Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares de lcopyright, hajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprograffa y el tratamiento informático, y la distribu ción de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Cubierta: Enric Satué © 1997: Nigel Davies © 1998 de la presente edición para España y América: EDITORIAL CRÍTICA, S. L„ Córsega, 270,08008 Barcelona ISBN: 84-8432-004-9 Depósito legal: B. 40.211 - 1999 Impreso en España 1999. — HUROPE, S. L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona PREFACIO En un libro anterior sobre el imperio inca me ocupé exclusivamente de los ciento cincuenta años previos a la conquista española ocurrida en 1532 de nuestra era. Mas, como los incas no tenían un sistema de escritura, la mayor parte de los datos relevantes no proceden de sus propios documentos, sino de los escritos por los españoles. Unos cuantos participaron en la conquista, mien tras que otros consiguieron información a través de los nobles incas que resi dían principalmente en el Cuzco. Estos relatos han sido analizados y reinter- pretados en las décadas recientes por los estudiosos modernos. También han quedado algunas leyendas de las civilizaciones preincaicas, tales como las listas de reyes del reino de Chimú (o Chimor), anterior al sur gimiento de los incas. Sin embargo, nuestro conocimiento del Perú preincaico proviene básicamente de los hallazgos de los arqueólogos. Durante las últimas décadas Perú y la región andina han tenido la buena fortuna de atraer a destacados académicos, no sólo peruanos, sino de otros muchos países, que han podido descubrir una gran abundancia de datos pro cedentes de una vasta gama de antiguas culturas andinas. No se trataba nece sariamente de «reinos» en la acepción corriente de la palabra; como veremos, ninguna de ellas llegó a dominar la totalidad de Perú, y mucho menos a sus vecinos más cercanos. Sus logros han sido ampliamente documentados en nu merosas publicaciones. Buena parte de este libro se centra en las culturas preincaicas más sobresa lientes. Algunas estuvieron localizadas principalmente en la región serrana, como la de los propios incas. Las culturas del primer y segundo milenios an tes de Cristo, sobre las que nuestros conocimientos han aumentado enorme mente, eran parcialmente marítimas cuando menos, aunque Moche, que flore ció durante los primeros seis siglos de nuestra era, estuvo limitada al litoral peruano. Los hallazgos recientes también han aportado datos espectaculares a nuestro conocimiento del período mochica. Después de su decadencia, en la etapa denominada «Horizonte Medio», los principales centros de poder se ubicaron en el interior: Huari y los yacimientos aledaños, por una parte, y por otra, Tiahuanaco en el lado boliviano del lago Titicaca. Después de la desaparición de Huari, el mayor centro de poder fue una vez más una civilización costeña, la de Chimú, que ocupó un amplio territorio, conquistado también posteriormente por los incas. 1. EL ORIGEN DE LA CIVILIZACIÓN UN PAÍS DE CONTRASTES Perú es un país de grandes contrastes. De norte a sur una franja llana bor dea el océano Pacífico, tan árida que no proporciona sustento a ninguna for ma visible de vida vegetal. Sin embargo, muchos ríos intersecan este yermo formando fértiles valles que contrastan notablemente con los largos tramos de arenas desérticas. El mismo océano Pacífico, gracias a la corriente de Humboldt, es mucho más frío en la costa de Perú que las aguas a latitud se mejante en otras partes del mundo; a resultas de ello, aunque la lluvia es un fenómeno raro, el cielo está a veces nublado, particularmente en las cerca nías de Lima, la actual capital, donde un sol ardiente cae sobre un mar frío y crea un vapor que se eleva formando nubes. En marcado contraste con la franja costera, a unos pocos kilómetros ha cia el este, se yergue la majestuosa cordillera de los Andes que se adentra hacia el sur en Chile. Parte de esta área central de Perú no es cultivable, ya que está formada por picos rocosos cubiertos de nieve. Sin embargo, entre estas montañas, que en realidad forman dos hileras paralelas, se extienden fértiles valles ubicados a una altitud que fluctúa entre los 2.500 y 3.500 me tros; dichos valles disfrutan de lluvias regulares durante los meses veraniegos y sustentan una ampia gama de vida animal y vegetal. Se puede citar como ejemplo el valle del Cuzco, donde se fundaría la capital incaica, con una alti tud promedio de 3.500 metros. Entre los valles más altos y exóticos, situados en el extremo sureste de Perú, se encuentra la cuenca del lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. Como veremos, esta región tuvo un pa pel importante en la historia antigua. Más allá de los Andes se encuentra una tercera región llamada la «mon taña», que abarca más de la mitad de la superficie total del Perú actual. Está formada por exuberantes tierras cálidas, cuya parte septentrional pertenece a la gran cuenca del río Amazonas. Esta región era el territorio de pueblos que tenían contactos limitados con las culturas más avanzadas de los valles andinos, aunque las fuentes incaicas mencionan sin mucha precisión varias campañas emprendidas contra tribus selváticas. Todavía se debate la fecha de llegada de los primeros seres humanos a Perú y demás países vecinos. Los estudiosos generalmente aceptan que la 10 LOS ANTIGUOS REINOS DEL PERÚ presencia humana en la región andina data de antes de 90© a.C; fechas de radiocarbono más antiguas, como las de Richard MacNeish que indican una ocupación humana del valle de Ayacucho anteriores a 20000 a.C, no son aceptadas unánimemente. Estos antiguos peruanos descendían claramente de pequeños grupos de personas que habían colonizado el Nuevo Mundo después de cruzar por el estrecho de Bering desde Asia, en un momento en que existía todavía un puente terrestre entre Asia y América; al menos uno de estos grupos cruzó finalmente el istmo de Panamá y se convirtió así en an tecesor de los pueblos andinos. Estos antiguos colonizadores siguieron el modelo típico de los cazadores recolectores. Por ejemplo, Michael Moseley se refiere a yacimientos que per tenecían a lo que se ha dado en llamar la «tradición Paiján», a partir de los cuales se han establecido fechas de radiocarbono previas a 8000 a.C. Se han hallado canteras y talleres líticos en La Cumbre, en el lado norte del valle del río Moche, una región que como veremos desempeñó un papel central en la historia del antiguo Perú. Los asentamientos ubicados a mayor altitud pare ce que estuvieron ocupados también en esta época; se pueden citar como ejemplo las excavaciones en la cueva de Pachamachay, situada en el interior a una altitud de 4.300 metros y ocupada por cazadores recolectores que ca zaban las distintas especies de cameloides que abundaban en la región. Estos cazadores recolectores dieron el siguiente paso en el camino de la ci vilización: el cultivo de plantas, tanto para la alimentación como para la ma nufactura de esteras y recipientes. La cueva de Guitarrero, relativamente cer cana a la costa, así como las cuevas de Tres Ventanas, situadas más adentro a una altitud de 3.900 metros, datan de 8000 ft£.; se han encontrado fragmentos de calabazas cultivadas de antigüedad similar en la región de Ayacucho. Hay restos de pequeños poblados ya en 6000 a.C, en la costa norte de Perú, y en un yacimiento, Nanchoc, se han excavado dos montículos que pa recen haber sido primitivas construcciones ceremoniales. En cuanto a la au téntica arquitectura monumental, generalmente considerada como señal de una sociedad más compleja, tenemos fechas de radiocarbono que oscilan en tre 2900 y 700 a.C. para el yacimiento de Áspero, situado en la costa al nor te de Lima; una muestra tomada de una plataforma elevada de la Huaca de los ídolos* proporcionó la fecha de 3000 a.C. DESCUBRIMIENTOS INESPERADOS Áspero está constituido por una serie de montículos que primero se creyó que eran naturales. Fueexcavado por primera vez en 1941 por GojdoriWilley yjohn Corbett, quienes estaban plenamente convencidos de que la presencia de alguna forma de cerámica era una característica universal de toda arqui- * «Huaca»: palabra procedente del quechua que indica lugar u objeto sagrado en general, (N.delat.) FIGURA 1. Vivienda primitiva, aproximadamente de 3000 a.C. tectura monumental, incluida la más antigua. Sin preocuparse por la evidente carencia de cerámica en Áspero, procedieron por tanto a ofrecer una fecha comparativamente tardía para el yacimiento, basándose en Krámica que no había sido encontrada en Áspero, sino ¡en un cementerio cercano! Sólo después de transcurridos casi veinle .añoj._se_aceptó con reluctancia el hecho totalmente asombroso de que Áspero no sólo no tenía cerámica, sino que formaba parte de una amplio complejo arquitectónico^ que incluía una serie de centros monumentales precerámicos, tales como El Paraíso en el valle del río Chillón, y principalmente el asentamiento serrano de Kotosh, situado bastante más lejos en el interior, donde arqueólogos de la Universi dad de Tokio investigaron grandes estructuras de muchos tipos ubicadas en diferentes estratos, todas las cuales carecían de cerámica. Estos asentamien tos precerámicos están entre las formas más tempranas de arquitectura mo numental en el Nuevo Mundo: ¡las más antiguas son contemporáneas de las grandes pirámides del Imperio Antiguo de Egipto! Para dar un ejemplo de este período cabe señalar que durante las grandes excavaciones en Áspero se descubrieron una serie de montículos que no eran simplemente plataformas de barro, sino que en fases sucesivas habían tenido aposentos con muros de piedra enlucidos y algunas paredes pintadas de rojo o amarillo. En la Huaca de los ídolos, la plataforma más grande de Áspero, hay un elaborado conjunto de salas con muros con hornacinas. En la Huaca de los Sacrificios, en Áspero, se ha encontrado el entierro ceremonial de un niño, envuelto en tejidos y rodeado de objetos funerarios; algunos estaban hechos de materiales exóticos tales como plumas de colores, cuentas de pie dra e incluso conchas de Spondylus que debieron de haber sido traídas de Ecuador. Una característica sobresaliente de estas ruinas que persistió en la fase ce rámica subsiguiente es la presencia de «plazas hundidas», particularmente en