Description:Estaba condenado a muerte. Lo sabía. Pero había algo peor que la conciencia de su condena: el convencimiento de que nada de lo que hiciera podría variar el veredicto. Val Sangler se dijo que era absurdo, que no podía suceder, que todo era un sueño…, pero cuando abrió los ojos y vio, por enésima vez, la puerta metálica de su encierro, con el ventanillo desde el cual eran vigiladas sus menores acciones, se convenció, también una vez más, de que la condena era cierta. Iba a morir. ¿Cómo podían suceder cosas semejantes en pleno siglo Veinte?, se preguntó. Sucedían, era la respuesta. No tenía otra explicación plausible, pero ahí estaban los resultados: en su condena a la última pena. Por si fuera poco, Val Sangler tenía un motivo de incertidumbre. ¿Qué método emplearían con él para la ejecución de la pena? ¿Horca? ¿Silla eléctrica?