Description:—Me voy a escapar de este infierno —dijo Jesse Raymond. —¿Tú, Jesse? ¿Tú te vas a escapar? No me hagas reír —contestó Edmond Quebec. —No puedo soportarlo más. —Yo tampoco lo puedo soportar. Y puedes preguntar a los otros cincuenta hombres que hay aquí. Pregúntales si se marcharían de buena gana. Pero nadie puede escapar del Hoyo del Diablo. Los dos hombres estaban sentados, llenos de sudor y de polvo de los pies a la cabeza. Habían buscado un jirón de sombra en la cantera donde trabajaban como condenados. Y eso era lo que estaban pagando. Una condena. —Yo lo lograré, Edmond. —Oye, muchacho, ¿sabes cuántos dijeron lo mismo que tú? —Imagino que muchos.