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La Segunda Guerra Mundial : ensayo político-militar PDF

556 Pages·1977·84.291 MB·Spanish
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G. D E B O R IN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ENSAYO POLÍTICO-MILITAR BAJO LA REDACCIÓN DEL GENERAL MAYOR I. ZUBKOV Tercera edición El EDITORIAL PROGRESO Moscú MMP^ TRADUCIDO DEL RUSO POR ISIDRO R. MENDIETÍ T. A. flEEOPHH BTOPAH MHPOBAH BO0HA Ha ucnaHCKOM a3Wíe 0. G. B. HASAI1A CUBA f f 2omprado_jA[/ C\(í> % G/CCL F % ANt 19W 1 -^ f 1/2- -' yv PRIMERA PARTE VÍSPERAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Capítulo I LOS AGRESORES Y SUS CÓMPLICES __ El 11 de noviembre de 1918 cesó el estruendo de los ca ñones en los frentes de la primera guerra imperialista mun dial. Los pueblos de Europa, martirizados por la contienda, respiraron con alivio. ¡Los propagandistas burgueses se apre - suraron a anunciar el comienzo de un nuevo período histó rico: el período de la paz. Pero no Había paz en la tierra. Proseguía la sangrienta •~aerra del imperialismo mundial contra el joven Estado ./iético, cuyos pueblos habían acabado con el capitalismo emprendido la luminosa senda del socialismo. Churchill, que pugnaba por tomar en sus manos el mando de la cru zada antisoviética de la reacción mundial, exhortaba con gritos histéricos a "estrangular al bolchevismo en su propia cuna". En distintos confines de la inmensa retaguardia colo nial del imperialismo, los colonizadores reprimían inhuma namente a cuantos luchaban por la liberación nacional. Tocaba a su fin el primer cuarto del siglo XX cuando los políticos más destacados de la Europa burguesa declararon en la Conferencia de Locarno (octubre de 1925) que se había -encontrado, por fin, la línea divisoria entre los años de gue- |y los venideros años de paz. Sí, era una línea divisoria!*'- de un carácter completamente distinto: había quedado \s una serie de guerras, pero maduraban otras. La acti- •^-"ad de los gobiernos burgueses en ¡Locarno tendía, precisa nte, a organizar nuevas guerras para asegurar nuevos bene- \ ficios a los monopolios. Se apagaban unos incendios bélicos y se acumulaba aceleradamente material inflamable para otros. La primera guerra mundial no fue casual. Surgió corn»^ resultado lógico del desarrollo de las profundísimas con tradicciones del capitalismo en su fase imperialista. La guerra fue una manifestación de la crisis general del capitalismo, que tuvo su más importante expresión en la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre en ¡Rusia y en la divi sión del mundo en dos sistemas sociales antagónicos: el so cialismo y el capitalismo. Pero el triunfo de la Revolución de Octubre acabó con el imperialismo solamente en la sexta parte del globo terráqueo. El resto del mundo seguía inte grado por Estados imperialistas y por colonias y semicolonias suyas. Era pequeñísimo el lugar que ocupaban entonces en el mapa de la Tierra los países que, gracias a la nueva situa ción histórica, habían conseguido liberarse de la esclavitud colonial y emprender un camino de desarrollo independiente. Por cuanto el imperialismo continuaba existiendo, se con servaba también la base económica de las guerras que engen dra. La primera conflagración universal no eliminó, ni podía hacerlo, las profundísimas contradicciones inherentes al im perialismo, que determinan el surgimiento de las guerras. Más aún: la guerra y sus consecuencias ahondaron estas con tradicciones y originaron nuevos antagonismos y conflictos todavía más graves. Sembróse en abundancia la semilla de nuevas guerras imperialistas. La contradicción.más profunda, fundamental e insoluole en el marco del capitalismo es la existente entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropia ción de los productos. Como se sabe, esta contradicción cons tituye la base de las crisis económicas que sacuden periódi camente el mundo capitalista e impregna todos los aspectos de la vida de los países capitalistas, desgarrados por agudas contradicciones de clase. Son precisamente estas contradic ciones internas del capitalismo las que determinan su hundi miento inevitable. Las fuerzas productivas del capitalismo moderno han re basado el marco de la propiedad privada de los medios de producción, han madurado para el socialismo. El carácter social de la producción rebasa también los límites de los distintos países capitalistas para manifestarse en todo éf" 4 mundo burgués. ¡La ampliación del carácter social de la pro ducción en escala internacional expresaba la transformación del capitalismo en un sistema universal y el vasto desarrollo de la división social capitalista del trabajo en escala inter nacional. Pero el carácter social de la producción se ve en cadenado por la apropiación privada, y este conflicto con duce a una dura lucha en la arena mundial. Los Estados burgueses, explotadores, que en la época del capitalismo premonopolista servían de apoyo al desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, ahora, en la época del imperialismo, se han convertido en un obstáculo a dicho desarrollo. "El capitalismo -decía V. I. Lenin- empezó a sen tirse estrecho en los límites de los viejos Estados nacionales, sin la formación de los cuales no hubiera podido derribar al feudalismo. El capitalismo ha desarrollado hasta tal extremo la concentración, que ramas enteras de la industria se encuen tran en manos de sindicatos, trusts, asociaciones de capita listas multimillonarios; y casi todo el globo terrestre se halla repartido entre estos "reyes del capital", bien en forma de colonias o bien de países envueltos en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de comercio y la com petencia han sido sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras necesarias para invertir en ellas ca pital y sacar de ellas materias primas, etc. Y el capitalismo, que en su lucha contra el feudalismo fue el libertador de las naciones, se transforma, en la época imperialista, en el más grande opresor de las naciones"*. En las peculiaridades del imperialismo tiene su origen la tendencia de la burguesía a exportar capitales y a luchar por la adquisición de mercados para poder vender las mercan cías que carecen de una demanda solvente dentro del país, la tendencia a apoderarse de fuentes de materias primas y de nuevas colonias, a exterminar a los competidores en los mer cados mundiales y a conquistar el dominio del mundo. Bajo el imperialismo, las grandes potencias capitalistas \ pelean entre sí por el reparto territorial de todo el mundo a ¡ su alcance. Este reparto se efectúa en medio de una encarni-p zada lucha entre los buitres capitalistas, en consonancia con \ la fuerza de cada uno de ellos. Pero la correlación de fuerzas / * V. I. Lenin. El socialismo y la guerra, ed. en español, Moscú, pág. 8. 5 en el mundo capitalista se modifica con el transcurso del tiempo, con tanto mayor motivo por cuanto uno de los rasgos característicos del capitalismo contemporáneo es la profunda desigualdad de su desarrollo económico y político. De este modo, surge el conflicto entre la distribución de los merca dos y esferas de influencia, de un lado, y la nueva correla ción de fuerzas de las potencias capitalistas, de otro, con flicto que lleva de modo ineluctable al desenlace bélico. "... El capitalismo -escribía Lenin- ha concentrado las ri quezas de la Tierra en manos de distintos Estados, ha repar tido la Tierra hasta el último pedazo,- el nuevo reparto, el nuevo enriquecimiento sólo puede efectuarse ya a costa de otros, en favor de un Estado y a costa de otro. Esta cuestión puede resolverse exclusivamente por medio de la fuerza, debido a lo cual la guerra entre los buitres mundiales se ha hecho inevitable"*. La primera guerra imperialista mundial tuvo su origen en el conflicto surgido entre los países capitalistas que habían avanzado en su desarrollo -en primer lugar Alemania, que disputaba a Inglaterra y Francia las posiciones mundiales conquistadas por ellas-, y estos dos últimos países, podero sos, pero rezagados ya en su desarrollo, que trataban de aplas tar a sus competidores. Alemania fue derrotada en la gue rra, lo que tuvo como consecuencia su temporal debilita miento económico. Mas incluso derrotada y maniatada por las duras condiciones del tratado de paz de Versalles, Ale mania siguió siendo potencialmente más fuerte que los ven cedores: Inglaterra y Francia. Los medios gobernantes anglo- franceses comprendían que la victoria sobre Alemania en la primera conflagración universal había sido conquistada con los esfuerzos de una gran coalición, en la que Rusia había desempeñado un papel de singular importancia. Sin la parti cipación de Rusia en la coalición, Inglaterra y Francia habrían sido derrotadas por Alemania. Pese a su victoria, Inglaterra y Francia no podían dejar de temer al futuro, pues compren dían que Alemania volvería a sobresalir inevitablemente entre las potencias capitalistas. Podría esperarse que, en tales condiciones, los círculos gobernantes anglo-franceses impidiesen por todos los medios el resurgimiento de la potencia económica, y, por tanto, mili- * V. I. Lenin. Obras, 4a ed. en ruso, t. 28, pág. 62. 6 tar, de Alemania. Pero en contradicción con sus propios in tereses capitalistas y nacionales, siguieron otro camino, el de contribuir al resurgimiento del potencial bélico de Alemania. Ya en 1924-1925 tomó forma la política de las potencias occi dentales, que encontró posteriormente su más acabada ex presión en la confabulación de Munich entre los gobiernos de Inglaterra y Francia, de una parte, y los de la Alemania hitleriana y la Italia fascista, de otra. Al tratar de resolver cualquier problema de la política \ internacional, los gobiernos burgueses tomaban como punto' X de partida la existencia de la Unión Soviética, el deseo de (j A inferir el mayor daño posible a la causa del socialismo. Estas r / consideraciones sirvieron también de guía a los gobiernos j de los Estados vencedores al enfocar el problema alemán. Después de la derrota de la intervención militar extran jera contra el Estado soviético, el mundo capitalista no renun ció a sus aspiraciones de aplastar el socialismo por medio de las armas. Los monopolistas norteamericanos, ingleses y franceses continuaron elaborando planes de nuevas aventu ras bélicas antisoviéticas. En busca de la fuerza militar ne cesaria para realizar esos planes, concentraron su atención en Alemania. La Alemania reaccionaria les atraía por diver sos motivos: su gran potencial económico-militar, su capaci dad para enviar al frente ejércitos considerables, sus tradi ciones militaristas y la crueldad y sed de sangre de la cama: rilla gobernante, inclinada a las represiones terroristas tanto contra su propia población como contra la de los territorios ocupados. Gradualmente, paso a paso, los medios gobernantes dé~"\ los EE.UU., Inglaterra y Francia fueron preparando los pía- / nes de utilización de Alemania y del Japón para sus propios/ fines. Por medio de la guerra de Alemania y del Japón contra' la URSS querían conseguir dos objetivos: valerse de Alema-Y nia y del Japón para aniquilar a la Unión Soviética y valerse?^* de la Unión Soviética para debilitar a sus competidores, Ale-\ mania y el Japón. ) Los iniciadores de este plan fueron los monopolistas nor teamericanos, que miraban con odio a la Unión Soviética y pretendían, de paso, resolver sus contradicciones con Alema nia y el Japón. Las dudas que existían a este respecto en las esferas gobernantes de Inglaterra y de Francia fueron pa sando paulatinamente a un segundo plano, a pesar de que 7 continuaba siendo aguda err extremo la lucha entre los inte reses imperialistas de los EE.UU., Inglaterra y Francia. En el período que separa las dos guerras mundiales, las contra dicciones imperialistas entre los EE.UU. e Inglaterra ocupa ron durante muchos años el lugar central en las contradiccio nes de los países capitalistas. • Los cálculos de los imperialistas estadounidenses de utili zar a Alemania contra la Unión Soviética encarnaron en el Plan Dawes, plan de resurgimiento de la industria pesada y del potencial bélico de Alemania, que preveía la concesión a dicho país de créditos norteamericanos por valor de miles de millones. Los gobernantes norteamericanos, ingleses y franceses olvidaron por completo, en sus planes antisoviéticos, una cir cunstancia tan importante como son los propios intereses de los imperialistas alemanes y japoneses. Los imperialistas alemanes aspiraban a la revancha. Nada más terminar la primera guerra mundial empezaron a preparar la segunda. El mayor fabricante alemán de armamento, Krupp, ha seña lado que inmediatamente después de firmarse el tratado de paz de Versalles se emprendió en Alemania un trabajo secre to, como resultado del cual "se creó una sólida base cientí fica que permitía comenzar a trabajar de nuevo para las fuerzas armadas alemanas en la hora señalada, sin pérdida de tiempo o de experiencia"*. La política de Alemania, expuesta con absoluta claridad ya en 1925 por su ministro de Relaciones Exteriores, Strese- mann, consistía en aprovechar plenamente las posibilidades que le brindaba la política de las potencias occidentales y actuar en consonancia con sus propios intereses capitalistas. Esta política llevaba ya implícita una profunda base para el conflicto entre Alemania y sus protectores y cómplices occi dentales. Mucho antes de que empezara la segunda guerra mundial, se definió con toda exactitud lá correlación de fuerzas en el mundo capitalista. D'e" un lado, Alem^itia^Jíalia-y-eí-4apóiu_ que aspiraban a un nueyorepartp. del mundo y desempeñaban^ el papel déiriiciadófés directos de la agresión. De otro lado, los gobiernos de los EE.UU., Inglaterra y Francia, que actua- * El proceso de Nutemberg. Recopilación de documentos. Editorial Jurídica del Estado, Moscú, 1955, 3a ed. en ruso, t. II, pág. 285. 8

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