Sabía que nunca volvería a ver todo el lujo que tenía alrededor. Quizá por eso paseó la mirada en torno con una suerte de melancólica nostalgia. Suspiró, mientras cerraba la maleta en la que había amontonado apresuradamente lo más imprescindible para una mujer elegante y de buen gusto. Ya podía marcharse. Llevó la maleta al pequeño hall, donde ya esperaba un neceser de viaje. Volvió atrás para apagar las luces del dormitorio.