierten la fertilidad de las colonias agrícolas andalusíes en los alrededores de las ciudades, especialmente de la capital argelina y sus llanuras meridionales del valle de La Mitidja: el inglés Shaw o el español Ximénez. 150 Artesanía urbana: la seda y lo textil 152 Insertos en el cosmopolitismo urbano de los turcos en el Mediterráneo 153 - III - 157 Especificidad de la instalación morisca en Túnez 157 El éxodo de los moriscos y su instalación en Túnez 160 Permanencia de la identidad andalusí 162 Actividades y tradiciones andalusíes en Túnez 165 Hay una abundante documentación sobre las actividades de los moriscos en su nueva patria. Fueron, ciertamente, un elemento del esplendor tunecino en época otomana. Su actividad abarca lo militar (construcciones, corso, milicia y hasta un tratado de artillería) y especialmente lo civil. En algunas de esas actividades dejaron la impronta de la cultura hispánica que habían conocido y asimilado en España. 165 - IV - 167 Los moriscos y el Imperio Otomano 168 Moriscos en Francia, Italia, África subsahariana y la India 173 Bibliografía 179 LOS MORISCOS ANTES Y DESPUÉS DE LA EXPULSIÓN Míkel de Epalza Introducción La expulsión, hecho histórico fundamental La «expulsión de los moriscos» es un hecho relevante en la historia de España del siglo XVII, pero adquiere su sentido trágico a la luz de la historia de nueve siglos de vivencia de los musulmanes en la Península Ibérica. «Expulsión» es el término empleado por los historiadores para expresar la ejecución de la orden real de 1609: he resuelto que se saquen todos los Moriscos de ese Reino y que se echen en Berbería[1]. La palabra «expulsión» refuerza el concepto de «destierro», de lanzar fuera de su tierra, y de «exilio», instalación en un lugar alejado de ella[2]. Los tres conceptos -expulsión, destierro, exilio-quedan incluidos en el título y el tema de este libro: la expulsión marca el hito central entre un «antes» -del que fueron desterrados-y un «después» -su instalación en el exilio-. La expulsión indica el final brutal de los moriscos. Socialmente, es la eliminación de una minoría por una mayoría, en la sociedad española de su tiempo, como reza el título de un libro reciente: Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría[3]. Históricamente, es el desenlace de nueve siglos del Islam de Al-Andalus, percibidos como triste final de una historia gloriosa, también expresado en otro título de libro: Final de Al-Andalus e historia de los árabes cristianizados[4]. Así ha sido percibida siempre la expulsión de los moriscos, como la ruptura de una convivencia social y como el final de una larga etapa histórica. Esas dos coordenadas, sociológica e histórica, dan un dramatismo trágico a la suerte de los moriscos y los relacionan con dos dimensiones fundamentales del vivir humano. Una es la ruptura de la convivencia social que supuso la expulsión, que es un símbolo de todas las tensiones que aquejan al hombre en su relación con los demás, mientras que la conclusión de una larga historia plantea el tema de la muerte, la muerte provocada por los demás. Convivencia social y homicidio, íntimamente significativos para cada individuo y para cada grupo, se encuentran simbolizados en la suerte de los moriscos en la España del XVII. Son temas de permanente actualidad política, que afectan a millones de hombres, hasta la más desconocida o clamorosa actualidad. Aunque en este libro no se van a analizar las estructuras antropológicas del fenómeno morisco, hay que tener en cuenta esta dimensión del tema para comprender su permanente interés[5]. Los moriscos serían simplemente un grupo social más de la sociedad española y de la sociedad musulmana, de interés limitado, si no fuera por la expulsión, que supuso una brutal interrupción de su convivencia social con los demás españoles y su desaparición como grupo histórico musulmán en la Península Ibérica. No se va a estudiar aquí sólo la expulsión, pero está justificado el que se ponga en el centro del título y tema de este libro, ya que tiene un significado singular para cuantos contemplan ese hecho histórico. En efecto, para todo historiador que investiga y escribe sobre la historia de los moriscos como grupo humano y para todo lector de un libro de historia de los moriscos, la expulsión final estructura inevitablemente el estudio de sus antecedentes -en qué sentido la expulsión fue preparada por los hechos anteriores-y el de sus consecuencias - cómo los moriscos se instalaron en sus nuevas tierras y se integraron, con sus descendientes, en la sociedad islámica que les acogió. Pero hay que advertir que este libro no dará un igual tratamiento al «antes» y al «después» de la expulsión. La mera lectura del índice general muestra la diferente amplitud que damos a cada uno de esos temas: la situación de los moriscos expulsados y de sus predecesores en la península ocupa bastante menos páginas que las consagradas a su instalación después de la expulsión, y esa misma expulsión tampoco se analizará detalladamente, como se hará con la situación de los moriscos exiliados y de sus descendientes. La razón es muy sencilla. La situación de los moriscos en España y los factores de su expulsión han sido ya objeto de muchísimos estudios, muchos de ellos excelentes, a los que se puede remitir al lector. En cambio la suerte de los moriscos después de la expulsión es mucho menos conocida, por razones diversas, entre las que cabe destacar la mucho menor abundancia de materiales documentales, la lejanía geográfica de los países en los que se instalaron, y el relativo anonimato en el que se fundieron esos miles de musulmanes en la sociedad islámica receptora. Pero hay que decir también que el general desinterés de escritores y lectores por la suerte de esos hombres y mujeres después de su expulsión de España se debe precisamente a la consideración que suelen tener los vencidos: terminada brutalmente su tragedia, salen de la escena y desaparecen. Si se quedan -ellos y sus descendientes-, su presencia puede ser molesta, porque hay que hacer algo con ellos. De ahí la respuesta que, ya en el siglo XVII, dieron algunos escritores sobre los moriscos expulsados, para contestar a quienes, como el mismo Miguel de Cervantes en El Quijote, podían haberse preguntado por la suerte de esos expulsos: ¿y si volvieran, como el morisco Ricote?[6], ¿y si exigieran en justicia reparaciones por sus bienes, espirituales y materiales, perdidos con la expulsión y simbólicamente representados por su reivindicación de españolía del viajero retornado Ricote y la recuperación de los tesoros escondidos que habían enterrado antes de ser expulsados? Los tratadistas del siglo XVII se encargaron de mencionar que muchos de los expulsados, quizás la mayoría, habían perecido en los viajes por mar y en manos de inhumanos beduinos, en tierras del Magreb[7], y que de todas maneras eran depravados y contumaces infieles, indignos por ello de volver a formar parte de la sociedad española. Pero aún hoy en día, junto a la aceptación muy positiva del carácter hispánico de esos expulsados y de sus descendientes, vinculados estrechamente con la historia y la sociedad españolas[8], no faltan en España reticencias políticas ante posibles reivindicaciones por parte de musulmanes, por derechos perdidos por los moriscos como últimos descendientes y herederos del Islam y de su soberanía política en Al-Andalus[9]. Pero las reivindicaciones históricas de este tipo no suelen ser más que eso, históricas, reivindicaciones al derecho a la memoria, que, por otra parte, hay un interés general en recuperar, interés siempre positivo en sí. Las posibles manifestaciones de reivindicación política, que la evocación de la injusticia hecha a los moriscos pueda generar en grupos minoritarios, no se solventan actualmente por la historia sino por el derecho internacional, que suele hacer poco caso a argumentos de siglos pasados para justificar hipotéticos cambios políticos. Realismo y amplitud de miras deberían desterrar -ante el tratamiento histórico del tema de la expulsión de los moriscos-toda reticencia frente al estudio objetivo de este hecho de la historia hispano-árabe e islámico-cristiana. La historia sólo pretende conocer el pasado y explicarlo, no justificarlo ni sacar consecuencias políticas en el presente, aunque esto sea perfectamente normal y legítimo, por otra parte. Hay escritos que podrían eventualmente añorar o aprobar la pérdida del Islam de España o disertar sobre los límites de la tolerancia y la necesidad del pluralismo y el no recurso a la fuerza para solventar las tensiones sociales. Son temas importantes y legítimos. Pero no se tratarán en este libro. Este es un libro de historia, que trata solamente de exponer y explicar los hechos principales que conciernen a Los moriscos, antes y después de la expulsión. Orígenes y sentidos del nombre «morisco» Los «moriscos», en el uso de esta palabra por los historiadores actuales, son los musulmanes de los reinos peninsulares que luego serán España (Coronas de Castilla, Aragón y Navarra), que fueron obligados a convertirse al cristianismo a principios del siglo XVI. Así se les distingue de los «mudéjares» o musulmanes peninsulares originarios del Al-Andalus árabe que podían practicar su religión en la sociedad cristiana a lo largo de la Edad Media antes de esas conversiones forzosas del siglo XVI. Los llamados «mudéjares» son descendientes de los «andalusíes» o musulmanes bajo el poder político islámico en Al-Andalus, la Hispania islamizada o Península Ibérica en el período musulmán de su historia política. Por su origen hispánico los moriscos se distinguen también de los «berberiscos», como se llamaba en el siglo XVI a los habitantes de Berbería, los actualmente llamados «magrebíes» del Magreb o Norte de África occidental, denominados así en su lengua árabe. En el XVI-XVII, como en la Edad Media hispánica, todos los «musulmanes» o seguidores de la religión del Islam solían ser llamados «sarracenos» (sarraïns en catalán) y, sobre todo, «moros», palabra original de donde proviene etimológicamente «morisco». En la época de los moriscos propiamente dichos, desde principios del XVI (conversión forzosa) a principios del XVII (expulsión general), la terminología era relativamente estable, pero con algunas fluctuaciones en la denominación, debido sobre todo a la variedad de las situaciones sociales de esos musulmanes o criptomusulmanes[10]. Por ejemplo, los moriscos eran llamados, desde el punto de vista religioso cristiano, «cristianos nuevos de moros». Pero la terminología de los historiadores modernos es muy clara: son «moriscos» los musulmanes hispánicos obligados a bautizarse y a ser cristianos en la sociedad española de los siglos XVI-XVII. En este sentido exclusivamente se utilizará la denominación «morisco» en el presente libro. Por extensión, se denomina también «moriscos» a los que fueron expulsados de España y a sus descendientes, especialmente en el Magreb. Pero se les llama también «andalusíes» o gente originaria de Al-Andalus, como se denominan a sí mismos, hasta la actualidad (la traducción española «andaluces» es incorrecta, aunque frecuente, por no tener ni la lengua árabe ni la lengua francesa más que un epíteto para designar a dos realidades diferentes en castellano: lo relativo a Al-Andalus o «andalusí» y lo relativo a Andalucía o «andaluz»)[11]. La actual fluctuación, tanto en castellano como en árabe y francés, entre «morisco» y «andalusí», para designar a los descendientes de los moriscos hispanos expulsados, será respetada en el presente libro: se designará con preferencia como «moriscos» a los expulsados y como «andalusíes» a los descendientes de emigrantes de Al-Andalus, hayan sido sus antepasados «moriscos» propiamente dichos -cristianizados en España en el XVI-o emigrantes anteriores a la conversión forzosa. Es en realidad difícil de saber, muchas veces, en qué época emigraron los antecesores de muchos andalusíes del Magreb. El objeto de este libro son, pues, los «moriscos» o últimos musulmanes de Al-Andalus, obligados a ser cristianos, y los «moriscos» o «andalusíes» expulsados o descendientes de expulsados, en tierras islámicas del Magreb o de Oriente Medio. La palabra «morisco» viene de «moro», con una terminación que indica diminutivo o derivación adjetival, muchas veces con sentido despectivo. Originariamente, sería equivalente a otro derivado moderno de «moro», el epíteto «moraco», profundamente despectivo. Pero es también signo de que esas personas no son como los demás «moros» paganos, ya que han sido bautizados y suelen ser reconocidos como cristianos en la sociedad española, a muchos efectos. «Morisco» sería, en definitiva, un derivado de «moro», equivalente a la más exacta expresión religiosa, ya mencionada, de «cristiano nuevo de

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