¿Estás realmente preparado para atraer la riqueza? Si es así, debes saber que todas las personas que han llegado a convertirse en millonarios han estimulado su cerebro, modificado sus creencias y cambiado sus hábitos para crear una forma de pensamiento diferente, que les permitiese descubrir oportunidades para atraer riqueza donde otros antes no vieron nada. No se nace con esta cualidad, sin embargo, uno la puede adquirir, entrenar y desarrollar. Lo que le convertiría en un imán para el dinero en potencia. Después de entrevistarse con cientos de millonarios para conocer sus secretos, y de poner en práctica lo aprendido, Juan Antonio Guerrero Cañongo te ofrece un método claro y sencillo para generar fortuna, independientemente de las circunstancias actuales de tu vida. Te será de enorme ayuda tanto si tienes estudios como si no, ya seas el más humilde de los empleados o un buen empresario de éxito. Este libro te proporcionará una información poderosa que te permitirá alcanzar esa libertad financiera que todo el mundo añora, pero pocos consiguen. Juan Antonio Guerrero Cañongo Los millonarios no nacen, se hacen Manual para conseguir tu libertad financiera ePub r1.0 jvdivx 29.06.15 Título original: Los millonarios no nacen, se hacen Juan Antonio Guerrero Cañongo, 2014 Editor digital: jvdivx ePub base r1.2 Desde niño te han enseñado cómo gastar dinero, pero nunca cómo multiplicarlo. Juan Antonio Guerrero Cañongo INTRODUCCIÓN No hay nada malo en el deseo de hacerse rico. El deseo de riqueza es, realmente, el deseo de una vida más rica, más llena, y más abundante; y ese deseo es meritorio y digno. Wallace D. Wattles Mi vida ha estado llena de contrastes, mis primeros años los viví en una de las ciudades más grandes del mundo, posteriormente —a mi hermana y a mí— nos llevaron a vivir a una comunidad de pocos habitantes; ya en mi juventud, habité en otra ciudad, para vivir de nuevo años después en esa pequeña comunidad. En la gran ciudad viví en una colonia de clase media alta, en la comunidad mi casa estaba ubicada en un mercado callejero, ahí, los hijos de los comerciantes me enseñaron a divertirme construyendo mis propios juguetes; después comprendería que cuando no se tiene dinero, lo único que puede ayudarte es tu creatividad, por eso es necesario estimular nuestra mente. De niño, asistí a escuelas públicas, por lo que conviví con personas de todos los estratos sociales, ya en la escuela preparatoria y profesional, estuve en una particular, donde conocí a los padres de mis compañeros, que en su mayoría eran empresarios, por lo que observé diversas formas de ganar dinero. Mi abuelo materno era comerciante, ya sabes, compraba un producto barato y lo vendía con un precio más elevado. Así llegó a ser millonario. Su esposa, mi abuela, estaba dedicada al hogar y era una excelente administradora. De hecho, mi abuelo —quien aún está vivo— sigue haciendo dinero; sucede que hace algunos años les dijo a sus hijos que les heredaría en vida, repartió sus inmuebles a los seis hermanos con la consigna de que debían darle cierta cantidad de dinero al mes, por concepto de renta, ya que se quedaría sin propiedades que le dieran dinero y así sobrevivir. Por supuesto tenía una reserva en el banco, que no ha sido gastada, al contrario, se ha multiplicado por el pago mensual de sus hijos. Por eso afirmo que hasta la fecha sigue ganando dinero, ahora gracias a sus descendientes. Mi madre heredó esa sagacidad económica, sus demás hermanos no. Mi abuelo paterno fue empleado y nunca quebrantó las reglas laborales. Hasta hace unos meses sabía que se había casado dos veces y tenido ocho hijos, pero recientemente una nueva familia contactó conmigo. Sucede que se casó una vez más. Poco a poco sigo descubriendo cosas de él —habrá más material para otro libro—. Su esposa, mi abuela, fue autodidacta, desempeñándose como médico homeópata y comerciante, teniendo más éxito en su primera ocupación que en la segunda. Como comerciante siempre se gastaba todo lo que ganaba y por eso no multiplicó su dinero. Mi padre creció odiando el comercio y siempre ha buscado ser como su padre, es decir, empleado. Desde pequeño comencé a vender cosas, aunque mis padres no me estimulaban a esa actividad, ya que para ellos lo más importante era aprender en una escuela, para no pasar las mismas «penurias». Coloco las comillas porque nunca vivimos penuria alguna, aunque ellos lo consideraran así —ya te hablaré de las programaciones familiares y cómo nos influyeron más adelante—. Mi padre no sabía cómo ganar dinero cuando se casó. Se le ocurrió iniciar un estudio fotográfico, que no le agradaba pero le dio bastante riqueza. Mi madre mejoró ese emprendimiento con esa sagacidad que te comentaba, ella lo atendía mientras mi padre se empleaba. A los catorce años comencé a ayudarles en ese negocio, después lo hizo mi hermana. De ser un pequeño local, pasó a ser un gran espacio de fotografía profesional y venta de papelería y regalos. Mi padre siempre buscó ser empleado, mi madre, ser una empresaria en pequeño. Mientras estudiaba en la universidad, comencé a vender en ese negocio diversos productos, entre ellos cintas para video y casetes para grabar, lo cual me daba un ingreso modesto. Esa actividad me agradaba, ya tenía en mis venas el deseo por ganar dinero comprando y vendiendo como mi abuelo y mi madre —aunque posteriormente descubriría que esa actividad no era la adecuada para mí—. Seguí vendiendo entre mis amigos diversos productos, además de ser camarógrafo de eventos sociales los