David Uberrr.nrr Lingüistica, nteracción comunicativa y proceso psicoanaliticc E0&OOM Vis*r»n Co+iot* © 197] por Ediciones Nueva Visión S. A. I. C. Viamonte 494, Buenos Aires, República Argentina Queda hecho el depósito que previene la ley 11.7 Impreso en la Argentina. Printed in Argentina Capítulo V UN COTEJO DE MIS HIPÓTESIS FSICOANAUTICAS CON LAS DE ALGUNOS COLEGAS DE MI COMUNIDAD CIENTÍFICA 1. Consideraciones introductorias Hasta este momento he desarrollado una exposición que por momentos, sin duda alguna, es complicada. Como demanda un gran esfuerzo adicional al lector psicoanalítico, considero que es indispensable justificar mi línea de desarrollo. A mi modo de ver, puede beneficiar al analista y al análisis en su teoría y su práctica, puesto 'que permite una interacción continua entre ambas. Insisto en que este esfuerzo debe ser justificado, y ésa es la razón por la que me voy a ocupar a continuación de realizar un cotejo entre mis ideas y las de algunos colegas de la comunidad científica a la cual pertenezco. Con este cotejo intento lograr dos objetivos. Por un lado, trato de mostrar que esta tentativa que realizo surge, en parte, de un conjunto de inquietudes que comparto con otros autores. Pero (y éste es el segundo objetivo que me propongo alcanzar), según pienso y trataré de mostrarlo, mis’colegas, si bien han en- trevisto-estos problemas, no se dedicaron a acometerlos y por ello sus enunciados corren peligro de perder los aspectos que pueden trascender, y de quedar en cambio como dogmas otros que sí deben ser dejados de lado y sustituidos. Es a superar los obs táculos que impiden que este estado de cosas Se modifique a lo que dedico buena parte del presente libro. Si logro este doble objetivo dentro del contexto de justifica ción, me sentiré más apoyado en el intento de profundizar en los presentes desarrollos. En última instancia, lo que busco es una mayor aproximación entre lo que hacemos con nuestros pacientes durante las sesiones y lo que pensamos acerca de lo que hacemos durante la sesión, pero muy en especial cómo se lo hacemos saber a los demás, para que toda una labor desa i-rollada no se pierda. Si lo que yo propongo en este libro puede servir para que los aciertos y errores sean sistematizados, enton ces sí considero justificado el esfuerzo que solicito. Esta razón me ha conducido al examen del estado actual de cosas en el pensamiento analítico argentino. Este capítulo es necesariamente y por definición de naturaleza polémica. La motivación del mismo tiene sus rajces en‘la ma nera como los analistas argentinos acostumbramos a tomar as pectos parciales en los cuales pueden encontrarse puntos de contacto. Yo quiero romper con este precedente y considero que la mejor manera de valorizar la labor de mis colegas es manifes tar acuerdos y también desacuerdos. Un punto en donde encuentro que existe un desacuerdo con ruis colegas y conmigo en escritos anteriores consiste en la forma como se utilizan y sistematizan los datos de observación sin establecer generalizaciones empíricas a parí ir de los mismos. El error consiste en hacer enunciados y luego presentar el o los casos que “ilustran” o “demuestran” lo que se sustenta. Con sidero que hay que invertir el orden de la exposición, jerarquizar el segmento de proceso que se quiere estudiar y a partir de esto sentar enunciados psicoanalíticos. Además, hasta ahora siem pre me ha encontrado con que se emiten hipótesis que muchas veces no están claramente demarcadas de otras, se acuñan tér minos sin cuestionarse si es necesario o no hacerlo, y/o, por último, como ya he dicho, se suele terminar la exposición con una serie de casos que aparecen tomo meras ejemplificaciones o bien como corroboraciones de la teoría desarrollada. En mi experiencia como supervisor, algunos colegas lian re currido a mí para controlar la evolución de un caso clínico que pretendían usar como ejemplo de algún desarrollo teórico que procuraban efectuar. En estos casos yo solía sugerirles una labor inversa, consistente no en terminar un desarrollo teórico con un ejemplo clínico, sino terminar un estudio clínico con el desarrollo teórico atingente a lo que los datos suministrados por la evolución del paciente podían ofrecer. De esta manera lográ bamos formular hipótesis que cumplían ampliamente con el re quisito de observabilidad. Aun, a riesgo de equivocarme por omisión o por una supuesta mala comprensión, prefiero realizar la presente confrontación para que se establezca el carácter distintivo de esta exposición psicoan&lítica que, de ser tomada en cuenta, podrá dar lugar a que un conjunto de enunciados psicoanalíticos, al ser reformula- dos desde el punto de partida de la experiencia, aparentemente parezcan decir mucho menos, aunque de fondo dicen mucho más y de una manera más precisa. En mi libro anterior, en donde trato la transferencia, la te rapéutica y las teorías psicoanalíticas, puse de manifiesto que había llamado mi atención que Lagache (20), en su exhaustiva revisión sobre transferencia, cite sólo al pasar la falta de in clusión, en la evolución de la transferencia, de las intervenciones del terapeuta y su propia persona incidiendo sobre dicha evo lución (23), Sin embargo, puedo afirnjar que es difícil que este aspecto no haya estado presente en mayor o menor grado en las publi caciones mías y de mis colegas argentinos (1) (2) (13) (17) (24) (4) (38) (12d) (36) (31 d); y esto constituye para mí un fundamento de por qué me interesó este punto de una ma nera tan específica, a lo largo del presente libro. Pero para que lo que antecedió y lo que seguirá tenga cohesión debo manifes tar de qué manera pienso que la introducción de este cambio, que considero un cambio de fondo, es un avance y no un obs táculo. A ello me dedicaré en los apartados siguientes, en donde expongo los resultados de un cotejo íre los principios que sustentan mis ideas y los de mis colegas. Antes de comenzar el cotejo ya mencionado, quisiera decir que considero fundamentalmente los siguientes vectores en los cuales esta confrontación puede realizarse: la falta de un eslabo namiento coherente entre los d#tos de observación y los términos teóricos que, en algunos casos, me lleva a plantear la nece sidad de reformulaciones y én otros casos, desacuerdos de acti tudes; el acuñamiento de prescindibles nuevos términos psicoa- nalíticos o bien la falta de una clara explicitación del lugar que ocupan las hipótesis correspondientes dentro del conjunto de hipótesis psicoanalíticas. 2. Un examen crítico de la formulación de las hipótesis transíerenciales en trabajos psieoanalíticos argentinos Voy a exponer a continuación los resultados de un cotejo en tre los' diversos trabajos argentinos en donde las hipótesis trans- ferenciales constituyeron el tema central y también algunos otros trabajos en donde, por la índole del tema, se evidencian implí citamente hipótesis acerca de la transferencia psicoanalítica. En términos generales podría decir que, realizado este cotejo, he comprobado que, junto con distintas maneras de establecer hipótesis sobre la transferencia, existe en forma indudable un común denominador entre los analistas argentinos, que consiste en lo siguiente: todos nosotros, aunque tengamos disenciones en diversos puntos del psicoanálisis, coincidimos (y no sé si alguien lo planteó en estos términos) en que la evolución de la trans ferencia durante el transcurso del tratamiento está en función de la manera en que el paciente ha sido abordado. También es una característica de los trabajos clínicos que se presentaron en la Asociación Psicoanalítica Argentina tener en cuenta cómo inciden las interpretaciones transferencíales sobre la evolución del paciente en las sesiones. La mayoría de las veces, tal como lo acabo de afirmar, esto aparece encarado de una manera ex plícita en trabajos clínicos; cuando se trata de otro tipo de investigaciones, perduran aquellos trabajos en los cuales las hipótesis acerca de la interacción (interpretación-respuesta in mediata y mediata) son muy tomadas en cuenta. Todas las veces en que esto no ocurrió, caímos en dogmatis mos (o en autodogmatismos) que nos condujeron a realizar un Simposio sobre “Relaciones entre analistas”. También, y esta crítica la formulo desde la perspectiva de hoy, siempre se omitió dejar claramente explícitas cuáles fueron (al evaluar la evolu ción de un historial clínico) las opciones estratégicas descartadas. Otra crítica que puedo hacer en la actualidad a nuestras pre sentaciones de material clínico, es que se omitió mostrar las aproximaciones tácticas y las verificaciones estratégicas y también aquellas interpretaciones o fragmentos de ellas en las que el “aquí-ahora y conmigo” aún no está explícito. Sin embargo, el material inmediatamente precedente a una interpretación que se sabe que será aceptada por nuestra comunidad científica, permite inferir que estos pasos previos han sido efectuados. Parecería como si en los trabajos publicados también existiese un cierto prejuicio y se desestimase la mención de estos pasos previos, y, como consecuencia, queda enfatizada, a veces de una manera sumamente desproporcionada; la interpretación en donde aparecen incluidos el paciente, el terapeuta y el significado que el analizando le adscribe al encuadre, en una transcripción textual del momento en que se logra la máxima comprensión, prescin diendo de los pasos previos. Muchas veces se pueden inferir los pasos previos a través de interpretaciones centradas en el analista en relación con material en donde el terapeuta y el tratamiento aparecen representados en forma latente con una determinada significación. Como consecuencia de la omisión de las interpretaciones tentativas previas, quien lee o escucha queda fuertemente im presionado porque de la presentación emana que poseemos pa cientes tan ideales que los factores terapéuticos del método psi coanalítico y las hipótesis de la teoría de la técnica empiezan y concluyen simplemente con ocuparse de la forma, el contenido, la cantidad y la oportunidad en la emisión de las interpre taciones. Además, en los últimos años se ha impuesto un método que consiste en dar preeminencia al material onírico para transmitir al lector los efectos de la interacción en el proceso analítico, al tomar en cuenta la evolución de los sueños a lo largo de un tratamiento. El método en sí resulta muy digno de ser tomado en cuenta, siempre y cuando no sólo se busquen corroboraciones sino también refutaciones (por ejemplo, sueños repetidos). Ade más, hay veces que el referente no es el tratamiento y la sesión sino otra situación vital presente del paciente, que es la que ha cambiado de significado a raíz del tratamiento. Considero"'que hay que poner en evidencia que los analistas aprendemos a rectificarnos cuando nos equivocamos, y que eso lo hacemos cada vez que el propio paciente nos orienta con la emisión de mensajes inadvertidos para él, pero que nosotros captamos en las señales conscientemente incluidas en sus respuestas. Si se sobreestima el valor de los sueños como respuesta puede ocurrir que su producción sea el efecto de un poder sugestivo •sobre-el—paciente; entonces nos encontramos con una hiperpro- ducción de reminiscencias oníricas en las sesiones cuya finalidad consiste en corroborar las interpretaciones y hacer que el ana lista “hable mucho”. De tanto en tanto el analista es quien entra en crisis frente a la entropía (ver Capítulos I y IV) del proceso analítico. Se produce en el analista un replanteo de base y entonces, ante un cambio de enfoque, obtenemos un cúmulo de datos que revelan aspectos insospechados del paciente. Esto se explica porque el analizando se confía más, porque el terapeuta pasa a ser un in terlocutor más confiable; entonces es coherente esperar que el nivel de participación del analizando resulte de mayor jerarquía. Pero sólo en contadas excepciones se exponen en forma clara y sistemática los progresos del terapeuta en la comprensión del paciente. Cada vez que lo he observado, pude comprobar cómo esto motivaba la capacidad del paciente de responder a su vez en la sesión con frases en donde están contenidas las mejores hipótesis descriptivas y/o descriptivo-causales que permiten que los analistas utilicemos estas aportaciones. Pero, para ser justos con nosotros mismos (me estoy refiriendo a los analistas argentinos), es digno de reconocer que mostramos o intentamos mostrar nuestras maneras de trabajar. En las pu blicaciones del exterior se ven con mucha mayor evidencia los efectos nocivos de la atomización ya mencionada entre, “investi gaciones metapsicológicas”, “evolución de personas con, deter minados rótulos psicopatológieos” y “enunciados sobre aspectos de la teoría de la técnica”. Afortunadamente aquí no padecemos tal estatismo. Quizá hasta podría decir que me hubiese resul tado imposible hacer los replanteos que mencioné y los que voy a desarrollar, de no pertenecer al grupo psiconalítico argentino en este momento de la evolución. Considero que la petición de dejar explícitos los cambios de enfoque con nuestros pacientes todas las veces que liemos re visado nuestros esquemas de trabajos y realizamos algunas nue vas aperturas en nuestra forma de interpretar, es un resultado de una continuación de lo que bien o mal hemos realizado ya, muchas veces sin darle importancia. Tras este planteo general acerca de la forma de encarar la formulación de hipótesis transferencíales en los trabajos de psi coanalistas argentinos, quisiera realizar un cotejo más explícito con algunos de los autores que tienen puntos en común con los planteos que estoy haciendo. A ello-dedicaré los próximos apartados. 3. Una visión de conjunto del cotejo de las ideas de diversos autores argentinos Una advertencia inicial: necesito decir que, de no ser por todo lo que los analistas argentinos hemos hecho previamente, me hubiese sido imposible plantear estas reformulaciones. Al no ha ber formulaciones de mayor o menor grado de coherencia y sistematización, nunca hubiese podido yo realizar esto que para mí es un nuevo desarrollo dentro del contexto de una ciencia y un movimiento analíticos que Jñen o mal evolucionan, pero de ninguna manera se han estancado y por lo tanto estarían en vías de extinción. Esto lo digo en mi calidad de integrante del grupo de colegas argentinos contemporáneos que se interesan porque el análisis, al igual que toda ciencia, vaya evolucionando con el tiempo. Pero, como ya dije, intento aquí, dentro del contexto de jus tificación, no señalar sólo mis acuerdos, sino sobre lodo mostrar cómo la carencia de una clara metodología expositiva y de inves tigación (carencia que he tratado de subsanar en lo que va de este libro) ha dificultado o a veces malogrado algunas posibi lidades incluidas en promisorias ideas psicoanalíticas. Según lo he afirmado poco antes, los vectores fundamentales, aunque quizá no los únicos, para plantear la siguiente confron tación son: A) la falta de un eslabonamiento coherente entre los datos de observación y los términos teóricos que, a) en algunos casos, me llevan a plantear refermulaciones y, b) en otros, des acuerdos de actitud, y B) el acuñamiento de prescindibles nuevos términos teóricos, o bien la falta de una clara explicitación del lugaí que ocupan las hipótesis correspondientes dentro del con junto de hipótesis psicoanalíticas. Mi confrontación, puede dividirse, en - dos partes, siguiendo la anterior enumeración. A su vez, la primera parte puéde. ser subdividida en dos, tomando en cuenta lo recién desarrollado. Sin embargo, podrá verse que esta división es bastante laxa, puesto que, por momentos, las objeciones pueden ser de distintos ■Upos. He procurado considerar las ideas de los autores que tie nen elementos en común conmigo, aunque sin pretender realizar una selección exhaustiva. Sin embargo, quiero hacer una adverten cia: dado el carácter de este libro, no trataré de aquilatar el con junto de las obras de un autor, sino más bien señalar cómo y poi qué los desarrollos efectuados corren el riesgo de perder parte de la riqueza explicativa que real' o potencialmente contienen. Entre los autores a los que objetaría Aa) la falta de un eslabonamiento coherente entre los datos de observación y los términos teóricos que me llevan a plantear reformulaciones, se encuentran: H. Racker, L. G. de Álvarez de Toledo, M. Langer, L. Grinberg, E. Rodrigué, E. H. Rolla y }. Zac.