Description:Al París de Luis XV, en febrero de 1761, llega Nicolás Le Floch, procedente de tierras bretonas, con una carta de presentación para el todopoderoso Monsieur de Sartine, teniente general de la policía parisina. Nicolás es un joven huérfano abandonado en las escalinatas de una iglesia que fue acogido por el canónigo François Le Floch, su tutor, y apadrinado por el marqués de Ranreuil, rico hacendado en su Bretaña natal.Pronto, el joven va a iniciar una meteórica carrera que le llevara a codearse con lo mejor y lo peor del París del XVIII. Entre medias, una trama criminal y detectivesca con ramificaciones que llegan hasta las más altas esferas.Jean-François Parot, el autor, es diplomático y especialista en el París dieciochesco, lo que se deja notar, y mucho, en el devenir de la novela. La trama criminal no deja de ser la misma historia que hemos leído ya cientos de veces. La trama histórica se adivina, pero no profundiza demasiado en ella (algo lógico, por otro lado, si esta va a ser una serie de varios volúmenes). Los personajes principales están bien definidos, pero se adaptan con facilidad a los roles a los que nos acostumbraron Dumas y sus secuaces hace ya tanto tiempo para este tipo de aventuras. Los personajes históricos están convenientemente retratados y perfectamente integrados en la trama. Pero el tratamiento que da a la ciudad de París, otro personaje más —si no el más importante—, de la novela, es ya otra historia. Aquí es donde el autor tiene su punto fuerte y lo sabe aprovechar con creces.El libro está abundantemente trufado, sin ser por ello tedioso, con atisbos de la geografía del París de la época, de su miseria y su grandeza. Nos sumergimos en las costumbres de sus gentes de la mano del autor. Visitamos sus tabernuchas, sus prostíbulos, las grandes mansiones y las temibles mazmorras del Châtelet y de la Bastilla. De paso, se nos dan lecciones sobre los conocimientos médicos del momento, las fiestas populares, los métodos policiales y las torturas (estremecedora, a este respecto, la historia verídica que nos narra el verdugo Sanson, uno de los personajes de existencia real, posterior ajusticiador de Luis XVI) y un sinfín de otros datos que, insisto, para nada entorpecen el ameno fluir de la narración.Parot se recrea en detalles truculentos. Numerosos son los pasajes en los que visitamos morgues, cementerios y mataderos. Las vívidas descripciones de estos últimos y de los infectos mercados parisinos de la época son quizá lo mejor de la novela. Podemos sentir, y hasta oler, sin forzar mucho nuestra imaginación, la pestilencia del pasado. La mayor parte de las novelas históricas parecen obviar que, hasta épocas muy recientes, la higiene era cuestión de minorías; las condiciones sanitarias, pésimas; la limpieza callejera, inexistente. Lo primero que debía llamar la atención de que aquel, que, como Nicolás Le Floch, llegaba de la campiña, era el miasma que envolvía a las grandes ciudades de entonces. Y el autor sabe retratar todo esto impecablemente, consiguiendo que nos transportemos con facilidad a la época en la que se mueve la trama.