Description:Se acercó al espejo de cuerpo entero de su dormitorio y se miró complacida en el vidrio azogado. Sheree Egan sabía que ya no era una jovencita y que ya no cumpliría los treinta años —en realidad, estaba más bien cerca de los cuarenta—, pero todavía poseía una figura capaz de hacer volver la cabeza a los hombres cuando pasaba por la calle o entraba en algún lugar público. Inspiró con fuerza unas cuantas veces, sintiéndose orgullosa de las arrogantes curvas del busto. Sí, todavía se sentía joven y hermosa, pese a las inevitables «patas de gallo» que ya asomaban en las comisuras de los ojos y que ella procuraba disimular con hábiles masajes y sabios retoques de productos cosméticos.