Bueno, en el caso de nuestra heroína, anónima aunque se atreve a destapar lo más profundo de sí misma, eso es una incógnita. A ella no le importa nada, no siente nada, ni quiere nada. Y poco a poco va desapareciendo.
Los recuerdos de su juventud son lo único que le hacen vibrar y emocionarse. No parece nada extraordinario, pero se atreve a compartirlos con nosotros. Por aquel entonces estaba enamorada de un mayor. La niña que fue y la adolescente que recuerda haber sido la tienen atrapada en un inexplicable sentimiento de malestar sin razón.
Charlotte Blazy nos entrega una historia intimista, servido por una narración creativa, sencilla y tímida. Joseph Safieddine le ayuda a desvelar, poco a poco, las claves de una eclosión, del crecimiento de la protagonista. En cuanto al dibujo, Renart nos ofrece unos trazos rápidos, esbozos dinámicos a dos tintas, perfecto reflejo de este retrato de tintes autobiográficos.