Description:El hombre se puso en pie y dijo: —Judith Lauren, está usted libre. La mujer se estremeció. Cerró los ojos un momento. Al abrirlos vio de nuevo aquella habitación en la que tal vez no volvería a entrar nunca más. Vio de nuevo las dos grandes ventanas enrejadas que proyectaban luz sobre la mesa. Docenas de expedientes estaban apilados a ambos lado de ésta, y sus papeles amarillentos causaban una sensación de tristeza que llegaba como la punta de un cuchillo hasta lo más profundo del alma. —¿En qué piensa usted, Judith? —El hombre dio vuelta a la mesa y se acercó a ella, solícito. Había cambiado mucho desde que le conoció, tres años antes, y a veces Judith pensaba que no era el mismo que con tanta indiferencia le recibiera al principio. Pero esto quizá se debía a que ya se había acostumbrado a él. Trató de sonreír y de mirarle a los ojos.