Description:El disparo llegó desde la lejanía, haciendo que las manos de Richard Tone sufrieran una crispación al volante. Pero el coche, lanzado a ciento ochenta, no se desvió ni un milímetro, a pesar de que la bala atravesó uno de los cristales laterales, le rozó la cabeza y terminó desapareciendo a través del parabrisas. Tone pensó maquinalmente: «Una cuarenta y cinco. La han disparado desde un poco detrás de mí. ¿Pero dónde están…?». Luego, mientras seguía conduciendo, examinó los desperfectos de los cristales. Éstos eran, realmente, inastillables. Ahora lo habían demostrado bien. Sólo había quedado el orificio de la bala y una pequeña aureola en torno a éste. Eso era todo.