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Los Casos De Sigmund Freud 3 PDF

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3 El Hombre de las Ratas J. Chasseguet-Smirgel Octave Mannoni Sigmund Freud Osear Masotta Bela Grunberger E. Morgeilthaler Mark Kanzer Paul G. Myerson Serge Lebovici Elizabeth Zetzel Colección Los casos de Sigmund Freud El Hombre de las Ratas Dirigida por Osear Masotta y Jorge Jinkis 11 J. Ch~sseguet-Smirgel Sigmund Freud Bela Grunberger Mark Kanzer Serge Lebovici Octave Mannoni Osear Masotta E. Morgenthaler Paul G. Myerson Elizabeth Zetzel Selección de 0scar Masotta y Jorge Jinkis Ediciones Nueva Visión Buenos Aires Puentes ¡1 Osear Masotta, "Consideraciones sobre el padre en 'El Hombre de las Ratas' ", en Cuadernos Sigmund Freud, n• 2/3, Buenos Aires, 1973. \ Sigmund Freud, "Original Record of the Case" (1909), Standard Edition (J. Strachey), vol. X. ,pp. 259-318, Hogarth Press, Londres, 1955. Traducción de Marta Guastavino. The Minutes of the Vienna Psychoanalytic Society, vol. 1, 1906-1908, Herman Nunberg y Ernst Federn (eds.), Protokole 28, International University Press, Nueva York. Traducción del alemán de Ramón Alcalde. Octave Mannonl, "L'Homme aux Rats", en Clefs pour l'imaginaire ou "L'autre scene", Seuil. Paris, 1969. Traducción de Osear Masotta. Elizabeth Zetzel. "Notes :;upplémentaires sur un cas de névrose ohscs,ionnellc. Revue Franfaise de Psy chanalyse, tomo XXXI, n• 4, julio-agosto de 1967. Presses Universitaires de France. Traducción de Marta Guastavino. Paul G. Myerson, "Quelques remarques sur l'exposé du Dr. Zetzel", Revue Franfaise de Psychanalgse. ibid. Traducción de Marta Guastavino. © 1976 por Ediciones Nueva Visión SAIC Bela Grunberger, "En 111arge de 'L 'Homme aux Rats' ". Revue Franfaise de Psychanalgse, ibid. Tucumán 3748, Buenos Aires, Rep. Argentina Traducción de Mario Levin. Queda hecho el depósito que marca la Jey 11.72.3 Impreso en hi Argentina / Printed in Argentina S. Lebovici, J. Chasseguet-Smirg.:-1, B. Grunberger. Prohibida su repro<luoción parcial o total "Discussions sur 'En marge de 'L'Homme aux Rats' ' ilr 11 et réponse de l'auteur", Ri!vue Franraise de Psycha nalyse, ibid. Introducción Traducción de Mario Levio. Consideraciones sobre el padre F. Morgenthaler, "Régression fonctionnelle du Moi et problemes techniques dans l'analyse des névroses ob sesionnelles", Revue Franraise de Psychanalyse, ibid. en el "Hombre de las Ratas" Traducción de Susana Lijtmaer. JI Osear Majofta Mark Kanzer, "The Transference Neurosis of the Rat Man", The Psychoanalytic Quarterly, vol. XXI, 1952. f Traducción , de Marta Guastavino. / Wherever J am I am what is missinp Strand, Keeping Things Wholc I La idea de que la psicosis es un intento de restitución de laSt 11 funciones del sujeto, intento llevado a cabo por el mismo sujeto, es hoy un lugar común. Se recuerda menos que la fórmula debe también ser aplicada a la neurosis. Si aceptáramos despojarnos del grueso de conceptos psicoanalíticos que se utilizan habitual mente para dar cuenta de la neurosis obsesiva ( Lacan. 1953), si colocáramos entre paréntesis el Saber psicoanalítico consti tuido (agresividad y analidad del obsesivo, homosexualidad y Edipo invertido, ambivalencia y formación reactiva), .si volvié ramos al texto de Freud sobre el Hombre de las Ratas y si guiendo la vocaci<'.~n misma del texto nos dejáramos conducir por / '1 Jos aspectos peculiares del material, encontraríamos que la fun 1 1 ción que en este caso el sujeto trata de reconstruir es, en primer 1 lugar, la función del padre. Comprenderíamos entonces que los conceptos lacanianos de metáfora paternal, nombre del padre, deuda simbólica y Ley vienen a llenar un lugar vacante en la teoría post-freudiana. ¿Qué es un padre? ¡Cuál es la relación del sujeto con la \ Ley para que la constelación de identificaciones edípicas permita · el ascenso del hijo al deseo? ¿Qué hay que entender por Ley 9 ('. ,~ # \ .. \-\ '~\0\0 ;- que sólo se ve en ella lo que proviene del nivel imaginario de y cuáles son las coordenadas que señalan el campo de incidencia las identificaciones narcisísticas y duales. Por lo mismo, sería de la teoría y la práctica psicoanalítica? Algunos freudianos un error buscar en la agresión el fundamento de la articulación sinceros pretenden evitar las dificultades mediante un retorno al edípica; lo que !iay que investigar no es una conducta sino. un complejo de Edipo. En este contexto cierto consejo de Lacan anhelo ( Wunsch): el voto, el deseo de la muerte del padre. puede tornarse incomprensible: "Al contrario de la referencia crucial al Edipo [ ... ] , de la que Lacan decía hace poco que no · servía directamente en la práctica psicoanalítica, la referencia a 1 la castración sirve todo el tiempo" ( Leclaire, 1971, p. 45). ¿Pero será que, como interpreta. Leclaire, habrá que hacer prevalecer la castración en detrimento del Edipo? Nada de eso. puesto que 2 por definición el primer complejo no resulta inteligible si no se lo sitúa como nudo en el interior del segundo, pensado como A la matanza de los padres por los hijos Arnaldo Rascovsky estructura. vino a sumar la matanza de los hijos por los padres. El intento\ No cederemos a la tentación de teorizar sobre el complejo habría sido meritorio si el autor se hubiera propuesto recuperar ~ de Edipo. de una vez por todas el problema del lugar que ocupan los hijos Cabe señalar de cualquier modo que un cierto Saber psico en las fantasfas y design1ios muchas veces "mortíferos" de los fé.t=:- ~ analítico excesivamente decantado (tipo de relación de objeto, padres. De cualquier manera La matanza de los hijos nos deja c[)tfJO genitalidad y reparación; analogía entre el proceso psicoanalíti recordar que si el campo del psicoanálisis tiene poco que ver con V 1é#J€.S co y las etapas de la libido) sólo parece u.tílizar la referencia al el problema de la "lucha entre generaciones" (concepción bur- - Edipo para ratificar los datos del desarrollo libidinal. explicar, dainente ideológica a la que el autor se adhiere), tiene en cambio por ejemplo, la agresividad del hijo y el temor relativo como algo que ver· con la inserción del sujeto en la diacronía propia- anales. No se entiende entonces que la referencia edípica se mente histórica, con el tiempo transindividual. "filogenético", de vuelve superflua, que la relación entre el Edipo y la libido ·se las generaciones y su sucesión. i !!' 1co nvierte en mera manifestación del uno por la otra puesto que El breve ensayo de Rascovsky constituye un buen pretexto la mayor parte de las veces regresión y fijación bastan para dar para introducirnos en el tema de la ~unción de' padre. Después cuenta de la estructura entera. Pero, además, no hay que con de evocar a Layo, Abraham, lván el Terrib!f" y Alejandro, el fundir ( Lacan, 1948) agresión con .!_g~sividad. Lé,i última ~ autor ejemplifica con un cuento de W. W. Jacobs. cuyo efecto i parte con~tituti_v:.!l ~ la matrj_~ ~i!ist<!_ i{onde~ S$.. constituye el "siniestro" dependería de un "ingrediente" (sic, 1970, p. 39) ~i .~ §UjetQ_ (Lacan, 1936), y la~g~ó.!1 (q~ ~gún el c~ singular, el fíl,icidio. Pero lo que el autor no comprende es que l?Jlede ~S!-intet"ptetad'ª s:omo ~presiól}_ de IJi agresividé!_d) ~ si el filicidio se revela corno históricámente verdadero y clínica revela, §.!ng q~ más .~!t.1! ~ult~. le Qriginalidad de l,a_ ;irticulé! mente verosímil, su reflexión no lo torna menos teóricamente ~n ~í.pi0. Esta diferenciación resulta de una utilidad clínica nulo. Para Rascovsky el filicidio no se aleja de un camino bastan~ 1 inmediata. Permite desembarazarse de cierta/ manera de pensar te trillado, el contra. di-~~ rivalidad d$! hij9_eo~ posesión ~ t;)/. la dirección de algunos tratamientos en el sentido de incremen ~~· ~-n~ tl..P.2.d..~;~. ~ JEi~ .nivel. s.2!!1eitiendo Y tar en el sujeto la capacidad de expresar su agresividad (Lacan. J?º!. Ja_ mJJjg (\i tu,~~~") con el hij,g_. El ejemplo es 1958-59, pp. 158-173). perfecto, puesto que de este modo queda nivelado el W unsch ~ ~p~esión ~ la. ~gE,esividaE l}q ~19 P.,Uede pg_ ser índice del sujeto. de la estructura (quien. en fin. no puede ser sino el !ik hijo) con la pugna envidiosa, con la actitud competitiva de un ~~ración ~g_una.! sJ.!!.o q~ pu-:_<k yeñal~! el nivel de má _:¡~:i~ Ellkña_fión. QE;J ~uj~. La referencia al Edipo naufraga aun padre que no se resigna a quedar excluido por la sucesión natu- hoy en el guiñol turbulento de lé\ agresión al padre y el temor ral de las generaciones. La única novedad es que el modelo freu~ a la retaliación, o bien en las águas turbule~tas o saludables diano queda plantado . patas para arriba. "Hay que recordar de la identificación con el agresor; palidece en a~bos casos esa --escribe André Green- que el contra-Edipo del padre sobre referencia "t~tcera" que el complejo de Edipo constituye, ya el hijo no es más que la escansión repetitiva de su propio Edi- ~~fL Ut(a-JaÍ. , 11111 10 11 ,~. 1 ¡1 po, el que unía al padre, cuando era niño, con sus propios personalidad complaciente, tímida, cpmpañero de sus hijos pero ~ padres" ( l 9-S6, p. 156). incapaz de afirmar sus derechos y su autoridad. En otras fami~ Pero ¿cómo no ver que si el cúento de Jacobs es ~jemplo lias la autora encuentra padres competentes en el ejercicio de de algo, fuera de lo que se pretenda probar, no lo es sino de su profesión, pero siempre inclinados a declinar la autoridad en ' un triángulo patógeno dondé no es el padre quien "da la ley"'? la madre ante los problemas espinosos de la educación de los 1; ¿No es la madre quien aconseja al padre sobre los inútiles pe .hijos. Los padres del último grupo son personas ocupadas, hom;.. J1 ligros a que expone a su Rey en -la partida que abre el relato bres que no quieren ser molestados con problemas familiares y donde se oponen padre e hijo? Y mientras el hijo permanece cuando permanecen en el hogar. ¿Quiénes son las madres y atento al juegp, ¿no es el padre quien contesta con para-respues- cuál es la relación entre el padre y la madre en este tipo de tas a los avances del hijo? ¿El ajedrez simbólico de la guerra ... ? constelación familiar? "Estas madres parecen haber sido muy de~ Sin duda, porque es un juego de posiciones. Pero para que la cepcionadas por sus maridos; se trata a menudo de mujeres frí~ ' noción de posición tenga algún sentido es necesario que antes gidas, hecho que con frecuencia comunican a sus hijos, muchas ve \ }]aya reglas. ¿Pero no es entonces el hijo quien en el nivel de ces incluso cuando éstos se hallan en la temprana adolescencia. las reglas, ;ence en el cuento al padre? Desde entonces este pa No se les deja olvidar todas las quejas que tienen sobre el pa dre será impotente para ejercer su función prohibitoria, incapaz dre, que no es suficientemente hombre. o que no provee las de separar a la madre del hijo. Es lo que en primer lugar se necesidades de la familia. o que se desentiende del peso de la puede leer en el excelente relato de Jacobs. A la inoperancia casa y la familia, etc." ( ibid.. p. 280). Es la .. ausencia" del del padre se suma la complicidad de la madre con el hijo. padre la que determinaría en constelaciones familiares del tipo ¿Cómo interpretar la escena final? ¿Cómo no ver. con rigor, un la estructura neurótica o perversa del sujeto. La .autora encuen~ cierto acto reparador buscado por el padre? Reparación: no de tra una correlación - que no es novedad desde el ensayo de un objeto, sino de su propia función separadora. Las úftlmas Freud sobre Leonardo - con la homosexualidad. 1~ palabras que balbucea junto al amuleto le restituyen la función 1 que le habría permitido en el pasado arcaico separar a la madre del hijo. Pero el ejemplo es realmente interesante, puesto que Mi esa restitución sólo se realiza a condición de doblar la muerte 1 del hijo. Leído a Ja letra el cuento dice en efecto que el hijo 1 !' ...J \ muere dos veces. Pero entonces -y entre otras razones- no 3 ~ habría que menospreciéJr el sentido de esa segunda muerte: si el \padre sólo logra arrancar al hijo de la madre por medio de Los lacanianos han insistido sobre una correlación semejante t - r-, ¡ la muerte, es porque la captura del hijo por la madre significaba p.,\ V , ya una primera muerte. En términos lacanianos: lo que aquí era entre neurosis obsesiva (Leclaire. 1971. pp. 144~167) y estas V ~ mortífero es la absorción de! hijo por el deseo incalmable de familias donde la madre ha sido "too much of mother" y el pa~ la madre. dre "seemed to ha ve been missing" ( Bibring, p. 281 ) . Pero lo mismo vale· para las fobias. "Recordemos al padre de Hans: En un breve y preciso texto de los años cincuenta Grete presente, inteligente, amable y no obstante totalmente inoperan 1 1 L. Bibring IIamaba la atención sobre este modelo. Bibring rela te porque su palabra, ante la madre, carece de valor. La posi~ taba sus- observaciones sobre los efectos patógenos de la varia ción del padre es cuestionada entonces, y esto es en definitiva_ ción de los cultural patterns de la familia tradicional. en la lo que sujeta a Hans al deseo de la madre" ( Lacan, 1957~ 58, medida que evolucionan -en ciertos medios que la autora en p. 87). Pero la descripción de Bibring resulta insuficiente, puesto tendía describir como determinados sociológicamente- desde el que la noción de función paternal no se agota en un grupo de "patriarcado" hacia el "matriarcado" ( 1953, cf. nota p. 283) . conductas observables, por más que se incluyan, como en el En las familias observada:; fa madre· aparece como dominante •. caso, relaciones entre conductas. El trabajo de la psicoanalista sobreactiva, capaz de una ·actividad intelectual de alguna ma norteamericana se refiere únicamenti> al padre real y a las accio nera superior a la del marido; mientras que e! marido es una nes como intercambio de roles en el interior del triángulo. De ,¡ 11;¡1l• 12 13 '111 Ldf{ o~:L.a :- ahí que las failas que caracterizarían a tales constelaciones fa que se comportará exactamente a la manera de ·10 reprimido, in miliares remiten a aspectos que, al menos de derecho, serían so fluyendo y perturbando, de modo incomprensible para el sujeto, \~ lf ciológicamente detectables. Es cierto que el ejercicio efectivo de una operación sin embargo bastante simple: pagar un pequeño la autoridad por el padre define en el interior de la familia un paquete expedido contra reembolso. Es necesario que la deuda aspecto de la función que nosotros Ilamamos función del padre. sea pagada, pero también que sea la deuda imposible de par1ar" Pero no la agota. Más aún, lo que resulta oscuro es la idea (O. Mannoni, 1965, p. 148). ¡i· misma de autoridad paternal. Un solo ejemplo basta para de mostrarlo: Schreber. Es cierto que el padre del autor de las Memorias era un hombre bastante peculiar, y aun, y si se quie- , re, un padre ridículo; pero sería difícil negar que haya ejercido funciones de indiscutible autoridad, y hasta autoritarias, en el 4 seno de su familia. Este padre que no renunciaba en absoluto 1 a su derecho de hacerse cargo del cuidado y la educación de Grumberger se equivoca cuando entiende resumir y reducir la Jos hijos, respetado seguramente por la madre y temido por to dos, ese hombre imbuido de una sup~rmoral sanitaria, y que neurosis obsesiva del Hombre de las Ratas al erotism.o· anal y ~ a la captación anal del pene del padre. Es cierto que hace de aplicaba a sus propios hijos sus duros, metálicos inventos de pender la "introyección captativa" del tema de la diferencia de pediatra, se sabe que no fue ajeno al origen de la psicosis del hijo. los sexos y de la madre fálica, pero el delirio central de la his- toria, la· imposibilidad de devolver el dinero al teniente, parece Debemos agradecer a O. Mannoni una relectura del texto no ser para Grumberger mucho más que un "bailet", eilo tal de Freud sobre el Hombre de las-Ratas que permite recuperar, vez en la medida en que el reduccionismo de que parte le faci- en la línea de la teoría de Lacan, no tanto el valor reconocido lita demasiado la explicación que busca: sólo· se trataría, en de algunos conceptos freudianos, sino esos mismos conceptos, efecto, de "devolver el pene anal culpabilizado". ¿Qué hay que preñados de dificultades y en est~do de gestación. Tal ~s la entender, por lo demás, por "castración anal del padre"? Añte f noción del traba jo que sobre las defensas secundarias realizan todo, que toda la estructura quedará comprimida por la homo lt)i los procesos primarios, o bien la irrupción del material prima sexualidad inconsciente del sujeto. En efecto, sería preciso ha- rio. bajo forma lingüística, junto a la defensa contra la pulsión cer a Grumberger el mismo reproche que Ida Macalpine primero (el Nicht que acompaña a la fórmula de bendición). Pero qui y Lacan después hicieron a los trabajos de Mauritz Katan :io- l siéramos agregar una observación sobre el texto de Mannoni. bre el presidente Schreber: que en la medida en que se pretende ~ Si el autor parece quP.rer atenuar las exigencias que en otro ototgar a la homosexualidad el estatuto de determinante ma- 1' lugar hemos llamado "sistémicas", no es para entregar el poder yor del cuadro psicopatológico, se olvida que el sujeto en cues- a las funciones "superiores", sino para quitárselo. Por lo demás, tión no es homosexual y que la ~omose~ual!d!!.,d. par;;i hablar con Mannoni sabe sugerir una conexión entre el significante y el propiedad, ~o ~E.Jás qu~ UI]. "~~ntoma articulé!do ~n su P!Q; lenguaje con la función paternal. La irrupción del inconsciente ~" ( Lacan, 1959, p. 544). De mayor interés resultan las ob verbal. nos dice, es solidaria de la dramatización de la historia servaciones de Grumberger sobre la ~op~ y el narcisismo y el mito individual del paciente. No hay que dudar, en efecto, del Hombre de las Ratas. Volveremos sobre este último punto. de que el "Pass-wort" nos conduzca (Freud lo señala una y Llama la atención en la lectura de este caso un cierto nive otra vez) a "las circunstancias impresionantes que acompañan lamien to que se opera cuando los personajes de la historia se a ese trozo de folklore familiar (el padre había perdidQ en el convierten en figuras del delirio. En el Hombre de las Ratas el juego dinero que pertenecía a su compañía, y había pensado padre y la dama de sus pensamientos parecen qúedar igualados, en suicidarse, y un camarada le presta el dinero, salvándolo así aparecen, por decid~ así, como nivelados por el pensamiento del suicidio) , la imposibilidad de pagar la deuda y la idea de obsesivo, como si se trocaran en figuras simétricas o como si que el padre había corrido por todas partes para encontrar a ftteran puntos de referencia adscriptos a algún estatuto de al quien le había prestado el dinero; he ahí la historia, o el mito. guna manera idéntico en la estructura. Este rasgo que adquieren 1lii¡'.' 14 15 11 . . . ('\ 11n\$.I~ .-' las dos figuras en los delirios del Hombre de las Ratas despertó prohibición paterna cuando lo que está en juego es el deseo? la atención de Rank, ya que no su curfosidad, puesto que con Hay que contestar que tr<:tánd()se deJ di:.:-;eq la prohibición pa ' cluyó sin dudar un instante: 'iLas tendencias homosexuales (y terna opera como fundaní.ent9, como piedra de toque de su _!P sólo éstas están en discusión) quedan demostradas no sólo por supervivenci~, y de ningún modo, cambio, en el nivel pre las inequívocas indicaciones que aparecen en el análisis sino misas, como causa de su desaparición u origen4 de las inhibicio también por el modo como en la fantasía del paciente se iden nes ""_q~ujeto:-'E~ti tesis dlfícir y a Ínenudo olvidada s~ háiÍa tifica a.l padre con la dama amada. Hace que ambas sean tortu inscripta con todas las letras en T otem y Tabú: .,.entre P.!,Ohib,i radas del mismo modo en el ano. Usa a la mujer como si fuera ció,!.l y_.<!_eseo_e xist~ ~na relación de complementariedag x...p..m, un hombre" (Minutes). En la misma sección en que Freud ªucción.!_ecípr~. ~ prohibición no suprime el deseo, lo entro presentaba el caso, también Stekel. si bien no lo manifiesta, pa i;iiz-ª. El hecho de que arrastre la desaparición del objeto y el rece haber sido tocado por la cuestión: "En el <;aso presenta~o desplazamiento del deseo sobre otros objetos no desdice la tesis considera ( Stekel) que es posible que el paciente, cuando era sino que la confirma, otorgándole su peculiaridad psicoanalítica niño, viera en su padre un rival respecto de la institutriz (y no y su alcance teórico. "fil_tabú es una P!ohibicióQ muy antigua, respecto de la madre, como ha afirmado Rahk)" ( ibid.). Por i~~!_sta desde el exte_ti2.r (por UlJ-ª...autoriciad) y !,iirigida contr~ lo demás, el mismo Freud debió sucumbir un poco al equívoco los deseos .wás intenso§ qel_ hombre~ La tendencia a transgredirla por la manera en que insiste sobre la oposición entre el mandato pi;1~s~ en el inconscients. I,.os hombres que obedecen al ta_b9 del padre y el amor de la amada y ve en parte en esa oposición q_b~rvan una actitud ambivalent~ CO'!J. respecto a aquello que es ¡~~ la base del conflicto. Antes de su muerte el padre habría ex tabii. I&...~uerza ,!!lágica atribuidé! al tabú se reduce a su poder presado al paciente su voluntad en contra de su relación con su de induc;ir ªJ .hombre en ..tEmtacj(m: .se comporta como un con_t~~ prima. Según esta interpretación existiría una relación de ex 91.<1· PPI::que el ejemplo es siempre contagiosq y pgrque el deseo clusión entre la prohibición paterna y' el objeto del amor del prohibido se desliza en el i11c.onsciente sobre otros objetos." hijo; la primera haría peligrar la permanenaia clel segundo. La muerte del protopadre. la trasmisión de la autoridad a Lacan ha observado (1953 b. pp. 302-3; 1958. p. 597-8) que través de las generaciones, la inextingible insistencia del deseo, no es bueno internarse en esta dirección puesto que la acción el círculo del deseo y el temor. el triunfo del temor y la inextin- ¡ castradora del padre ha representado en este paciente un papel guibilidad del deseo, la imposibilidad de la ~s. la conexión e segundo plano. Por lo demás, tampoco hay que considerar inextricabk: entre la prohibición actual que pesa sobre el objeto ajo el mismo rótulo lo que muy a menudo se llaman padres o y la secreta supervivencia en el objeto prohibido del objeto desa padre c.astrado.r y la ~s~siQ!!. Esta últim.a, ef~. ctg_ y ..f!.tnción parecido del deseo: tales son los puntos sobre los cuales Freud ~~~ e.strl!ctura, P-:ttenece_a _ U!,L_niY.!tl <!_e_ racionalida<z! e~xtraño trazaba un paralelo entre sus reflexiones sobre · el tabú y la o externo a laL]ntervenciones (en lo real) castradoras ( soi clínica de la neurosis obsesiva. 1isañt")-:-E1 -;specto ;;al ~ ¡;';ginarlod el padr~ no seadec~ Pero enunciemos, antes de volver a encontrarlos recons e cesariamente a su función· simbólica y muy generalmente la truidos o restituidos en los deliria' del Hombre de las Ratas, los \ ~ contraría. La expresión de Grete L. Bibring de "padre ausente" dos mo~~ que articulan~ lafunción..-def padre a sus efectos~ resulta por lo demás füteresante, y en primer lugar por provenir a) l~ prohipi_ción ~e!:n~l ~c~nstituye la ligazón_ ( Bindung) del de una analista norteamericana. Pero debe ser interpretada con ~jeto co!1 el d~seg; o) .~l p~d~~n cuestión no es el 1padre r~. cuidado. Laplanche ha probado para el caso de Holderlin que el ~s _Ereciso ubicarlo ,en \:itra escena". Pero por menos que se intento del poeta estaba consagrado a restituir como ausencia la piense, no es otra la formulación subyacente al primer pensa ausencia del padre, y no en cambio a obturarla; a saber, la miento obsesivo del Hombre de las Ratas que Freud comunica restitución consistía en devolver a la ausencia paterna su esta en la redacción definitiva. El paciente desea ver desn.1.1das a t11to de ausencia. mujeres que le gustan, perªo ·teme que si su deseo se cumple l~ (l Para entender el caso del Hombre de las Ratas hay que ~~ algo ( l,? muert~) su padre. Q~iam~nte, eso quiere comenzar por no confundir el amor y el deseo, puesto que el 4ecir que la muerte del padre es condición de la erección del mismo paciente se encarga_ de distinguirlos. Pero ¿qué de la peseo. Ahora bien, ~se padre cuya muerte '-:_l pacie~e ~desea, 16 17 i«.Des.ll~a. ~' e1Jro-:: nteTdtAJrí'l/n.' 1 ll' 1 ,11111 11rr l; s.stá mq_ertQ. "En este punto me entero, para mi sorpresa, de 5 que· el padre del sujeto al que todavía hoy se refieren lQs-temores obsesivos que lo atormentan, está muerto." Pero se ve· entonces En primer lugar, el padre aparect> en la tríada como mediado que el delirio reconstruye de manera casi directa los dos mo por la madre. Pero no hay que entender esta mediación en l' mentos de la función del padre. Aquí el lado delirante del pen términos de distribución de roles, ya que las cuestiones de auto- samiento obsesivo es homólogo a las exigencias de la teoría,.·el ridad se entremezclan con el deseo sexual -hay que estudiar "más allá" -de que habla el sujeto homólogo a la "otra escena" 11' cada constelación particular- y conviene preguntarse en cada de la teoría. Pero de este modo, lo q~e el paciente no sabe no caso si la madre desea o no al padre. Puede ocurrir, por ejem- -~ \es solamente que ha deseado 1a muerte de su padre (lo cual, plo, que la madre respete al padre y que no deje de remitir al ~ por $upuesto, sabe siempre de algún modo), sino lo que él V hijo a la autoridad paterna, que comparta con el padre el mismo mism,:> dice con sus propias palabras, que esa muerte es el mo sistema de normas y que no le dispute al padre su papel; pero o\ mení.o fecundo de la constituc+ón de sí mismo como ~00-ds­ seante. Lacan expresa esta idea central .. en una fórmula apretada. simultáneamente, que no desee sexualmente al padre. Ahora rr donde comenta la enseñanza de Totem y Tabú: " .. .la necesi bien, ¿quién es el padre para la madre del Hombre de las Ratas? ¿Cuál fue el destino, en este caso singular, del mensaje de · dad de su reflexión lo ha llevado [a Freud] a ligar la aparición dd significante del Padre, en tanto que. autor de la Ley, a la prohibición del padre cuando fue m~diatizado por la palabra de la madre? Hay que lamentar que Freud no otorgara a la madre muerte, es d,ecir a la muerte del Padre, mostrando así que si esa muerte es el momento fecundo d:e la deuda por donde el sujeto del paciente, en el texto de la redacción definitiva, la importan- ) cia que cobraba en el Original Record. En las notas lo primero se liga por toda su vida a la Ley, el Padre simbólico, en tanto que se .lee, en efecto, es una referencia a' la madre. El paciente '/(.. que él significa esta ley, es en efecto el Padre muerto" ( 1959. p. 556). no ha querido hacerse cargo de la herencia familiar después de Ja muerte de su padre, y debe consultar con su madre sobre los §.e conoce la_i mportancia de la muerte en .e!_obsesiv_o y~no honorarios propuestos por Freud. ¿No hay algo ahí que obliga l P.Odría extrañarnos la aparic;:ión de tales fórmulas, casi desnu d°'as, ·6ifo lorma de ideas obsesivas. Pero al criticar, en ,,;entido a pensar en una peculiar manifestación del délire du toucher? kañtiano, laffgu~ del padre real y al ubicar la función en otro ¿Si el dinero del padre lo embaraza no será porque ese dinero lugar, ¿no habremos operado una cierta idealización de los con proviene de la línea de la madre? ceptos? ¿Y al hacer depender de la prohibición una cierta idea· La memoria familiar ha retenido el hecho de que el padre sobre la normativización del deseo no habremos revelado la vo amaba a otra mujer y no a la madre, y que ésta, hija ilegítima · ~ cación francamente reaccionaria de la teoría? Si tal fuera la en un sentido, e:ra quien había aportado la fortuna al patrimonio teoría, se dirá, podría hacerse a Freud y al psicoanálisis el re familiar. El Hombre de las Ratas enferma cuando se ve con proche de absurdidad que un antropólogo hacía de una inter frontado a un conflicto semejante al del padre y repite entonces · pretación de Lévi-Strauss según la cual un espíritu guardián ' en su delirio mayor et.tema de la deuda impagada del padre. Se mataba al hombre a quien protegía. Ahora bien, la teoría psico puede entender entonces el sentido de la intervención del padre analítica debe asumir tal reproche, puesto que ella comienza cuando prohíbe al sujeto que se case con su prima, reavivando por afirmar que la prohibición protege al nombre a quien prohí por esta intervención la memoria del conflicto entre mujer pobre be. He aquí el punto de la inseminación imposible del psicoaná y mujer rica. Por su función y sus efectos tal prohibición carece lisis en la sociología. En cuanto al otro reproche, hay que con de conexión directa con la articulación edípica. Se Jo ve con testar con una novedad de perogrullo: la función del· padre toda c_laridad: el padre no prohíbe la madre al sujeto, sino _que,/ 'i. comenta el hecho --<:omo en el ejemplo de los genios ojibwa de proponiéndose fanfarronamente como modelo, prohíbe la otra f' Lévi ..S trauss ( Mendelson, 1967, p. 1 78 )- de que la relación que la madre. Es lo· que vio Stekel sin poder comprenderlo. padre-hijo no puede ser directa. Dicho de otra manera: el padre no le pmhíbe nada al sujeto, le impide constituir el sistema de.s us identificaciones. Lo que está %J ),f RDHf P€/J l I P4b11"€ S1Meoc.ko en juego en el Hombre de las Ratas es la identificación con el P<::.; .,.A PH t P,Uf!lf.. 7b 18 19

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