Las comunidades 1. INTRODUCCION prerromanas de Es tan amplia la información suministrada por los Andalucía Occidental yacimientos protohistóricosde AndalucíaOccidental, y a laveztan parcial,que laelaboraciónde untrabajo de síntesis como el que aquí se pretende. conlíeva la selección previa de los problemas que urgen actual- mente a lainvestigación y de las fuentes encaminadas M. Belén* a resolverlos. En tal sentidó,ponersobre lamesaunos J. L. Escacena* aspectos y olvidar aparentemente otros es producto, Con la colaboración de M.~ 1. Bozzino* en nuestrocaso, de largas reflexiones propiasy ajenas sobre cuáles sean las características esenciales que sirven para definir a las culturas antiguas y cuáles las menos indispensables. Sin esta aclaración podría verseen laslíneas que siguen una selección arbitraria ABSTRACT de ladocumentación yde los aspectostratados, porlo que no resulta superfluocurarse en salud advirtiendo ¡he st;attgtip/II of recení Prehistorí’ o!llumeroí.ís por dónde van nuestras preocupaciones y la de sites ia i.osser Anclaltísia permil re//eclion (1? Iheir muchos otros colegas que trabajan en et mismo protohís¡oríeal ethnogenesis Itoní ¡he lJrr.snze Age mundo. Con ello creemos corresponder al ‘espíritu unsvards. que ha presidido la convocatoria de esta reunión y a (~f These data reveal an absence (‘(uitinue)us selíle— la intención de sus organizadores. níent lite t, a general hiatas iii ¡he oe’cupalion of Sin menospreciar estudiosparciales yrelativos alos settle,,ient.s belíí.’een ¡he,niddleauídlate Brwíze Ages. distintos objetos que componen la ergología de los Thisjóct e.vplains ¡lic absence oj’indigenoas ren¡amns diferentes grupos humanos ‘e períodos cronológicos, tu ¡heí»’ecolonial horizon ¡‘elating lo ¡he Taríessians, siempre útiles a la hora de hacer valoraciénes globa- svl¡ose deníog¡’aphic e..x’I)aIIsiol? reacheda high poiní les, nos pareció soslayar los problemas esenciales detring ¡he 9th ano’ Sth centuries fi.C. haber dedicado este trabajo a tratar una vez más as- The síuds of Ihe seitíemenís and necropoleis pectos monográficoscomo los relativos a la cerámica ¡hroughouí ¡he whole of ¡he Isí millenniam fi.C. de losdistintosperíodos, a losmarfiles orientalizantes, enables ¡líe evolution of Tartessian ano’ Turdetan a laorfebrería, a laesculturaen piedra, etc. Muchaes síages tu be e-r)tlsidered. In thissense. llie hípoihesis ya latinta vertida en estoscampos ypoco eltiempo y ofan econonhie’ ano’ den;ographic crists 1/ial ajiécted el espacio aquí disponible para argumentar nada en ¡he e’omnzunities of íl,e Lotíer Guadalquivir al ¡he contra. eno’ o’ ¡lic 6íh ceníarí fi.C. is considered ano’ an Por el contrario, partiendo de la idea de que las atíetupí is¡nade ¡o explain¡líeabsence oj necropoleis comunidades humanas pueden definirse mejor a ¡ti¡heperiod before¡he orientalizingpenadaudorne través de sus sistemas de adaptación ecológica y de again iii ¡líe Second J,’on .4ge. sus creencias que me4iante el análisisde los aspectos puramente tecnológicos,que endefinitivatrascienden mas cualquier tipo de frontera, nos ha parecido RESUMEN oportuno traer a colación problemas tan básicos, y La lectura crítica deuna seriede estratigrafíasdela aún sin resolver, como los relativos al origen de las Prehistoria reciente, obtenidas en numerosospuntos comunidadesque, apartirdel BronceFinal, inauguran de la Baja Andalucía, permite hacer un conjunto de el poblamiento protohistórico en la zona, o los que reflexiones sobre la cínogénesis de la comunidades aluden a la ausencia de enterramiento=en algunos de protohistóricasquedesdela Edad dcl Broncehabitaban los períodos abarcados. No se olvidan, en cualquier en la zona. Esos datos revelan, entre otras cosas, la caso, unas reflexionesacercade losvectores económi- ausencia de continuidad poblacional. laexistencia de cos que caracterizan a los diferentes hábitats. un hiatus general en la ocupación de los poblados entre el Bronce Medio y el Final, lafalta de raíces 2. INAUGURACION Y EVOLUCION autóctonas del horizonte ¡artésico precolonial y la coetaneidaddelaugedernogrifico consíatable durante DEL POBLAMIENTO los siglos IXy VIII a.C. A través del estudio dc los poblados y de las Durantelos siglosIXyVIII a.C.seasisteen laBaja necrópolis a lo largo de todo el 1 milenio a.C., se Andalucía a una eclosión demográfica que contrasta proponen unos comportamientos generales sobre su fuertementeconelvacíodepoblaciónrastreabledesde evolución en las etapas lartésicay íardeíana. En este el último cuarto del II Milenio a.C. Las causasdeeste sentido, seplanteanhipótesisde lacrisiseconómica auge están aún por determinar, porque no son sufi- demográfica que afectó a las comunidades del Sajo csentes todavía las investigaciones relativas a la bús- Guadalquivir afines del s. VIa.C.; y se intenta una queda de las raíces prehistóricas del mundo tarté~ico explicación de la ausencia de necrópolis que se precolonial. Pero el hechoen síes fácil de observar a rastrea, con ciertafacilidad, tanto en la etapaprevia través del estudio estratigráficode muchosyacimientos alperíodo orientalizante corno en la correspondiente a lasegunda Edad del Hierro. * Universidadde Sevilla, 66 M. BUEN J. 1.. ESCACENA - protohistóricos del Guadalquivir interioryde regiones provoca necesariamente el rechazo de cuantas peno- periféricas. En estas áreas, los dos siglos arriba indi- dizacionesdel mundo tartésico confeccionadas desde cados conocieron la inauguraciónde muchos hábitats unas posicionesclaramenteautoctonistas. han aplicado que se caracterizan, entre otras cosas, por su perte- sin mas, a la Baja Andalucía, la clásica división tri- nencia a una miSmacomunidad cultural, por laajus- partita del Bronce Atlántico del occidente europeo, tada sincronía de sus niveles fundacionales y por la especialmentedelfrancés; porque han llegado acrear- elección de lugares especialmenteestratégicosdesdeel se así horizontes culturales en los siglos Xl y X a.C. punto de vista económico y defensivo. vacíos de contenido. En lo concerniente a la homogeneidad del Bronce Final tartésico, los mayores problemas que en la ac- tualidad carecen desoluciónderivan, a nuestro enten- Análisis diacrónico de los hábitats der. de la inexistencia de un período formativo que sirva como explicación aceptable de la posterior uni- La ocupación de nuevos lugares en los siglos IX y dad. No es posible. con los datos que hoy se con- VIII a.C. fue un fenómeno que afectó a un territorio trolan, proponer unas raíces claramente autóctonas mucho más amplio que el asignado tradicionalmente para este mundo, toda vez que los escasos datos a ‘I’artessos. De ahí que escapen obligatoriamente a proporcionados porel Bronce Plenolocal revelanuna nuestro análisis sitios tan ilustrativos para la com- gran disparidad de manifestacionesy. sobretodo, una prensión del mismo como muchos de lo~ yacimientos discontinuidad poblacional entre ese horizonte y el excavados en Andalucía oriental, en el Alto Guadal- del Bronce Atlántico preorientalizante, así como una quivir e, incluso, en parte de la región l~vantina. Lo evidente ruptura en elementos tan fundamentales mismo ocurre conenclaves portugueses, mucho peor como la forma de las viviendas, las manifestaciones conocidos que los españoles. Pero no queremos olvi- metalúrgicas. las costumbres funerarias.., etc. dar en cambio la provinciade Córdoba. porque. aún Por lo que respecta a la contemporaneidad de los siendo valle medio del Guadalquivir. sus amplias estratos fundacionales de los nuevos asentamientos. campiñas dibujan una geografia más acorde con el resulta aún problemática lafijación de lascronologías propio territorio tartésico que con sus regiones peri- absolutas de este auge demográfico; pero en modo féricas. alguno pueden traerse a colación argumentosy datos irrefutables para ladefensa de una excesiva amplitud Muchosde los poblados que héy nossirven de base temporal del fenómeno. Por elcontrario, los niveles sobre la que construir la historia del 1 Milenio a.C. que documentan este alza pueden fecharse en su han sido datados, a nuestro entender, correctamente mayor parteen los siglos IXy VIII a.C.,según hemos o han experimentadorevístonesaceptables. Entreellos pueden citarse Ategua (Blanco. 1983. 93 ss.). la apuntado: porque algunos yacimientos en los que sus excavadores han querido ver ocupaciones del Bronce Colina de los Quemados (Luzón y Ruiz Mata. 1973), Alhonoz (l..ópez Palomo, 1981. 33 ss.: 1982, 156 ss.; Final en siglos anteriores a los indicados, carecen realmente de bases sólidas que hablen en tal sentido 1983. 67 ss.). Montemolín (Chaves y de la Bandera. (véase, por ejemplo. Martín de la Cruz. 1987a). o 1981. 375 Ss.; 1984, 141 ss.: 1987. 369 ss). Cerro muestran iiivelestan problemáticoscomo el represen- Macareno (Pdlicery otros; 1983). Cerrodela Cabeza tado por el estrato 13 de la Mesa de Setefilla (Aubet (Domínguez de la Concha y otros. 1988. 119 ss.). y otros, 1983), sobre el que más adelante tendremos Carambolo (Carriazo, 1973 y 1978), Sevilla (Fer- nández-Chicharro, 1950, 63 ss; Collantes de Terán. ocasión de volver. 1977: Ventura, 1985. 41 Ss.: Vera. 1987, 37 ss.: La elección como puntosde asentamiento de luga- Campos, 1987, 173 Ss.; Campos y otros, 1988), Asta reselevados de fácil defensa, tuvo como razónde ser Regia (Esteve, 1945, 1950. 1962 y 1969), Castillo de las posibilidades estratégicas que éstos ofrecían para Doña Blanca (Ruiz Mata, 1986a. 241 Ss.: 1986b. 537 unas comunidades humanas organizadas a nivel polí- 4Oss.). Acinipo (Aguayo x’otros, ticoysocialtodavíaconcriterios tribales prehistóricos. 5159.:871,98279.429s9s.:),19C8h8i,nflón (Pellicer y Hurtado, 1980: A estas causas se unieron en ocasiones motivos más Blanco y Rothemberg, 1981.38 ss.). Tejada(Blanco y vinculados a la pura capacidad de subsistencia de los Rothemberg, 1981. 229s~.: Fernándezjurado, 1985 y distintos grupos locales, por lo que no es raro obser- 19875,338 Ss.), San Bartoloméde Almonte (Fernández var un intento de control de las principales vías de Jurado y Ruiz Mata, 1985, 23 Ss.; Ruiz Mata y comunicaciones, tantofluviales como terrestres.Ambos Fernández jurado, 1986) y Huelva (Blázquez yotros, grupos de razones, las estratégico-defensivas y las 1970: Belén y otros, 1977: Blázquez y otros. 1979: económicas, motivaron que algunas comunidades del Ruiz Mata y otros, 1981, 149 ss.). Pero conviene que Bronce Final eligieran como sitios ideales para sus alguncis otros, más problemáticos porlas fechasy por pobladoslos mismoslugaresqueantes habían ocupado los materiales en ellos obtenidos, sean tratados aquí los gruposde la plena Edad del Broncee, incluso, del con cierto detenimiento; porque a partirde aquéllos y Calcolítico. Pero esta coincidencia no debe utilizarse de la revisión de estos otros pueden deducirse una como prueba de una continuidad de las correspon- serie de comportamientos generales que arrojan luz dientes ocupaciones, porque tendremos ocasión de sobre el problemático asunto de la formación del comprobar cómo en gran partede los casos es rela- Bronce Final bajoandaluz. tivamente fácil rastrearun clarohiatusentre los nive- Desde las regiones más septentrionales hasta las les del segundo milenio y los del primero. situadas más al sur, los enclaves pertenecientes aeste El análisisexhaustivo de lasestratigrafías conocidas segundo grupo corresponden a: hasta la fecha es fiel reflejo de esta interpretación, y LAS COMUNIDADES DE ANDALUCíA OCCIDENTAL 67 Montoro En síntesis, en Montoro existiría una ocupación calcolitica que, tras un hiatus, continuaría con un Laocupacióndel Llanetede los Moros, en Montoro hábitat del Bronce Medio (Corte R-6) y con niveles (Córdoba). tiene como primeros protagonistas a gru- del Bronce Tardío. Tras estos últimos, de nuevo se pos humanos relacionados conel horizonte meseteño produceotro hiatusque desvincula a este mundo dcl de Cogotas 1 (Martín dela Cruz, 1987b, 313), aunque horizonte del Bronce Final propiamente dicho. existen evidencias que sugieren un asentamiento ante- rior (Martín de la Cruz. 1987a, 171). En cualquier caso, ni uno ni otro fueron, a nuestro entender, el Se/cfi/la germen de la población del Bronce Final. Esta tiene La estratigrafía del corte 3 de la Mesa de Setefilla su punto originario en el estrato III A del corte R-l hasido objetorecientementedc una revisióncríticaque (Martín de la Cruz, 1987a. 56 ss.). Entre este nivel y queremos analizar con relativa profundidad (Martín los restos de ocupaciones anteriores no existen al de la Cruz. 1987a. 203-205). parecer tierras estériles, pero sí puede adivinarse un La fase 1 inaugurael hábitat con losestratos XV y hiatus poblacionalsignificativo. Este vacio esrealmente difícil de observar, porque la situación en altura del XIV (Aubet y otros, 1983. 51-69). La cronología proporcionadaporel C-14remontaesta primera ocu- asentamiento impidió ladeposiciónde un nivelvirgen pación als. XVI a.C.. fecha que ha suscitado reservas entre ambas ocupaciones y originó áreas decontacto por las implicaciones que producen las evidentes ‘e mezcla de materiales de épocas distintas, según relaciones de sus materialesconun mundo antiguo de puede observarse en elestrato It (Martín de la Cruz. Cogotas todavíacasi inexistente en la Meseta (Aubet 1987a53 ss.). Elpropioexcavador vio yaeste corteen y otros. 1983.48; Fernández-Posse. 1986.482-484). Si la ocupación del yacimiento, por lo que propuso un bien El Berrueco de Medina Sidonia ofreceuna data- vacíode un sigloentre los niveles del BronceTardío y ción más reciente para uncontextoen parte similar(s. del Bronce Final(MartindelaCruz, 1987a,207). Pero XIV para el estrato III) (Escacena y De Frutos. 1985. diversas razones aconsejan ampliar mucho más su 19 y 3 1-36), no es aconsejable atreverse a rebajar las duracton. lechas de Setefilla trayendo a colación, como hace Por una parte, no es conveniente dar excesivo Martín de la Cruz, las dataciones de las cistas dc las crédito alas fechasradiocarbónicasde laestratigrafí4 provincias de Huelva y Sevilla (Martín de la Cruz. en su conjunto. Estas proponen inversiones cronoló- 1987a, 204). porque estas sepulturas carecen de gicas inaceptables, porque ofrecen dataciones más cronologías absolutase incluso de respaldoestratigrá- recientes para estratos más profundos que otros con fico que certifique’ las cifras propuestas por sus fechas más altas(Martín de laCruz, 1987a, 174-175). excavadores. Estos ofrecieron, a falta de mayor El mismoautor hace caso omiso de estos datos cuan- precísion, una cronología hipotética (Del Amo. 1975. do realiza una síntesis diacrónica del cabezo (Martin 151 y 172: Fernández Gómez y otros, 1976, 380). por de la Cruz, 1987a, 207), pero sedeja influir sin duda lo que nodebe tomarsesu propuestacomoargumento por unas cifras que, de haberse barajado únicamente sólido para rebatir análisis radiocarbónicos. No la tipología de los materiales como índice temporal. coincidimos tampoco con Martin de la Cruzcuando en ningún caso se hubieran propuesto. Así, ellote de argumenta que lasepultura que llevaba la asociación objetos exhumados en los estratos III A y III E tiene de armas metálicas oestoque-puñal-alabarda» debió susparalelos más clarosen niveles dels. VIII a.C. del pertenecer a lasgentes que produjeron elestrato XIII Cerro de laCabeza de Santiponce (Domínguez de la (Martín de la Cruz. 1987a. 204). porque el complejo Concha y otros, 1988, 156-157). en los estratos tarté- cerámico de este estrato es por completo diferente al sscos de Carmona, de parecida fecha (Carriazo y del enterramiento, que coincide en cambio con parte Raddatz. 1960,30ss.; Pellicery Amores, 1985. 77-78) de losmaterialesde aTase1 (Auhet yotros, 1983.íígs. y, más cerca aún de Montoro, en los niveles 17-14de 19:30 y 21:37). Latumba perteneció sin dudaalgrupo la Colina de los Quemados (Luzón y Ruiz Mata, humano de esta etapa inicial, por lo que el estrato 1973, 13-17). XIII queda como reflejo de una problemática mucho Como no es posible, por otra parte, imaginar un mas interesante y que no queremos soslayar en nues- hiatus entre elestrato III y el IV dadas las estrechas tra argumentacton. semejanzas de sus materiales, ni tampoco una gran Así pues, si bien las razones para rebajar lacrono- diferencia cronológica entre ambos por las mismas logiainicial de Setefilla propuestas por Martin de la razones, la presencia en el nivel IV A de cerámica a Cruz no resultan muy convincentes, sí coincidimos torno (MartíndelaCruz, 1987a,fragmentos 550,588, con él en la duda que provocan las altas fechas 593, etc. Añádase a esto también la presencia de radiocarbónicas. Pero nuestas dudas proceden más marfil y de pasta vítrea: 175) exige dataciones más bien del hecho de que para un contexto parecido (el tardías para el nivel III que las ofrecidas por Martín del citado estrato III del Berrueco gaditano) existen de la Cruz. Estas sitúan elestrato III B entreel 1000 dataciones absolutasdels. XIV a.C., más acordescon y el 900 a.C.,cifraque resulta muy problemática sise las fechas admitidas en Andalucía oriental para el tiene presente que existen ya en esa misma .capa Bronce tardío desupuesto origen meseteño (Molina. fragmentos de cerámica a torno(Martin de la Cruz. 1978, 199-206). De no rebajar la antigUedad de Sete- 1987a, frags. 434 y 498. Al remontar tanto la cro- filía 1.este yacimiento seconvertiría en laexcepción a nología, elautorse veobligado aexplicar la presencia todos loscasos hoyconocidosen Andalucía occidental. de estos elementos más recientes por accidentes du- lo que no deja de ser otra razón más, en este caso rante la excavación: véase leyenda de la fig. 42). estadística, para levantar sospechas. 68 M. BELEN- J. L. ESCACENA Ahora bien, en Setefilla existen varios pilares para Así pues, debe admitirse la posibilidad de que en el dar credibilidad a las altas fechas absolutas propor- area excavada de Setefilla no exista utía ctapa de cionadas allí por el C.14. transición entre el Bronce Pleno y el Final, sitio una En primer lugar, los paralelos tipológicos de las repoblación del sitio a partir del s. IX a.C. que tiene armas demás personalidad de latumbade la fase 1 no fiel relejo en los materiales innovadores del estrato discrepan encronología ~onestasdataciones, pueslas XIII (Aubet yotros, 1983. figs. 23: 49-St) y 24) y que semejanzas europeas más estrechas con el estoque se se llevó a cabo sobre un cabezo por entonces des- establecen con grupos de armas que en algún caso habitado. admiten estas fechas (Aubet y otros, ¡983.66: Aubet. Esta visión no es diferenteen exceso de la ofrecida 1981b, 143; Aubet y Serna. 1981. 238): y respectoa la en principio porlos excavadores, todavezque aquélla alabarda, aunquesusingulardiseño impide labúsqueda fue necesariamente ambigua e hipotética a causadel de correspondencias exactas en el foco argárico. la escaso grado de conocimientodel Bronce del Guadal- disposicióndesus nerviosha sugeridoentronquescon quivir en su día. Pero discrepa de la de Martín de la los tipos irlandeses del Bronce Antiguo (Aubet y Cruz al no aceptarque el estrato XIII sea una mani- otros. 1983. 67; Aubet. 1981b. 145-146: Aubet y festación de un «horizonte pleno» del Bronce Final Serna, 1981, 242). (Martín de la Cruz.. 1987a.205). porque esa supuesta Porotro lado, lasvinculaciones posiblesde Setefilla plenitud es fruto de admitir para el mundo tartésico con el horizonte de Cogotas 1 deben establecerse a precolonial una división tripartita que carece de partirdeelementosque no incluyen ladecoracioncon apoyo documental. Ruiz-Gálvez ha hecho ya severas técnica de Boquique. que en Setefilla no apareció en advertencias sobreel peligro de trasplantaralegremente la fase 1. Tal vez este dato sea suficiente para sospe- divisiones de la Prehistoria europea a lade la Penín- charlaexistenciaallí deuna etapaformativa del mun- sula Ibérica sin unprevio conocimientoexhaustivode do más antiguo de Cogotas que, como en la Meseta la evolución cultural de cada región (Ruiz-Gálvez. (Delibesy Fernández Manzano, 1981, 67: Fernández- 1984b, 323). Posse, 1982, ¡43),carecía aún de las técnicasdecora- La cronología del s. IX propuesta para el estrato tivas que definen el Boquique clásico. XIII no puede deducirse más que a partir de la Tales argumentosnos impiden aceptardemomento dataciónmás ajustada queproporcionan lasceramícas las correcciones propuestas por Martín de la Cruz. a torno y otras influencias coloniales de los niveles Mientras no existan razones de mayor peso, no pue- orientalizantes. Estos nuevos elementos hacen aquí den refutarse las dataciones radiocarbónicas que, su aparición sólo a partir de finales del s. VIII o careciendo todavía de largas series susceptibles de comienzos del VII a.C., con la presenciaen concreto barajar estadísticamente, empiezan a dar a conocer de una palmeta de inspiración fenicia pintada sobre un panorama nuevo en el Bajo Guadalquivir. Esta un vaso a mano de estrato Xl (Aubet y otros. 983, actitudno niega laposibilidad defuturas matizaciones fig. 32:155). Dadoque ésta es la fecha antequení más cronológicas, pero exige de momento más pruebas segura para las capas XII y XIII. y que éstas presen- paraaceptarlas. tan unos materialesrelativamente homogéneos con la Pero nuestras mayoresdiscrepancias con la crítica salvedad antes apuntada para elestrato XIII. no cabe de Martín de la Cruzse manifiestan en la valoración suponer para dicho estrato más antiguedad que la del problemático estrato XIII (Aubet y otros. 1983. señalada. 70-77; Martínde laCruz. 1987a. 205). Partiendode la De aceptarse esta revisión cronológica. Setefilla idea de que en un asentamiento en altura, como es el pasaría amanifestarunaseriede ocupaciones humanas caso de Setefilla, no pueden acumularse potentes paralelas y semejantes, en parte. a las de la cercana estratosestérilesque reflejencon claridad vacíos en la Carmona. puntos ambos especialmente estratégicos ocupación del lugar (en Setefilla no existe ningún para elcontrol territorial del Bajo Guadalquivir. Esta terreno elevado por encima del propio telíque pueda situación de despoblamiento en los momentos Inme- proporcionar la tierra necesaria para este tipo de diatamente anteriores al siglo IX es también una sedimentación), deben admitirse posibles contactos característica de muchos otrosyacimientos. y tieneen entre unos horizontes culturales y otros a través de Setefilla la salvedad de contar con una ocupación estratosque muestren materiales en conexión pero de previaporcomunidadesdelBronceque. de momento, diferentes contextos y cronologías. Esta observación pueden interpretarsecomo laconstatación más antigua general sobre los procesos de decantación de los de loque seviene llamando, tal vez con ciertaimpro- restos arqueológicos permite proponer un hiatus piedad,«Horizonte Cogotas 1»en Andalucía (Martín entre los estratosXIV y XIII. La misma existenciade de la Cruzy MontesZugadi, 1986, 488-496;Amores y un nivel de incendio entre ambas capas sugiere la Rodríguez Hidalgo, 1983, 73-86). posible destrucciónviolenta del poblado tras la fase 1 (Aubet y otros, 1983, 137), y el hecho de que en el Carmona estrato XIIIexistan testimonioscerámicos que presentan claracorrespondenciatipológica conlosdelos niveles Laestratigrafíade Raddatz yCarriazoen Carmona inferiores (Aubet y otros, 1983.fig. 23:47-48: cf. estos fue objeto de una inmediata revisión cronológica elementos con los de la fig. 15:1 y 5-9), puede ser (Carriazo yRaddatz, 1960). Éstase inició con las pre- interpretado como la irremediable mezcla producida eíssones propuestasporCuadrado y por Pelliceren el por las gentes que reocuparon el lugar tras largos V Simposio de Prehistoria peninsular, y tuvo luego años de abandono sin la previa existencia de una otras matizaciones por parte de Arribas y Arteaga y acumulación de tierras arqueológicamenteestériles. deSchubart (Cuadrado. 1969.280-282; Pellicer. 1969, LAS COMUNIDADES DE ANDALUCíA OCCII)ENTAL 69 1~ y 14 e 46 20 “ e .1 e15 IRe Fíc 1. Yacimiento., protohistóricos de Andalucía Occidental. 1. MonIato. 2. El Higuerón. 3. Alegua. 4. Colina de los Quemados. 5. Setefilla. 6. Albonoz. 7. Carmcrna. 8. Moníemolín. 9. Macareno. 10. Cerro de la Cabeza. 11. Itálica. 12. El Caramba/o. /3.Sevilla. 14. Lebrija.15. Asía Regia. 16. ElBerrueco. 17. CastillodeDoña Blanca. 18. Carícia. 19. Lacipo.20. Acinipo.2/. RioUnto. 22. Chinjlón. 23. Te/ada. 24. San Bartolonté deAl,non¡e.25. Niebla. 26. Huelva. Cabezode5. Pedro. 27. Aljaraque. 28. La Tiñosa. 300: Arribas y Arteaga. 1975. 23: Schubart. 1971. 5). Esta situación es similar, por lo demás, a la que 169). Una última revisión ha sido argumentada de presenta la fase II-a de Setefilla, de cronología nuevo por Pellicer (Pellicer. 1976-78, II ss.). problemática pero siempre anterior a las primeras En conjunto, y por lo que afecta a los estratos ini- influencias fenicias (Aubet y otros, 1983, 70-77). ciales, se rertonta lacronología fundacional afinales El estrato 4 presenta todavía un contextorelativa- del s. IX o comienzos del VIII a.C., datación que menteviejo, pues talvez sólo al finalde suformación podría precisarseaún más gracias a lasnuevassecuen- roza los momentos coloniales, lo que sededuce de un cias conocidas en Andalucía. fragmento a torno que corresponde al hombro de un Elestrato Senconcreto, elde base, llevaexclusiva- ánfora con palmas pintadas (Carriazo y Raddatz, mente cerámicas a mano, grupo del que destacan las 1960, fig. 11:3). recipiente que se fecha hacia el 700 decoradas al estilo Boquique (Carriazo y Raddatz. a.C. en el horizonte II del recinto de Tanit, en 1960. fig. 12). Un sondeo posterior (Pellicer y Amo- Salambó(Harden. 1937, 85-89 y fig. 4:1). res. 1985. corte estratigráfico CA-SOlA), practicado a La secuencia obtenida por Pellicer y Amores en el sólo unos metros del que analizamos, ha mostrado sectorque yaexcavaron Raddatzy Carriazoconfirma como algunas cerámicas de Boquique presentan en las cronologías aquí propuestas (Pellicer y Amores, parte un grado de erosión mucho mayor que el resto 1985, 74). Es en el corte CA-SO/A donde pudimos de los materialesque lasacompañaban. Deahí puede comprobar el mayorgrado de rodamiento de alguno deducirse que. cuando quedaron definitivamente se- de los fragmentos decorados mediante la técnica de pultadas,llevaban muchos más años rodando que las Boquique. y donde se descubrió una estructura restantes, por lo que es posible sospechar un hiatus siliforme que certifica ocupaciones anteriores al entre la deposición de muchas de éstas —y tal vez Broncefinal, en este caso deépocaeneolítica (Pellicer también de las láminas de sílex denticuladas usadas yAmores, 1985,68 ss. yfigs.6, II y 13),circunstancia comodientes de hoz—y ladel resto de los materiales que serepiteen lazonaconocida como el Barranquillo del estrato5. En consecuencia. el nivelde base deeste (Amores y Rodríguez Hidalgo, 1983. 76). sector de Carmona correspondiente al Bronce Final En el corte CA-80/B, situado en la zona de El puede serdatado en función de los pequeños vasitos Picacho, uno de los puntosmás altos de la ciudad de hicónicos y,en todocaso,de laausencia dedecoracio- Carmona, la instalación humana se inícta con mate- nesbruñidas (Carriazoy Raddatz, 1960, fig. 12:2, 3 y riales campaniformes que evidencian también aquí 70 M. BELEN L. ESCACENA -. una primera ocupacióncaleolítica (PelliceryAmores. mundo tartésico precolonial. de manera que queda 1985. fig.44:7. Sy lO). La documentación procedente patente, a través de una capa estéril entre ambos del estrato inferior, el 13. no puede corresponder a momentos, la inexistencia de continuidad entre Los finesdel II Mileniocomoquieren los autores(Pellicer dos horizontes. y Amores, 1985, 114). a no ser que se eomulguecon Pero, apesarde surelativa claridad, esta estraticrafía unas largas pervivencias del mundo campaniforme. de I..ebrija noes fácildecorrelacionarcon la obtenida fenómeno que, a raíz de los recientes hallazgos del porA. ‘lejera en lazona denominada«Huerto Pimen- Bronce Pleno producidos en Andalucía occidental, es tel». otro de los sectores del telíque ocupa laperiferia necesario descartar (Serna y otros, 1984, 105! ss.). del castillo, sobretodo porla faltade personalidad de Existe, pues, un hiatus entre este asentamiento inicial snuehos de losmateriales encontradosen ésta (Tejera. yel primero del Bronce, que sereanudaen los niveles 1985.88-116). En cualquiercaso, parece que elhiatus 12 y II con materiales que presentan paralelos en existente entre el bronce lardio y el Bronce Final estratos del Berrueco de Medina Sidonia del s. XIV puede corresponder a la capa de arenas estériles que a.C. (Pellicer y Amores, ¡985. figs. 44:13 y 45:10: divide el estrato V del IV (Tejera. 1985. 94). Por Escacena y Frutos. 1985. figs. 22 y 23:143). No encima deesta separación el estrato IV llevacerámicas creemos probable una cronología en torno al año bruñidas del Bronce Final y un peine de marfil que 1000, como proponen Pellicer y Amores (1985. 103. puede serfechadoen els. VIII. porque su decoración fig. 42), porque la documentación aparecida en esas desarrolla motivos estrechamente emparentados con capas no presenta paralelos con esa fecha en ningún losgeometrismos pintados de la cerámica de Caram- yacimiento andaluz bien datado. Sí corresponden, en bolo (~I’ejera, 1985, .fig. II: Carriazo, 1978. 99). Por cambio, al Bronce Final los niveles 10-6. que llevan debajo de esta películaestéril, en cambio,el estrato V exclusivamente cerámica a mano, a pesar de que contiene cuencos conel bordeentrante que presentan algunos de ellos pertenecen a fines del s. VIII a.C. sus paralelos más próximos en el estrato III del (Pellicer y Amores, 1985, 46-50). En consecuencia, Berrueco de Medina Sidonia. que se fecha en el s. tambiénaquí,en El Picacho, debeadmitirseun hiatus XIV a.C. por C-14(Tejera. 1985. hg. 12:25. 33 y 36: entre el horizonte de lacerámica de Boquiquey el del Escacena y De Frutos, 1985. fig. 22): contexto Bronce Final propiamente dicho. Esta segunda etapa coherente con la apariciónde un borde condecoración debeiniciarse en Carmona en algún momento impre- puntillada (Tejera, 1985, fig. 12:59). El estrato VI es ciso del s. IX a.C. evidentemente anterior al V, por lo que supone la Excavaciones mas recientes que las ya analizadas existencia aquí en Lebrija de niveles ligeramente han demostrado, gracias al hallazgo de cerámica de anterioresal apogeo del Bronce‘lardio, circunstancia Boquique en zonas utilizadas como necrópolis a que tiene su correspondencia en Setefilla y en partir de época protohistórica (Belén y otros, 1987, Montoro, según hemos vssto. 540-542), la amplitud de la ocupación del lugar A partirdel Bronce Final no existe discontinuidad durante la fase del Bronce relacionable con el en la ocupación del lugar en relación con la fase horizontede Cogotas1 (Amoresy RodríguezHidalgo, orientalizante. 1983, 78). Igualmente, araíz del sondeopracticadoen 1980 en la Puerta de Sevilla (Amores y Rodríguez El Be,’rueco Hidalgo, 1983, 774-76); Jiménez, 1989, 167), parece necesarioadmitir lapresenciade Boquique asociado a El Berrueco de Medina Sidonia (Cádiz) presenta cerámica excisa también en momentos del Bronce una estratigrafíaque abarcagran partedel II Milenio Final propiamentedicho(Amores-Rodríguez Hidalgo, a.C. (Escacena y De Frutos, ¡985, 16). 1983, 74-76). Lacontinuidad tipológicade los materiales caracte- rísticos de cada uno de los estratos impide apreciar Lebr~a con nitidez vacíos en la ocupacióndel yacimiento. A pesar de todo, y de que la existenciade hiatusno fue Un sondeoestratigráfico en el mismocasco urbano reconocidaen lamemoria deexcavación de loscortes de Lebrija ha proporcionado recientemente sólidas practicados en 1982. hoy estaríamos en condiciones bases para apoyar un hiatus poblacional entre el de modificar en parte las conclusiones cronológicas momento de apogeo de las cerámicas de Boquique y propuestas en aquel primer informe. el Bronce Final(Caro y otros, 1986). Laocupación de El problema se plantea sobre todo en los estratos las laderas del promontorio sobre el que se situó el III, IV y V. Para elprimero de ellos existe una fecha castillo medieval, comenzó probablemente hacia el V rediocarbónica de 1360±80a.C. (Escacena y De Milenio a.C., si no antes, y continuó durante gran Frutos, 1985, 19), que no discordaría en gran medida partedel Neolíticoparaverse interrumpidadurantela con lo que en Andalucía oriental se viene llamando fase eneolítica, en que este sector sedestinó probable- Bronce Tardío(Molina, 1978, 201-206), yque estaría mentea necrópolis. La existencia de zonas más altas corroborada en El Berrueco por la existencia de un en el propio cabezo permitió la acumulación de un fragmentodecorado con un motivo Inciso relleno de potente estrato de arenas estériles tras el Calcolítico puntos tradicionalmente explicado para estos mo- campaniforme, capa que marca en consecuencia un mentos por conexiones con el mundo de Cogotas 1 vacíode población entreéste yel nivel con Boquique, (Escacena y De Frutos, ¡985, 34-35 y fig. 23:145). El el siguiente estrato producido por acción antrópica. conjunto de materiales de este nivel tiene clara con- El fenómeno vuelve a repetirse, aunque con menor tinuidad en la documentación cerámica del estrato inténsidad, entre ese Bronce y el correspondiente al IV, por lo que esta última capa debería llevarsea más LAS COMUNIDADES DE ANDALUCIA OCCIDENTAL 71 alta cronología que la propuesta en principio, de ma- inexistencia de un poblamiento del Bronce final nera que fuera posible homologaría culturalmente anterior al s. IX a.C. con el contexto del estrato IV. Si se admite la revisión cronológica de las estrati- grafíasque hemos propuesto,ysi esposibleestablecer Esta propuesta de revisión implicala existencia de matizaciones en los materiales arqueológicos que un hiatusentre los estratos IV y V. porque noes posi- permitan diferenciar los conjuntos del s. VIII de los ble, con la documentación rescatada hastael presente del IX a.C., habría que sostener la existenciade unos en El Berrueco, remontar la fecha deeste último nivel enclaves que, a modo de avanzadillas, inician a final adataciones anteriores al s. IX a.C. de la Edad de Bronce la ocupación de un territorio Admitiendo este hiatus, que iría básicamente desde casi despoblado. Estos primeros asentamientos del s. el s. XII al IX a.C.. se comprenden mejor ciertas IX a.C. tendríancomo representantes principales a la modificaciones que se llevaron a cabo en El Berrueco Colina de los Quemados, a Setelsíla, a Carmona a alrepoblarse duranteel Bronce Final. Éstas afectaron Huelva. a Lebrija, a AstaRegia y al Berruecode Me- alaestratigrafía yaexistente mediante una nivelación dina Sidonia. Parece existir una atención primaria a del terreno para la construcción de un pavimento de sitios especialmenteestratégicos o a enclaves privile- cal (Escacena y De Frutos, 1985. 16), fruto de lacual giados desde el puntode vistaeconómico. Y, en con- fue la compleja posición estratigráfica de algunos junto, contandocon losyacimientos que conocen una materiales eneolíticos. que han merecido por ello primeraocupación ligeramente posterior,noseria im- atención aparte (Escacena y Lazarich, en prensa). posible sostener una progresión del poblamiento que muestre una tendencia Norte-Sur y Oeste-Este. Este Del análisis exhaustivode lasestratigrafías bajoan- avance podría ser el responsáble de lareintroducción daluzassededuce, en primerlugar. la ausenciade una durante el Bronce Final en el Bajo Guadalquivir de continuidad poblacionaldurantela Prehistoriareciente elementos septentrionales como el Boquique y la en lo que llegaría aconstituirsecomo territorio tarté- excisión. presentes por ejemplo ahora en Carmona síco. Noestamos hoycapacitadosmetodológicamente (sector de la Puerta de Sevilla) y Montemolín; ele- para apreciar breves diferencias cronológicas en la mentos que ya habían hecho acto de presenciaen la Lnauguraciónde los hábitats de Andalucía occidental región en épocas muy anteriores (Pellicer, 1987-1988, correspondientes a finales de la Edad del Bronce. 468-469 y fig. 8). A pesar de que dicho fenómeno Pero sí es posible, en cambio, separar lo que corres- explicaría asimismo el Boquique detectado en el ponde culturalmente a esa fase de la documentación Bronce Finalde .4cinipo, resulta problemático com- característicadeépocas anteriores. Estasituación per- prender las razones por las que, a excepción de mite sostenerla irrupción dc un nuevo horizonte,que Montemolín, noexiste Boquiqueenaquellos enclaves poco tiene que ver con los que lo precedieron en la que se ocupan por primera vez en el Bronce Final, y misma región, apartirde comienzo del 1 Milenioa.C. que la presencia de aquél en ese horizonte sólo se En cambio, impide saber de momento aqué factores produzca cuando existenestratos infrapuestos corres- atribuir laresponsabilidad del fuerte augedemográfico pondientes al BronceTardío. Estascondicionespodrían detectado. Si bien es cierto que esta recuperación conducir a otra hipótesis para explicar el Boquique poblacional coincide básicamente con el inicio de la del Bronce Final: la contaminación estratigráfica. presencia fenicia en la costa, la documentación Con lo que habría que considerar Tardío más que controlada hasta la fecha y los sistemas de datación Finalel poco definido Bronce inicial de Montemolín. aplicados en la lectura del registro arqueológico. son e introducir un hiatus entre ambos horizontes. En lo suficientemente imprecisos como para no poder cualquier caso,todavía noexistenpruebasconcluyentes establecer una clara relación causal entre uno y otro para decantarse por una sola de las dos soluciones fenómeno. El problema se agrava cuando se observa propuestas. cómo la mayor partede las investigaciones decampo Pero fueran o no éstas las circunstancias que pre- siguen sin preocuparse por la recopilación de datos sidieron larepoblacióndel Bajo Guadalquiviryde sus relativos a laeconomía de estos grupos humanos, de regioneslimítrofes, locierto es queel fenómenocuajó manera que carecen aún de base documental los con la suficiente fuerza como para mantenerse sin factoreseconómicosque funcionaron comopilares de crisis aparentes al menos hasta fines del s. VI a.C. la expansión demográfica. Queda sin respuesta de (Escacena, 1987a,293-294; Fernándezjurado, 1987a, momento el papel desempeñado, porejemplo, por la 316; Ruiz Mata, 1987, 302y313). Durante trescientos introducción del olivo ode la gallina, elementos cuya o cuatrocientos años, lasaldeas que habíanconocido valoración en el sistema productivo arrojaríaluzen el su fundación a finales de la Edad del Bronce expe- asunto. Lo mismo ocurre con lo relativo a la meta- rimentaron avances sustancialesen su tamaño yen su lurgia. porque todavía no se han detallado conexac- estructura interna. Hastael punto de que muchas de titud lascaracterísticas de este sector, de manera que ellas llegarían a convertirse en auténticas ciudades. pueda separarse con nitidez el sustrato indígena del A lo largo de toda la fase contemporánea a la aporte tecnológico fenicio, a no ser en lo que con- colonización fenicia, estos enclaves conocieron en lo cierne a la introduccióndel hierro. que concierne asu economíaun augeque tiene como Encualquiercaso,esdificil deexplicar lainaugura- base la potenciación de sectores concretos. Así, los ción de tantos hábitats a expensas únicamente de la polos económicostienden a producir una especializa- población precedente. Más aún cuando, al atender a ción de los poblados según el sitio de su ubicación: la información suministrada por los distintos yaci- Riotintoen la explotación minera(Blanco y Rothem- mientos excavados hasta la fecha, se observa la casi berg, 1981, 170-172; Fernández Jurado y Ruiz Mata, 72 M. BELEN J. L. ESCACENA - 1985.41-42: Fernándezjurado, 1986, 149-170). Huelva tar la crisis por parte de las poblaciones que se asen- en la comercialización de los productos metalúrgicos taronjunto a sucauce. Esto explicaría lacontinuidad (FernándezJurado. 1986. 168yhg. 5). los núcleosdel de los depósitos estratigráficos del Macareno, de Valle delGuadalquiviren las actividadesagropecuarias Sevilla y de Lebrija, ciudades que dispusieron del co- (Escacena, 1987a. 297). etc. La posición junto al río mercio y de la pescafluvial como pilares para superar de muchas de estas poblacioneses elúnico factor que la etapa crítica. permitió, de alguna forma, la diversificaciónde estos iras la muerte del mundo tartésico. los poblados pilares: de manera que es fácil sospechar. para el quese mantienen convida conocen un período gene- Macareno. para el Cerro de laCabezade Sanriponce. ral de decadencia que no va a ser salvado prác- para Sevilla. para Lebrija y para Asta Regia por ticamente hasta la Romanización. En ningún caso el ejemplo, la explotación del Guadalquivir y de los s. V a.C.. límite teórico entreel Hierro Antiguo y el esteros de su desembocadura comofuente de pesca y Reciente, conoció la fundación de nuevos enclaves como fácilvíade comumeamones. El registrofaunistico por motivos de expansión económica (Escacena. proporcionado porlaarqueologíaapoyaesta hipótesis, 1989). Porque enlarepoblaciónde Aljaraque (Blázquez y confirma además que pudo ser la ramificación de y olros, 1971, 304-33!). en la inauguración de La sus correspondientes economías la circunstancia que ‘¡‘iñosa (Belén y Fernández Miranda, 1978) y en la permitió minimizar en estospuntos la profundacrisis fundación de Carteia(Woodsyotros. ¡967: lresedo y que el territorio tartésico soportó afinesdel s. VI a.C. otros, 982). puntos todos que acuden al mar como Lacontinuidad manifiestade los hábitatsconocidos luenteprincipalde recursos, hayque vermás bien una se prolonga durante toda la fase orientalizante. En obligada búsqueda de bases económicas estables. Y cambio, hacia el 500 a.C. van a quebrarse las cir- en el caso de Itálica, su creacion por comunidades constancias que permitieron la estabilidad, de forma turdetanasprerromanas obedeceacausas muy locales. que los distintos poblados experimentantransforma- en concreto al traslado de población desde el vecino ciones que afectan sobretodo asu nivelde población. Cerro de la Cabeza a causa de las fluctuaciones del Esta crisis se inicia ya a finales del s. VI y sc cauce delGuadalquivirydeldesusafluentes(l)omín- materializa unas veces en la desaparición total de guerde laConchayotros. 1988. 186). Eneste contex- muchos hábitats. y otras en la reducción de sus toquedaría sinexplicación el inicio del pobladode El perímetros. Baste recordar, por ejemplo. Setefilla Higuerón (Fortea y Bernier. 1970, 60 ss.), aunque parael primercaso y Ategua parael segundo (Aubet siempre cabe pensar en una vinculación del mundo y otros, 1983; Blanco, 1983). cordobés a los problemas relativos al control en el No obstante, el período crítico y las causas que lo Guadalquivir Medio y Superior dc las rutas que motivaron, aun siendogeneralesalterritorio tartésico, conducían hacia el foco suinero de Cústulo. Y aún tuvieron consecuencias distintas según las diferentes resulta más problemático darrespuesta a los motivos comarcas. Porque la potenciación de determinados que condujeron a la fundación por parte de comunI- poíos económicos por partede ciertas comunidadesy dades ibéricas de Andalucía oriental y del sureste de suconsiguiente alto niveldeespecialización resultaron poblacionesconnombres acabados mediante elsufijo demasiado peligrosos a la horade resolver problemas -ili (Untermann, 1985, 14-lS). que se inician hacia que afectaron profundamente tanto a las actividades finales del s. III o comienzos del II a.C. sobre puntos metalúrgicas como a las agropecuarsas. despoblados. hubieran o no tenido una ocupación Por lo que al sector minero-metalúrgico se refiere, protohistórica o anterior. Problema aparte dentro de seobservacómo lascircunstanciasnegativas, derivadas este panorama plantea el poblado excavado por M. en estecaso al parecerde problemas tecnológicos irre- del Asno en El Castaiiulo (Aracena, Huelva) (1978. solubles, motivaronel abandonodeimpotantes pobla- 299 ss.). Tanto las fuentes escritas antiguas (Plinio dos consagradoscon exclusividad alaexplotación de 3,13) (García Iglesias, 1971.86ss.) comola toponimia la platay del cobre en los focos de Riotinto y Aznal- protohistóricade la BajaAndalucía(Untermann. 1985, cóllar: San Bartolomé, ‘tejada, Cerro Satotnón-Quc- 13-15). demuestran la penetración en el territorio brantahuesos, etc. (Fernández Jurado, 1987a, 316- turdetano de grupos célticos vinculados a tradiciones 318). en partedistintas a las aquíabordadas. Esecomponente En cuantoa lasactividades agropecuarias,el hecho está por valorar aún en el área estudiada, y ha sido de que muchos enclaves situados en zonade campiña soslayado en nuestro trabajo porque es imposible. experimenten también un acusado retroceso. o inclu- hoy por hoy, dar una visión de conjunto coherente y so un total abandono, sugiere que esta etapa crítica comprensiva. Suestudio necesita más intensidaden la tuvo como causas factoresrelacionados posiblemente investigación, porlo que ahora sólo quedaplanteado con descensos generales de los niveles de producción aquí para futuros trabajos. (Escacena, 1987a, 293-294 y 297). Desde finalesdelaEdad del Bronce hasíala Roma- Encualquiercaso,fueran asio nolascircunstancias nvracson, los pobladosde Andalucía occidental expe- por lasque atravesaron estaspoblaciones, lociertoes rimentan además una serie de transformaciones que que se producen vacíos de ocupaciónque han queda- afectan, sobre todo, a su estructura urbana. A pesar do reflejados en hiatus estratigráficos como el de de que las fuertes acumulaciones estratigráficassedi- Ategua, el deAlhonoz, el de Montemnolin, el de Car- mentadas históricamente en muchosde estoshábitats mona, el de Setefilla, etc. (Escacena, 1987a, fig. 3). han impedidoel conocimientoenextensióndel carác- Tal vez la ya mencionada diversificación de los ter del urbanismo en su momento fundacional, polos económicos permitida por el Guadalquivir, fue sabemos al menos que las viviendas consistían en lacausade una relativa facilidad a la horade solven- sencillas cabañas de tendenciacircularu oblonga. Así LAS COMUNIDADES DE ANDALUCÍA OCCIDENTAL 73 E 9 0 5 0 1 0 0 i A A,C 1 YACIIlE010$ hIll liii ni it, tiro Cid It II ¡ viii fu VR ‘y iii ti nt ua .mu. o. arma MuTilo 9.5 flI~•f5 t a — — — — 5•99 ELI..j,ii — — — HiCiERON “S*’ R a a a a a mii R.¶iSRM a a a mil uu — o a — aa ATERíA —— u. it COLINAQUEMADOS — Mi SI — — un a a a u SETEFILLA U a a a ALERO? 1U•U U a— —~ CARMONA “RO” —I urna.. — a •.¡ u.. m MONTEROLIS —~ — a 5.F a a a a a U CREí —— — MACARENI gis a a a a CERRO fil — — ‘O CABEZAS *‘lI —— — aa mu.... ITALICA ¿It a a a a a m aa A — O a —m ti SEOIILA s.l —a aa aa aa aa aa aa aa it LEBRIJA — — ua a a a a — a a I5 MSA RECIA — — a a a a a — — a IB El BERRUECO ii’i’~ aí u —— ti DOÑA ItANCA fl a a a fl u ¡ aaaa omm a — a a IB ClRTCIA’,’,’, ¡ a a a a a a a a ‘bu,,,, •.aaaa II LACIPí aaaa 21 ACIRIPí 21 RIOTINTO~ 22 CRINOEOR U 23 TEJADA ~ — 2t SAR SARTOLURE ~ — a ma 25 NiEBLA. COITES — a a 28 ?!Á!ERi OID — u a a a 27 ALJARAOOE’CRR.6 ——~—~— a a 28 tATiÑOSACOtT.3~ Fío.2. Cuadro comparativo delasesírarigralas¡,ro¡ohistórica dcAndalucia Occidental. es ladel Carambolo Alto(Carriazo. 1973.fig. 128).la en la de Montemolín que se adosó a la cara interna de Montemolín (Chaves y de la Bandera. 1987, 373- del muro (Chaves yde la Bandera, 1987, 373 yfig. 9). 375 yfig. 9), lade laColina de Los Quemados (Luzón En Acinipo se encontraron hogares dentro de estas y Ruiz Mata, 1973, 16 y fig. 8). las de Acinipo casas (Aguayo y otros, 1987, lám. IV); pero de los (Aguayo y otros, 1987, 295-299. fig. 1 y láms. III y datos generales obtenidos en muchas de ellas puede IV), etc. En algunos casos, como ocurre precisamente deducirse que la sencilkz de sus estructuras y la en el último punto citado, delante de la puerta se ausencia de áreas individualizadas en su interiorque construyó un enlosado a modo de pequeña accra. pudieran tener usos diferentes, sugeriría una vida Este tipo de vivienda, construida con zócalos de diaria llevada a cabo básicamente al aire libre. En piedra o adobe y techumbre vegetal, carecía de divi- cualquiercaso, loque demomento parece evidente es siones en suinterior, ysólo seha localizado un banco el fuerte contraste registrado entre la planta de estas 74 M. BELEN - .1. 1.. ESCACENA viviendas y las de las pocas conocidas del Bronce minero de Riotinto para la extracción de metales. Y, Pleno en lamisma región, que presentan muros rectos a pesar de que muchas de las cerámicas halladas en como en el vecino mundo argárico (Aubet y otros. ‘tejada pueden catalogarse como indígenas. son mu- 1983.45-46v fig. 13: Eseacena De Frutos. 1985. 7- chos también los factores que hablan a favor de 18 y figs. 5-8: sólo en Lebrija conviven muros rectos considerar a este enclave una colonia oriental en el con otros de tendencia curva: Tejera. 1985. 94). Este territorio tartésico: ausencia de niveles de hábitat fenómeno debe ser considerado un indicio más de precoloniales, estructura urbana, disposición de las discontinuidad entreelBronce ocal y el del horizonte viviendas, existencia de un artesanado minero-mcta- tartésico precolonial. lúrgico con alto indice de especialización, etc. (Fer- Laevoluciónde lavivienda circulara larectangular nández Jurado y García Sanz, 989. 38). o cuadrada, que seva aimponer poco apoco a partir Al hilo de la mención de la muralla de ‘lejada es de la fase orientalizante, es un fenómeno aún poco convenientealudir al menos a otrasestructurasdefen- estudiado y resulta todavía difícil de comprendercon sivas halladasen diversosenclavesde Andalucía oeca- los datos actuales, porque desde el punto de vista dental. Gran parte de estas fortificaciones carece antropológico cabriapensaren queesta transformación todavía de fecha exacta, porloque resulta problemá- no estuvo basadasólo en laimitación de la estruclura tico aún indagar en la causas que las originaron. Es rectilínea, sino que afectó también a la distribución posible que algunas de estas construcciones militares interiordel espacioy. en última instancia, tal veza las se levantaran yacocí Bronce Finalprecolonial. Lade costumbres diarias del grupo humano que usó estas ‘lejada es, desde luego, de época orientalizante casas. Hoy por hoy pueden observarse distintos (Ibídem); pero en Setefilla apareció una torre macíza procesos de aculturación en este campo. EnAcinipo, semicircular adosada a la muralla del Bronce Medio porejemplo, la vivienda de muroscurvosseconvierte que podría corresponder al s. VIII a.C. (Aubet y en cabaña rectangular sin afectar al parecer, en otros. 1983. figs. 57-58). l)e esta misma fecha, o tal principio, ni a su tamaño ni a su disposición interna vez algo anterior, puede ser el bastión en talud (Aguayo y otros, 1987, 300-301 y fig. 1). En Monte- hallado en el interior de la Puerta de Sevilla. en molín. en cambio, se sustituye un edificio oval por Carmona(Jiménez, 1989, ¡75 y 181-182). Registradas otro rectangular, que tiene a su vez una distribución están sendas murallasen Montemolín yen la Mesade espacialclaramente diferente de laanterioryfácilmente Gandul, pero ambas permanecen inexploradas. Pro- relacionable concasasorientales del mundosiropales- blema aparte representan las murallas de Niebla y de tino (Chaves yde la Bandera, 1987, 372-375 y fig. 9). Doña Blanca, sobre todo por los estrechos paralelos Si la estructura interna de las viviendas cónlíeva un orientales que para ambas pueden traerse a colación uso determinado de cada uno de los habitáculos, ysi (Belén y otros, 1983. 976 y lám. III. 2; Ruiz Mata, la disposición de las estancias obedece a una organi- 1988a.43yfigs. págs. 39 mf.).En cualquiercaso,todo zacion económica determinada, no cabe sino admitir este conjunto deobras se vincula aun mundo oriental la posibilidad de que, si bien las cabañas de Acinipo u orientalizante, a excepción quizá del bastión de reflejan una simple aculturación, el caso de Monte- Carmona, que puede ser anterior,como hemos dicho. molín se explica con más facilidad admitiendo la No pueden olvidarse en este apartado las pocas existencia en el interior del territorio tartésico de construcciones de carácter «ciclópeo» halladas en colonos orientales que quedarían instaladosen núcleos Andalucía occidental, sobre todo por los problemas de población indígenas a partir de fines del s. VIII o recientes de cronología que estos recintos vienen comienzos del VII a.C. planteando (Fortea y Bernier. 1970. 136-140). En los Poco a poco, los distintos caminos conducirían al últimos años, muchas fortificaciones de este tipo del mismo resultado,esdecir, alageneralizaciónentrelas Alto Gualdalquivir se vienen fechando en época comunidades autóctonas de la casa rectangular, que ibérica a través de cerámicas pintadas recogidas en era más fácil de adosar a las viviendas vecinas, yque prospecciones superficiales (Ruiz y otros, 1987. 239- permitía por ello el desarrollo de un urbanismo mas 256). Pero excavaciones sistemáticas llevadas a cabo acorde conel tipode ciudadquevenían desarrollando en las campiñas jiennenses han mostrado el error las culturas mediterráneas de la edad del Hierro. De metodológico de tales planteamientos. al advertir el ahí que los Turdetanos asimilaran la vivienda de uso de estascerámicas en plena épocaromana(Artea- muros rectos para el resto de su historia, al menos en ga, 1987, 286). En este sentido, la ausencia de un sus aspectos técnicos más elementales. poblamiento en Setefilla durante el Hierro reciente Típicamente oriental es por ejemplo el urbanismo plantealadudasobrelacronologíaturdetanapara los de Tejada, donde un recinto amurallado alberga una lienzos de grandes bloques que cierran el ¡eh por su ciudad con calles yplazas trazadas acordel, y donde flanco meridional (Bonsory Thouvenot. 1928. 6). El las viviendas sedisponen en manzanas rectangulares muelle fluvial de C’el¡i (Peñaflor) (Fortea y Bernier. (Fernández Jurado y García Sanz, 1989, 37-38). El 1970, lám. XII, 3), construido tal vez para servirde estudiomicroespacialde ladistribuciónde los objetos puertoy de barreraprotectoracontra las avenidas del hallados en estas estancias demuestra que aquí sí Guadalquivir, podría ser ya una construcciónde épo- existen espacios destinados a tareas específicas y ca romana. Recientemente se hapropuesto una auto- diferentes entre sí (Fernández Jurado, 1987b, 342- ríabárquidapara elcomplejo murariode la Puerta de 343). Por otro lado, la misma presencia de una Carmona que se atribuía a Roma (Jiménez, 1989, murallaque, de algunaforma,es la basea partirde la 182-184). Y de tiempos republicanos es también un cual seorganizael entramado interiorde la viviendas. enorme paramentode adobelocalizadorecientemente habladetraslados masivos de población haciaelfoco en Lebrija. cuyo carácter defensivo puede deducirse
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