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Libro2Artemisa Las palabras tienen sexo.Herramientas para un periodismode género PDF

258 Pages·2010·0.761 MB·Spanish
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LAS PALABRAS TIENEN SEXO. HERRAMIENTAS PARA UN PERIODISMO DE GÉNERO Sandra Chaher y Sonia Santoro compiladoras Las palabras tienen sexo. Herramientas para un periodismo de género Artemisa Comunicación Ediciones Las palabras tienen sexo II : herramientas para un periodismo de género / compilado por Sonia Santoro y Sandra Chaher. - 1a ed. - Buenos Aires : Artemisa Comunicación Ediciones, 2010. 260 p. ; 23x16 cm. ISBN 978-987-23611-1-2 1. Periodismo. 2. Medios de Comunicación. 3. Género. I. Santoro, Sonia, comp. II. Chaher, Sandra, comp. CDD 070.4 Fecha de catalogación: 02/07/2010 diagramación de interior y tapa: arte de tapa: ALICIA CITTADINI “Los entredichos” (2007, oleo, 100 x 100 cm) © 2010 Artemisa Comunicación Ediciones Buenos Aires, República Argentina Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina 6 Prólogo Prólogo: con-JUGAR-mujer-ES Un hombre escribe sobre lo que leyó en Las palabras tienen sexo. Herramientas para un periodismo de género. Y el hombre intenta escuchar las preguntas escritas. Y aprende algo. Y concluye que la perspectiva de género se entiende pero poco se practica. Una posición cómoda de nuestro tiempo: entiendo pero no puedo hacerlo. En este texto primero vendrá lo que aprendí de leer. Y luego lo que intuyo como “resistir/subvertir” desde la lógica de lo femenino: sujeto más que ciudadanas, resistencias más que periodistas, política más que comunicación. Omar Rincón [email protected] Profesor Asociado - Universidad de los Andes, Bogotá + Director del Centro de Competencia en Comunicación de la Fundación Friedrich Ebert www.c3fes.net + Crítico de medios de El Tiempo + Blogger de lasillavacia.com + Publicó Narrativas mediáticas, o cómo cuenta la sociedad del entretenimiento, Gedisa, Barcelona, 2006; Televisión, video y subjetividad, Buenos Aires, Norma, 2002 + editor de Televisión Pública: del consumidor al ciudadano, La Crujía, Buenos Aires, 2005; Editor de Telepresidentes: cerca del pueblo, lejos de la democracia, C3FES, Bogotá, 2008; editor de Entre saberes desechables y saberes indispensables [agendas de país desde la comunicación]. Bogotá: C3FES, Bogotá, 2009 + Director del tvensayo “Los colombianos TAL como somos”, Brasil, tal.tv, 2007. Omar Rincón 7 (i) yo Hombre. Colombiano. Periodista. Criado por mujeres. Educado en feminismo. Amado por Carito. Acuario. Rata. Lucas, mi sensei. Fiona, mi sonrisa. Pasión, mi mamá. (ii) tú “La noticia no tiene sexo pero el tratamiento si tiene género” dijo Patricia Anzola, investigadora colombiana, en los años 80. “Las palabras tienen sexo y el periodismo tiene género”, avanza Artemisa Comunicación en el 2010. Y de eso van estos textos de mujeres sobre los modos en que nos comunicamos mediáticamente, para invocar la posibilidad de ser distintos desde la perspectiva de género que nos promete “otro tratamiento” a la información, “otro modo” de hacer periodismo y publicidad y ficción y la vida. (iii) ellA Y leyendo los diversos textos de Las palabras tienen sexo. Herramientas para un periodismo de género, uno encuentra muchas verdades, que parecen nuevas, pero que ya sabíamos de siempre, pero que hemos venido olvidando estratégicamente, por ejemplo que las mujeres son siempre palabra “situada por sus percepciones y convicciones” (luego no hay periodismo objetivo sino comprometido); que las mujeres siempre están pensando en “articular” (luego no hay noticias sin relación, ni contexto); que las mujeres luchan por “sostener la autonomía” (luego los periodistas nos debemos a nosotros mismos y no a los medios); que las mujeres “politizan la vida cotidiana” (luego la agenda mediática tiene que ser otra y más diversa); que las mujeres proveen al mundo de preguntas y alegrías (luego se imaginan y producen otro mundo y otros relatos); que el ser mujer o varón son hechos políticos (luego la política como agenda está en otra parte a donde está en los medios). Y leyendo estas mujeres uno se adentra por los temas, sujetos, vidas mediáticas que hacen que el feminismo sienta que su lucha ha sido útil, transformadora y revolucionaria pero no suficiente. Y por eso el movimiento de las mujeres en los medios sigue, tercamente, llamando la atención sobre por qué esta sociedad no quiere entender que “el sujeto mujer está en permanente producción”, que la moral conservadora y restauradora que nos habita en estos tiempos de crisis más que engenerar a los sujetos ha degenerado a la sociedad y convertido a todos en cínicos y atorrantes ciudadanos. Y leyendo aprendí, o tal vez recordé, que el periodismo nos convierte a los hombres en sujetos públicos y la publicidad nos produce privados; que el mercado nos evangeliza en machos íntimos para servir al consumo; que las tecnologías se sitúan como dominio masculino; que aunque el software 8 Prólogo libre expresa muy bien lo femenino por su actitud abierta, pública, libre, fluida, crítica, solidaria, colectiva, conectiva sigue siendo un mundo programado por hombres; que la televisión y la publicidad exacerban el sexismo y celebra esta sociedad del “teta-culo”; que el lenguaje sí produce exclusión y modifica la realidad pero aburre a los periodistas porque creemos que nos daña el estilo y nos entorpece la narración; que el feminicidio no ha sido asumido como un asunto político y se ha quedado en crónica de color o crimen pasional; que algo se ha ganado acerca de la mediatización de los derechos sexuales y reproductivos (estar en los medios) y mucho se ha perdido (se está pero desde agendas conservadoras); que la trata de personas y la explotación sexual de las mujeres deberían dejar de ser crónica de policiales para ser asunto de política; que la política sigue siendo territorio de varones y que cuando las mujeres llegan allí tienen que ser “pudorosas y casi asexuadas” sino las contarán como “frívolas y no aptas para gobernar”. Y leyendo descubrí que el periodismo de género es una acción política, que busca otras miradas a la realidad, que siempre se pregunta desde el cómo afectan los hechos a las mujeres, que busca contar otra agenda, que se hace con más fuentes femeninas, que se escribe en forma de mujer, que lucha por la igualdad, que no estigmatiza a las víctimas, que está atento a las emociones de los sujetos de la noticia, que cuenta en otros géneros y formatos más allá de la noticia. Y leyendo aprendí que si se quiere transformar los medios mucho depende de los editoras/es en la selección y tratamiento… y menos de los medios. O sea, menos disculpas y más compromiso es lo que necesita el periodismo. Y leyendo entendí que las mujeres del feminismo le dan mucha, tal vez demasiada, importancia a los “medios de comunicación como actores fundamentales en la lucha por los sentidos en una sociedad”. Y yo que no creo que sea tanta. Y yo que creo que cada vez los medios están más desconectados de la sociedad y que por eso la gente pasa de ellos. Y leyendo me pregunto por qué los hombres de medios no le hacemos caso a la campaña Nike que dice “no quiero el culo de otra, quiero el mío, tal cual”. Y si mensajes como ese sirven para la publicidad, deberían servir para el periodismo. Pero es que los periodistas pensamos que el periodismo es solo uno y no tiene género, y resulta que nuestra objetividad es masculina. Y leyendo se siente esa ausencia de que otros movimientos de la sociedad “compartan el nosotras” de la lucha femenina. (iv) nosotrAs Periodismo y perspectiva de género no se encuentran, es casi una relación imposible porque mientras la perspectiva de género para ser exitosa es una ganancia de conciencia pública femenina, polifonía de voces y Omar Rincón 9 diversidad de sujetos públicos, los medios de comunicación para ser exitosos son una “conformación” con los gustos/deseos/saberes populares más aceptados, son la expresión de la “mismidad/masividad” de la sociedad. Mientras la perspectiva de género es la diferencia y lo otro (progresismo), los medios de comunicación son conformidad con lo masivo y lo mismo (conservadurismo). Entonces, tanto por negocio como por conexión con las audiencias/masas, los medios de comunicación buscan reflejar y exponer esa mujer cultural y socialmente aceptada, una mujer en perspectiva moral conservadora/restauradora. Por eso, los medios expresan “los modos más masivos y conformes” de estar en el mundo, la perspectiva masculina y occidental. En consecuencia, la representación de la mujer en los medios masivos sólo es la afirmación/confirmación de lo socializado y no busca su interrogación/transformación; es el espejo que refleja a la sociedad-masa y no el reconocimiento que quisiéramos ver desde la sociedad-mujer; es también la banalización de lo femenino y no su complejización. En el contexto de la perspectiva de género, los medios de comunicación y los periodistas lo estamos haciendo todo a la usanza clásica, sin preguntar sobre cómo venimos produciendo al sujeto femenino. Y es que los géneros y formatos periodísticos son machistas. Luego, en esos medios, en esos géneros y en esos formatos informativos no caben los modos de ser y contar mujer. Y es que si la fuerza política de la(s) mujer(es) es que a través de ellas, nos adentramos en otros modos de nombrar, representar, reconocer, contar; que su fuerza está en mostrar lo innombrable, reivindicar lo inenarrable, contar lo indecible… se requiere y exige otros géneros y otros formatos y otros medios para poder contar en formas de mujeres. El asunto no es de contenidos, ni de agenda; la lucha política es en los modos de narrar… hay que contar pero en estéticas femeninas. Hacer periodismo con enfoque de género, no es hablar de mujeres; ni de supuestos temas de mujeres como salud, educación, moda, hogar, belleza… significa asumir un compromiso político con la visibilidad y reconocimiento de las mujeres, que han estado históricamente ocultadas o sub-representadas por los medios de comunicación. Y ahí es muy interesante mover la perspectiva de género de los contenidos hacia los modos de contar, de las representaciones a las estéticas y narrativas. Los géneros periodísticos son machistas ya que la noticia, la crónica, el reportaje, el perfil y la opinión están formateados desde la lógica de lo masculino. Este asunto narrativo es más sutil y menos atendido en la discusión porque se supone que las mujeres también son “competentes” para narrar en estos géneros. Mi apuesta es que sí lo pueden hacer pero que la forma del relato impide una mayor potencia a la actuación de las mujeres en periodismo. Y de ahí que crea que existe un nuevo género periodístico: el femenino. Este consta de tres partes: (i) comienza con una historia/testimonio de 10 Prólogo vida (toda temática tiene una historia que mostrar); (ii) continúa con un alegato político con datos y referentes de comprensión del tema (toda realidad debe ser comentada); (iii) concluye con el planteamiento de perspectivas y modos de transformación (toda historia debe proponer posibilidad). En el periodismo con perspectiva de género1 se vale (i) ser subjetivo y localizado, (ii) contar en una estética vivencial, (iii) afirmar lo afectivo, (iv) usar un lenguaje cotidiano e inclusivo, (v) buscar comprender/ transformar. El resultado: un género periodístico vital y atrevido y seductor y encantador y político. Un periodismo más existencial y cercano. Otra agenda y otra verdad: una más cotidiana, más de todos. (v) vosotrAs Intuyo que el hecho de que otros movimientos de la sociedad no asuman la lucha feminista se debe a que la revolución feminista ha sido un éxito. El mundo ha cambiado gracias a la lucha de las mujeres. La agenda de género ya hace parte de la sensibilidad colectiva. Todos y todas la tenemos en cuenta y la practicamos (aunque a nuestro acomodo). Por eso no entendemos qué más es lo que se quiere. Las jóvenes de estas tierras ya recibieron la herencia de las ganancias de la lucha, luego ¿por qué deben seguir luchando si ya lo tienen? ¡Baja conciencia de género!, exclaman las feministas. Pero para las jóvenes no tiene sentido. La realidad es que el feminismo y las feministas están siendo víctimas y/o protagonistas de una representación mediática y cultural poco “seductora” en nuestra sociedad. Y eso ha llevado a que las mujeres jóvenes no sientan que la perspectiva de género tenga algo que ver con ellas. La conciencia de género es parte del paisaje cultural y social para las mujeres jóvenes pero la política y el activismo femenino es débil y tiene poco encanto para ellas, las jóvenes. Por eso las feministas son vistas como jurásicas, masculinizadas, sin humor y ausentes de sentido para la vida de las jóvenes. Luego el feminismo tiene bajo rating, le falta encanto, conexión y desparpajo para las jóvenes. Las ganancias políticas realizadas por el movimiento de mujeres han producido un nuevo mar para las mujeres pero no “seduce” hacia el activismo a las mujeres del siglo XXI, quienes disfrutan de las ganancias pero sin la conciencia de género. Y como si fuera poco hay causas con más posibilidad de encanto y esperanza como el medio ambiente, lo indígena, las nuevas sexualidades. El asunto es algo más que de carne y de pureza… es de gesto; es más que de saber… es de narración; no es de tetas y culos… es de orgullo, dignidad y deseo. El feminismo, tal vez, tiene en el olvido las necesidades de las mujeres jóvenes… y no solo es culpa de los medios de comunicación. En referencia a cómo las jóvenes habitan el feminismo encontramos diversas noticias Omar Rincón 11

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