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Los antiguos mexicanos PDF

146 Pages·2010·34.12 MB·Spanish
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F O N DO FERNANDO DIAZ RAMIREZ Los Antiguos Mexicanos, en cuya producción colabo- ró tan empeñosamente Richard Sheppig que quebrantó de un modo serio su salud, forman parte de la "Socio- logia Descriptiva" de Herbert Spencer, y constituyen, sin duda alguna, uno de los mejores monumentos lite- rarios que existan hasta hoy de la antigua civilización mexicana: no sólo condensan todo lo más autorizado que se ha escrito acerca de ella, sino que establecen además una clasificación perfecta de los diversos ele- mentos que la compusieron. Al principiar, hace dos años, esta traducción, encon- tramos desde luego una multitud de pasajes mal tra- ducidos, y á veces adulterados, tomados de nuestros antiguos historiadores. Creímos necesario, por lo mis- mo, tener á la vista las obras de estos autores. Algún tiempo dilatamos en adquirirlas; mas logramos al fin poseerlas todas. Nos fué fácil entonces cotejar los pa- sajes susodichos con los textos originales, para fijar su sentido exacto, y dar así á nuestro trabajo, en una gran parte, un carácter de autenticidad mayor todavía que el que presenta el texto inglés. No queremos cerrar este pequeño prólogo sin mani- festar nuestra gratitud al Señor Ministro D. Manuel Fernández Leal, excelente funcionario, tan modesto co- mo progresista, á quien debemos la presente publica- ción. LOS ANTIGUOS MEXICANOS. I.—División de trabajo. En los trabajos del campo los hombres estaban ayudados por las mujeres. El trabajo de los primeros consistía en rom- per y labrar el terreno, en sembrar, en amontonar la tierra alrededor de las plantas, y en levantar las cosechas; á las mu- jeres tocaba deshojar las mazorcas y limpiar el grano; unos y otras escardaban y desgranaban.— Clavigero, lib. VII, capí- tulo. 28. La fabricación del pan, lo mismo que la preparación y he- chura de toda especie de alimento, fué siempre entre estas gentes ocupación exclusiva de las mujeres. Estas eran quie- nes lo hacían para sus familias, y quienes lo vendían en el mercado.—Clavigero, lib. VII, cap. 64. En una palabra, cada indio conoce todos los oficios que no requieren mucho arte, ni instumentos sutiles.—Zurita, pág. 183. Los talleres de varias especies de tejidos abundaban en donde quiera; era una de las artes conocidas, por la mayor parte de las personas.—Clavigero, lib. VII, cap. 57. Entre los indios de Nueva España había muchos artesanos de muchos y varios oficios, en particular canteros que labra- ban en la piedra cuanto querían, carpinteros orífices Era una consecuencia del modo de percibir el impuesto en 7 buenos Peores que copiaban del natural, es- Tezcuco, y quizá también en todos los demás lugares, que los pecialmente pájaros, animales, árboles, flores y otras cosas comerciantes y los artesanos, cualquiera que fuese su clase, semejantes que acostumbraban pintar en las habitaciones de viviesen juntos en determinado barrio.— Waitz, IV, pág. 81. os reyes y señores talladores en madera (sobre todo en En tiempo del Emperador chichimeca Quinatzin (1253) vi- la exudad de México) alfareros fabricantes de jíca- nieron del país de los miztecas algunas tribus tultecas, muy faS •••tejedores de ropas y vestidos, con especialidad los hábiles en la pintura El Emperador escogió la más apta que usaban los reyes, los nobles y los sacerdotes, y para el y mejor gente que traían, y la estableció en la ciudad de Tetz- culto y adorno de los ídolos tejedores de esteras cur- cuco. Envió el resto á otras ciudades y pueblos, á barrios es- r°feSJ fabricantes de calzado (para el común del pueblo, peciales, donde permanecen todavía sus descendientes, ha- los Señores y hombres principales) artistas en pluma biendo conservado su nombre.—Ixtlilxochitl, cap. 12. fabricantes de navajas de cierta piedra negra.- Torquemada, lib. XIII, cap. 34. (Respecto de un establecimiento parecido de tribus toltecas bajo el Emperador Techotlalatzin, véase Ixtlilxochitl, cap. 13.) (En la 2? carta de Cortés (Despatches, pág. 62) se mencio- En Tezcuco estaba la escuela principal de pintura.— Clavi- nan baños y peluquerías situados en Tlaxcala.) gero, lib. VII, cap. 48. Había un gran número de hombres que cargaban bultos. Mantiénese un extenso comercio con la sal (salitre recogi- Desde su juventud se acostumbraban á esta ocupación que do de la superficie del suelo) por los mexicanos de Yxtapaluca Vil cap 40 eJerCÍend° dU1'ante t0da 8U ^.-Clavigero, lib. y de Yxtapalapa, nombres que significan lugares donde se re- coge la sal ó yxtatl; y actualmente la gente de Yxtapalapa tie- Había en las casas de armas oficiales que fabricaban siem- ne esta ocupación.—Lorenzana (Cortés, Despatches, pág. 59, pre estas ultimas, para aumentar el depósito de arrias .-Díaz nota). del Castillo, cap. 91. En Cholula hacen muy buena loza de barro colorado, prie- El poderoso Montezuma teWa también gran número de bai- to y blanco, de la cual se abastecen México y todas las provin- lannes y bufones: algunos bailaban con zancos, y otros vola- cias vecinas. Bajo tal respecto, Cholula es tan celebrada en este ban al bailar; todo esto para diversión del monarca. Un barrio país, como lo son las ciudades de Talavera y Paleada en Cas- entero estaba ocupado por tales truhanes, que no entendían tilla.—Diaz del Castillo, cap. 83. de o r . — ^ a cosa Tenia5 por últim0j una m m t ad de Los tlaxcaltecas sobresalían peculiarmente en la alfarería, banües y carpinteros dedicados á los palacios r e a l e s . -^ la que se consideraba igual á la mejor de Europa.—Prescott, del Castillo, cap. 91. T, pág. 430. (Buschmann, § 12, pág. 644 "asegura que Montezuma tenía Había orífices y plateros; de éstos los más hábiles vivían en mil pintores.) gran número en un lugar llamado Escapuzalco, situado á una Las diversas industrias estaban arregladas á modo de gre- legua próximamente de México.—Diaz del Castillo, cap. 91. mios, teniendo cada una de ellas su demarcación apropiada La ropa fina la traían más comunmente de Costatán, que en la ciudad, con su jefe, su deidad tutelar, sus festividades se encuentra en la Costa Norte, no lejos de Veracruz.—Diaz propias y otras cosas por el estilo.-Prescott, I, pág 1 32 del Castillo, cap. 91. Aunque los habitantes de los lugares fríos no cultivaban algodón, fabricaban no obstante con él la mejor tela; pues es- Los padres podían vender ó empeñar á sus hijos como es- tos naturales son más hábiles que los de los lugares calientes. clavos Ningún hijo de esclavo ó de esclava quedaba —Zurita, pág. 238. ^ hecho esclavo Permitíase á los esclavos que se casaran Los mejores mantos del país son los de Cuernavaca.—Carta y que poseyesen una propiedad, por cuyo medio se rescata- de Sebastián Ramírez de Fuenleal, 1532 [ Ternaux Compans, ban, aunque pocos.—Gomara, pág. 441. I, pág. 251). Había entre los mexicanos otra especie de esclavitud que (Menciónase á Guastepeque como una ciudad donde se fa- ellos llamaban Huehuetatlacolli, la que se verificaba cuando brica mucho género de algodón. Véase Herrera, III, vás una ó dos familias, debido á su pobreza, se obligaban á su- 137.) ' F S' ministrar perpetuamente un esclavo á algún señor. A este fin Los habitantes de la capital eran adversos al comercio, é entregaban á uno de sus hijos, y después de que había servi- hicieron á Tlaltelolco centro de él cuando conquistaron á esta do varios años, lo recogían para que .pudiera casarse, ó para ciudad.— Waiz, IV, pág. 100. otro objeto, y en su lugar proporcionaban otro hijo. Hacíase Los mexicanos estaban divididos en dos tribus llamadas el cambio sin repugnancia del patrón, quien por el contrario, tenochcas y tlatelolcas, á causa del lugar de su residencia.— daba generalmente alguna remuneración por el nuevo escla- Ixtlilxochitl, cap. X. vo. En el año de 1506, á causa de una gran escasez que so- Los alfareros y joyeros de Cholula, los orífices de Azcapo- brevino, muchas familias se obligaron á esta especie de escla- zalco, los pintores de Tezcuco, los canteros de Tenajocan, los vitud; mas todas quedaron libertadas por el rey de Acolliua- cazadores de Xilotepec, los pescadores de Cuitlahuac, los frute- cán, JSezahualpüli, en atención á las penalidades que sufrían ros de tierra caliente, los tejedores de esteras y fabricantes de por tal: motivo; después, siguiendo este ejemplo, Montezumall sillas de Quauhtitlán, y los floreros de Xochimilco, todos esta- hizo otro tanto en sus dominios.—Clavigero, lib. VII, cap. 18. ban reunidos en el mercado de Tlatelolco.—Clavigero, lib. VIL (Tales parecen ser los esclavos por uno ó dos años (naborías cap. 35. ó tapias) mencionados por Antonio de León.) (Helps, HI, pág. 123, nota.) Las causas por las que estos hombres eran reducidos á es- II.—Reglamentación de trabajo. clavitud son de la naturaleza más trivial, y pueden probar que á la esclavitud se le daba poca importancia.—Helps, HI, Los esclavos abundaban mucho.—Zurita, pág. 251. pág. 121. (Los prisioneros de guerra eran hechos esclavos, aunque La palabra esclavo expresaba una cosa muy diferente en generalmente se les sacrificaba á los dioses. La esclavitud el lenguaje indígena de la que espresaba en el lenguaje espa- constituía el castigo de ciertos crímenes. Véase Claviqero, lib ñol, y ciertamente no excedía en significación á la de la pa- VII, cap. 18.) labra vasallo. Un esclavo en una tribu indígena, como obser- Los padres podían vender á sus hijos como esclavos, y cual- va Las Casas, poseía su habitación con su hogar, objetos en quier hombre ó mujer podía venderse á sí mismo.—Gomara propiedad, una tierra, su mujer, sus hijos y su libertad, ex- pág. 441. ' cepto cuando en épocas determinadas, su señor tenía necesi- dad de él para construir su casa, ó para labrar su campo, ó

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ga comían una escudilla de poleadas de harina de maíz, y tortillas y chile guna parte bordados parecidos, ni trabajo alguno de tanto arte como
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