Libertad, libertad, libertad Javier Milei y Diego Giacomini Libertad, libertad, libertad Índice de contenido Portadilla Legales Introducción: La batalla cultural Primera Parte. La superioridad ética del capitalismo La justicia social es INJUSTA El castigo al exitoso nos hunde en la pobreza Las instituciones del capitalismo Instituciones del capitalismo: propiedad privada y mercados libres Instituciones del capitalismo (II): la competencia Instituciones del capitalismo (III): división del trabajo Instituciones del capitalismo (IV): cooperación social Crecimiento, monopolios y capitalismo Crecimiento y convergencia como un descubrimiento de mercado El mercado como proceso de descubrimiento Capitalismo y justicia distributiva Corporación política vs. libertarios Nuestro ENEMIGO el Estado Segunda Parte. Crecimiento económico 1. Introducción 2. Hechos estilizados del crecimiento 3. Historia de la Teoría del Crecimiento 4. El análisis económico previo a la “Teoría General” de Keynes 5. Keynes, Friedman y la restauración monetarista 6. El retorno de los microfundamentos y el crecimiento económico 7. El crecimiento endógeno 8. Reflexiones finales: el triunfo de la Escuela Austríaca Tercera Parte. Sobre la naturaleza del estado 1 . Lo que es y no es el Estado 2. Violación de sus límites y temor del Estado 3 . La autopreservación del Estado 4 . Competencia entre el poder estatal y el poder social Intervencionismo estatal: violencia en detrimento de muchos y beneficio de pocos CORRUPCIÓN: es el Estado ¡ESTÚPIDO! Los impuestos Argentina: default en el horizonte Solvencia fiscal y los límites al endeudamiento Argentina no crece. La política fiscal argentina: el reino del saqueo y la grieta salvaje Propuesta de baja del gasto y de reducción impositiva. La sustentabilidad de la política fiscal bajo incertidumbre Cuarta Parte. Mercado de dinero, instituciones monetarias y la tasa de inflación 1. Origen del dinero e instituciones monetarias 1. Dinero: una invención de los individuos que promueve la división del trabajo, la cooperación social y estimula el bienestar 2. Keynesianos vs. Monetaristas y la Curva de Phillips Cuando los economistas son parte del problema: REM Balance BCRA: baja credibilidad, dólar e inflación en el futuro. 3. Rothbard y la vision austríaca del mercado monetario El BCRA, los políticos y el verso con el que justifican lo monetario. BCRA: el falsificador de moneda Una estafa llamada Banco Central de la República Argentina El modelo de metas de inflación: una nota técnica La cantidad “óptima” de dinero La reforma monetaria 2. El debate entre banca libre y banco central 3. El debate entre los Escuelas Monetaria y Bancaria en torno al modelo de sistema financiero 4. Reseña histórica de la proposición de 100% de encaje 5. Una propuesta monetaria para eliminar al BCRA Milei, Javier Libertad, libertad, libertad : para romper las cadenas que no nos dejan crecer / Javier Milei ; Diego Giacomini. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2019. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga ISBN 978-950-556-740-9 1. Economía Argentina. I. Giacomini, Diego II. Título CDD 330.82 Todos los derechos reservados Diseño de portada: Margarita Monjardín Diagramación de interior: B de vaca [diseño] Fotografía de tapa: Julia Gutiérrez © 2019, Javier Milei y Diego Giacomini © 2019, Queleer S.A. Lambaré 893, Buenos Aires, Argentina. Primera edición en formato digital: mayo de 2019 Digitalización: Proyecto451 Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopias, sin permiso previo del editor y/o autor. Inscripción ley 11.723 en trámite ISBN edición digital (ePub): 978-950-556-740-9 Para mí el Estado es el enemigo ahora; yo querría un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Para eso quizá sea necesario esperar algunos decenios o siglos, lo cual, históricamente, no es nada. El más urgente problema de nuestra época es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo. Creo que, con el tiempo, llegaremos a merecer que no haya gobiernos. Jorge Luis Borges Introducción: La batalla cultural Nuestro libro se enmarca en una misión. Hace unos ochenta años nuestro país inició un proceso de decadencia; como todo fenómeno social, esta decadencia es acumulativa. Como sus efectos son cada vez más grandes, el trabajo para revertir ese proceso debe ser cada vez más grande. En este marco, hay que tener en claro que la misión es un camino de largo plazo en el cual todo atajo será inexorablemente contraproducente. No somos políticos. Creemos que nuestra decadencia tiene su origen en la propia forma de pensar de los argentinos, así que trabajamos sobre esa forma de pensar. Si nos metiéramos en la política institucional, como actualmente lo hacen otros liberales, el sistema nos comería crudos en seis meses. Sería tirar nuestro trabajo a la basura. La política no cambia nada; apenas legitima o legaliza algo que fue impuesto a la sociedad hace mucho tiempo, y que ahora, a su vez, emana de la sociedad. Por supuesto, los políticos, que son mentirosos profesionales, sostienen que la realidad se transforma desde la política. Es falso. La gente ya se divorciaba desde hacía décadas cuando Alfonsín propició la Ley del Divorcio. Éste es el discurso permanente de los políticos: ustedes nos deben todo. Gracias a nosotros, que promulgamos la ley, se pueden separar y divorciar. Pero no: apenas legitimaron, a través del monopolio legal que tiene el Estado, algo que ya surgía de hecho de la interacción entre los individuos. Nuestro enfoque es diferente. Para revertir la decadencia hay que mostrar a la gente cuál es su origen. Es necesario mostrarle que actúa a partir de un pensamiento equivocado, uno que mamaron desde muy chiquitos, en la escuela, cuya función es adoctrinar en la religión del Estado. Todo es funcional a la clase política, que usufructúa este estado de cosas. En este sentido, meterse en política cuando la sociedad todavía no está preparada para las ideas de la libertad, también terminará siendo un acto funcional a la casta política, en el cual las reglas del juego terminarán siendo las mismas reglas “sucias” de siempre. Este círculo vicioso se puede evitar sólo llegándole a la gente por “fuera” de la política, a través del mano a mano cotidiano. Recién luego de años de trabajo, y una vez que la gente haya cambiado, recién ahí se deberá ir a la política. Primero hay que lograr que la gente adopte las ideas de la libertad; es decir, que la gente no quiera un Estado paternalista, ni pida un Estado como seguro contra todos sus fracasos. Recién luego de lograr esto, tendrá sentido meterse en política y poner en práctica un achicamiento del Estado. Antes, será un fracaso. ¿Cómo llegar a la gente por encima de la escuela, la universidad, los medios, el discurso de los políticos? Tenemos una ventaja: la tecnología del siglo XXI nos permite difundir nuestro mensaje de manera masiva, rápida y eficaz gracias a las redes sociales —que son lo nuevo—, la televisión y la radio —que representa la tecnología media—, y los libros, artículos y conferencias, o sea la tecnología antigua. Ni que decirlo, estamos muy lejos de haber cambiado la mentalidad colectivista de la Argentina, que por otra parte refleja una tendencia mundial. En el presente, y en el futuro inmediato, el liberalismo clásico ha perdido la batalla cultural contra el colectivismo. ¿En qué momento el liberalismo pierde esta batalla cultural? En el fondo, desde el primer día, porque el liberalismo clásico acepta la existencia del Estado. Tiene que haber Estado —afirma— para que haya libre mercado. El Estado garantiza, mediante la seguridad y la justicia, la propiedad privada. Esto parece razonable, pero en realidad es contradictorio e inconsistente. Pensar así es plantar el germen del colectivismo. ¿Cómo protege el Estado a la propiedad privada? Mediante el cobro de impuestos, que por necesidad es violento. Para proteger tu propiedad privada te arrebato por la fuerza esa misma propiedad privada. Ésta es la primera contradicción del liberalismo clásico. A pesar de esa debilidad congénita, el liberalismo podía dar la batalla. Tenía con qué. Cuando cayó el Muro de Berlín, la discusión sobre la productividad quedó zanjada; en la Alemania capitalista la calidad de vida era muy superior a la Alemania comunista. Los panameños, los puertorriqueños, viven mucho mejor que los cubanos. Corea del Sur es una potencia emergente, mientras que Corea del Norte es un desastre. Cuando comparamos a Austria con Hungría, a Hong Kong con China, sucede lo mismo. La evidencia empírica es abrumadora. Como consecuencia, los socialistas de todos los colores, desde los socialdemócratas hasta los comunistas, se ven obligados a reconstruirse. ¿Cómo lo hacen? Desplazando la discusión hacia el terreno moral. Ya no se discute qué sistema es más productivo: se argumenta que el capitalismo es injusto. En este punto conviene hacer un pequeño repaso histórico. Para responder a la acusación de injusticia hacía falta volver a los fundamentos filosóficos del liberalismo; por desgracia, la única Escuela que trabaja sobre la economía como parte de un andamiaje filosófico es la Austríaca. Pero la Escuela Austríaca salió desprestigiada luego de la Gran Depresión, pese a haber sido la única rama del