Description:—Lo siento, Val, querida —dijo el hombre—. Pero debemos despedirnos ya. Recorrió la distancia que mediaba entre el diván que ocupaba la bella mujer rubia y el ventanal, miró al exterior atentamente y añadió: —Para siempre, claro. Val Westady se encogió en su asiento, dominada por el pánico. Era incapaz de reaccionar. De agarrar la botella de whisky, por ejemplo, y estampársela al hombre en la cabeza. El terror la paralizaba, le impedía todo movimiento de defensa. Y el hombre estaba acercándose a ella. Vestía unos pantalones con la raya impecablemente marcada y sus movimientos eran fáciles, seguros.