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¿Literatura por filosofía? Sobre la epistemología delfragmento en Th. W Adorno PDF

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¿Literatura por filosofía? Sobre la epistemología delfragmento en Th. W Adorno Vicente GÓMEZ «¿Pensar?... ¡Pensar!. Perderelhilo». Paul Valéry.Cuaderno B. 1910. El uso literario del lenguaje es una rareza en el desarrollo del pensa- miento moderno y contemporáneo. Menos frecuente aún ha sido la refle- xión acerca de esta falta de preocupación estética del lenguaje filosófico. La moderna escisión de las esferas de la cultura en los ámbitos de lo ver- dadero, lobueno ylo bello,que Kantpensara deforma canónica, se hapre- cipitado enellenguaje de cada uno de esos ámbitos. Desdeque alinicio de la modernidad filosófica, Descartes teorizara el ideal de «claridad y dis- tinción», que las ciencias que le eran contemporáneas hacían efectivo, co- mo el ideal de todo lenguaje con pretensiones de conocimiento y de ver- dad, el cuidado linguistico de Kierkegaard, los ilustrados del siglo xvííí, Schopenhauer oNietzsche, son enla historia dela filosofía verdaderas ex- cepciones.No menos la «prosa bella» de Th.W. Adorno. El ideal científico-filosófico de «clarté», que desde Descartes hasta el positivismo del siglo XX, y de formaparadigmática en elprimer Wittgens- tein, se ha erigido en canon indiscutido del lenguaje filosófico, ha conver- tidoenanatema toda pretensión estética, exorcizándola almenos como al- go «desventajoso»’ y tan sólo portador de confusión: fobia del contacto, temor de la filosofía a aprender algo del arte. El «deleite estético», para hablar con Kant, que la lectura de la prosa adorniana puedaprocurar allector es, efectivamente, algoque laliteratu- Asíel «positivista declarado» Vermeersch,quien despachacomo mera«literatura» la totalidadde la producción teoréticadeAdorno. Cf. E. VERMEERSCH,“Adorno unddie 52-53. AufJciárung’,enStadiaPhiíosophica Gandensia (9),Meppel 1971,pp.. Anote»cíe!Seminario drileu,físira n.”30-1996.ServiciodePublicaciones. Universidad complutense. Madrid 220 Vicente Gómez ra críticasobreAdorno no hadejado de constatar, unasveces de modobien marginal, otras intentando explicarlo teóricamente». Y no obstante, hasta hace sólo una generación, ni elmismo Adorno ni suslectores tenían serias dudas acerca de ladiscernibilidad de los géneros literario y filosófico: na- die parecía dudarde que en la formafragmentaria de la prosa de Adorno se manifestaba la totalidad de la teoría’ Tempora mutantur: la convicción de la separabilidad de géneros se ha relativizado. Foucault y Derrida particularmente, y el postestructuralismo en general,han introducido enladiscusión filosóficaun contextualismo ni- velador de lo quehasta el momento se tenía por discernible, y esaconcep- ción del lenguaje como torbellino de significaciones al que le es extrate- rritorial toda pretensión de verdad, parece poder absorber también a la filosofía deAdorno. La «aproximación»de los lenguajesdel arte yla filo- sofíapor él teorizada, es esgrimida incluso por algunos de quienes se con- sideran sus herederos como una de las pruebas más fehacientes de la re- nuncia de la filosofía adorniana a las competencias en materia de 4. El pensamiento conocimiento en favor del arte y la teorización estética adorniano ylosherederos deNietzsche y Heidegger parecen mostrarse so- lidarios de una aporética «crítica radical de larazón». Pero el hoy tan extendidopensamiento porconvergencias podría, ensu generalidad, pecar contra el deber de diferenciación filosófica. Este escri- to quisiera explicitar el non confundar enfático que en este sentido eleva la filosofía de Adorno. 1. SISTEMA EIDEALISMO La contemporaneidad filosófica es correctamente cifradacomo el pro- gresivo desmoronamiento teórico delIdealismo hegeliano, enel que la ra- cionalidad elevó sus máximas pretensiones: la filosofía, entendida como Cf.especialmente B. Britutigam, Reflexio.t les Schíinen-Schéne Reflexion, Bonn 1975. - D.Schnnebel,’KompositionvonSprache-sprachlicheGestaltunginAdornos Werk”,en Tite- odor W. Adorno van Gedóchinis,FrankfurtamMain 1971;P. Zima, Adornoet lacrisedu langage:pour uneeritiquede laparataxis,en Révued’Esthétique (8). 1985. J. Habermas, Nachmetaphysisches Denken. Philosophische Aufsdtze, Frankfurt am Main 1988. Cf. especialmenteParteIII. 9: «Philosophie und Wissensehafrals Literatur ?s. p.243. J. 1labermas, Teoría dclaaccion comunicativa, 2 VoIs. Taurus. Madrid1987. Cf. espe- cialmenteVol. 1, Pp. 492y ss. Habermassigueaquía Honneth,quienyaantes habíadeter- minadolaformaensayístico-fragmentariaqueAdornoexigepara unafilosofíacríticacomo prueba de lafinal autodisolución de la filosofía en literatura. Cf.A. Honneth,“Habermas Critiqucof Adorno’,en Telos(9), 1979. He inientado discernir lasposiciones teóricasdel postestructuralismo francésy Ador- noenmiescrito‘Laescriturade ladiferencia: G.Bataille,Y DerridayTh. W.Adorno’,en Pensamiento, 1996, ¿Literaturaporfilosofla?... 221 sistema,pretendió construir exclusivamente desdesimisma latotalidad de la realidad, demostrando finalmente su racionalidad. Las criticas nietzs- cheana y heideggeriana al Idealismo hegeliano pueden entenderse como modos en principio diversos de hacer frente a tamañas pretensiones. Sin embargo, estas criticas muestran su mismidad en el hecho de permanecer ambasexteriores al objeto de la crítica: enNietzsche, el aforismo conlíeva elabandono delconcepto ydel lenguaje racional; elSerheideggeriano ope- ra como obstáculo para laautotransparencia del Espíritu (Geist) hegelia- no, reclamando el «pensar rememorativo» como su médium propio y su- puestamente liberadodelpensar significativo. Ambascriticas sonasíasaltos a la dialéctica hegeliana. Otro es, en cambio, el proyecto de Adorno. Aunque Dialécticanegati- 6,es- va se entienda a simismacomo atentado contra la tradición dialéctica te atentado dista mucho deser un asalto a Hegel, pretendiendo antesbien «tocarle su propia melodía» (6,183) o, según la expresión de Tres estudios sobre Hegel, «medir con su propio rasero» la dialéctica hegeliana (5,288). Hacerteóricamente efectivala ideahegeliana de dialecticidad es el verda- deroterminus ad quemdelproyectoadorniano ensu conjunto’.Según Ador- no, lafilosofía hegeliana sólo «tendencialmente» habría cumplido su pro- grama de ser una filosofía concreta frente al formalismo epistemológico kantiano. «Tendencialmente», elsupuestoidealista hegelianode laidentidad desu- jeto yobjeto, elsistema (System) en su acepción propiamente filosófica, hu- biera sidocapaz, según Adorno, deencauzar la filosofía por lavía de la con- creción.Másalládelareduplicación kantianadel momentosujetoquesupone ladeterminación transcendental delos«limites dela experiencia posible»,el conocimiento apuntaría en Hegel a la verdad, al carácter irreductible de la objetividad al Yo: latarea demediar lono-conceptual, yrecuperar así laidea deobjetividad,sóloesposiblealosojosdeHegel sitambién lono-conceptual esyaEspíritu, sila realidad es ya Razón. Frente alsubjetivismo epistemoló- gico, laidea hegeliana dedialecticidad escríticade toda«teoría residualdela verdad»,o desmembración estática del proceso cognoscitivo en los «poíos» enfrentados desujeto yobjeto.Sumediación (Vermittlung), núcleode laidea de dialéctica en Hegel, hubiera podido conservar la «semejanza» (Áhnlich- keit) de sujetoy objeto extirpada por el formalismo. Pero lo mismo que en Hegel posibilita «tendencialmente» la auto- transcendencia del Idealismo, elsistema, es para Adorno, paradójicamen- ‘Adorno.Th.W.Negative Dialektik,enGesanimelteSchriften6, SuhrkampVerlag,Frank- furtam Main 1971. Enadelanteincluiré eneltexto entreparéntesis lasreferenciasaloses- critosde Adornosegúnlaediciónde las Obrascompletas deRolfTiedemann, Frankfurtam Main 1971-1986. Lacifra situada antelacomaindicaráelvolumen delos GesanimelteSch- riften,lacifrasituadatraslacomael número depágina. Cf. miescrito ‘De Kierkegaard. Konstraction des Ásthetischen (1929) a Negative Dio- lektik (1966). Losorígenesfilosóficosde la filosofíade Adorno”,en Pensamiento 1996. 222 VicenteGómez te,lo que ala vezimpide unasuperación filosófica efectivade la(filosofía de la conciencia»(Bewusstseinsphilosophie). Aun estando las nociones de «proceso» y «mediación» contra todo «primero» (Erstes)—el puntodesde el que la totalidad de lo real es plegada al Yo—, el sistema implica el «pri- mado del sujeto» (l/orrang des Subjekts), siendo éste el que nuevamente recupera enHegel elIdealismo: 4El sujeto-objeto deHegel essujeto», afir- ma Adorno (5,261). Pensar a Hegel contra Hegel es el propósito más propio de lafilosofía de Adorno. Esta empresa es abordada yadesde los Tresestudiossobre He- gel de un modo particular En Skoteinos, ocómo debería leerse», Ador- no se propone hacer de «guía» a travésde los textos deHegel, pero en re- alidad las experiencias por él acumuladas a partir de su lectura apuntan a algo objetivo: la relación de asimetría entre el «todo» y las «partes» con que elintérprete de Hegel tiene que contar,pudiendo aislar el «todo», del lado del que cae la verdad, de la concreta articulación de sus momentos, supone para Adorno un conflicto irresuelto entre el contenido y la forma de lafilosofía hegeliana, queesindiciodeuna incongruencia teórica defon- do entre dialéctica y sistema (5,329). En laforma teórica de la filosofía he- geliana se habría sedimentado el principio del sistema deductivo de Fich- te. De este modo, latarea del intérprete de Hegelconsistiría en distinguir los pasajesteóricos «en queverdaderamente se piensa» de aquellos en los queel sistema quiebrala pretensión fenomenológica del «puro mirar» (rei- nes Zusehen) en favor del método (Methode), del «esquema» (Schema) o del «punto de vista»(Standpunkfl. Indagar los momentos en queverdade- ramente sepiensaequivale ainquirir lascondiciones designificatividad del lenguaje, en tanto que iluminación de lo concreto frente a todo acto de constitución subjetiva (Setzung): «El arte deleera Hegeltendría que pres- tar atención a la emergencia de lo nuevo, del contenido concreto y (distin- ) guirlo de los momentos en que una máquina, que no quiere serlo, sigue funcionando, a pesar de no tener derecho a hacerlo» (5,330). La exégesis filológica es ya, pues,crítica filosófica ellamisma, y el interés por la forma y el lenguaje hegelianos,cuya incongruencia con cl contenido convierte en falsa lafilosofía hegeliana, un interés episteniológico. Queello es asíse po- ne demanifiesto en la crítica adorniana al «ideal de claridad» (Klarheitsi- deal) y en el intento de mostrar cómo en realidad, y aun a supesar, Hegel prolonga dicho ideal. Como ideal expositivo, el ideal de claridad se definedesde los Princi- pia y el Discurso del método cartesianos en favor del entendimiento, la comprensibilidad o legibilidad de un contenido. Pero en esa forma se se- dimenta ya un contenido epistemológico. «Clarté», en tanto que ideal fi- losófico, es para Adorno núcleo de toda concepción de los momentos del proceso cognoscitivo como «polos» abstractamente enfrentados, germen de una relación de dominación del sujeto sobre su objeto, ausencia de re- laño propiamente dicha. Sujetoyobjeto son aquí estáticamente pensados: ¿Literaturaporfilosofía?... 223 «Claridad puede exigírsele al conocimiento siempre que se presuponga que las cosas sonpuras, que estánlibres de toda dinámica quepudiese es- capar a una mirada que las fija ensu univocidad. Laexigencia de claridad se vuelve doblemente dudosa tan pronto como se descubre que aquello sobre lo que el pensamiento piensa no pasa meramente como un vehícu- lo pordelante del sujetocognoscente, sino quees algoensímismo en mo- vtmíento y, de este modo, no se asemeja en nada a la res extensa de Des- cartes... Correlativamente a estaidea, surge la referida a que el sujeto no descansa cual cámara fotográfica sobre un trípode, sino que, debido a su relación con unobjeto dotado en símismo de movimiento, también élmis- mo se mueve, siendo ello una de las doctrinas centrales de la Fenomeno- logía de Hegel» (5,334). Mediación (Vermittlung) esen Hegel la respuesta a lafalsedad episte- inológica de la posiciónde enfrentamiento sujeto-objeto (Cegenlibersein. Elrecíproco engendrarse de ambos momentos debería garantizar lasupe- ración del formalismo de toda «filosofía de lareflexión». Pero no es así. Raras veces se ha desarrollado teóricamente el ideal de claridad, Co- mún es su aceptación como algo autoevidente. El lugar histórico-filosófi- co en donde Adorno descubre su más completa articulación después de Descartes, la obrade A. N. Whitehead Adventure ofIdeas, vaa situar a la pretensión hegeliana de dialecticidad ante un grave aprieto. A una teoría de laclaridad filosófica como la desarrollada porWhitehead le es esencial la contraposición estáticade sujeto y objeto: «Claridad ydistinción podría haberlas sólo si «sujeto»se hiciese equivaler estrictamente a«el que sabe» (Wissender) y «objeto» a «losabido» (Gewusstes)», afirma Adorno (5,337). El preciodel ideal de claridad es, pues, la abstracción, un tributo que tam- bién Hegel parece estar dispuesto a pagan En Hegel, sistema restaura el Idealismo kantiano, la extrinsicidad de sujeto yobjeto. La metacrítica adorniana de la tesisde la identidaddesu- jeto y objeto descubre queésta no es sinouna mala «identificación» (Iden- tifizierung), que sólo selogratraslaprevia «estilización» (Zurechtsetzung) de loparticular (Besonderes) en ambos momentos, vaciándolos de sus de- terminaciones concretas, y tras lareducción a sus respectivos conceptos, a suparticularidad (Besonderheit), según uno de los teoremas centrales de Dialéctica negativa (6,174). De este modo, si el sistema es la «forma expositiva de una totalidad a la que nada le es exterior», situando «al pensamiento en una forma de en- frentamiento absoluto ante su objeto» y haciendo que éste se evapore en aquél; si la forma sistemática es idealista aun previamente a toda tesis de contenido (6,35), “Skoteinos” no dudará en afirmar que «la diferencia res- pecto a la teoríatradicional debecontenerse en el lenguaje» (5,343). Una dialéctica material ynegativa sólo será capaz de recuperar la idea de dia- lecticidad, fallida en Hegel, a través de la negación del ideal de claridad. «Configuración» (Konfiguration), «ensayo» (Essay), «constelación»(Kons- 224 Vicente Gómez tellation) y «fragmento» (Fragment)’, sonlos nombres para esa forma teó- rica capaz de hacerjusticiaal contenido filosófico dedialecticidad yen con- gruencia con él:«Constelación no es sistema» (5,342). Pero la negación del ideal declaridad sólopuede serunanegación determinada, quenodebe de- generar «enun balbuceo, al negar sencillamente sus reglas» (5,336). pues- to que su propósito no esprecisamente negar la lógica, sino evitar la con- versión del lenguaje en tautología’. II. LA «APROXIMACION» DE LOSLENGUAJES DELARTE Y LA FILOSOFIA La «aproximación»de los lenguajesdel arte y lafilosofía espara Ador- no condición de posibilidad deteorizar un discurso verdaderamente signi- ficativo. Sin embargo, esta aproximación no deja de producir cierta perplejidad. En suestudio sobre elgénero literario ensayistico, Rohner ha revisado la suertedel ensayo desdeMontaigne hasta su recepción en Alemania por parte de Schlegel, proponiendo la siguiente definición: el ensayo «esuna porción corta ycerrada de prosade composición laxa que, bajo una forma llena de pretensiones estéticas, interpreta críticamente un objeto incon- mensurable, procediendo sobre todo intuitiva y serialmente, establecien- do conexiones,convcrsando virtuosamente dc maneraespiritual conun in- terloculor ficticio,y haciendo que la cultura, el pensamiento combinatorio y la fantasía de éste entren en juego de un modo vivencia!». A ello añade otras dos características: la no resumibilidad del ensayo y su rasgo biográfico”. Adorno, de suparte, hace explícita su concepción de laforma ensayis- tica en«Ocr Essay als Form»”. En su cortocomentario a esteescrito Roh- nerno puedecallar cierta perplejidad. En él echa enfalta unaexplicitación El modode la exposiciónteórica (Darstellungsweise) hasido objetode preocupación constanteen Adorno. La forma teórica queexige parauna filosofíacríticahasido teoriza- da desdeeí inicio de suproducción teórica, desde las “Ihesen tiberdie Sprache desPhilo- sophen, escrito quedatade principiosde losaños30, hastaNegative Dialektik (1966). pa- sandopor “Der EssayalsForm(1954-1958). Adorno, TI». W., Philosophische Terminologie, R. Zurt.ippe cd., Frankfurt amMain 1982.Vol. II,p. 265. Rohner, 1.. .Versuch tiberdenEssay, en: L. Rohner, Dccde,,tsehe Essay,Ncuwied 1966,pp. 1-24 y pp.22-23. “Adorno,“DerEssayalsForm”(1954-1958),recogidoen Gesammelteschriften II. ¡No- ten sur Literatur, p.9-33. Este escrito,pese a haberentrado de lamano de Honneth y Ha- bermas en elcentrode ladiscusión filosóficaactual, noha gozadoderecepciónennuestro país. El volumen Notasde literatura,en elque Manuel Sacristán lo incluyese en1962, está desde hace yamucho tiempofuerade circulación. Recientementehetratadode vertirlo de nuevoalcastellano.Cf.Th.W.Adorno. La formaensayo. TraduccióneintroduccióndeVi- cente Gómez(Inédito). ¿Literaturaporfiloáofía?... 225 del ensayo como «forma artística» y, decepcionado, sólo halla la descrip- ción de cierta «actitud intelectual del escritor» que, según Adorno, elen- sayo realiza’». Pero loque Rohner echa demenos eneste escritoestá,en re- alidad, articulándolo, y esa«actitud» quele es insatisfactoria, de estarbien fundamentada, podría ser el momento a través del que la «aproximación» de los géneros filosófico y artístico-literario, que Adorno sitúa enel ensa- yo, podría ganar para sívinculabilidad teorética. Pero no es este elcaso. La aproximación de géneros sucede en este escrito con demasiada inmedia- tez, hasta el punto de hacer inminente el peligro deincurrir precisamente en esa malapseudomorfosis de géneros que Dialécticanegativaprohibe en- fáticamente: «El arte y la filosofía no tienen supunto común en la forma o en elproceder constructivo,sinoen unmodo decomportamiento queprohi- be toda pseudomorfosis» (6,26). «La forma ensayo»se nutre de losestudios ya clásicossobre elensayo deMaxBense yGeorgLukács».Desde el mismo comienzodeltexto, Ador- no intenta desmarcarse de la concepción lukácsiana del ensayo como me- ra«forma artística». Elevada por Adorno para el ensayounapretensiónfi- losófica, que supone un reto a la alternativa entrela ciencia —como único ámbito del conocimiento y la verdad— yel arte —en tanto que ámbito de lo simplemente no-racional (11.1,9)—, la concepción lukácsiana del ensa- yo no puede para Adorno menos que pactar con tal alternativa. Entendi- do como «forma artística», el ensayo seríaprivado de toda vinculabilidad cognoscitiva, convirtiéndose en enclave privilegiado de irracionalidad en el que cabrían «la intención del autor», «los impulsos psicológicos perso- nales», «cosmovisiones», «personalidad» y «lo irracional». ParaAdorno, por el contrario, el ensayotiene como médiumpropio elconcepto —un uso distinto del concepto— y como objetivola verdad. Pero las pretensiones teóricas reclamadas porAdorno para ensayovan mucho más lejos. Su enunciado se asemeja más a un listado de ideas a de- sarrollar que a una fundamentación de su necesidad,tan vertiginosamente se suceden parágrafo a parágrafo: «el ensayo (extrae), según su idea, las consecuencias de la crítica al sistema»; «en el ensayo enfático, el pensa- miento se libera de la idea tradicional de la verdad»; «atiende a la con- ciencia de la no-identidad». Finalmente, quedaenunciada lapretensión de competencia en cuanto a dialecticidad con la idea hegeliana de dialéctica: el ensayo es «más dialéctico que la dialéctica» (11.1,16-28). Tamaña pre- tensión, sin embargo, cuenta con dudosos mediospara surealización. Aun haciéndose ya explícita en este escrito la prohibición de confusión de gé- neros que más tarde elevará Dialécticanegativa, su aproximación parece “Rohner,op. cit. p.28. , ‘G. Lukacs, tJber das Wesen und Form desEssays. Fin BriefanLeo Popper 1910”; “ M.BenseUber denEssayundseineProsa” (1952). Ambosrecogidosenla citadaobra de L.Rohner. 226 Vicente Gómez poderresolverse aquí justamente como esainsana «mezcolanza anacróni- ca» que Adorno imputa aquí aHeidegger y a Jungnickel (11.1,13). Ejemplar en este sentido es, en primer lugar, el reto que supone el en- sayo respecto al ideal de claridad cartesiano. En su proceder «metódica- mente no-metódico», el ensayo suspende las reglas cartesianas, garantes desde la temprana modernidad filosófica de todo discurso con pretensio- nes de verdad. Contra la segunda regla formulada en el Discurso del mé- todo, a saber la descomposición del objeto en lo elemental, así como con- tra la tercera regla, que prescribe partir delo más sencillo hasta llegar a lo complejo, el ensayo tiende, según Adorno, a «pensar la cosa desde el pri- mer momento tan complejamente como ella misma es» (11.1,23). Contra la cuarta regla cartesiana, que para Adorno constituye el principio pro- piamente sistemático, a saber la prescripción de completud, atenta no me- nos la práctica ensayística enfática: «todo objeto (contiene).., en simismo una infinitud de aspectos», de ahí la imposibilidad de toda continuidad en la exposición teórica, pues «aquélla entraría en contradicción con el ca- rácter antagónico de la cosa». Porello, «el ensayo, de hecho, no tiene un cierre» (11.1,25). De lasuspensión de estas reglas, así como de la permeabilidad del en- sayo a la expresión dela experiencia subjetiva, hace depender Adorno lo que denomina «el carácter fructífero del pensamiento». Pero su efectivi- dad recuerda en demasía a esa insana «mezcolanza» de géneros combati- da por élmismo. En efecto,el pensar ensayístico es fructíferoporque en él «todos sus conceptos se generan recíprocamente, cada uno de ellos sc ar- ticula segúnsu configuración conlos demás... En tanto que configuración, los elementos cristalizan a través de su movimiento. Aquélla es un campo de fuerzas» (11.1,21-23). El ensayo «armoniza (abstimmí) unos conceptos con otros», «sus transiciones (1’Jbergñnge) desautorizan la deducción lógi- caen favorde conexiones transversales delos elementos» (11.1,25). El con- junto de estametafórica empleada para describir el usoensayistico del con- cepto no recuerda sólo por azar a la composición musical. Su ligazón es antesbien provocada: este uso delconcepto «roza» el «arte de latransición no-conceptual» (begriffslose Kunstder &bergangs)y es,de otrolado, prác- tica de la «coordinación» en vez de la subordinación sintáctica (11.1,31). Adorno descubre lo primero en la granmúsica, de modofinalmente certe- ro en la música de Mahíer; lo segundo, en la poesía del último Hólderlin: su nombre es «parataxis» (Parataxe)’. Así es como, según Adorno, el en- sayo elabora enfáticamente la forma expositiva, siendo sólo esto aquello «en lo que el ensayo se parece al arte» (11.1,26). Pero el «parecido» es sinduda excesivo para unateoría del ensayo que pretende delimitarlode lasimple «formaartística», reclamando paraél pre- aAdorno,Mahler(1960), enGesammelte Schriften 13. ‘Parataxe.ZurspátenLyrikHill- derlins’ (1963),en GesanirnelteSchriften 11.3. ¿Literaturaporfilosofía?... 227 tensiones que no son ya simplemente estéticas, sinofilosóficas. El modo como el ensayo, en tanto que una manera particular de organización tex- tual, pudiese competir con la noción filosófica de sistema, sólo podría ser harto desventurado. De esta desproporción, no obstante, es ya sabedor el escrito del 54: «Inconscientemente y lejos de toda teoría, el ensayo como forma expresa la necesidad de anular también en elproceder concreto del espíritu las pretensiones de completud ydiscontinuidad teóricamente su- peradas, rebelándose estéticamente contra laestrechez delmétodo que no quiere dejar nada fuera de si; por ello obedece a un motivo epistemológi- ca» (11.1,24)’. Si ello es así, la fisonomía concreta de laorganización tex- tual descrita por «Laformaensayo» no puede conderechoserningúnprius, sino sóloconsecuencia deunanociónfilosófica deforma quehabrá que ha- cer explícita. La posterior producción teorética adorniana no permanece deudora de estaexplicitación. III. LA EPISTEMOLOGíA DEL FRAGMENTO 111.1. Fragmento, dialéctica y expresion «La forma ensayo» introdujo el momento de la experiencia subjetiva como condición de loque allíse denominaba «elcarácter fructífero delpen- samiento». El «Prólogo» a Dialéctica negativa enuncia para la «Introduc- ción» a la obra la tarea de legitimar epistemológicamente lo que en el es- tudio de los años cincuenta aparecía confusamente como un prius: «La introducción expone el concepto de experiencia filosófica» (6,6). Pero la fundamentación filosóficadel momento expresivo (Ausdruck), la necesidad de integrar en el médium teórico el conjunto de innervacio- nes y experiencias subjetivas, no resulta aproblemática traslacríticaador- niana a las ideas desistema y de Espíritu (Ceist), éste abstracción del Par- ticular (Besonderes) y núcleo de todo sistema. La tesis idealista de la identidad de sujeto y objeto, el sistema, el que el sujeto fuese ya objeto y se reencontrase así mismo en éste, era en Hegel garante de lavinculabili- dad teorética de la actividad del momento sujeto. Tras la crítica adorniana al Idealismo, el problema de Dialéctica negativapasa a serla fundamenta- ción de la expresión subjetiva sin contar ya con el aval que era la idea de sistema, ysin que aquélla permanezca en unaexterioridad malarespecto a todo rigorteórico, quemientras tanto la cienciaha monopolizado ydel que ha excluido la expresión como un lastre a eliminar en aras de la objetivi- dad científica. De otra parte, lapermeabilidad de la teoría a la expresión tampoco puede equivaler a una especulación incontrolada. Los extremos “FI subrayadoesnuestro. 228 VicenteGómez entre los que esta fundamentación se sitúa son —además del tercero he- geliano, al que se pretende reformular— el positivismo, que relega todo resto expresivo en la teoría al ámbito del arte, y la restauracióninmediata de la expresión por parte de las modernas ontologías, Heidegger funda- mentalmente. Positivismoycosmovisiónson,pues,losextremos: «Sielmo- mentoexpresivopasa aserloúnico, (lafilosofía) degeneraencosmovisión; cuando se abandona el momentoexpresivo y el deber de la exposición, se equipara ala ciencia» (6,29). Porlo que al positivismo se refiere, la insistencia de Adornoen el «de- ber de la exposición» no puede en absoluto hacerse equivaler a una ex- hortación en favorde lapulcritud expresiva. Un pasaje central de la «In- troducción» a La disputa delpositivismo en la sociología alemana precisa el sentidodela objeción elevada contrael positivismo:«La negligenciaes- tilísticade muchoscientificistas.quequisieraracionalizarsemediante el ta- bú sobre el momento expresivo del lenguaje, delata unaconciencia cosifi- cada. Puesto que la ciencia es convertida en una objetividad que no debe ser penetrada por el sujeto, la expresión lingúistica es bagatelizada. Para quien los hechos son un en-si carentede mediación (Vermittlung) subjeti- va, la formulación le es indiferente, aun a expensas de la cosa divinizada» (8,301). Así, la negligencia estilística es para Adorno indicio, en perfecta consonancia con el ideal de claridad, de una concepción estáticay dual de los momentos sujeto yobjeto, enla que el sujeto acabapor cobrar siempre primacía sobre lo-otro-de-sí. La exorcización de la expresión es, en reali- dad, tabuizaciónde lamediación: sólo si la teoría es permeable a aquélla. puede laracionalidadsustraerse asuuso formaly domeñante,en tanto que constante reflexiónsobrela no-identidad de sujeto y objeto,de lenguajey realidad, de pensamiento, expresión y cosa. De otrolado, la exterioridad derigory expresiónes paraAdorno «sub- jetivismomalo». Sunombre es «cosmovisión». La recuperación inmediata del momento expresivo estaríaen verdad sancionando la equiparación de subjetividad y contingencia, propia del formalismo epistemológico. Am- bas, ciencia y cosmovisión, concibirian la expresión como mero comple- mento de la racionalidadformal: «La cosmovisión es tan contraria a lafi- losofía como el pensamiento cosificado. Se podría incluso decir que la ciencia y la cosmovisión son laspartesdispersas de aquello hacialo quela 4. filosofía apunta»’ Tarea de la «Introducción» a Dialécticanegativa es precisamente rom- per la equiparación de expresión y contingencia, recuperarmediatamente suvinculabilidad. Impedimentoparaunaíncorrectahipostatizacióndel mo- mento expresivoes su objetivación, sudecantación teórica. Sólocuandola experienciasubjetiva «entra... enplexos argumentativosmás complejos» o ‘Adorno, Philosophische Terminologie, Vol. 1, op. cit. p.92. ,

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Los orígenes filosóficos de la filosofía de Adorno”, en Pensamiento 1996. supone para Adorno un conflicto irresuelto entre el contenido y la forma.
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