DISCURSOS LEIDOS ANTE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA EN LA R E C E P C I ON P U B L I CA SR. D. FRANCISCO A. COMMELERAN Y GOMEZ EL DIA 25 DE MAVO DE I MADRID IMPRF-NTA DE A. PÉRFZ 13UBRULI. Fhi' Bfja, "lim, 23 1890 I: \ ; »in r-i- ¡f -i'H' --y DISCURSOS LRIOOS ANTE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA EN I-A RECEPCION P U B L I CA SR, D. FRANCISCO A. COMMELERAN Y GOMEZ El. DIA 2t DE MAYO DE 1 MADRID lo .-v -¡A IMPRENTA DE A, PÉREZ DUBKULL .0 Flor B'>jc¡, iiííí«. 1890 •y Sj mfF^. •i'-.'" ' • V. . . I.- •'y'' - .< •s •í '., 1 i ' * f y"* ' « r * • f M •J •I m • V '-'..'i 'i /-í ^ • r.-.n-^^.;?- • . . .. o' s- •> 1,. . • * ' r ''s* "f ' - ''•J.v-. A • • Î-U •• • I: -i- '••íl '•è DISCURSO i DHI. SR. D. FRANCISCO A. COMMËLERAN •r- . • -.xs "I r • " - - - . •'V » > -Vr .. .. ••• .li-^ti'--' É r ••-•''"I ''.'yv > ; — - . > V- - VV'-'V.:- : '•r-i^.- y . ' • - - •- -•- " • J '-: ••'•.-'•Ci-: r i-.- '-T- « • . • r .-•..,. , V • If-'« , SEÑORES ACADÉMICOS: É.\ME permitido que, abandonando las prác- ticas generalmente seguidas en ocasiones como la presente, y sin rodeos ni preámbu- los retóricos que se avienen muy mal con mi carác- ter, dé comienzo á esta, que, si meló consentís, lla- maré disertación, declarando pública y solemne- mente la inmensa gratitud que os debo porque habéis querido ilustrar mi obscuro nombre, ó más bien premiar mis modestísimos estudios con el inestima- ble galardón que simbolizan ¡as palmas académicas. No me han abierto las puertas de vuestro docto Instituto ni los laureles con que Apolo corona las sienes desús hijos predilectos; ni la gloria que se conquista con la elocuencia, que avasalla los enten- dimientos, y rinde y encadena las voluntades con el vigor de la palabra; ni el aura popular, que sólo goza quien con las obras de su ingenio sabe hacerse in- térprete oportuno y fehz de las ideas, aspiraciones y sentimientos de la sociedad en que vive; ni la fama y el renombre que se alcanza juzgando con impar- cialidad, rectitud, prudencia y sano criterio las 2 - DISCURSO obras que produce la labor ajena. Ninguno de estos méritos, que han enaltecido á, tantos otros que ocu- paron los codiciados asientos de este ilustre senado de las letras españolas, podía yo alegar para pedir la honra insigne que me otorgasteis; y si llevé mi atrevimiento al punto de solicitarla, sírvanme de dis- culpa ante vosotros aquellas palabras que en oca- sión muy solemne y grata para este alto cuerpo literario pronunció en este mismo sitio uno de nues- tros más ilustres escritores contemporáneos, cuando decía «que la Academia no tiene cerradas sus puer- »tas pai-a nadie que sepa, y es mucho saber (agre- »gaba), Analogía, Sintaxis, Prosodia y Ortografía». No es esta, por fortuna, la vez primera que aso- ciáis á vuestros útiles y fecundísimos trabajos un aficionado al cultivo de aquella hermosa lengua en que Virgilio cantó la gigantesca empresa de fundar el pueblo rey; en que Horacio imitó los dulcísimos acentos de la lira griega y dió forma culta y elegante á la sátira toda romana ; aquella lengua en que Cice- rón emuló la gloria de Demóstenes tronando contra la demagogia que acaudillaba Catiiina ; en que Roma formuló el derecho que impuso á las naciones some- tidas á su poder ; lengua de prodigiosa fecundidad, que, en sus evoluciones diversas y dominando el pensamiento de otros pueblos como Roma había do- minado su independencia, ha producido como ramas frondosas de su robusto tronco otros idiomas, que, cual el castellano, portugués, itahano, francés, pro- venzal y rumano, han sido intérpretes de civiüzacio- nes distintas, y medio en su mayor parte nobilísimo para la expresión de las más grandes creaciones del pensamiento humano ; lengua que es hoy y hasta ia consumación de los siglos será, á la vez que verbo perfectísimo en que la Iglesia catóhca declara el DE D. FRx\NCISCO A. COMMELERÁN. 3 dogma de su doctrina infalible y consigna las cere- monias de su simbólica liturgia , el medio más ade- cuado y universal en qu-e la ciencia-en todas sus ramas ha de divulgar un día sus más recónditos mis- terios, sus principios más ciertos y sus aplicaciones más útiles. Los nombres venerandos de Fr. Juan J.nterián de Ayala, D. Juan de Iriarte, D. Manuel de Balbuena, D.Javier de Burgos, D. Eugenio de Ochoa, D.Pedro Felipe Monlau y tantos otros, son testimonio bien elocuente de la predilección y estima en que vuestra Academia, desde su fundación, ha tenido á los cul- tivadores de la lengua y literatura latinas. Entre ellos obtuvo hom'oso lugar mi antecesor ilustre, digno descendiente por las altas prendas que enno- blecieron su carácter, y más atln por sus muchas letras, de aquellos insignespatricios aragoneses favo- recedores de los Argensolas, que fueron ornamento y gloria de la literatura aragonesa. Fué D. Marce- lino de Aragón y Azlor, prócer tan egregio como sabio y modesto cultivador de las letras latinas, que con singular acierto trasladó del latín al habla cas- tellana el poema más humano del más humano de los poetas, las Getír^/cas,monumento imperecedero en que la inspiración dulcísima del vate de Mantua legó á las futuras edades el reflejo inimitable y fidelísimo trasunto dé aquella misteriosa poesía con que el Hacedor Supremo revistió á la madre Naturaleza al salir de sus omnipotentes manos. Castizo, correcto y elegante escritor, como á sus estudios y aficiones con- venía, bien pudo gloriarse de haber merecido los fa- vores de las musas quien, como el último duque de Villahermosa, emuló en sonoros versos endecasílabos la cadenciosa majestad del exámetro latino, quien acertó como él á vestir el inspirado pensamiento del 4 - DISCURSO cantor de Eneas con los nobles atavíos con que enri- quecieron nuestra lengua sus más clásicos poetas, y quien supo como él conservar intacta y pura en la interpretación castellana la encantadora naturalidad que sólo se admira en las Geórgicas. A tan preclaro varón me habéis llamado á suce- der entre vosotros, y unido su recuerdo al de los ilustres académicos cuyos nombres acabo de citar como honra y gloria de vuestro docto Instituto, comprenderéis el temor que siento de no correspon der dignamente al honor insigne que me acabáis de otorgar, y á las gloriosas tradiciones de vuestra Aca- demia, honradas y enaltecidas por vosotros digna- mente en el sazonado fruto de vuestras laboriosas y difíciles tareas; que laboriosa y difícil es la tarea á vosotros encomendada, sobre todo en la parte re- ferente á la composición del Diccionario de nuestra lengua. Sólo quien no conozca la magnitud de em- presa semejante, el penoso, vario y no interrumpido trabajo que de suyo exige, y las dificultades de todo género con que tropieza quien en ella emplea, como vosotros, su actividad intelectual, sólo ese puede desconocer el mérito grandísimo que con las letras contrae quien consagra sus vigilias á ese pacientí- simo trabajo que con tanta fidelidad describió Esca- ligero en aquellos dísticos: « Si quem dura mmiet senlciiíLt judiéis olim , Díimnaium xi umnh suppliciisque capul ; Hurte ñeque fabrili tasseni erga strila massa , Nec rígidas vexenf fossa metalla mamis, Léxica coníexat : nam cetera , quid morar ? Omnes Pcemrwn facies hic labor urna habet. » Y, en efecto: no todas las apariencias, sino toda la triste realidad de todos los tormentos, el compen-
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