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Los Imperios del Antiguo Oriente 1: Del Paleolítico a la Mitad del Segundo Milenio PDF

363 Pages·1970·3.47 MB·Spanish
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Esta Historia universal SIGLO XXI, preparada y editada inicialmente por Fischer Verlag (Alemania), sigue un nuevo concepto: exponer la totalidad de los acontecimientos del mundo, dar todo su valor a la historia de los países y pueblos de Asia, África y América. Resalta la cultura y la economía como fuerzas que condicionan la historia. Saca a la luz el despertar de la humanidad a su propia conciencia. En la Historia universal SIGLO XXI han contribuido ochenta destacados especialistas de todo el mundo. Consta de 36 volúmenes, cada uno de ellos independiente, y abarca desde la prehistoria hasta la actualidad. Este segundo volumen incluye: Prehistoria e historia primitiva de Asia interior. La época protodinástica. El primer imperio semítico. El reino de la III dinastía de Ur y sus herederos. La época paleobabilónica. Los orígenes de Egipto. El Egipto arcaico (I y II dinastías tinitas). El imperio antiguo. El fin del imperio antiguo y el primer periodo intermedio. El imperio medio. El segundo periodo intermedio y la invasión de Egipto por los hicsos. Elena Cassin, Jean Bottéro & Jean Vercoutter Los imperios del Antiguo Oriente I Del Paleolítico a la mitad del segundo milenio Historia Universal Siglo XXI - 2 ePub r1.0 jaleareal 26.09.16 Título original: Die Altorientalischen Reiche I. Vom Paläolithikum bis zur Mitte des 2. Jahrtausends Elena Cassin, Jean Bottéro & Jean Vercoutter, 1965 Traducción: Genoveva Dieterich & Jesús Sánchez Maza Editor digital: jaleareal ePub base r1.2 ADVERTENCIA SOBRE LAS TRANSCRIPCIONES Se transcriben los nombres turcos, sumerios y semitas de acuerdo con las siguientes equivalencias aproximadas: ḍ, ṣ, ṭ: consonantes llamadas enfáticas, pronunciadas con gran esfuerzo articulatorio, que no existe en las lenguas europeas. j, dj (en turco c): inglés jungle, italiano gioia, pronunciación africada de la y castellana (un yate). ç, ch: ch castellana. g, gh, ğ: g fricativa de llegar. ḥ: h aspirada fuerte. kh, ḫ: j castellana. sh (en turco ş), š: sh inglesa, ch francesa. z: z inglesa y francesa, s francesa de chose. ā, ē, etc.: vocales largas. ’: Ataque vocálico semejante al que acompaña en alemán a una vocal inicial (’alif árabe, ’āleph hebreo). ‘: Sonido gutural del ‘ayn árabe o ‘ayin hebreo. Se excluyen de estas normas los nombres que por una u otra causa tengan una forma castellanizada ampliamente consagrada por el uso, en particular los bíblicos. En nombres acadios, etc., se indican también como ā, ē… las vocales largas por contracción (â, ê… en la notación usual). En cuanto a las transcripciones del egipcio, nos atenemos lo más posible a las aproximadas de Drioton y Vandier (Historia de Egipto, trad. cast. de la 3.ª ed., Buenos Aires, EUDEBA, 1964), por ser las más difundidas en nuestros países. Deben leerse de acuerdo con la tabla anterior, teniendo en cuenta además que con â se indica la presencia de una vocal y del sonido ‘, que sólo se representa aislado en el nombre de dios Re‘ (Rē‘) y los compuestos con él; se prescinde por lo general de señalar la cantidad vocálica y de distinguir entre h y ḥ, k y ḳ. Cuando en la lista anterior se reseñan varios signos para la transcripción de un sonido, es el primero de ellos el que usamos preferentemente en el texto. INTRODUCCIÓN Para hacer la apología de una nueva síntesis histórica es suficiente recordar al lector, que tal vez se sorprenda de ver aparecer tantas, el hecho de que, pese a la unidad y la coherencia de los sucesos que nos relatan, su multiplicación está determinada sobre todo por la multiplicidad misma de los historiadores. Decir historiadores no es solamente hacer referencia a una mirada «profesional» lanzada hacia el pasado, sino también a los diversos puntos de vista desde los cuales puede éste observarse. Por otra parte, se trata de una «Historia antigua» —y ninguna hay más antigua que la que se narra en el presente volumen, pues en él se la toma desde su mismo nacimiento en ese antiguo Oriente que la vio aparecer—; en historia antigua los documentos son siempre escasos, en proporción a la enormidad del tiempo transcurrido, son difíciles de comprender y se hallan sometidos a crítica y revisión constantes por parte de especialistas que no cesan de pensar en ellos para comprenderlos mejor; en ella la incansable investigación, las frecuentes excavaciones, nos traen sin cesar nuevos datos del principio de los tiempos, confirmando a veces las ideas que ya se tenían sobre una época más o menos vasta del pasado, precisándolas a veces y otras alterándolas por completo y obligando a ver las cosas de un modo distinto; en esta materia, por tanto, no es solamente útil, sino indispensable, incluso para los historiadores de oficio, que de vez en cuando se haga una revisión de los conocimientos que se poseen sobre ese océano sin límites que es la investigación del pasado. Así, pues, en este volumen y en los dos siguientes se ofrece una síntesis, que hemos procurado actualizar al máximo, de la historia más antigua de este Próximo Oriente en el que nació nuestra civilización. Pero, en lugar de encomendar toda la labor a un autor único, obligado a trabajar en un campo en el que sería imposible a cualquiera, aunque fuera un genio, dominar tantas escrituras y lenguas diferentes y difíciles, y consultar centenares de miles de documentos de todas clases, cuya comprensión y aprovechamiento requieren práctica en técnicas heterogéneas, resultaba preferible confiar a diversos especialistas las épocas y zonas que mejor conociera cada uno de ellos por haberlas estudiado directamente. Para preparar la presente obra, estos especialistas han trabajado en equipo, leyendo y criticando cada uno de ellos los trabajos de sus colegas, sin por ello sentirse obligados a imitarse unos a otros. A excepción de los rigurosos métodos que nuestro oficio nos obliga a emplear desde hace mucho tiempo, y de la atención que debe ponerse en todos los datos importantes, incluidos los resultados de las últimas excavaciones y los más recientes análisis, la única convención a que todos nos hemos sometido ha sido la de buscar, cada uno a su manera, un equilibrio entre la exposición de los hechos (sucesión de los pueblos, de las dinastías, de los monarcas y de las peripecias de sus reinados) y los progresos de la cultura, suscitados o determinados por estos hechos. Dentro de este doble aspecto, y remitiendo al lector curioso de conocer las fuentes originales o aficionado a detalles más completos a obras especializadas enumeradas en una sucinta bibliografía, hemos intentado abarcar lo esencial y señalar claramente la trayectoria. Esperamos que nuestra obra responderá así a la finalidad de la Colección en la que se incluye: constituir para el hombre culto un vademécum, una guía sencilla y segura de las innumerables salas sucesivas de este enorme Museo que es la Historia. 14 de mayo de 1964 Elena Cassin Jean Bottéro Jean Vercoutter 1. Prehistoria e historia primitiva de Asia anterior I. FUENTES DE LA HISTORIA ANTIGUA DE ASIA ANTERIOR Hasta fines del siglo XVIII las fuentes de la historia antigua del Próximo Oriente se limitaban a las noticias transmitidas por el Antiguo Testamento y la tradición clásica antigua. El paso decisivo para acceder a los documentos originales del Antiguo Oriente se dio en 1802, al descifrar G. F. Grotefend, al menos parcialmente, ciertas inscripciones en escritura cuneiforme persa. Los textos que C. Niebuhr copió fielmente en los palacios de Persépolis pertenecían a los reyes aqueménidas Darío y Jerjes, conocidos a través de tradiciones griegas y del Antiguo Testamento. Dichos textos estaban redactados en tres escrituras y en tres lenguas diferentes. Una vez descifrada la versión persa antigua, que correspondía a la lengua de los reyes, se obtuvo la clave para la lectura e interpretación de las otras dos versiones. Una de ellas estaba redactada en lengua elamita, la lengua de Susa; la otra, en lengua asirio-babilónica. Esta última planteó numerosas dificultades por su extremada complicación. Hacia 1857 las dificultades se habían superado. La interpretación de la versión asirio-babilónica tuvo importantes consecuencias, pues en esta lengua, perteneciente a la familia de las lenguas semitas —llamada hoy lengua acadia (o akkadia), según su denominación original—, está redactada la mayor parte de los documentos orientales de la Antigüedad. Desde mediados del siglo XIX el interés despertado por los intentos de interpretación condujo a grandes excavaciones en las antiguas capitales del Imperio Nuevo asirio: en Nínive, frente a la actual Mōṣul; en Khorsābād, la efímera residencia de Sargón II (722-705), y en Nimrūd, la antigua Kalkhu. Investigadores franceses e ingleses como P. E. Botta, E. Flandin y A. H. Layard dieron las primeras noticias sobre los monumentales palacios y templos, cuyos relieves ornamentales y figuras colosales pasaron pronto a formar parte de las colecciones del Louvre y del British Museum. Gracias a un azar feliz se descubrió en Nínive la biblioteca de Asurbānipal (Ashshurbānapli, 669-627), el último gran rey asirio, quien había coleccionado todas las obras literarias y religiosas de babilonios y asirios, así como de los antiguos sumerios, disponibles en su época. Las ruinas de Babilonia, el país vecino situado al sur, resultaron menos ricas en hallazgos. Desde 1887 estaban en marcha, bajo la dirección de E. de Sarzec, las excavaciones de Tellō, antigua Girsu, donde se hicieron los primeros descubrimientos de época sumeria. Entre ellos, las estatuas del príncipe de Gudea (hacia 2143-2124) y dos inscripciones cilíndricas, las más antiguas composiciones literarias halladas en terreno babilónico. Estos documentos hicieron posible la reconstrucción de esta antigua lengua sobre la base de genuinas tradiciones sumerias. Excavaciones americanas de 1889 hallaron en Nippur, en un barrio residencial del siglo, el mayor conjunto de textos literarios sumerios encontrados hasta hoy. Desde 1899 arqueólogos alemanes participaron también en las excavaciones: R. Koldewey en Babilonia y, desde 1903, W. Andrae en Asur (Ashshur). Su objetivo era reconstruir las dos grandes capitales. En 1913 se iniciaron, bajo la dirección de J. Jordan, las excavaciones en Uruk, las ruinas más importantes al sur de Babilonia. Mientras tanto también se habían iniciado investigaciones fuera del ámbito asirio-babilónico. En Susa, J. de Morgan descubrió la cultura de Elam que, a pesar de su estrecha relación con la vecina Babilonia, conservó su carácter peculiar. En 1887 se había descubierto ya casualmente, en la ciudad egipcia de Amarna, la correspondencia política de los pequeños y grandes monarcas del Próximo Oriente con Amenofis III y IV (1400-1344), redactada en escritura cuneiforme. En 1907 H. Winckler descubrió en Boğazköy —la antigua capital hitita Khattusha, situada en Anatolia central— un archivo de escritos cuneiformes que permitió la reconstrucción de la lengua y la tradición hititas. Junto a las tablillas descubiertas en excavaciones oficiales, innumerables documentos de las diferentes regiones del Antiguo Oriente y de todas las épocas, provenientes de excavaciones piráticas, enriquecieron las colecciones de los museos de todo el mundo. Después de la interrupción ocasionada por la Primera Guerra Mundial, se inició una gran actividad arqueológica. Aquí daremos sólo unos cuantos datos: las excavaciones en Ur realizadas por L. Woolley sacaron a la luz los hallazgos sensacionales de la necrópolis real de Ur, que pertenecen a la época protodinástica tardía (hacia el 2450 a. C.). En Uruk surgió ante los arqueólogos la historia más remota (3000-2700 antes de C.). En excavaciones americanas realizadas en el curso inferior del Diyāla se descubrieron, bajo la dirección de H. Frankfort, plantas de templos de toda la época protodinástica. En Nuzi, junto a la actual Kirkūk, se descubrió un asentamiento de los siglos XV y XVI a. C. que proporcionó datos valiosos sobre una época poco conocida. Mari, situada en el curso medio del Éufrates, ofreció, gracias a las excavaciones dirigidas por A. Parrot, hallazgos importantes de la época protodinástica que completan los hallazgos de la región del Diyāla. En un gran palacio se descubrió el archivo real, de más de 10 000 tablillas, de la turbulenta época en que Hammurabi de Babilonia intentaba unificar su imperio. Anteriormente, Cl. F. A. Schaeffer había iniciado la investigación en Rās Shamra, la antigua Ugarit, en la costa mediterránea. A él se debe el hallazgo de tablillas de barro con una escritura alfabética hasta entonces desconocida que proporcionaron, a través de los mitos y poemas épicos que contenían, una visión clara de la literatura y la mitología cananeas. Las excavaciones reanudadas en Boğazköy por K. Bittel aclararon la historia de la capital del reino hitita. A la cabeza de una expedición americana, E. Herzfeld y E. Schmidt investigaron las monumentales ruinas de los palacios aqueménidas de Persépolis. Durante estos años despertaron mucho interés las excavaciones realizadas en asentamientos prehistóricos del Próximo Oriente, que proporcionaban datos sobre las etapas de desarrollo más antiguas. Como a raíz de la Primera Guerra Mundial, las excavaciones se volvieron a reanudar después de la Segunda Mundial. A los trabajos llevados a cabo en los antiguos lugares de investigación, como Boğazköy, Ugarit, Mari, Nimrūd, Nippur, Uruk y Susa se añadieron expediciones que se dedicaban sistemáticamente a los problemas prehistóricos, especialmente a las cuestiones relativas a la época de transición al neolítico. Hay que resaltar que actualmente participan en la labor arqueológica los gobiernos de los diversos países del Próximo Oriente con sus propios equipos de colaboradores. Esta enumeración sucinta representa el balance orgulloso de aquellos esfuerzos realizados por reconstruir la historia que fueron coronados por el éxito. Sin embargo, hay que recordar dos hechos: desde hace algún tiempo la investigación, ante la avalancha de nuevos materiales, tiene dificultades en mantenerse al día. Por otro lado, el mapa histórico ofrece en muchas regiones y en muchos períodos espacios en blanco, aún por rellenar, si quiere lograrse la reconstrucción fiel de la historia antigua del Próximo Oriente.

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