ebook img

Literatura y formación ética PDF

225 Pages·1.288 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Literatura y formación ética

Alfonso López Quintás LITERATURA Y FORMACIÓN ÉTICA Un modo creativo de educar Biblioteca del Educador Puerto de Palos Buenos Aires 2006 2 ÍNDICE Prólogo PRIMERA PARTE: El «método lúdico-ambital» de análisis literario Capítulo 1: Interpretar es entrar en juego 1. Los actos humanos relevantes y los «ámbitos» 2. Los procesos humanos 3. La lógica de los procesos humanos a) El proceso de vértigo b) El proceso de éxtasis Capítulo 2: Acceso a lo más valioso de la obra literaria El realismo singular de la obra literaria La obra literaria, lugar de realización personal Ejercicios para acceder al «tema» de las obras literarias SEGUNDA PARTE: Fecundidad pedagógica de este tipo de análisis literario Capítulo 3: La metamorfosis, de Franz Kafka (1883-1924) Capítulo 4: Bodas de sangre, de Federico García Lorca (1899-1936) Capítulo 5: San Manuel bueno, mártir, de Miguel de Unamuno (1864- 1936) Capítulo 6: Niebla, de Miguel de Unamuno (1864-1936) Capítulo 7: En la ardiente oscuridad, de Antonio Buero Vallejo (1916- 2000) Capítulo 8: El concierto de San Ovidio, de Antonio Buero Vallejo (1916-2000) Capítulo 9: Siddhartha. Un poema indio, de Hermann Hesse (1877- 1962) Capítulo 10: El túnel, de Ernesto Sábato (1911-2011) Capítulo 11: Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach (1936) Bibliografía 3 Prólogo Los análisis que realizo en esta obra -con un método basado en la teoría del juego y la belleza expuesta en la obra Estética de la creatividad. Juego. Arte. Literatura1- intentan poner de manifiesto las vertientes profundas de la realidad que los grandes autores plasman en sus creaciones literarias. La interpretación de textos suele atender más bien al aspecto estilístico y se mueve en un radio de acción muy acotado. De ordinario, se analizan fragmentos de obras, al menos cuando se trata de formas amplias, como la novela o el drama. Esto presenta una ventaja ‒disponer de espacio para realizar una labor minuciosa‒ y una gran desventaja: perder de vista el conjunto de la obra, que es el que da cuerpo al mundo encarnado por el autor y confiere sentido pleno a cada texto fragmentario. Justamente, este mundo es el que alberga el valor más alto en orden a la formación integral del alumno. Si se comprende gené- ticamente una obra, como si se la estuviera volviendo a gestar, se gana en experiencia humana y se descubre la significación honda de los recursos estilísticos que movilizó el autor. Al centrar la atención en tales recursos de forma exclusiva y directa, se corre peligro de reducir la obra literaria a un artificio formalista carente de vibración existencial. No es extraño que profesores formados en un clima unilate- ralmente formalista se encuentren inermes a la hora de analizar ante los alumnos obras literarias que presentan una carga humanística muy densa, como ocurre con la producción de Sábato, Kafka, Hesse, Unamuno, García Lorca... La cooperación entre literatura y filosofía se está haciendo de día en día más necesaria. Esta obra quiere colaborar a este quehacer interdisciplinar. En la Estética de la creatividad, o.c., y en Cómo formarse en Ética a través de la Literatura2 expuse un método de análisis que juzgo sumamente eficaz y lo apliqué a obras tan significativas como La Náusea (J. P. Sartre). El extranjero y Calígula (A. Camus), El Burlador de Sevilla (Tirso de Molina), La malquerida (J. Benavente), Yerma (F. García Lorca), La salvaje y Eurídice (J. Anouilh), El Principito (A. de Saint-Exupéry)... En este nuevo libro extiendo el análisis a obras de calidad que suelen ser objeto de estudio en centros académicos: El túnel (Ernesto Sábato), La metamorfosis 1 Rialp, Madrid 31998. 2 Rialp, Madrid 32008. 4 (Franz Kafka), San Manuel Bueno, mártir (Miguel de Unamuno), Siddhartha (Hermann Hesse), Juan Salvador Gaviota (Richard Bach). Algunas de estas obras presentan notables dificultades de interpretación, ya que requieren un conocimiento pormenorizado de las leyes del desarrollo de la personalidad humana. En esta edición de la Biblioteca Digital de la Universidad Francisco de Vitoria incluyo el análisis de cuatro obras significativas de la literatura española: Niebla, de Unamuno, Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, En la ardiente oscuridad y El concierto de San Ovidio, de Antonio Buero Vallejo. Mis análisis quieren ayudar a los profesores a descubrir la riqueza de las obras literarias y su fecundidad para la tarea pedagógica de formar a niños y jóvenes en la creatividad y en los valores. A la luz del método que presento, cada obra literaria de calidad se convierte en una espléndida lección de ética. Esta decisiva labor formativa debe comenzar ya en los años de la educación primaria. Para ello, convendría aplicar el método al estudio de obras adecuadas a la edad infantil. Puede servir de ejemplo el análisis del bello y sugestivo relato de Richard Bach. Esta obra pone de relieve las grandes posibilidades formativas que alberga el análisis literario cuando se lo realiza con la debida hondura, procurando sacar a superficie lo que Unamuno denominaba «intrahistoria» de los personajes, la peripecia íntima que viven, los «ámbitos de realidad» que crean o que destruyen, los procesos de vértigo o de éxtasis que siguen, los mundos que construyen o que aniquilan... Esta visión honda de las obras descubre al alumno un hecho decisivo: que esa historia interna de ciertos seres, a veces muy lejos de nosotros en tiempo y espacio, puede muy bien ser o llegar a ser nuestra propia historia. Por eso, toda obra literaria relevante resulta «catártica», como decía Aristóteles de la tragedia. Katharsis significa purificación. Cuando asisto a una representación teatral o leo una obra, descubro las posibilidades de destrucción o de construcción que laten en ciertas actitudes ante la existencia. Ese descubrimiento me da luz para toda la vida, constituye para mí una fuente de «claves de orientación» luminosas, que se traducen en «pautas de conducta» certeras. A lo largo de la obra indicaré oportunamente, para facilidad del lector, algunas de las «claves» que se desprenden de las obras analizadas. Es digno de notarse que el método de análisis literario aquí expuesto resulta sobremanera fecundo para penetrar en el valor 5 humanístico y formativo de las obras cinematográficas sobresalientes, ya que éstas suelen llevar en su base un guión literario relevante. Al final del análisis de cada obra presento varias cuestiones sencillas, para invitar al lector a reflexionar sobre los temas tratados. Madrid, septiembre 2019 6 PRIMERA PARTE EL «MÉTODO LÚDICO-AMBITAL» DE ANÁLISIS LITERARIO Capítulo 1 INTERPRETAR ES ENTRAR EN JUEGO No se puede interpretar debidamente una obra literaria si no se sabe con precisión lo que ésta es e implica. Una obra de arte es independiente de su autor, pero no es un objeto; no es producto de un proceso fabril, sino fruto de un encuentro, el encuentro entre el autor y un aspecto de la realidad, la realidad propia o la de los seres circundantes. Ostenta, en consecuencia, un modo de ser superior, en virtud del cual puede abrirse a los lectores, ofrecerles posibilidades para comprender algún aspecto importante de la vida. Un objeto puedo utilizarlo en algún menester, pero me sigue siendo distante. Una obra literaria puedo asumirla, hacer juego con ella, convertirla en una especie de voz interior, en impulso de mi obrar. A este tipo de realidades que son más que objetos las denominaremos «ámbitos» o «realidades abiertas». Toda interpretación auténtica de una obra implica entrar en juego con una «realidad ambital», no meramente «objetiva». Comprender esto es el secreto para convertir la lectura de obras literarias en una escuela de formación integral. Una obra literaria de calidad no es sólo producto del esfuerzo de su autor. Si alguien dice: Cervantes tenía talento literario; un buen día tomó la pluma y produjo una obra genial que llamamos «Don Quijote de la Mancha», reduce esta obra a mero producto de un esfuerzo realizado por una persona bien dotada. Una obra literaria exige más que ese esfuerzo. Se ilumina cuando el autor entra en relación de encuentro con un aspecto de la realidad; en este caso, la realidad del alma hispana en su doble vertiente: quijotesca y sanchopancesca. Un día y otro, en condiciones diversas pero siempre incitantes, Cervantes vivió de cerca esos dos modos de encarar la 7 existencia, con lo que tienen de noble y plebeyo, heroico y rutinario, entusiasmante y deprimente. La vida es un gran campo de juego o de encuentro. Y, como el encuentro es fuente de luz y de sentido, todo campo de juego es un campo de iluminación. Cervantes supo entrar en juego, aceptar el reto de la vida diaria, y en su interior se le fue iluminando el sentido de la existencia humana. A esa luz escribió El Quijote. No lo hizo para comunicar a los demás algo que ya sabía perfectamente. Al escribir, se le fue iluminando de forma plena lo que constituía su objeto de análisis y de expresión. Si la obra literaria es ‒en sí misma‒ un campo de juego, inter- pretarla debe consistir obviamente en hacer juego con ella. Hacer juego con una obra implica rehacer sus experiencias básicas. Toda obra se estructura a partir de una o varias experiencias nucleares. En El principito (Saint-Exupéry) es la experiencia del encuentro interpersonal; en El túnel (E. Sábato), la de la confusión entre amar a una persona y poseerla; en La metamorfosis, la de la necesidad de vivir creativamente para sentirse personas y no verse envilecidos... Al revivir tales experiencias, se alumbran en el espíritu del lector las mismas intuiciones que tuvieron, en su día, los autores e impulsaron y guiaron su proceso creador. A la luz de tales intuiciones podemos leer las obras por dentro, reviviendo su génesis. La forma más perfecta de leer es ir reviviendo la obra como si fuera uno el autor y anticiparse incluso a lo que va a suceder3. Para llevar a cabo esta lectura creativa, genética, re-creadora del texto, se debe evitar toda precipitación en la lectura, no limitarse a tomar nota de los hechos narrados, de las peripecias argumentales descritas, sino detenerse en las que se apoya el conjunto y adquiere su verdadero sentido. Al ir leyendo, hemos de prestar atención, sobre todo, a los temas que el autor quiere exponer a través de los argumentos. El «principito» le pide al piloto que le dibuje un cordero. Este es un hecho que pertenece al argumento de la conocida obra de Saint-Exupéry. Pero, ¿cuál es el tema que quiere el autor plantearnos? Indudablemente, el de la primacía de la vida creadora sobre la vida biológica. El principito representa la vertiente elevada del hombre que no se preocupa tanto de salvar la vida en los momentos de extremo peligro cuanto en darle pleno sentido a través de la creatividad, sobre todo, del encuentro interhumano. 3 En mi Estética de la creatividad, o. c., 373-477, muestro cómo se puede comprender una obra (La Náusea, de Sartre, El extranjero y Calígula, de Camus) hasta el último pormenor si se rehacen personalmente sus experiencias nucleares. 8 Los temas que los autores suelen destacar no son algo sencillo; encierran una gran riqueza de aspectos que el lector debe captar. En una obra literaria se describen múltiples actos humanos a través de los cuales una persona o un grupo social van desarrollando un proyecto vital e intentando dar sentido a su existencia conforme a determinados criterios. He aquí los tres aspectos que debemos poner al descubierto. 1. Los actos humanos que no son hechos intrascendentes sino decisivos para la marcha de la vida. 2. El contexto en que tales actos se dan, contexto que puede ser de creatividad o de destrucción. 3. La razón interna de ser ‒el móvil secreto‒ de las actitudes de creatividad y las de destrucción. 1. Los actos humanos relevantes y los «ámbitos» En El túnel, de Ernesto Sábato, parece indicarse al principio que el protagonista, Castel, ama a María. Pero, ¿la ama de verdad o simplemente desea poseerla, dominarla, sacar provecho de su existencia y su sensibilidad artística para su propia vida de hombre solitario e incomprendido? En un primer momento, no podemos responder a esta pregunta decisiva, pero debemos estar alerta al hilo de la lectura, a fin de penetrar en el sentido verdadero de cuanto acontece. Pronto observamos la conducta posesiva de Castel, su afán de conocer a María para tenerla fichada, su tendencia a interrogarla, su decisión de mantener con ella relaciones eróticas para hacerse, así, dueño de ella. Estos datos, bien sopesados, nos dan luz para comprender las diferentes reacciones de María, por ejemplo su voluntad de replegarse a la intimidad ante el afán inquisidor de Castel. La clarificación de estas actitudes deja en claro por qué ambos protagonistas sienten tristeza y esta tristeza degenera, por lo que toca a Castel, en desesperación y afán de destrucción. Al iluminar todo este proceso, va esclareciéndose la razón profunda de cada uno de los sucesos, su articulación interna, su lógica, y comprendemos que Castel se ha dejado llevar de la fascinación del dominio y es presa de un proceso de vértigo. Al hacernos cargo de esta lógica soterrada, podemos volver a considerar los pormenores de la obra, algunos de los cuales se nos habían presentado un tanto herméticos, y quedamos sorprendidos de la claridad con que se nos revela su sentido más profundo. Al ahondar en cada detalle, se nos muestra su coherencia con los demás. Si, al leer o releer una obra, somos capaces de descubrir un sentido hondo 9 en los diversos acontecimientos y vemos su interna trabazón, tenemos razones para estimar que nos hallamos en un buen camino «hermenéutico», en una pista segura de interpretación. El método más adecuado es el que permite descubrir en un texto mayor riqueza de sentido y una más rigurosa coherencia. En el momento cumbre del relato, el «principito» de Saint- Exupéry exclama: «Tengo sed también. Busquemos un pozo»4. No podemos seguir leyendo sin preguntarnos de qué tipo de sed se trata. Si damos por supuesto, superficialmente, que el pequeño se refiere a la sed fisiológica, por encontrarse en el desierto, adoptamos una perspectiva inadecuada para comprender el párrafo clave, sin duda el más bello y hondo, de la obra, en el que afirma el piloto que esa agua no era un alimento, era buena para el corazón como un «regalo»5. En San Manuel Bueno, mártir, Unamuno describe al párroco como un hombre vertido a la acción. ¿Se lanza a la actividad para olvidar una cuita interna, o bien para fundar unidad con el pueblo? Esta es la cuestión decisiva, y el lector debe tenerla muy presente para revivir la obra sobre el fondo de inquietud que la misma suscita. La inquietud aviva la atención, y ésta hace percibir mil matices del mayor interés. La fundación de unidad con los feligreses es la clave para entender cabalmente por qué con toda seriedad, sin entregarse a ceremonias de la confusión, puede Ángela ‒nombre que significa la «portadora de la buena nueva»‒ indicar, al final de la obra, que tanto el párroco como Lázaro -el prepotente librepensador- pensaban que no creían, pero murieron creyendo. Los críticos suelen interpretar esta obra a la luz de la conocida tendencia de Unamuno a tensionar su pensamiento y expresarlo de forma paradójica. Pero esta interpretación anula el alto valor formativo de la obra. El método que propongo permite ver los sucesos de tal forma que aparecen como perfectamente lógicos, no paradójicos. Se trata, obviamente, de la lógica de la vida creativa, creadora de ámbitos de vida personal. Unamuno, en su Diario íntimo6, revela haber entrevisto que la vida de fe implica una adhesión personal, no sólo la aceptación intelectual de unas verdades. Esta adivinación abre una ventana a la 4 Cf. Antoine de Saint-Exupéry: El principito, Alianza Editorial, Madrid 21972, p. 91. Versión original: Le petit Prince, Harbrace Paperbound Library, Nueva York 1943, 91. 5 Cf. A. de Saint-Exupéry, El principito, Alianza, Madrid 21972, 86; Le petit Prince, Harbrace Paperbound Library, Nueva York 1943, 1971. Una amplia interpretación de esta obra puede verse en mi libro Cómo formarse en Ética a través de la literatura, o. c.,197-229. 6 Cf. El principito, o. c., p. 96. Le petit prince, o. c., p. 96. 10 esperanza de que es posible conciliar el entendimiento y la voluntad, y superar, así, el agonismo, la lucha interior que atenazaba su espíritu. El presentimiento que expresa Ángela responde a una sospecha de largo alcance: que el buen párroco y Lázaro pensaban que su entendimiento no podía demostrar la existencia de Dios y de la vida eterna porque su idea de fe y de conocimiento intelectual era demasiado unilateral, excesivamente despegada de la capacidad humana de crear vínculos personales. Lo veremos ampliamente en su lugar. Tomemos el relato de Richard Bach Juan Salvador Gaviota. Inmediatamente, leemos que Juan no era un «pájaro cualquiera», uno de los que vuelan sólo para cobrar piezas y subsistir; quería culti- var el vuelo por afán de volar cada vez con mayor perfección. Nos vemos con ello abocados a la cuestión de qué sea volar y qué significa concebirlo como un fin en sí, no como un medio para lograr una meta. Es el gran tema del juego, que hoy ocupa la atención de diversos especialistas: filósofos, psicólogos, antropólogos, historiadores, incluso teólogos. El juego tiene una finalidad interna y se realiza a la luz que él mismo alumbra. Hay modos diversos de juego, y todos se caracterizan por su capacidad de crear jugadas deportivas, formas artísticas, ámbitos de convivencia, modos de encuentro y diálogo... Si aprovechamos la experiencia multiforme que tenemos de lo que es y significa en la vida humana el jugar, y ahondamos en la esencia del juego, valiéndonos incluso de las investigaciones contemporáneas sobre este sugestivo fenómeno, estamos en buena disposición para penetrar en el «tema» que quiere proponernos R. Bach en su deliciosa narración, que, como El principito, está lejos de ser un mero cuento intrascendente para niños7. La primera tarea del método que propongo es hacerse cargo del sentido profundo de los diversos actos y acontecimientos que tienen lugar en la experiencias fundamentales de cada obra. Para ello hay que hacer un descubrimiento muy fecundo: el de los «ámbitos» o realidades abiertas. La realidad que plasman expresivamente las grandes obras literarias no está constituida por un conglomerado de objetos, sino por un «tejido de ámbitos». El entorno en el cual debe el hombre realizar su vida presenta dos tipos de realidades distintas y complementarias: los objetos ‒realidades que se pueden delimitar, situar en el tiempo y en el espacio, pesar, medir, tocar...‒ y los ámbitos, -realidades que no pueden ser medidas, pues no presentan 7 Un amplio estudio del tema del juego puede verse en mi Estética de la creatividad, o. c., 33-183.

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.