Greg Evans, un joven graduado de la escuela del F. B. I., creía que para luchar contra lo delincuencia se debe echar mano de todos los recursos. Y por eso interfirió el teléfono de Harry Malone y varios otros, en un desesperado intento por evitar que se cumplieran aquellas palabras fatídicas que su curiosidad lo había llevado a oír: «Todo está arreglado; la van a liquidar esta noche en Sandy Beach».
Esa muchacha muere, otras son salvadas del trágico destino que las esperaba, muchos oscuros misterios son resueltos. Pero una pregunta seguía atenazando las vigilias del joven graduado del F. B. I.: ¿Es lícito interferir una línea telefónica para escuchar conversaciones privadas?