Description:Cuando terminó de colocar el último tornillo que sujetaba el cojinete, el viejo Slack soltó un prolongado respiro. —¡Ahora, a esperar otro golpe de suerte! ¿No crees, Geila? Había sudado para conseguir que el eje trasero del carromato quedara debidamente asegurado. La joven apenas volvió la cabeza para mirarle. Sentada sobre un peñasco, permanecía absorta, contemplando el paisaje. —¡Primero, los dos zánganos que nos acompañaban, llenan el buche y se alejan, para «explorar»! ¡Vaya par de sinvergüenzas! ¡Luego, se sueltan varios paquetes! ¡Y menos mal…!