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La seguridad de la salvación PDF

37 Pages·2011·0.426 MB·Spanish
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[Escribir texto] L PS.MIGUEL ROSELL A SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN www.centrorey.org | Ps. Miguel Rosell Carrillo 1 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 4 Cómo hay que entender esto ....................................................................................... 6 PARTE I: Fundamentando doctrina................................................................................... 7 La iniciativa es siempre de Dios .................................................................................... 7 La comunión con Dios manifiesta la salvación del creyente ..................................... 8 La suficiencia divina y la incapacidad humana ......................................................... 8 Por Su misericordia: muertos al pecado, vivos en Cristo ........................................... 9 La salvación, ¿es obra de Dios o del hombre? ............................................................ 10 El “presente continuo” de Dios: el concepto de eternidad ...................................... 11 Un cambio real de naturaleza ..................................................................................... 12 Cuando es fácil decir: ¡es usted salvo!, y luego decir: ¡oh, perdió la salvación! ........ 15 PARTE II: Analizando textos bíblicos que se malinterpretan para hacer creer que la salvación se puede perder. ............................................................................................. 15 LOS QUE UN DÍA FUERON ILUMINADOS, PERO JAMÁS FUERON LUZ ........................ 16 ADVERTENCIA AL QUE PECA DELIBERADAMENTE ...................................................... 17 ACLARACIÓN DE HEBREOS 12: 15 ............................................................................... 21 ACLARACIÓN DE HEBREOS 2: 3 ................................................................................... 22 ACLARACIÓN DE HEBREOS 3: 6ss; 12-14 .................................................................... 22 ACLARACIÓN DE 1 PEDRO 5: 8 .................................................................................... 24 ACLARACIÓN DE SANTIAGO 5: 19, 20 ......................................................................... 24 ACLARACIÓN DE 2 PEDRO 1: 10 .................................................................................. 24 ACLARACIÓN 2 PEDRO 2: 1; 18-22 .............................................................................. 25 ACLARACIÓN DE COLOSENSES 1: 23 ........................................................................... 29 ACLARACIÓN DE 1 TIMOTEO 6: 20, 21........................................................................ 29 ACLARACIÓN DE GÁLATAS 5: 4 ................................................................................... 30 2 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell ACLARACIÓN DE JUDAS 23a........................................................................................ 30 ACLARACIÓN APOCALIPSIS 3: 5................................................................................... 30 ACLARACIÓN 2 JUAN 1: 9 ............................................................................................ 31 ACLARACIÓN DE 1 CORINTIOS 15: 1-3 ........................................................................ 32 ACLARACIÓN DE ROMANOS 11: 17-24 ....................................................................... 34 PARTE III: avanzando en la argumentación. ................................................................... 34 ¿Para qué advertir de la apostasía, si nadie salvo se puede perder?......................... 34 Concluyendo: al hermano anónimo............................................................................ 35 3 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN Por Miguel Rosell Carrillo Este es un estudio bíblico, no sólo un libro cristiano, y por tanto es menester estudiarlo con la Biblia al lado, viendo el contexto de cada texto. Colosenses 2: 13, 14 “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” INTRODUCCIÓN Este libro NO va dirigido a creyentes meramente nominales, sino que va dirigido exclusivamente a todos aquellos que saben que son salvos, porque han creído conforme a salvación, y consecuentemente el Espíritu les da testimonio a su espíritu de que son hijos de Dios (Ro. 8: 16). Por ello no pretendo ni busco el hacer una apologética de lo imposible, cual es, tratar el justificar a todos aquellos pecadores impenitentes que, amparándose en una mera y conveniente creencia, pretenden ser lo que nunca han sido: salvos. ¡Jamás ha estado esto en mi mente! Los que dicen que se han convertido y son tan corrompidos como antes de convertirse, no dicen la verdad. Si se han convertido ¿a qué se han convertido? Si se han convertido a Cristo, o más bien, Cristo les ha convertido, entonces es imposible que vivan conforme a su vida anterior. Por eso insistimos en que cuando hablamos de salvación, implícita en ella está la santidad de Dios en el salvo, de otra manera todo es un simple espejismo. Nadie se engañe, lo que el hombre sembrare, eso recogerá (Gl. 6: 8) Nadie me podrá acusar aquí de estar defendiendo a los carnales, atribuyéndoles el mensaje de “salvos, siempre salvos” cuando jamás han sido “salvos”. Los que opinan que no importa lo mucho que los cristianos pequen después de convertidos, que jamás van a perder la salvación, se equivocan por principio. Eso la Biblia no lo enseña. La Escritura asegura que el que ha nacido de Dios no puede practicar pecado (1 Jn. 3: 9), por lo tanto es una terrible mentira asegurar lo contrario. Dicho de otro modo, el que peca como sistema de vida, aunque tenga mucho conocimiento de Dios en su mente, jamás nació de Dios; no es salvo. 4 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell Alguien escribió: “Hay dos extremos en lo que se refiere a la pérdida o mantenimiento de la salvación. Hay quienes creen que la salvación se pierde por cualquier cosa; y hay quienes piensan que no se pierde jamás por nada”. La verdad bíblica es que la salvación como tal, es la realidad de la vida de Cristo en el individuo, obra directa de Dios por elección en el individuo (Ef. 2: 8), y como tal, es eterna (Ap. 13: 8) No se puede perder lo que jamás se tuvo; no se puede perder lo que se obtuvo de parte de Dios. Esta máxima es concluyente en la cuestión salvífica. Los que creen que la salvación se puede perder, argumentan diciendo que el cristiano puede apartarse de la fe y perderse cuando se acostumbra a pecar, y no quiere arrepentirse, y termina por pisotear semejante salvación. Esto de nuevo es un contrasentido y es contrario a la revelación de la Escritura, cuando dice que el que ha nacido de Dios no puede hacer eso, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede continuar pecando como solía hacerlo en su vida anterior, justamente porque ha nacido de Dios, y ha muerto a su vieja naturaleza pecaminosa (1 Juan 3: 9; Gl. 2: 20) Como dijo Jesús: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol” (Mateo 12: 33) El árbol bueno es siempre bueno, y el malo, malo, o como dice Santiago: “¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce” (Santiago 3: 11, 12) La confusión, cuando no se tiene una acertada teología, se genera cuando en la experiencia de la vida uno se topa con muchos cristianos profesantes, que luego en un momento dado se muestran como lo que realmente son: impíos; pero la Palabra es muy explícita al respecto: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7: 22-23) Hacían las obras de Dios, o así se mostraban ante los demás, pero no eran de Cristo. No es que perdieron la salvación, es que jamás fueron salvos: “Nunca os conocí”. Dios conoce a los que son Suyos; nosotros solamente podemos estar seguros en cuanto a nosotros mismos (Ro. 8: 16) Aunque no sean conscientes de ello, los que creen que la salvación se puede perder, no creen en la seguridad de la salvación, lo cual de por sí es totalmente antibíblico. En este libro probaremos que los que son verdaderos herederos de salvación, la heredarán, sin duda alguna (Hchs. 26: 18) 5 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell Este libro busca levantar ante los ojos del corazón del creyente la esperanza a la que ha sido llamado, porque la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Ro. 5: 5 En ese sentido, iremos desmantelando todos esos comentarios presuntamente bíblicos que se han ido haciendo a lo largo de los años, que pretenden demostrar lo contrario a lo que vengo exponiendo, y que en ocasiones se han enarbolado por causa de meros intereses doctrinarios denominacionales. Somos salvos porque nacimos de nuevo, y nacimos de nuevo para ser salvos. Porque Dios nos hizo nacer de lo Alto (Jn. 3: 3), hemos pasado de muerte a vida; vivimos en una nueva vida, muertos definitivamente al pecado y a su poder. (Efesios 2: 1-6) Cómo hay que entender esto En hermenéutica, es muy importante seguir el orden exegético establecido por la misma Escritura en cuanto a la verdad expuesta. Quiero decir con eso que, una verdad básica es como la misma expresión da a conocer: un fundamento sobre el que se edifica el resto de verdades, y donde las demás verdades deberán estar sobre fundadas y adheridas. No se puede quitar una verdad del contexto de la verdad, de otro modo tendríamos una mentira o una incongruencia, según el caso. Doy ejemplo: En cuanto a haber nacido de Dios, y por tanto no poder practicar o vivir pecaminosamente como los incrédulos tenemos el siguiente pasaje, el cual constituye una verdad básica: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3: 8, 9) Vemos en ese pasaje una verdad básica e inamovible: El hijo de Dios no puede pecar a modo del hijo del diablo. No se puede ni añadir, ni quitar nada de esto, y no obstante los que aseguran que la salvación se puede perder, y siempre a causa de practicar pecado, implícitamente están negando esta escritura de 1 Juan conforme a verdad básica. Y, ¿Cómo lo hacen?, pues con una verdad adyacente, pretendiendo con ella fundamentar su teoría, como si fuera una verdad básica. Pongamos un ejemplo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1) Esa es una de las varias escrituras que usan para hacer su particular apología. Aseguran que como apóstatas han perdido la salvación, sin tener en cuenta que un verdadero apóstata jamás fue de Cristo. 6 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell Por lo tanto sigamos la regla correcta de interpretación de la Escritura, de otro modo, iremos a ciegas. Hay que poner el peso en la base, si no, se desnivela todo. PARTE I: Fundamentando doctrina. La iniciativa es siempre de Dios (Juan 15: 16) “No me elegisteis a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros…” Los que enseñan que un hombre salvado por Dios, podría final y definitivamente perder la salvación, lo creen así porque también creen que ese mismo hombre pudo decidir ser salvo, y por tomar la iniciativa de serlo, debiera ser responsable de seguir siéndolo. Si tomó la decisión de serlo, entonces podría tomar la decisión de no serlo. Esto es antibíblico y perverso por principio, siendo una forma de “deísmo” (*), porque excluye a Dios de toda la ecuación, no sólo de Su soberanía, sino en el ejercicio de, por Su misericordia, la dádiva de Su gracia. (*) Deísmo es la herejía que enseña que Dios no interfiere en la vida de los humanos. El asunto es muy distinto. Es Dios quien llama y justifica al que elige justificar, por Su gracia, y por Su gracia, mantiene salvo al individuo (Ro. 5: 1; Ef. 2: 8, 9) “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hchs. 2: 39) El llamamiento es el de Dios, no el del hombre, de otra manera estaría el hombre pactando con Dios, lo cual es improcedente. Por otro lado, simplemente seamos realistas: si la salvación se pudiera perder, ¡ni a usted ni a mí nos duraría la salvación un día! ¿Qué fuerza existe en nosotros mismos para hacer la voluntad de Dios? Ninguna. Cuando estábamos muertos en nuestros delitos, violaciones y pecados (Ef 2: 1), Dios nos dio vida. La iniciativa fue de Dios (Jn. 15: 16), la obra es de Dios (Fil. 2: 13). Esa vida nueva, no es nuestra, sino Cristo en nosotros, en cada uno, por Su amor, por Su entrega en la cruz (Gl. 2: 20). Nuestro viejo hombre, no sólo quedó atrás, sino que fue crucificado juntamente con Cristo, de modo que el cuerpo del pecado fuera destruido, para que no sirvamos más al pecado (Ro. 6: 6) ¡Estas son las Buenas Nuevas de salvación! ¡Esta es la obra perfecta de un Dios que es Perfecto! ¿Quién podrá deshacer lo que Dios ha hecho? “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5: 17) 7 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell “porque Cristo, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10: 14) La comunión con Dios manifiesta la salvación del creyente En este libro deseo explicar lo que sé que está en el corazón de Dios hacia sus escogidos, y lo sé porque lo dice la Escritura: que Le conozcan; “y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1: 3). Para ello Él tiene paciencia, porque en Su misericordia, no retarda la promesa de su Advenimiento, sino que hace cumplir sus designios de salvación hasta el último individuo: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3: 9) Todos y cada uno de los elegidos según la presciencia de Dios Padre, predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad, llegarán a conocerle; llegarán a esa preciosa comunión o relación con El. Ni uno de ellos se perderá, porque poderoso es Dios para hacer que abunde en ellos toda gracia (1 Pr, 1: 2; Ef. 1: 5; 2 Co. 9: 8) Esa es el Ancla de nuestra salvación, la seguridad que proporciona el hecho de creer lo que podemos y debemos creer: que todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén (2 Corintios 1: 20) “tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Hebreos 6: 18, 19) La seguridad de la salvación es el ancla firme de nuestra alma por Cristo Jesús. La suficiencia divina y la incapacidad humana La salvación de Cristo para el individuo que ha de ser salvo, es algo tan elevado, santo, sublime, e importante para Dios, que no puede quedar rebajado su concepto por la simple debilidad, negligencia o mediocridad humanas. En otras palabras la salvación es de Dios, y Dios jamás se equivoca a la hora de elegir a los que han de ser herederos de salvación (He. 1: 14). Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (Ro. 11: 29) Concretamente, en cuanto a los asuntos salvíficos, Dios no deja nada al azar ni a la presunta libertad de presunta elección de los hombres. Uno de los atributos de nuestro Dios es que es Soberano. La palabra soberano significa el superior o el más alto, supremo en poder, superior en posición antes todos los otros. Cuando decimos que Dios es soberano estamos diciendo que Él es el número uno, el único, gobernador en el universo. Aplicación: La idea de la soberanía es un alentador 8 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell único, porque asegura al cristiano que nada está fuera del dominio de Dios, y que Sus planes se llevan a cabo triunfalmente (Romanos 8:28). Dios no preparó y ejecutó su obra de expiación en Cristo, y como que la colocó a la vista de toda la raza humana, servida sobre una mesa para que quien quiera, pueda ir y ser salvo, dejándolo de ese modo todo al albedrío de hombres muertos espiritualmente, perdidos en sus deseos carnales, haciendo la voluntad de la carne, enemigos de Dios e hijos de ira por naturaleza (Ro. 5: 10; Ef 2: 3). Si hubiera sido así, hubiera sido un rotundo fracaso, porque nadie se hubiera acercado, como no se acercan los hombres amadores de su pecado a la Luz, y eso éramos todos nosotros: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3: 19) Ahí vemos que ha sido imprescindible la elección de Dios para venir a salvación. El hombre natural es totalmente ajeno al Espíritu de Dios, por haberse cortado aquella relación con el Creador ya desde sus inicios. El hombre natural, muerto espiritualmente, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1 Co. 2: 14; 1: 23) La naturaleza pecaminosa del hombre natural le lleva a pecar sin más (Ro. 5: 12); esa es su manera de vivir, es lo terriblemente natural en él. Por ello, Dios en Su soberanía y a causa de Su misericordia (Ro. 9: 15), escogió en amor y según el puro afecto de Su voluntad a los que iban a ser adoptados hijos suyos, por medio de Jesucristo (Ef. 1: 5), porque no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia (Ro. 9: 16) Por Su misericordia: muertos al pecado, vivos en Cristo (Colosenses 1: 21) “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado” Esa reconciliación es el don de Dios por Su gracia (Ef. 2: 8), por Su iniciativa, no por la nuestra, cual no existía: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…” (Juan 15: 16) “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Col. 3: 3) La Escritura no puede ser más clara. Hemos muerto a nuestra vieja naturaleza de pecado, y hemos nacido de Dios (1 Jn. 3: 9), y lo que ahora somos está escondido con Cristo en Dios. Esto tiene tres lecturas como poco: 1) Los creyentes tenemos una vida espiritual común con el Padre y el Hijo (1 Co. 6: 17; 2 Pr. 1: 4) 2) El mundo no puede entender todo lo que significa la nueva vida del creyente (Ro. 8: 19; 1 Co. 2: 14) 9 www.centrorey.org |Ps.Miguel Rosell 3) Los creyentes estamos asegurados por la Eternidad, protegidos de todo enemigo espiritual (Jn. 10: 28; Ro. 8: 31-39) Esto último, significa que la salvación está asegurada para aquél que verdaderamente está EN Cristo, porque para aquél que no está en Cristo, sino que simplemente se llama cristiano, esto no se aplica. Si nuestra vida está escondida en Dios, significa que en términos de eternidad, ese ha sido Su designio, y aquí la Palabra nos habla en términos de eternidad, porque la salvación es un asunto, no de temporalidad, sino de eternidad, y la pregunta que los escépticos debieran hacerse es: “¿En qué momento se puede detener la Eternidad?”, o “¿Se puede detener un proceso eterno, como es la salvación, que es la vida eterna?” Evidentemente, no. LA SALVACIÓN, LA VIDA ETERNA, ES UN ASUNTO DE ETERNIDAD, NO DE TEMPORALIDAD. De esto trata este libro, hermanos; de que el que es verdaderamente de Cristo, no ha de temer que en un momento de su vida pueda perder lo que ya está escondido en Dios. La salvación, ¿es obra de Dios o del hombre? “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2: 8, 9) Contrariamente a lo que visto, porque la Biblia así lo dice, los que enseñan que la salvación se puede perder, se basan en que esa salvación depende de que el creyente la sepa y pueda guardar. Si fuera así, la salvación sería por obras, en este caso, para “preservar” dicha salvación. Si nuestra salvación dependiera de nuestros esfuerzos humanos por sostenerla... ¡entonces nadie sería salvo! La salvación es de Dios para nosotros, no es nuestra (Ef. 2: 8, 9). Si la salvación hay que sostenerla en nuestras fuerzas, entonces ¿por qué no haberla ganado? ¿Qué diferencia habría realmente? Si el hombre pudiera sostener su salvación, podría también haberla obtenido. Pero como cristianos, sabemos que no es así. Como nadie puede ganarse su salvación, tampoco la puede sostener. Si mi salvación depende de mi esfuerzo para no perderla, entonces he entrado de pleno en la doctrina de Roma: salvación por obras. Piénselo bien: Cuando se llega a creer que la salvación se puede perder (hablo de la verdadera regeneración en el individuo) entramos en un contra sentido. Por un lado la 10

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